La ilusión: 4-1 sobre Chile. La realidad: México no ha ganado nada aún competitivamente. Aguardará en la antesala incómoda de la desesperanzada esperanza: Argentina o Nigeria.
LOS ÁNGELES -- La ilusión: 4-1 sobre Chile. La realidad: México no ha ganado nada aún competitivamente. Aguardará en la antesala incómoda de la desesperanzada esperanza: Argentina o Nigeria. Lo sabrá este miércoles. El Tarot de la incertidumbre tiene 90 minutos de misterio.
Sí, la prudencia, con tintes de ignorancia, pide a Nigeria. La osadía envalentonada, con ese desparpajo de fanfarronería, pide a Argentina, seis veces campeón de las citas en Sub-20. Será veredicto de la cancha.
Ante Chile, la Selección Mexicana Sub-20 fue superior y fue contundente. La sabiduría ¿prematura? de Gil Mora entrega en bandeja a Tahiel Jiménez el 0-1. Iker Fimbres define vistosamente el 0-2. Y Hugo Camberos agrega un doblete. La Roja metía el alma, pero no las manos.
Sí, México Sub-20 ha ganado respeto ajeno y admiración propia y ajena. Pero son monedas que no cotizan en la historia. Son emociones intangibles. Hoy se hospedan al menos en el anecdotario. Alcanzan para alardes emocionales, pero también llevan a responsabilidades inmediatas.
Un primer tiempo notable. Chile acosó inmisericorde los primeros minutos, hasta que un contragolpe encuentra la caricia educada de Mora y la contundencia de Jiménez. México, después se adueñó de la cancha y sofocó los espasmos de rebeldía chilena. El dueño de casa, sólo era dueño de la tribuna. El rival le había despojado de la cancha y del balón.
Injusto sería calificar individualmente en ese primer tiempo. Fue una manifestación colectiva de compromiso, solidaridad y buen futbol. Una maquinita que ronroneaba como auto híbrido, cierto, ante un adversario que tras el gol entró en un desconcierto y casi una deserción emocional.
Poderosa arenga debió suscitarse en la cueva de los heridos chilenos en el medio tiempo. Tal vez la sensación de una tribuna abarrotada, o el nombre y estandarte de la nomenclatura del estadio: Elías Figueroa. O todo junto, pero los chilenos mordieron espacio, tobillos, estertores, y metieron a México en su trinchera de angustia y desesperación en las primeras embestidas.
El gol de Fimbres retoca el guión. Chile oscila, ansioso y dubitativo, entre la ansiedad y el desconsuelo. El 0-2 les azuzaba el ímpetu, pero les agobiaba la fe. México retomaba la batuta.
Eduardo Arce hace cambios. Hugo Camberos entra por Gil Mora, quien cuestiona con gestos la decisión de su entrenador. A los 16 años ya inquieta abandonar la batalla sin una cabellera del rival colgada del cinto. Amaury Morales ingresa por Alexei Domínguez y Oswaldo Virgen por Tahiel Jiménez.
México gana en oxígeno y con la reformateada bitácora de indicaciones. El plan de vuelo había sido modificado con todo y pilotos. Y minutos después Camberos hace el tercero y él mismo firma el cuarto.
Chile mantiene el ardor en la cancha. Espasmos de dignidad más que de futbol. Al final, Juan Francisco Rossell le borra el epitafio burlón del cero, al sellar el 1-4. En la derrota, no hay consuelos ni tumbas separadas.
Ahora, Argentina o Nigeria. La obviedad y la lógica apuestan todas sus fichas por la clasificación de la selección albiceleste. Hoy, la sangre pujante y los borbotones genéticos de Qatar 2022, tienen su impacto. Los argentinos saben que hoy son capaces de todo. No juegan sólo por ellos sino porque son herederos. De poco sirve el linaje, si no se merece la bendición de ese linaje.
México ha enfrentado cuatro versiones de adversarios. Pero, Argentina rebasa a sus anteriores contendientes. Tiene el ritmo atlético de Brasil, el futbol de España, la intensidad de Marruecos, y ese fervor casi póstumo de Chile. Y además, una lealtad táctica impenetrable. Pero, claro, no son invencibles. El futbol aún tiene el pasaporte para la altar y para la tumba.
Pero, Nigeria tiene voz y voto. En enfrentamientos de selecciones con límite de edad, los africanos suman cuatro victorias por un empate y dos derrotas sobre los albicelestes. La diana más reciente de Nigeria sobre Argentina fue en el Sub-20 de 2023.
Es decir, Argentina deberá mostrar su mejor expresión en el enfrentamiento número 17 de su historia, incluyendo partidos de selecciones mayores.
Claro, México no puede elegir. Por eso, los osados exigen a Argentina y los prudentes, con su ignorancia incluida, se inclinan por Nigeria. Pero, cualquiera que sea, eso sí, respetará a este Tri Sub-20. Eso, el respeto ajeno, se lo ha ganado a pulso.
