<
>

El espíritu de Puerto Rico está vivo en los terrenos de béisbol

En las Pequeñas Ligas de Puerto Rico en Toa Baja, chicos de 7 y 8 años practican tres veces a la semana y juegan partidos en el fin de semana. Tim Sullivan/ESPN

Cuando vuelas hacia Puerto Rico, tienes que sentarte en la ventanilla. A la izquierda puedes ver el mar azul turquesa y el cielo azul. A la derecha están las hermosas montañas verdes. Pero para el fanático de béisbol, el espectáculo nocturno es aún impresionante, con las luces de los estadios de béisbol brillando por dondequiera. Es un archipiélago inmenso de terrenos encendidos; las capillas y las catedrales de béisbol están abiertas para los jugadores casi todas las noches. En la isla encantada de mi Puerto Rico, todas las noches representan las "Luces Nocturnas del Viernes".

Anticipando el cálido clima de primavera, el olor de la brisa salada del océano y el suave sonido de las olas, yo sueño con los recuerdos de mi infancia llenos de juegos de pequeñas ligas, "Empanadillas de Pizza" y helados.

A medida que las ruedas del avión tocan el suelo, comienzan los aplausos. Estamos en casa. Hemos vuelto a Puerto Rico.

Meses después que Puerto Rico pasara a la final del Clásico Mundial de Béisbol, todavía se pueden ver señales de cómo la apasionada y exitosa actuación del #TeamRubio acaparó la atención de todo el mundo en la isla. Chicos y grandes todavía tienen su cabello teñido de rubio, más personas están pasando más tiempo jugando al béisbol que dominó o sóftbol, y los héroes son nombrados con los apellidos Lindor, Baez, Molina, Correa y Beltrán.

Eso es algo que no puedes entender a menos que hayas nacido o te hayan criado como puertorriqueño, pero el orgullo de ver nuestra pequeña isla en el juego final junto con uno de los países más poderosos cuando se trata de béisbol - es algo indescriptible. Hizo que a todos los puertorriqueños y residentes de la isla se les hinchara el pecho de orgullo. La tasa de criminalidad se redujo a niveles ridículos en esos días, la portada de los diarios era todas relacionadas al Clásico, y la isla se paralizó, unificada en propósito y llena de esperanza.

Eso no pudo haber llegado en mejor momento, dados los enormes y graves problemas que sufre Puerto Rico: las dificultades económicas que han agobiado por varias décadas. Pero los puertorriqueños somos sobrevivientes. Nosotros perseveramos.

Caminando por la Calle Loíza, donde yo me crie, hay negocios y restaurantes que han sido cerrados. Las escuelas están cerrando, el crimen está a la alza, y la gente está desesperada por conseguir empleos; algunos han optado por dejar la isla para mejorar la situación de su familia. Pero los que se han quedado aquí siguen haciendo todo lo que pueden para pelear por mantener en alto el espíritu de Puerto Rico.

El arte urbano se ha expandido, ya que los líderes comunitarios han pintado la bandera de Puerto Rico en edificios abandonados. Las librerias urbanas - un sitio de intercambio gratuito que le permite a la gente intercambiar un libro por otro - han sido instaladas en establecimientos abandonados para tratar de inculcar educación, luchar por el espíritu de nuevas ideas, para inspirar a las personas a creer que podemos superar los problemas.

Hay tanto sobre la cultura de Puerto Rico. Es más que solo béisbol. Pero el béisbol es muy importante. Está enraizado en nosotros. Sangramos por ello.

La comunidad del béisbol puertorriqueño sigue trabajando para superar las dificultades creadas en 1990, cuando los jugadores de la isla fueron obligados a participar en el draft de jugadores de EEUU en vez de poder ser agentes libres internacionales.

Anteriormente, los cazatalentos trabajaban para desarrollar jugadores antes y después de haber firmado. Hombres como Luis Rosa - el escucha que descubrió grandes talentos como Ozzie Guillén, los hermanos Alomar e Iván 'Pudge' Rodriguez - fomentaría el crecimiento de los jugadores. Rosa le enseñaba a los jugadores como llamar un juego, les explicaba la cultura de EEUU y los llevaba a torneos en los Estados Unidos para que supieran que esperar. Entonces de la noche a la mañana todas esas cosas desaparecieron.

Sin garantías de poder firmar a un jugador, los cazatalentos ya no tenían razones para invertir tiempo en el desarrollo de un jugador, y los trabajos de cazatalentos a tiempo completo en Puerto Rico desaparecieron. La gente comenzó a pensar que ya no había talento en Puerto Rico, pero no había una fórmula para el éxito.

Esa es la razón por la que Francisco Lindor y Javier Báez se fueron a estudiar su escuela secundaria en Estados Unidos; sus familias sabían que ellos necesitaban comenzar la transición antes que fueran seleccionados en el sorteo.

Los jugadores puertorriqueños estaban en desventaja. Ellos tenían que aprender el lenguaje y una nueva cultura. Sí, ellos eran ciudadanos estadounidenses, pero ser depositado en Arizona o Florida para los entrenamientos primaverales era un mundo completamente diferente.

Además, ellos no tenían poder de negociación con los equipos luego de haber sido seleccionados. Algunas escuelas en Puerto Rico no preparan a sus estudiantes para los exámenes de entrada a la universidad. Por tanto, los equipos sabían que ellos podían obtener un jugador de Puerto Rico y firmarlo por el 50 por ciento de lo que valía - porque el jugador no tendría otra opción.

Por eso es que se han creado las escuelas y academias de béisbol.

En la Academia de Béisbol de Carlos Beltrán, hay más de 100 estudiantes en los grados 9 al 12. La academia no solo enseña béisbol sino que también prepara a los estudiantes para ir a la universidad; es un refugio seguro para muchos chicos que de otra manera no se habrían enfocado en su educación. Hay estudiantes de toda la isla. Algunos son recogidos tan temprano como a las 5:30 a.m. y no vuelven a su casa hasta después de las 8 p.m. Pero los chicos y sus padres hacen este compromiso para tener una mejor oportunidad de tener éxito en la vida.

Nos tomó tiempo, pero no nos rendimos. Encontramos la manera de hacerlo.

Personas como Mako Oliveras, quien fuera mi manager en el béisbol invernal y Triple A, y quien logró siete campeonatos en la liga puertorriqueña, Eliseo Rodríguez, quien fue el receptor de uno de los siete partidos sin hits de Nolan Ryan, y Jorge Posada Sr., quien comenzó un torneo de jugadores de escuela secundaria para ayudarlos a ser descubiertos, están haciendo la diferencia. Es algo inspirador ver gente que entiende que el futuro del béisbol está en esos terrenos y que están haciendo lo que haya que hacer para asegurarse que ningún jugador pase desapercibido en la isla.

En un juego de pequeñas ligas en Toa Baja, Puerto Rico, jugadores tan jóvenes como de 5 años hablan sobre sus jugadores favoritos, sus héroes, a quienes vieron en el Clásico Mundial. Ellos practican tres noches por semana y juegan partidos los sábados y domingos. Para eso se necesita dedicación de parte de sus padres, madres solteras y figuras paternales, para llevarlos a los estadios. Pero de eso es lo que se trata el béisbol en Puerto Rico: el poder pasar tiempo de calidad con las familias.

Observando el juego, vi un chico enloquecer al ver llegar un camión de helados detrás del dugout y se puso a gritar, "¡Payco! ¡Payco! ¡Payco!". Eso era lo mismo que yo hacía cuando era chico, y me emocioné tanto que tuve que comprar mi propio helado y pagarle uno al resto de los chicos que estaban jugando.

Aquellos que no lo entienden nunca lo van a poder entender. Es la misma razón por la que hicimos un desfile de celebración luego del Clásico Mundial para #LosNuestros, nuestros muchachos, a pesar que no pudimos ganarlo todo. Los puertorriqueños nos enorgullecemos de portar nuestra bandera, de dejarle saber al mundo de donde somos. Incluso para los que viven en Estados Unidos, sigues siendo puertorriqueño de corazón. Sigues siendo Boricua.