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Mimi Sosa y el vóley: levantó vuelo en Córdoba, hizo historia en la Selección y se dio el gusto de jugar seis años en Brasil

Para ir al colegio secundario, Emilce Sosa debía subirse a su “bici” y hacer 10 kilómetros por los senderos de un monte. “En ese tiempo no pensaba que el vóley podía ser parte de mi vida, pero ese año se me presentó este deporte como un desafío que desde el primer momento quise enfrentar”, cuenta “Mimi” en su libro, publicado en 2021. “Los valores que había recibido en los primeros años en la comunidad wichí, como la resiliencia, la perseverancia, el compañerismo, y sobre todo el ser positiva, me ayudaron a enamorarme de este deporte”, agrega en “Mis raíces, Mi historia”.

Su amor por el deporte había empezado de la mano de su papá, Omar. Su primera pasión fue el fútbol. “Empecé a amar el fútbol, pero no había fútbol femenino, así que jugaba con los varones, hasta que un día se me ocurrió hacer un equipo femenino en la escuela. Fue muy difícil porque las mujeres wichí no hacían ningún deporte, usaban polleras largas y casi no hablaban en castellano, pero no fue imposible: el idioma de los niños y del amor fue más fuerte, nos divertíamos mucho”, narra en su libro.

El pasado domingo, Mimi se retiró de la alta competencia coronándose campeona de la Liga Argentina Femenina como la jugadora símbolo de CEF N° 5 de La Rioja. El triunfo decisivo, frente a Estudiantes de La Plata, se dio en un marco majestuoso: hubo más de 12 mil personas en el Súper Domo de la capital riojana.

Ella, con la camiseta N° 10 característica, la vincha inconfundible, y ese gesto típico de cerrar el puño y subir el antebrazo sobre la frente, le puso el broche perfecto a una carrera soñada, que incluyó coronaciones nacionales, seis temporadas en la Súper Liga de Brasil y, sobre todo, el haberse convertido en una marca registrada de Las Panteras, la selección argentina femenina de vóley.

“En el vóley empecé de grande, a los 16 años. Me fui de Formosa a Córdoba a jugar al fútbol en Belgrano. Pero mi mamá no quería saber nada con el ambiente del fútbol, que no era ni ‘semiprofesional’, porque estaba casi ‘escondido’ como deporte, y en los planteles además muchas mujeres de 30 o 35 años. Y yo tenía 16, así que mi mamá me planteó por qué no probaba jugar al vóley en mi categoría”, inicia el relato en la videollamada con ESPN.

Me probé en el Club Universitario de Córdoba y quedé. Y tuve que elegir entre los dos deportes. Ahí empezó mi carrera en el vóley, que fue creciendo de manera rapidísima”, agrega.

–¿Qué tan rápido fue aquello?

–Por ejemplo, me habían dicho que estando en un equipo de A1, no me iban a llamar nunca a una selección de Córdoba, porque siempre llevaban a chicas de la División de Honor. Y justo Julieta Lazcano se fue a un Mundial con la selección argentina, así que me llamaron para la selección cordobesa. Mi entrenador de la “U”, Lisandro Mautoni, me decía que tenía muchos “vicios” de juego, como los pasos cambiados, y me los fue corrigiendo. En Córdoba después jugué la Liga en 9 de Julio Olímpico de Freyre, Atenas e Instituto. En esos años en Córdoba llegó el primer llamado de Boca Juniors.

–¿Dijiste que sí “al toque”?

–No, la primera vez que me llamaron estaba en Atenas. Y tenía miedo de irme a Buenos Aires. Así que jugué la Liga para Instituto. Pero Boca insistió y me convenció. Jugué cuatro temporadas en Boca y eso me abrió las puertas de la Selección. Era una jugadora baja para mi puesto (central), pero lo intenté muchísimo hasta que me llamaron para la Sub 23 y después me dieron la posibilidad de llegar a la Selección Mayor, en la que estuve 13 años.

–Y Las Panteras te abrieron la chance de jugar en el exterior.

–Claro. Soy parte de la generación de la época en que Argentina volvió a salir al mundo. Los rivales pensaban que nos ponían a las suplentes y nos ganaban 3-0. ¡Y les dábamos pelea! Los primeros años de esa camada fueron muy buenos. Y volvimos a jugar Mundiales. Y eso llamó la atención afuera. Jugué tres años en Rumania y después, mi sueño: seis temporadas en Brasil, en una liga muy, muy competitiva.

–Y dejaste el vóley y volviste. ¡Las hiciste a todas!

–Sí, me tomé un año sabático. Por la pandemia de COVID fueron dos. Volví a entrenarme y a jugar: fiché en San Lorenzo y salimos campeonas de la Liga. Fue algo histórico para el club. Eso llamó la atención y me volvieron a citar de la Selección. Era cerrar un ciclo que no había podido cerrar y, también, posponer mi retiro. Así que me retiré de Las Panteras jugando un Mundial, el de 2022: el tercero de mi carrera.

–Después de San Lorenzo volviste a jugar en Brasil y cerraste tu carrera siendo campeona de la Liga con el CEF N° 5 de La Rioja.

–Sí, volví a Brasil. No pensaba que pudieran volver a contratarme después de esos años sabáticos. Y la decisión de volver para cerrar mi carrera en Argentina fue para estar más cerca de mi familia. Cada vez se me hacía más difícil estar lejos. Dije que me iba a retirar el año pasado si salíamos campeonas. Pero llegamos hasta “semis”, así que tuve que posponer la despedida. Y ahora se dio con broche de oro y un marco de gente que fue histórico, un récord.

–Recuerdo haberte visto jugar en Universitario de Córdoba, en partidos nocturnos, la mayoría de ellos sin público, en la cancha de la Federación. Y ahora te retirás frente a una multitud. ¿Imaginaste esta “locura” de público para el vóley femenino argentino?

–No, sinceramente no lo imaginé nunca para un partido de Liga Femenina en Argentina. Con la Selección sí llenamos estadios. Y afuera he jugado con estadios “explotados” de gente. Pero acá, en Argentina, no imaginé que pudiera llegar a tanto el vóley femenino.

Vuelta olímpica y despedida

–Como símbolo del CEF campeón, ¿qué aportaste dentro de la cancha y, también, fuera de ella, sea por tu sapiencia o tu trayectoria?

–En la cancha, lo de siempre: la energía es lo primero. Y la experiencia. También pasan cosas raras, ja. Porque yo no peleo con nadie, no discuto con nadie, nunca, pero me paro muy seria en la red. Y mis compañeras me decían: ¿Vos viste cómo las mirás a las rivales? ¡Te tienen miedo!”, ja. Esa “presencia” ayudaba al equipo. Y en lo físico siempre trabajé para dar lo mejor.

–¿Te sentías con “cuerda” para más?

–Me retiré en un momento muy bueno, jugando bien. Pensé que en algún momento no podría ejecutar algunas técnicas. O no pegarle para abajo, sino más “largo”. Y eso me hubiera preocupado. Pero no pasó. Y fuera de la cancha aporté experiencia y consejos para las más chicas, varias de las cuales tienen mucha proyección, sobre todo las que están en las distintas selecciones argentinas.

–Hay pibas del CEF que pueden ser el futuro de Las Panteras. ¿Sobre quiénes debemos posar los ojos?

–Avril García y Nicole Pérez, por supuesto. Y Keila Llanos también, pero si cambia de posición y se dedica a ser líbero. Si se enfocan, esas tres chicas tienen mucho futuro. Me encantó compartir con ella cancha, porque vienen y te preguntan y te abren los ojos grandotes cuando les explicás algo. Es muy lindo haber compartido equipo con ellas.

–Ahora hacemos el juego inverso: desde que llegaste en Sub 23 a la Selección, como estas pibas del CEF, ¿cuáles son los recuerdos que te hacen saltar las lágrimas de emoción?

–¡La clasificación para los Juegos Olímpicos de 2016! Creo que todavía siento en el cuerpo esa sensación. Pienso en Bariloche, la sede del Preolímpico, y es como si estuviera sintiendo lo que pasó en ese momento. Es, justamente, uno de los capítulos de mi libro. Fue histórico estar ahí.

–Y después llegaron los Juegos, en Río.

–Sí, sabíamos el nivel de nuestros rivales. Y el nivel al que teníamos que jugar. Había un partido que teníamos que ganar o ganar: contra Camerún. Lo dimos vuelta y lo ganamos 3 a 2. Pero vuelvo a lo anterior: la clasificación a los Juegos fue una locura. ¡El partido con Perú, uffff! Me acuerdo que la mayoría de nosotras no pudo dormir nada en la previa, por los nervios que teníamos. Se me llenan los ojos de lágrimas. Se me eriza toda la piel ahora mientras lo vuelvo a contar.

–Y ya en tu regreso a la Selección, de 2022 recuerdo fotos hermosas con una bandera argentina después de haberles ganado a República Checa y a Colombia.

–Claro, son sensaciones muy, muy parecidas. Porque es estar dentro de un grupo de gente que está haciendo historia y que va a ser recordada por más que no nos hayan visto jugar. Fuimos las que llegamos por primera vez a los Juegos Olímpicos y fuimos las primeras en clasificar a Las Panteras para una segunda fase de un Mundial. Imaginate lo lindo que se siente todo eso.