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Ricardo Carugati, el argentino que fue DT de Jordania: un sueño que no pudo escapar a la tragedia

La historia del fútbol argentino tiene lugar para todo tipo de personajes. Hay leyendas; hay cracks; hay genios que lograron mostrar todo su talento y otros que no; hay sabios estrategas que llevaron a la gloria a equipos que sin ellos tal vez habrían naufragado en la intrascendencia; y hay, también, quienes por algún motivo difícil de entender escaparon a las grandes luces, pero que aún así lograron hacer mucho. Entre estos últimos está Ricardo Carugati.

Conviene aclarar de entrada que la de él no es la historia de un hombre común. Nacido el primer día de 1957, después de una carrera breve como arquero que sólo alcanzó en el fútbol profesional para arañar las Reservas de Argentinos y All Boys, se decidió a probar por el lado de la formación de jugadores.

Su idea era darles a los más jóvenes las herramientas que a él le faltaron para llegar. Recién a los 37 años empezó a ejercer esa pasión en las divisiones juveniles de Deportivo Merlo, y ahí vio la luz una carrera breve pero apasionante, en la que cuesta creer que haya habido lugar para tantas vivencias en tan poco tiempo.

Ricardo Carugati y la excursión a Medio Oriente, de Palestina a Jordania

Apenas dos años después de ese comienzo, Carugati comenzó a abrirse un lugar distinto en la historia: ganó un concurso de los Cascos Blancos que le permitió ya en 1997 viajar a Palestina como miembro de una misión de las Naciones Unidas.

En la Franja de Gaza, atravesada hace décadas por el conflicto bélico y las privaciones, su objetivo fue fomentar la práctica del fútbol y que se conformara el seleccionado nacional. Aunque la Asociación Palestina de Fútbol existía desde 1952, fue recién en 1998 que logró el reconocimiento de la FIFA, poco después de que se estableciera la Autoridad Nacional Palestina y de que comenzara el arduo trabajo de Carugati.

De la mano del entrenador argentino, dio los primeros pasos el seleccionado de esa tierra que por aquel entonces tenía como principal referente político a Yasser Arafat. Competir ya constituía un logro, aunque en 1999 los dirigidos por Carugati fueron más allá y se quedaron con la medalla de bronce en el certamen de fútbol de los Juegos Panarábicos, luego de caer en la semifinal contra el local, Jordania, a la postre campeón del torneo.

Al año siguiente, cuando el camino de Palestina ya estaba allanado para seguir en las competencias internacionales, la vida le abrió una nueva puerta a Carugati. No demasiado lejos de allí, asumió en abril de 2000 como director técnico de Jordania, en tiempos en los que era muy difícil avizorar que algún día ese seleccionado enfrentaría al de su Argentina en un Mundial, 26 años después.

En ese nuevo destino, tenía el camino allanado para seguir creciendo y edificar una carrera como entrenador lejos de casa. Pero cuando se disponía a arrancar la aventura de las Eliminatorias al Mundial de Japón-Corea 2002, la tragedia se cruzó en su destino. El 7 de febrero de 2001, cuando asistía a un congreso de la FIFA en Zurich, murió a raíz de una falla cardíaca. Poco después de haber cumplido 44 años, justo él, que había puesto el cuerpo en una de las zonas más calientes del planeta, dijo adiós en Suiza.

Menos de un mes después, el seleccionado por el que había cruzado medio mundo hizo su gran debut en una Eliminatoria mundialista. El 4 de marzo fue el día del estreno de Palestina, con un empate como visitante 1-1 frente a Hong Kong. Aunque un absurdo del destino le había impedido ver realizada su obra, el legado de Carugati estaba vivo. También seguramente lo esté cuando Jordania, el último equipo que dirigió, y su Argentina natal se crucen el 27 de junio de 2026 en el cierre del grupo J del Mundial.