El 2-0, el epitafio canadiense, con goles de Raúl Jiménez. Suficiente… pero sin erradicar cuestionamientos sobre la oferta ofensiva del Tri.
LOS ÁNGELES -- Los goles y ya. Los goles y la resistencia. Los goles y la paciencia. Los goles y el estoicismo. Los goles y los estertores. Los goles y la angustia. Y así, México se cita con Panamá, verdugo de Estados Unidos, en la Final de la Nations League.
2-0, el epitafio canadiense, con goles de Raúl Jiménez a los 47 segundos y a los 74 minutos. Sí, los goles y ya. Bastante, suficiente… pero sin erradicar cuestionamientos sobre la oferta ofensiva de la Selección Mexicana.
Pero, la victoria tiene su innegable trascendencia. A México le urgía regresar a una Final, especialmente en la Nations League, cuya patria potestad pasará a mejores manos, tras la eliminación de Estados Unidos, en el primer gran fracaso de Mauricio Pochettino.
Para regocijo de la mayoría de los 50,285 aficionados, Javier Aguirre sorprendió con Giménez y Jiménez, con una partitura muy elaborada en movimientos, que no alcanzaron a horadar más de los goles circunstanciales que ampararon la victoria de México.
Alexis Vega terminó sin un aporte sólido en la colaboración ofensiva, pero al final, redituó en el trabajo defensivo, cerrando bien espacios y relevos, junto con el Piojo Alvarado, apenas con un par de generosos acercamientos con Santi y Raúl. Pero, el Piojo, sin duda, tuvo una portentosa jornada en su asignación de impedir los intentos del mejor futbolista rival, Alphonso Davies.
¿Cedió riesgosamente México tras el 1-0 o fue tan intensa la respuesta de Canadá al verse sorprendidos con el gol de Jiménez cuando aún no caducaba el primer minuto de juego?
Fue una ecuación imperfecta a final de cuentas. Porque México apostó por una solidez y una intensidad en la recuperación. Para eso tuvo trabajos de alta eficiencia de Erik Lira y especialmente de Edson Álvarez, quien tuvo la fortuna de que el árbitro Sahid Martínez no le cobrara un claro penalti al minuto 9, por una patada a destiempo sobre Cornelius.
Pero el arbitraje se manejó entre injusticias y compensaciones. De esa manera perdonó un par de rojas, principalmente a Johnston, quien suplía, desesperadamente, con patadas, sus llegadas a destiempo a las jugadas.
El ingreso de Chino Huerta en la segunda mitad le dio a México una dinámica de urgencia, y se acomodó ya en los momentos de desesperación y desconcentración de los canadienses.
Sin duda, la victoria es generosa con México, y especialmente encumbra a Raúl Jiménez, con ese segundo gol cobrado de manera impecable en tiro libre con mucha similitud al que había hecho a Estados Unidos en el Akron de Guadalajara.
Sin duda, más allá de que podrá exigírsele a México alguna saludable consistencia ofensiva, hay un mérito importante en parar en seco, en dejar en cero, a uno de los mejores ataques de la zona de Concacaf, no sólo por los nombres aisladamente, sino por la persistencia del conjunto.
Ahora el desafío es Panamá. La lectura de Javier Aguirre y su cuerpo técnico habrá sido muy puntual, al analizar la victoria canalera sobre Estados Unidos, con gol de Waterman al minuto 94.