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París 2024: los buquinistas, entre el ruido de sus luchas y el silencio de las calles

Los buquinistas, sin compradores, tuvieron que cerrar sus puestos durante la última semana. ESPN

PARÍS (Enviado especial) -- El Puente de las Artes tuvo el monopolio de la superposición de candados en París.

Hasta hoy.


Como todas las mañanas de los últimos siete años, Victoire llegó a su puesto de trabajo. Levantó las chapas de su boîte (caja) y colocó su asiento sobre la vereda, como quien sigue su rutina. Pero ella sabía que no iba a ser un día más: hoy traía la mochila llena de pintura verde.

A sus costados, a diferencia de cada mañana, o cada mediodía, o cada tarde, no hay nadie. "Vine para trabajar y porque voy a pintar el puesto de mi marido, que era buquinista y murió hace pocos meses", dice.

Sus colegas tomaron la decisión de no abrir ante la determinación del comité organizador de los Juegos Olímpicos de establecer un código QR que corta y restringe el tránsito -peatón y vehicular- en ciertas zonas de la ciudad, como protocolo de seguridad para garantizar el orden en la ceremonia de apertura de París 2024, que tendrá lugar el próximo viernes.

Las orillas del río Sena, donde se desarrollará el acto inaugural, brillan por su silencio. Del otro lado, para 'ahuyentar' aun más a los visitantes, la icónica Catedral de Notre Dame permanece en refacción, hasta diciembre.

Ese pacífico silencio, eventualmente interrumpido por sirenas de policía, encuentra compañía cuando Victoire pone una canción de su marido, Tai-Luc, de nombre completo Nguyen Tan Tai-Luc Lionel André. "Él fue el líder de la banda La Souris déglinguée", cuenta, mientras enseña el disco Jukebox.

Devenido en buquinista mientras continuaba con su carrera musical, Tai-Luc fue una de las caras visibles de la lucha del gremio contra la decisión del Gobierno de quitar los puestos durante los Juegos Olímpicos. La presencia de Victoire en su sillita de Quai de Gesvres es, entonces, un homenaje.

"Todos cierran porque no viene nadie. Está todo cortado", dice, entre consternada y resignada, quien esta semana vendió cero libros. Aunque a diferencia de algunos colegas no tiene productos destinados el turismo, sino que vende solo libros de segunda mano, Victoire se sienta y espera. Ya no parece esperar que llegue alguien a comprar, porque la policía copa las esquinas para pedir el código que permite acceder a ciertos sectores de la ciudad. Espera, mientras observa las calles peladas y los bares deshabitados, el momento de pintar el puesto de Tai-Luc.

En todos los años que lleva en el rubro, lo único parecido a esta semana -a partir del viernes todo volverá a la normalidad- fue la pandemia de coronavirus, cuando se vieron obligados a cerrar sus puestos de trabajo. "Pero ni siquiera en la segunda ola hubo tantos buquinistas sin trabajar", aclara. Varios intentaron, pero la realidad los empujó a tomarse unas 'vacaciones' obligadas.


A mediados de 2023, el Gobierno le informó a más de la mitad de los buquinistas que iban a tener que abandonar sus boxes durante los Juegos Olímpicos por razones de seguridad. Y no fue hasta febrero de este año que Emmanuel Macron dio marcha atrás en su decisión, gran presión popular y lucha de la Asociación Cultural de Buquinistas mediante.

Pero como la ceremonia de apertura tendrá lugar en el río Sena, algo inédito para el olimpismo -el único antecedente del acto en la ciudad y no solo en un estadio es la inauguración de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018-, hace un par de meses les confirmaron de las disposiciones en cuanto al movimiento que, en definitiva, atentan contra su trabajo.

A lo largo de varias cuadras, son más de 200 los buquinistas que abren a diario sus cajas, una actividad que ofrece alrededor de 300.000 obras literarias de todo tipo y que se realiza casi ininterrumpidamente desde el siglo XVI. Ni la Segunda Guerra Mundial ni las revoluciones cerraron estas cajas, que ya son parte del paisaje, el clima y el latir de la ciudad.

Considerada patrimonio mundial de la UNESCO, esta "excepción cultural parisina que hay que preservar", como se definen, mira en perspectiva y considera una victoria el no haber sido desplazados durante los Juegos, aunque palpa con incertidumbre y cierta desconfianza el presente desconocido.


Victoire se levanta, camina y muestra con orgullo la caja de Tai-Luc, que se encuentra cerrada, como las de todos los vecinos, y en minutos quedará reluciente bajo la templada tarde parisina. Quizás su candado no implique una metáfora del amor, sino que esta vive, junto a su arte y su lucha, a orillas del Sena.