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BUENOS AIRES – Terminó la experiencia mundialista. Volvimos de Brasil después de 37 días intensos. ¿Te digo qué se siente?

Se siente orgullo de haber podido contar una de las mejores Copas de los últimos tiempos.

Se siente placer de haber presenciado una final con Argentina como protagonista.

Se siente alegría por la bienvenida que tuvo el plantel de Sabella, pese a no haber salido campeón.

Se siente reconocimiento hacia el grupo completo de ESPN, por el trabajo realizado.

Se siente satisfacción de haber podido transmitir las historias y compartir las vivencias de los hinchas que hicieron un gran esfuerzo por acompañar a la Selección en Brasil.

Se siente nostalgia por el fin del momento que soñamos y esperamos durante los últimos cuatro años.

Se siente agradecimiento por el trato recibido en Brasil. También con aquellos que comentaron las notas y los videos, aun en desacuerdo con lo opinado. Y con los seres queridos que acompañaron a la distancia.

Se siente alivio de haber recuperado la cámara de fotos que nos olvidamos en un taxi de San Pablo. Después de intensas gestiones, el chofer la alcanzó hasta nuestro hotel.

Se siente la convicción de no pisar un aeropuerto en un tiempo. Fueron 20 vuelos en 37 días.

Se siente un profundo dolor por la trágica muerte de dos colegas durante el torneo y el derrumbe del viaducto ocurrido tan cerca de nuestro hotel en Belo Horizonte. El Mundial no fue el mismo desde esos acontecimientos.

Se siente un gran aprendizaje después de nuestra 2ª cobertura en un Mundial.

Se sienten ganas de revancha. ¿Falta mucho para Rusia 2018?

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RÍO DE JANEIRO -- Lo voy a explicar otra vez, por si no quedó claro. Uno es un un profesional, que viene al Mundial a trabajar y a escribir de la forma menos subjetiva posible, despojado de emociones.

OK. A horas de la final del Mundial, no puedo sostener la mentira mucho tiempo más. Y menos en este espacio, donde abuso de la primera persona.

Domingo 13 de julio de 2014. El día que siempre quisimos vivir en Brasil. Más precisamente en el Maracaná. Hace cuatro años tuvimos el placer de presenciar la final España-Holanda en el Soccer City de Johannesburgo. Hoy juega la Selección argentina. Y el sueño es completo.

¿Sueño dije? Anoche fue imposible pegar un ojo. Pero no fui el único. Después de la cena con los compañeros de trabajo, sentí la necesidad de salir a caminar. Para calmar la ansiedad, para contagiarme del clima mundialista que la mayoría de las veces no podemos compartir por responsabilidades laborales.

Río de Janeiro parecía no querer dormir. Continuaban los saltos, los abrazos y los cantos que se extendieron durante todo el día. Copacabana teñida de celeste y blanco. Frente al Fan Fest, la playa era lo más parecido a un camping de cualquier rincón de Argentina, en pleno verano.

Al rato de apoyar la cabeza en la almohada, sonó el teléfono de Buenos Aires. Siempre inquieta una llamada a esa hora de la noche. Eran los amigos de ESPN Radio, que hicieron una transmisión especial durante la madrugada, en la previa XL de Argentina-Alemania. Salí al aire. Ni sé lo que dije.

Río amaneció en calma. Demasiado silencio. La interminable noche debe haber pasado factura. Empezaron a aflorar los nervios, los cosquilleos, la ansiedad. De los hinchas en Brasil, los nuestros y los de ustedes del otro lado.

Después de los himnos, iniciaremos el modo "Periodista ON". No descartamos un puño cerrado en un gol a favor o un insulto al aire en un tanto en contra. Somos seres humanos. Nos corre sangre por las venas. Sabrán entender la situación.

Nos vamos al Maracaná. Tenemos una cita con la historia.

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RÍO DE JANEIRO -- La cuestión es estar. Acompañar. Alentar. Ser testigos de un acontecimiento histórico, sea cual sea el resultado final. Por más que no haya tickets disponibles. Eso se advierte al caminar por Copacabana.

Se estima que 100.000 argentinos llegarán a Río de Janeiro para la final del Mundial. Desde el viernes ya se los ve recorriendo la playa. Parecen millones. Se reconocen, se abrazan aunque no se conozcan. Se sacan fotos, saltan y cantan. Los hits nuevos y los de siempre.

Río de Janeiro contagia optimismo. No se piensa en el talento de Kroos, ni en los desbordes de Lahm, ni en la eficacia de Müller y Klose. Sólo se cree en Argentina. La ilusión no tiene freno.

Los habitantes que decidieron no abandonar la ciudad este fin de semana, y se animan a salir en sus skates o bicicletas, tienen que eludir a estos grupos eufóricos. Hay buena onda, más allá de alguna cargada que no pasa a mayores. El fútbol-voley mantiene su rutina y los ganadores son siempres los mismos.

Un vendedor ambulante, con la camiseta de Özil, ofrece banderas de los finalistas. Un grupo de cinco jóvenes amigos brasileños, extrañamente visitantes en el contexto celeste y blanco, gritan por su favorito: "¡Alemanha!". Un hombre más grande, vestido con una ajustada camiseta amarilla y gorra celeste, también da a conocer su preferencia para la TV: "Que sea campeón Alemania y que haga un gol Messi, que me gusta mucho".

Tres oficiales de prefectura retiran una bandera argentina que no podía estar colgada entre las palmeras. Sin embargo, no hay conflicto. Terminan charlando con sus dueños sobre el partido del domingo en el Maracaná.

El epicentro de la fiesta se encuentra frente al hotel Copacabana Palace. Allí, decenas de hinchas forman el pogo. Conviven las camisetas de todos los equipos "sin prohibición de visitantes". El resto de los turistas aprieta el rec. Un par de tambores y silbatos inician las canciones que le dan ritmo a la tarde. Pelucas, banderas con la imagen del Papa Francisco y el recuerdo permanente para Brasil.

A pocos metros está Joaquín González, quien se mezcla entre los tantos vendedores con sus artesanías y las mallas que fabrica su esposa. Llegaron hace 15 días desde Mar del Plata, junto a su pequeño hijo. Además de sumar unos reales al bolsillo familiar, él integra un grupo musical junto a un grupo de amigos. Tanto le gustó Rïo, que no descarta quedarse un tiempo más. Para el domingo a las 16 ya tiene plan: disfrutar la final en el Fan Fest.

Estará bien acompañado. La reventa cotiza 5000 dólares, en el mejor de los casos. Una cifra inaccesible para la mayoría. Mientras tanto, se disfruta la previa. Copacabana está sitiada. Todos quieren ser parte de este capítulo del fútbol argentino. Y se sienten como en casa.

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BELO HORIZONTE (Enviado especial) – La Selección se despide de Belo Horizonte, donde llegó hace 32 días con el sueño de alcanzar la gloria. El mismo que pretende coronar este domingo, ante Alemania.

Brasil declaró su independencia en 1822 y se convirtió en una república en 1889. Entre las aspirantes a reemplazar a Ouro Preto como capital de Minas Gerais estaba Curral del Rei, la pequeña población que se convirtió en la Cidade de Minas en 1897. En 1906 pasó a llamarse Belo Horizonte.

Uno de los atractivos de la ciudad es la Iglesia de San Francisco de Asís, ubicada frente a la laguna de Pampulha. Fue ideada en los inicios de los '40 por Juscelino Kubitschek, un médico y político brasileño, que fue alcalde de Belo Horizonte y gobernador de Minas Gerais, antes de convertirse en presidente del país (1956-1961).

El proyecto arquitectónico de la Iglesia, construida de 1943 a 1945 y concluida en 1957, estuvo a cargo de Oscar Niemeyer, considerado uno de los íconos en su profesión. Colaboraron el artista plástico Cándido Portinari, el ingeniero de estructuras Joaquim Cardoso y el arquitecto paisajista Burle Marx, responsable de los jardines exteriores.

Por la módica suma de 2 reales, se puede ingresar a esta obra poca ortodoxa, que en los primeros años generó varios rechazos. La pared del fondo cuenta con un mural de San Francisco, pintado por Portinari. La fachada trasera es una composición blanca y azul de azulejos, también diseñada por Portinari. Nadie se va sin fotografiarse en ese sector.

Hablando de fotos, pocos respetan la prohibición de tomar imágenes dentro de la Iglesia. El silencio de la capilla contrasta fuertemente con los gritos de chicos y grandes, en el parque de diversiones que está enfrente. A unas pocas cuadras se encuentra el estadio Mineirao.

Detrás de la recepción, donde se pueden comprar souvenirs, hay un poster del Papa Francisco: "O Papa do povo (el Papa del pueblo)".

La Iglesia de San Francisco de Asís es una visita obligada para los turistas, sea cual fuere la religión que profesen. A pocas horas de la final, no sorprendería que la mayoría de sus visitantes sean argentinos.

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SAN PABLO (Enviado especial) -- Los espectadores se prepararon para la función. A medida que se acercaba la hora, aceleraron el paso. Corrieron hasta el baño, comieron de apuro. Todo sea por estar sentados a las 17 frente al televisor.

La situación que se vivió en la sala de prensa del Arena Corinthians no debe haber sido diferente de la del resto del público que vivió, en vivo y en directo, el histórico Brasil 1-7 Alemania. Tanto en la previa, como durante la semifinal que quedará en el recuerdo.

El primer zarpazo llegó a los 11 minutos del 1º tiempo. Un periodista español gritó el gol de Müller como si fuera alemán. Al resto lo invadió la sorpresa.

A medida que llegaron los tantos de Klose, Kroos y Khedira creció la incredulidad. Entre los periodistas, algunos se comían las uñas y otros se agarraban la cabeza. En media hora, el dueño de casa, el pentacampeón mundial, caía 0-5 en el Mineirao de Belo Horizonte. La mayoría elegía un respetuoso silencio. Salvo el periodista español, claro, que lamentaba incluso las ocasiones desperdiciadas por la visita.

A los 40 minutos, dos compatriotas brasileños se fundieron en un abrazo fraternal. Un abrazo con olor a despedida. Las caras que mostraba la TV también emocionaban a la distancia. El llanto desencajado de los hinchas que veían cómo se trituraba su ilusión de la forma más cruel.

El entretiempo sirvió para comprobar que lo que sucedía era realmente cierto. Los reporteros se pegaron a las pantallas para volver a ver cada gol. Los argentinos se buscaban en la sala para comentar lo que estaba pasando. Todos elogios para Alemania, que llega motivado y descansado a la final. Y cierto temor por tener que enfrentarlo en una posible final.

Las primeras exclamaciones del complemento llegaron por las atajadas de Neuer. Lo único que le faltaba a Brasil para coronar una tarde de terror era toparse con una pared en el arco. Cada ataque germano generaba un "No, no, no". Julio César evitó el 6º con una volada espectacular y luego saliendo a cortar fuera del área. Nada pudo hacer en la jugada que terminó Schurrle.

Llegó la hora del reconocimiento de campo de la Selección argentina en el estadio. Varios decidieron resignar esos 15 minutos. No podían despegarse de la pantalla.

El 7º de Alemania, obra de Schurrle, desató sonrisas en el centro de prensa. Seguramente no era la intención cargar a Brasil, sino exteriorizar la sorpresa por el cachetazo futbolístico de Alemania. El descuento de Oscar, sobre la hora, provocó aplausos. Tal vez, a modo de piedad.

Con el pitazo final, la sala de prensa de San Pablo recuperó su ritmo normal de trabajo. El shock por Brasil 1-7 Alemania difícilmente se vaya.

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Para celebrar el Día del Padre, echamos una mirada a la relación padre e hijo en el deporte.

Mazinho y sus hijos Thiago y Rafinha Alcántara

Iomar do Nascimento (Mazinho) estuvo en el equipo de Brasil que ganó el Mundial de Estados Unidos 1994 y una Copa América. Su hijo, Thiago, lo veía entrenar con el Valencia cuando era niño y todo lo que quería era imitarlo. Eventualmente, Thiago alcanzaría jugar para el Barcelona y el Bayern Munich, ganando 10 títulos de liga y uno de UEFA Champions League entre ambos equipos. Su hermano Rafinha, por su parte, también militó en el Barcelona ganando 3 títulos de liga y 5 de Copa del Rey (jugó 90 partidos con el equipo en todas las competencias).

Julio César Chávez y su hijo, Chávez Jr.

Julio César Chávez obtuvo una marca de 107-6-2 (85 KO) en su carrera, fue 6 veces campeón en 4 divisiones en 25 años de carrera y fue exaltado al Salón de la Fama en 2011. Apodado el César del boxeo, Chávez Sr tuvo un invicto de 89 peleas hasta que cayó ante Randall en 1994. Su hijo, Chávez Jr., capturó el título peso medio del CMB y tiene una marca de carrera de 51-4-1 (33 KO).

Bobby y Barry Bonds

En 14 años de carrera, Bobby Bonds fue seleccionado al Juego de Estrellas tres veces, fue el Jugador Más Valioso del Juego de Estrellas y ganó el Guante de Oro tres veces. Bobby Bonds logró 5 temporadas con al menos 30 home runs y robó al menos 30 bases (récord de MLB).

¿Y si les digo que alguien eventualmente compartiría ese récord con él? Sería su hijo, Barry. Los 332 HR de Bobby están justo fuera de las 100 mayores cantidades, pero los 762 de su hijo Barry son la mayor cantidad en la historia. Ambos se juntaron para 1,094 home runs de carrera; no fue hasta el 1925 que la MLB como liga logró esa cantidad de home runs en una temporada.

La dinastía Maldini

Cesare Maldini jugó con el Milan entre 1954-66 y logró 4 títulos de liga y 1 de Copa de Europa (1962-63), convirtiéndose en leyenda del club. Su hijo, Paolo, subió de la cantera milanista al primer equipo en 1985 y jugó con el equipo hasta el 2009. En ese tiempo, ganó 7 títulos de liga y 5 de Copa de Europa (3 de ellos tras el cambio de formato), entre otros títulos. Uno de los hijos de Paolo, Daniel, actualmente milita en el Milan y se convirtió en la 3ra generación de la familia en anotar en un partido de Serie A el 25 de septiembre.

Nico Rosberg y su padre, Keke

Keke ganó el campeonato mundial de Fórmula 1 en 1982 y fue una inspiración para su hijo toda su carrera. Nico comenzó a correr go-karts desde pequeño y ganaría 9 GPs en camino al campeonato en 2016. Rosberg fue el vencedor por 5 escasos puntos en una batalla hasta el final contra un feroz Lewis Hamilton, discutiblemente el mejor piloto de Fórmula 1 de la historia. Acto seguido, Rosberg se retiró y vaya que fue ejemplo de retirarse en lo más alto.

Tomás Balcázar, Chícharo y Chicharito Hernández

Tomás Balcázar fue estrella para Chivas en los 50 y le anotó a Francia en el Mundial de 1954. Javier 'Chícharo' (por el verde de sus ojos) Hernández, casado con la hija de Balcázar, jugó 28 partidos con la selección nacional y fue parte de ese equipo que alcanzó el esquivo quinto partido del Mundial en México 1986 (aunque no jugó en el partido). Su hijo, 'Chicharito', se convertiría en el máximo anotador en la historia de México con 52 tantos, además de militar en el Manchester United (donde ganó 2 ligas) y en el Real Madrid (ganó un Mundialito de Clubes).

Bobby y Brett Hull

Los Hull son el único dúo padre e hijo en anotar 600 goles cada uno en la NHL. Del 1957 al 1980, Bobby Hull fue líder en goles 7 veces, ganó el trofeo Art Ross Trophy (líder en puntos) tres veces, el trofeo Hart Memorial (JMV) dos veces y ganó el Stanley Cup en 1961 con los Chicago Black Hawks. Fue exaltado al Salón de la Fama en 1983. Su hijo Brett fue líder en goles tres veces, ganó el Stanley Cup en 1999 y 2002 y ganó el trofeo Hart Memorial en 1991. Fue exaltado al Salón de la Fama en 2009.

La relación sanguínea no es la única manera de ser considerado "papá". El dominio deportivo también se describe como "paternidad". Aquí algunos ejemplos.

Argentina vs México: marca de 3-0-0 en mundiales

Dos de las 3 veces que se han enfrentado en mundiales fueron en 8vos. de final, y México solamente tuvo ventaja en marcador por 4 minutos en los 3 partidos combinados.

Brasil vs México: marca de 3-1-0 en mundiales

No solo no ha podido ganar, pero México tampoco ha podido anotar vs Brasil en mundiales. En sus 5 enfrentamientos, Brasil ha superado a México con 13 goles por 0.

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Los reflectores invocaban hacia el numero “10” de la “Verdeamarella” cuando Bélgica había logrado, con los letales contragolpes, una pesada ventaja de 2 goles a 0. Y entonces, “el mundo” puso los ojos sobre Neymar y le cuestionó: ¿Estás listo? ¿Aceptas el reto? ¿Eres quien dices ser? Y Neymar lo intentó, pero no apareció, justo mientras el pentacampeón agonizaba sobre el césped de Kazán. Era la noche de Neymar. El futbol, Brasil y el destino se lo reclamaban. Él, decidió esconderse…

MOSCÚ, Rusia.- En la noche de Kazán, el mundo estaba listo para proclamar a la nueva gran figura del futbol. Y Neymar, a su manera, lo intentó. Es un hecho: no pudo. Decidió esconderse.

Cuando estuvo en el suelo, entre el arbitro y el “VAR” le dijeron que no, Cuando estuvo de pie, su trascendencia no alcanzó. Y mientras la agonía brasileña se hacía patente, Neymar se alejaba del protagonismo que tanto le reclaman sus seguidores y sus detectores. Parecía el momento, el día, la jornada en que la que daría un paso hacia el frente y quizá dejaría, en un escenario fastuoso, a miembros de su misma especie y nivel como Messi y como Cristiano Ronaldo. Neymar tuvo esa oportunidad. La dejó escapar mientras los minutos se consumían frenéticamente a las orillas del Volga.

El Mundial buscaba encumbrar a nuevo protagonista y Neymar reunía las características. La realidad es que mostró su futbol y sus incuestionables habilidades a cuentagotas. Al final, Brasil había dejado la atmósfera para que apareciera su numero “10”. Lo esperó pacientemente. En la fase de grupos, en tanto Neymar terminaba de carburar, Coutinho tomaba la estafeta de Brasil. Con él, al frente, fue suficiente para pasar en el primer lugar de un grupo que incluía Suiza, Serbia y a Costa Rica. Luego, en los octavos de final, contra México, Neymar seguía avocado a sus exageraciones, a pasar más tiempo en el suelo que de pie. Entonces, apareció Willian, y le dio la profundidad que Brasil necesitaba para pasar sobre México. Es obvio que las dificultades crecerían con el pasar de las noches en tierras rusas. La gran prueba llegó esta noche. Neymar ha reprobado.

No es que todas las carencias brasileñas puedan achacársele directamente a él. También sería injusto no reconocer el valor de los belgas que, con Hazard, De Bruyne y Lukaku, poseen la fortaleza para impactar y vencer a cualquiera, pero era la ocasión que tanto había esperado Brasil y el mundo del futbol para medir la verdadera trascendencia de un futbolista dotado de las cualidades más exigentes del juego. ¿Podría cargar Neymar con Brasil en esos momentos? ¿Neymar le dará la “vuelta” al partido? ¿Neymar es el único que puede poner a Brasil de cara al viento otra vez? Las respuestas se perdieron en el silbatazo final del serbio Mazic. Neymar no pudo.

Perdió Brasil y perdió Neymar. Brasil que se jugaba un regreso a una élite competitiva luego de aquel 1-7 en el Mineirâo, ante Alemania, hace 4 años y Neymar que podría haber aprovechado las ausencias, en estas instancias, de Messi y de CR7, para ponerse al mismo nivel que ellos.

Era la noche de Neymar. Se escondió.

@Faitelson_ESPN

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Por una vez, la lógica primó en el fútbol. Brasil, la Selección con mayor cantidad de títulos mundiales, la única que jugó todas las Copas del Mundo y la líder en la tabla histórica mundialista, fue la primera en sella su pasaje a Rusia 2018. Hace ya varios meses el Scratch sabe qué es lo que hará en junio y julio del próximo año y por eso ya preparan su viaje al país más grande del planeta.

Según informó el diario O Globo, el plantel brasileño planea establecer su su cuartel general en la ciudad de Sochi. Aunque restan dos jornadas de las Eliminatorias y el conjunto que dirige Tite viene de empatar en Barranquilla. el equipo responsable de preparar el viaje a Rusia ya está en pleno trabajo.

"Estamos en un buen camino para encontrar el lugar más adecuado para la selección", dijo a O Globo el coordinador de la selección, Edu Gaspar, responsable por los estudios previos a la definición de la ciudad en que Brasil se instalará al menos en la primera fase.

"Nuestras prioridades son en la parte técnica. El mejor centro de entrenamiento, los mejores campos para prácticas, el mejor entorno", explicó Gaspar, quien viajará a Rusia antes de fin de año con la meta de visitar algunas ciudades y decidir el plan de viaje.

Aunque Gaspar no lo confirmó, O Globo señaló que la decisión está prácticamente tomada y que Tite ha aprobado la ciudad de Sochi, un balneario bañado por el Mar Negro, con un clima subtropical propio para los brasileños y que será una de las subsedes del Mundial.

Gaspar también explicó que el equipo técnico de la selección ya discute los amistosos que serán disputados después de la conclusión de las eliminatorias suramericanas, el próximo 10 de octubre.

Según el coordinador de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), la idea es que sean al menos siete partidos, de los cuales hasta ahora sólo esta confirmado uno, para el día 27 de marzo del año próximo en Berlín, frente a la poderosa Alemania.

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