El equipo de Salas y Juventus definían en la última fecha quien iba a ser el campeón del Calcio. Esa tarde de sol en Roma, los hinchas de Lazio llegaron al estadio con la confianza de saber que su equipo no había perdido nunca en condición de local durante el campeonato y, a su vez, con la ilusión de que Perugia les diera una mano derrotando a la Juve. La situación era complicada: el equipo de Turín se encontraba dos puntos por encima de Lazio, que debía ganar sí o sí y aguardar una caída de Juventus o, en su defecto, una igualdad para forzar un partido desempate. Ambos encuentros estaban señalados para las 15, hora en la que el silbato sonó y el balón comenzó a rodar tanto en Perugia como en Roma.
La primera emoción de la tarde fue en el Estadio Olímpico a los 34 minutos. Más precisamente, a los 32, momento en el que Simone Inzaghi intentó bajarle la pelota con la cabeza a uno de sus compañeros que ingresaba al área de Reggina y Ezio Brevi, defensor del conjunto visitante, tocó el balón con la mano. El murmullo del público no se hizo esperar y el silbatazo del juez de turno, Gennaro Borriello, terminó de confirmar la situación: penal para Lazio. El mismo Inzaghi fue quien, cuando vio que el árbitro señaló el punto penal con su mano derecha, pidió la pelota para hacerse cargo de ese penal que podía empezar a marcar el rumbo del campeonato. El número 21, compañero de ataque de Salas, acomodó la pelota, corrió hacia ella y, con un toque suave al medio del arco, como si fuese un pase, puso el 1-0 e hizo rugir a los hinchas que colmaron el estadio.
El segundo grito sagrado sólo se demoró unos minutos más: Pancaro, defensor de Lazio, trepó con pelota dominada hasta al área de Reggina, donde fue derribado por Morabito generando un nuevo penal para el local. Esta vez, el tiro desde los 12 pasos estuvo a cargo de Verón, a quien no le tembló el pulso y cruzó un derechazo potente, a la derecha del arquero Taibi que no pudo hacer nada para evitar la segunda conquista a los 37 del primer tiempo. La primera parte finalizó de esa manera. Lazio dominaba en su casa a Reggina, se iba al descanso con una ventaja de dos goles y dejaba la tabla parcialmente igualada en 72 debido a que Juventus no podía sacarle diferencias a Perugia.
El condimento agónico de aquel 14 de mayo estuvo dado por lo que ocurrió cuando debía reanudarse el partido en ambos estadios. Mientras Lazio y Reggina estaban listos para comenzar el complemento, en Perugia una lluvia torrencial dijo presente e imposibilitó que el encuentro comenzara a horario. En Roma se tomó la decisión de arrancar pese a que su rival directo no estaba en condiciones de jugar y Lazio terminó de liquidar el partido gracias a una conexión argentina. A los 14 minutos, Verón ejecutó el tiro libre que fue impactado por la cabeza de Diego Simeone, quien desvió la pelota y convirtió el 3-0 definitivo. Con el resultado puesto, sólo restaba esperar que en Perugia se retomara la acción y el milagro se consumara.
Si bien Marcelo Salas no pudo convertir ese día ante Reggina, su desempeño durante todo el campeonato había sido muy bueno. Tanto que finalizó la liga como el máximo goleador de Lazio con 12 tantos en los 28 encuentros que disputó. El Matador se despachó con un doblete ante Milan en la fecha 5 y también le marcó a Torino, Parma, Hellas Verona, Piacenza, Bologna, Bari y Udinese.
Mientras los minutos corrían y Lazio aguardaba el final del partido, los hinchas de Las Águilas comenzaron a invadir el campo de juego, situación que se dio en dos oportunidades. Primero, a los 42 del segundo tiempo, una horda de fanáticos ingresó y despojó de sus prendas a sus propios jugadores y demoraron el cierre del encuentro. Después de que Borriello marcara el final del partido, la invasión se produjo nuevamente y los jugadores de Lazio debieron abandonar el campo de juego a las corridas.
El encuentro de Juventus comenzó casi a la par del pitido final que indicaba que en Roma el juego había acabado. Luego de que las lluvias cesaran y el césped estuviera en óptimas condiciones para que se desarrolle el complemento, el conjunto de Del Piero, Zidane, Inzaghi y compañía sabían que Lazio había ganado y tenían la presión de, mínimo, mantener la igualdad para llegar al desempate. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaban: Alessandro Calori, el enviado romano, fue quien comenzó a sepultar las ilusiones juventinas con una volea que se metió en el primer palo de Van der Sar para convertir el 1-0 a los 5 minutos. La información no tardó en llegar al Estadio Olímpico, cuyo césped aun se encontraba lleno de fanáticos. La emoción y alegría del tanto de Perugia se esparció por las miles de almas que estaban en las tribunas cuando el tablero del estadio confirmó la noticia y mostró el dato que todos querían ver: Perugia 1-0 Juventus.
El nerviosismo invadió a Juventus, que no pudo encontrarle la vuelta a la situación y veía cómo se le escapaba el título de las manos en la última jornada. En la recta final, la Vecchia Signora tambaleó, no pudo sostener el liderazgo y perdió 2 partidos en las últimas 3 fechas. Pierluigi Collina, el juez del encuentro, marcó el final y la hazaña se había cumplido: Lazio era el nuevo campeón del fútbol italiano.
A pesar de que Lazio tuvo que sufrir y aguardar hasta el final para coronarse campeón, se caracterizó por ser un equipo muy ofensivo y regular. De los 34 partidos jugados, Las Águilas ganaron 21, empataron 9 y perdieron 4. Además, terminaron invictos en el Estadio Olímpico y también se mantuvieron en la cima de la tabla de equipos que más puntos consiguieron en condición de visitante con 29.
Aquel equipo de Lazio, que era dirigido por el sueco Sven-Göran Eriksson, tenía un plantel exquisito, que contaba con presencias importantes como la de Alessandro Nesta, Roberto Mancini, Pavel Nedved, Dejan Stankovic y la carta goleadora de Marcelo Salas, quien, como se mencionó anteriormente, fue el goleador del conjunto romano.
Este título del 2000 marcó el comienzo de una sequía de 20 años sin títulos locales para Lazio, la cual llega hasta nuestros días. En la actual edición 2019/2020, el equipo de la capital italiana estaba disputando cabeza a cabeza el campeonato con Juventus, pero el Coronavirus suspendió parcialmente sus sueños de lograr otro Scudetto más para la institución.