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Así es Volver, el rincón más argentino de París

Volver París representa la idiosincrasia argentina. ESPN

PARÍS (Enviado especial) -- Cuando Cristian Medina se encarga personalmente de igualar el partido a los 106 minutos, Carlos Muguruza se encarga, también personalmente, de que todo Saint-Germain-des-Prés se entere de que Argentina le empató a Marruecos.

Horas después, en Saint-Etienne, a 500 kilómetros de la capital, anulan el tanto en un hecho sin precedentes y el equipo de Javier Mascherano pierde en su debut. Pero eso, acá, no importa.


Hace 38 años, Carlos llegó a Francia junto a su novia, que bailaba en el Teatro Colón y fue invitada a hacerlo en la Ópera de París. Él jugaba al tenis y, empujado por sus amigos, pensó en probar con venir a dar clases. "Y encontré a Francia tan abierta y libre, mientras nosotros salíamos de la dictadura, que me quedé. Después me casé y tuve tres hijos, que nacieron en Francia pero son bien argentos", aclara.

En 2010, junto a su socio Enrique, quien se encarga de la cocina, fundó el restaurant Volver Paris, al que considera "un pedazo de todos los lugares de Argentina". Previamente, había pasado casi dos décadas en la parte comercial de una empresa de fotocopiadoras.

"Yo llegué en 1986 y no había algo así, siempre quise tener un lugar 100% argento. Desde el Mundial 2014 hacemos mucho bardo, cortamos la calle, la gente ya nos conoce y lo sabe. A esta altura es parte del barrio, después de los partidos vamos a festejar al Pont Neuf", cuenta Carlos, que en 2013 se mudó de la Bastilla y se instaló finalmente en la Rue Dauphine, a metros del río Sena.

Pero el lugar, que tiene como platos más vendidos ojo de bife, parrillada, bife de lomo y de chorizo y empanadas, tomó especial trascendencia cuando empezó a ser visitado por futbolistas. Los primeros fueron el uruguayo Diego Lugano, Javier Pastore y Ezequiel Lavezzi, que llegaron a Paris Saint-Germain poco después del desembarco de los dueños cataríes. Y ellos fueron claves para que se corriera la voz.

Ángel Di María, Leandro Paredes, Giovani Lo Celso, Mauro Icardi son otros de los jugadores argentinos que visitaron (frecuentemente) Volver, un listado en el que no aparece Lionel Messi. "Messi no podía salir de la casa. Tengo colgada una camiseta que nos regaló en 2015, pero la gente sabía lo que hacía, cómo se movía. La pasó mal acá, pobre, porque en Barcelona salía y llevaba a los pibes al colegio", dice Muguruza, que reflexiona: "Yo creo que haberles ganado la Copa fue terrible, encima Mbappé había hecho tres goles y pierde, emblemático. Eso les pegó mucho...".

Junto a la camiseta de Leo, Volver exhibe otras casacas albicelestes, como las de los mencionados Di María, Pastore, Lavezzi, Paredes y Lo Celso, o las de los uruguayos Lugano y Cavani. De hecho, entre risas, el dueño se jacta de haber sido clave para la llegada del Matador a Boca: "Tres años estuve haciendo ese laburo, le rompí la cabeza, la gente de Boca me tiene que agradecer".

Y el Xeneize cumple también un lugar importante en la vida de Carlos, porque Volver es su peña oficial en París. Allí se juntan los hinchas, cuando los horarios lo permiten, a ver los partidos. Chicanea a la filial de River, que "no junta 11 flacos para un partido", y confiesa que espera la camiseta del uruguayo para colocarla junto a la de Juan Román Riquelme.

Además, en este santuario albiceleste hay remeras de figuras locales del rugby, el polo, el handball y el voleibol, entre las que destaca un emotivo homenaje a Federico Aramburu, rugbier asesinado hace dos años en París. Fede, cuenta Carlos, había llevado una camiseta de Los Pumas para que firmaran todos los jugadores del seleccionado, y ese regalo permanece en primer plano como un tributo.


El clima en Saint-Germain-Des-Prés, "a metros de donde vivían Cortázar y María Elena Walsh, también de donde tomaba café todas las mañanas Borges", es tranquilo. Y raro. Demasiado tranquilo. Y demasiado raro.

Los protocolos de seguridad, que exigen un código QR para pasar a determinados puntos de la ciudad en vísperas de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, empujan a los negocios al cierre durante estos días. "Todos los locales estamos sufriendo mucho. Nos pusieron vallas el 2 de julio y desde el 18 está lo del QR. Parece la pandemia de COVID esto", reconoce.

Volver, en cambio, modifica su horario para abrir las puertas durante el partido entre Argentina y Marruecos, por la primera fecha del torneo masculino de París 2024. A sabiendas de que las restricciones de movimiento complicarían la llegada de la gente, su lema es ser un punto de encuentro para que los argentinos disfruten de los partidos.

Son más los amigos marroquíes con los que Carlos se chicanea a la distancia que los compatriotas que observan el encuentro, pero eso no le impide al dueño disfrutar y sufrir, al mismo tiempo y quizás en similares proporciones, el partido. Después del 2-2 (que no fue), Muguruza sale a la vereda y se queda charlando con los vecinos.

Con ellos, cuenta, discute sobre la rivalidad contemporánea entre Argentina y Francia. "Algunos se ofenden, pero el problema es que no conocen nuestra idiosincrasia, lo viven diferente. Ellos no se van a quedar hasta las seis y media de la mañana festejando un partido. Siempre les digo que no pueden entender", explica. Por eso, en parte, para la final de Qatar 2022 permitió solo el ingreso de argentinos: "No queríamos que hubiera problemas. Pero además estaba la calle llena, no entraba nadie más".

De hecho, el 80 o 90% de los clientes son franceses, a los que chicanea y les muestra la Copa que tiene exhibida, aunque algunos se enamoran del ambiente del lugar y hasta se acercan para ver partidos de Francia o PSG. "Mbappé vino, tengo su camiseta, pero le dije a la madre que no la podía poner en la pared", dice, risueño, Carlos.


"El nombre Volver es porque yo dije que algún día iba a volver a Argentina y por la canción Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Dije 'este es el nombre que hay que ponerle'", explica Carlos, abajo, justamente, de un cartel de Carlos Gardel que adorna la calle.

Y concluye: "Yo quería que hubiera un lugar que representara verdaderamente a Argentina. Quería llevar a mis amigos y clientes a comer a un lugar que representara esto, lo que somos".