El América tiene la ventaja para el partido de vuelta en el Estadio Azteca tras el empate de 2-2 frente al León de Larcamón.
LOS ÁNGELES -- El León resuella, pero el taxidermista ya acecha. No es el marcador (2-2). Y no es sólo la calidad del rival, porque al América lo encaró con aplomo. Pero, La Fiera saldrá al Estadio Azteca directo desde terapia intensiva.
Histeria en el nosocomio. Ángel Mena, Omar Fernández y Federico Viñas, y las eternas dudas sobre Nico López. Nicolás Larcamón deberá encender veladoras por sus médicos y luces de alerta durante los entrenamientos.
¿Fatiga? Saldo del ajetreo entre Fecha FIFA y la doble dosis en el play-in. Y en los equipos de Larcamón se rebasa el código de intensidad extrema. Le recetaron seis amarillas que debieron ser ocho, pero, ya se sabe, el arbitraje mexicano opera entre la sospecha, el pánico y la estulticia. Y este Gato Ortiz a veces es un espécimen de angora y a veces de bodega.
El 2-2 no sería intimidante para el León. Pero, las probables ausencias de sus mejores ofensivos, obligarán a un Plan B que siempre será peligroso ante una escuadra tan completa como la del América, más allá de que en Coapa tendrán que poner bajo observación las molestias de Diego Valdés y de Julián Quiñones.
Partido de Ida con la algidez no sólo por el escenario de Liguilla, sino porque el América llega incomodando siempre bajo el credo altanero del #ÓdiameMás, y las fumarolas eternas de las sospechas arbitrales.
León no arredró. Todo lo contrario, mientras pudo, mientras estuvo sano, mientras no debió jugar con pata de palo o muletas, se mantuvo a la altura de la exigencia del adversario, y el temperamento le permitió exhalar una última amenaza cuando el silbante ya hinchaba los pulmones para graznar el final.
América volvió a ser ultrajado por sus errores defensivos, No fue sólo la robusta gallardía del León, sino, nuevamente, la evidencia de que no hay una voz de mando en el fondo, ni de los centrales, ni del arquero. Igor Lichnovsky y Sebastián Cáceres tienen mentalidad de obreros, corderitos a la deriva, desde la marca en jugadas a balón parado hasta en el orden de la trinchera.
Para fortuna de André Jardine, tiene una artillería vasta. Disfrutó seguramente, como todo espectador, lo que hicieron, y lo que aún insinúan que pueden hacer juntos, Henry Martín, Julián Quiñones y Diego Valdés.
Entendiendo que la línea de Larcamón es ser más implacable que impecable, se explican dos situaciones: sus 14 faltas, algunas de ellas que debieron conducir a más amarillas y alguna roja. Y que bajo esa intensidad que guiña con la rudeza, sus propios jugadores terminaron siendo victimizados. Y no es censurable, al contrario, es encomiable jugar al tope de la adrenalina, pero seguramente, con el acopio de minutos había riesgos que debió prever.
Por eso Jardine hizo los ajustes necesarios, y llamó de la banca a su equipo de emergencia, con los ingresos de Cabecita Rodríguez, Leo Suárez y Richard Sánchez, y al final con Kevin Álvarez por un Quiñones que acusaba el efecto del portentoso desgaste. Ojo: los cuatro de relevo, todos, en un momento dado, seleccionados nacionales en sus países. Sí, habrá chamba extra en el hospitalillo de Coapa, pero sin terapia extra como en León.
Reconocimiento para Larcamón quien debe tener un espía o tuvo una revelación astral para anticiparse de inmediato a lo que proponía Jardine en ese esquema de continua movilidad y libertades, en el que empezó a operar a la tercia de demonios con Valdés, Henry y Quiñones. Truncó a la trinca, pero no lo suficiente.
El DT del León agregó que la serie está abierta los siguientes 90 minutos
Más allá de la incitación perversa del #ÓdiameMás, el grupo de jugadores de León salió bien adoctrinado sobre cómo tratar de sofocar puntualmente las alianzas eventuales del trío con el mismo Álvaro Fidalgo, y el sostén de pausa con Jonathan dos Santos, en su mejor versión, esa que sólo en una temporada se le vio en el Galaxy.
Las estadísticas y la carencia de notoriedad van a castigar a Alejandro Zendejas. Sin embargo, fue el jugador de mayor responsabilidad defensiva en la zona de riesgo que más le gusta manejar a Larcamón. No sólo inhabilitó la ruta preferida de ataque para el León, sino que además hacía las labores que permitían a Quiñones, Henry y Valdés no asumir un desgaste extra.
Así, el 2-2 deja una puerta abierta. Por ahí pueden colarse los imponderables, los chiripazos o las hazañas de los héroes accidentales que tanto le gusta improvisar al futbol. Pero puede ocurrir por ambos lados.
La calidad de juego y de futbolistas, bendice al América, pero mientras siga el desajuste entre Lichnovsky y Cáceres, y la carencia de una voz de mando, aún queda expuesto.
Y por otro lado, Larcamón tiene en la piel aún, el castigo brutal de aquella osadía en Cuartos de Final ante las mismas Águilas, cuando terminó lapidado y humillado por un 11-2 en el global en el Apertura 2022. Sin embargo, hay poco espacio para la mesura.