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El corredor ciego Francisco Juárez apostó por el destino y cumplirá con su sueño de participar en el Maratón de Boston

Una bala perdida le quitó la vista a Francisco Júarez (centro) hace 28 años, pero su fuerte resolución lo ha llevado a cumplir con sus metas. Achilles Mexico

Francisco Juárez saldrá de México por primera vez en su vida este fin de semana. Viajará a la ciudad estadounidense de Boston para competir en uno de los maratones más importantes del mundo, y con esa esperada participación de este lunes cumplirá con un destino que hasta hace poco parecía imposible.

Hace 28 años, Juárez quedó ciego cuando una bala perdida le impactó debajo del ojo izquierdo. Al hablar de su camino desde ese entonces, se le puede perdonar la emoción presente en su voz. Francisco sabe que pese a perder la vista, las cosas pudieron resultar mucho más graves.

"Lo chistoso es que antes cuidaba mucho mis ojos cuando corría", relató Juárez a ESPN. "En el parque cerca de mi casa recuerdo había una parte con unas ramas que colgaban y me cubría la cara. Después del incidente, pensé que ya nunca iba a poder correr".

El ex policía de la Ciudad de México, de 53 años de edad, correrá el Maratón de Boston con el apoyo de Achilles International, organización que se dedica a apoyar atletas con diversas discapacidades. A través de las 66 sedes presentes en 18 países, Achilles otorga a sus corredores las herramientas fundamentales para participar en las carreras más importantes del mundo.

"Estamos ansiosos de alentar a Francisco en su primer Maratón de Boston y lo honramos por el servicio a su comunidad. Estamos muy orgullosos de él y sus coequiperos en Achilles México que han entrenado muy duro", expresó Emily Glasser, presidenta y CEO de Achilles International, a través de un comunicado.

Achilles le asignó a Francisco, que previamente calificó a la carrera de Boston mediante su desempeño en el Maratón de la Ciudad de México, corredores guías con quienes se hizo amigos. Entre otros cargos, los guías deben correr al mismo paso que su corredor y además repartir instrucciones auditivas a los atletas quienes padecen de poca o nula visión.

"Cuando corro con un buen guía, no me siento con discapacidad. Más bien, es un sentimiento de libertad", repartió Juárez.

Francisco ya solía correr de manera recreativa cuando sufrió el balazo que lo dejó ciego mientras se bajaba del vehícolo de transporte público que lo llevaba a casa luego de su turno laboral del 22 de febrero de 1995. La bala le impactó de inmediato luego que salió del camión a dos cuadras de su casa, y poco después perdió la vista. Los médicos le indicaron a Juárez que su estado físico le ayudó a sobrevivir el episodio.

La bala, la cual sigue alojada en su cuerpo, le destrozó el globo ocular izquierdo y causó daño severo al nervio óptico del lado derecho. Sus heridas pronto provocaron en Francisco un sentido de depresión mientras se recuperaba en el hospital.

"Cuando me dormía pensaba que lo que me pasaba era pasajero, estaba negándolo. Pensé de lo peor porque no quería pesarle a mis padres y a mi familia", confesó.

Francisco maldecía la mala fortuna que vivía. Mientras tanto, los médicos le confirmaron que su ceguera no era temporal, que su vida y su futuro cambiarían. Sin embargo, ese cambio no fue el que esperaba.

"Ahí me enteré de algo. Yo tenía que trabajar viernes y sábado, obviamente no pude. Mi compañero fue a nuestro servicio con otros dos oficiales", recordó Francisco.

Resultó que ese mismo sábado los tres compañeros de trabajo de Juárez desgraciadamente se convirtieron en víctimas de un asalto, en el que fueron despojados de sus armas y baleados hasta la muerte. Hasta la fecha, tanto el caso de los asesinatos como el del balazo que le quitó la vista a Francisco siguen sin resolverse por la justicia.

Ante la noticia de la agresión que dejó a sus compañeros sin vida, Juárez sintió que el destino había sido benévolo con él, y no cruel. Al salir del hospital, contrajo matrimonio y regresó por un tiempo al oficio policial. Se le quedaron inculcados los comentarios de sus médicos respecto a la condición física que le salvó la vida. Quizás lo mismo podría ocurrir en esta nueva etapa por la que pasaba.

"Es el destino de uno. Si no pierdo la vista ese día, pierdo mi vida el sábado." Francisco Juárez

Con el tiempo, Francisco salió a correr nuevamente con el fin de sanarse mentalmente. En 1998, se enteró de la existencia del Comité Paralímpico Mexicano y descubrió que podría entrenar y participar en carreras con el auxilio de corredores guías. Poco después, completó su primer Maratón de la Ciudad de México.

"El Toro" Júarez destaca por su competitividad y su fuerza característica, por lo que fue mejorando sus tiempos luego de cada maratón. Se obsesionó con la idea de competir en Boston, el maratón anual más antiguo del mundo. Sus tiempos llegaron a ser lo suficientemente buenos como para cumplir la meta, pero al mismo tiempo carecía de los fondos necesarios para seguir adelante, ya que los ingresos que recibía mediante su pensión policial no cubría todos los gastos.

Por ello, Juárez buscó otras opciones. "Llegué a conocer Achilles International en 2018, sentí las cosas muy diferentes con ellos, me emocioné otra vez".

Los corredores ciegos dependen de una gran familiaridad y confianza hacia sus guías para conseguir los mejores resultados. Antes de unirse a Achilles, Juárez corría con guías quienes no podían mantenerle el paso, o que faltaban sin avisar a las sesiones de entrenamiento y hasta a las mismas carreras.

De ahí entró Achilles, que en sus 40 años de existencia le ha aportado todo tipo de apoyo a más de 150,000 atletas quienes han tenido por delante el objetivo de competir en las carreras más grandes.

"La discapacidad es solamente una expresión de la diversidad humana", explicó Teresita Robledo, coordinadora de Achilles México encargada de emparejar a corredores y guías. "Y pues, estamos muy conscientes del apoyo que necesita gente [como Francisco] para alcanzar sus metas".

Juárez ha desarrollado un vínculo verdadero con su guía en Achilles, Brianda Rascón, y bromea que le construirá su propia habitación en su casa para que ella pueda quedar más cerca y entrenar con él más a menudo. Ese lazo entre corredor y guía se ve reflejado más que nada sobre la pista.

"Mira, somos muy competitivos los dos, a veces hasta se nos puede olvidar la carrera por así decirlo y nos ponemos a competir los dos solitos", indicó Rascón.

El sueño de Juárez de correr Boston, maratón que inauguró en el año 1897, de nuevo volvió a ser latente. Sin embargo, el COVID-19 detuvo esos planes súbitamente, puesto que el maratón de 2020 se vio cancelado por primera vez en su historia debido a la pandemia. Ansioso por no enfermarse, y sin poder entrenar afuera con Brianda por normas de la sana distancia, Francisco sentía que el sueño desvanecía por nueva cuenta.

Al llegar la nueva normalidad a México ese verano, Juárez se reunió con un grupo pequeño de corredores en el enorme Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México para iniciar sus entrenamientos nuevamente. "El Toro", que para ese punto había participado en 16 maratones, se dio cuenta que no podía correr ni un solo kilómetro sin parar, asestando otro golpe a sus aspiraciones.

"Los atletas solemos trabajar el físico, pero a veces lo mental es un reto", evaluó Brianda. "Llegaba un momento en el que Paco tenía fuertes dolores de cabeza, y lo mandamos al doctor, era el estrés. Era pensar que tenía la presión de representar a su país en Boston, quería mejorar sus tiempos".

A pesar de los contratiempos, Juárez seguía firme en su convicción que el destino le otorgaría cosas buenas. "Es el destino de uno. Si no pierdo la vista ese día, pierdo mi vida el sábado", consideró Francisco.

En la sala de su casa, una vitrina demuestra los trofeos que ha logrado conseguir Francisco. Apunta a dichos trofeos y luego a su playera amarilla que lee "Achilles" sobre el pecho.

"Voy a ir a Boston, a veces no me lo creo, mi sueño ya se está haciendo realidad. Es el destino", finalizó "El Toro" en voz temblorosa.