Liverpool y Chelsea disputaron una nueva edición de la Copa de La Liga en el Wembley Stadium y brindaron un gran espectáculo en un partido que finalmente quedó en las manos de los Reds tras un ajustado 1-0 en los 120 minutos.
El juego presentó a unos Blues que llegaron más enteros y a un Liverpool que entró a Wembley con numerosas bajas que impidieron que forme con su equipo ideal. Alexander-Arnold, Salah, Núñez y Alisson, por mencionar algunos apellidos de peso, tuvieron que ver el cotejo desde la tribuna y eso obligó a que Klopp mueva las fichas en este duelo decisivo.
Sin sus mejores hombres en ofensiva, casi toda la responsabilidad del desequilibrio recayó en Luis Díaz, que tuvo buenas participaciones durante los primeros 45 minutos. Las chances más claras llegaron a partir del primer cuarto de hora.
Antes de las oportunidades de gol, si algo le faltaba a Klopp era una lesión y eso fue lo que ocurrió. El volante Gravenberch sufrió un duro pisotón del ecuatoriano Moisés Caicedo y tuvo que retirarse en camilla, dejando su lugar a Joe Gómez.
A los 20, Kelleher, que reemplazó a Alisson, realizó una tapada fenomenal ante Palmer. Al volante ex-City le quedó la pelota servida tras un rebote y era un gol asegurado. Sin embargo, el irlandés Kelleher se lanzó con todo su cuerpo para evitar la conquista y cumplió su cometido. La bola pegó en su brazo izquierdo y mantuvo el cero.
20 minutos después, Liverpool tuvo su opción más clara. Robertson levantó un centro perfecto hacia la posición de Gakpo (que fue el '9' en lugar de Darwin), que cabeceó y mandó la pelota contra el poste izquierdo de Petrović.
Para el complemento, el conjunto de Klopp inició como el claro dominador e incluso logró romper el marcador con un buen cabezazo de van Dijk. Sin embargo, una posición adelantada de Endo a la salida del cobro terminó anulando el gol mediante el VAR, lo que generó la bronca del DT alemán.
A los 75, Gallagher estrelló una pelota en el poste derecho de Kellegher y retumbó el arco de los Reds, que ya entrando al último cuarto de juego empezó a sentir el cansancio y la falta de alternativas de peso de mitad hacia adelante. El volante inglés tuvo en sus pies la pelota que podría haber cambiado el destino de la final. Palmer lo dejó solo frente a Kelleher, pero dudó demasiado en la definición y el arquero achicó bien para ganarle el mano a mano a los 85 minutos de juego.
Las energías empezaron a mermar y, con el suplementario respirando de cerca, Klopp tuvo que mover el banco y no le quedó otra: tuvieron que ingresar juveniles con poco rodaje para definir la final.
Chelsea tuvo la última oportunidad del tiempo regular en una triple acción en la que Kelleher, otra vez, fue determinante con una doble tapada.
El final del tiempo regular llegó y la final se trasladó al suplementario, con un Chelsea más entero y un Liverpool que había sufrido el desgaste de su corto equipo en Wembley.
A pesar de los hombres de experiencia, Liverpool nunca dejó de ser protagonista y pudo poner contra las cuerdas a Chelsea en la primera mitad del suplementario exigiendo a Petrović con una gran intervención ante el canterano Danns.
Ya entrando en los últimos minutos de los 30 suplementarios, Petrović volvió a hacer acto de presencia con una tapada increíble con su pie izquierdo ante un cabezazo de Elliott.
Cuando todo parecía encaminarse a los penales y las piernas ya no respondían, van Dijk tuvo su revancha. Volvió a ganar de cabeza tras un córner de Tsimikas, anticipó a su marca y metió la bola de pique al suelo para desencadenar la locura roja en Wembley.
Liverpool tuvo premio. Nunca dejó de ser protagonista aún con muchos juveniles en cancha y festejó ante un Chelsea que pudo haber dado más ante un equipo disminuido y que llegó al límite.