Actitud de Oribe Peralta divide opiniones en Fútbol Picante
LOS ÁNGELES -- La estampa ha desatado controversia. Para algunos representa cinismo, desfachatez o traición. Para otros, la inocua, inofensiva y entendible camaradería entre colegas de oficio. Sí, hablamos de la escena, post partido, en la que conviven, entre carcajadas, jugadores de Chivas y América.
El juego tenía su veredicto. 1-0 para América habiendo humillado a unas Chivas (en la cancha, no en el marcador), que reitero, se estigmatizaron como la versión #NiñosCaguengues2.0.
Polariza la escena Oribe Peralta, quien controla la cháchara, algo que hace años no hace en la cancha. El mismo Oribe suscita un momento festivo, algo que hace años no hace en la cancha. Y el mismísimo Peralta cataliza la atención y el liderazgo, algo que hace años tampoco hace en la cancha ni en el vestidor.
Recuérdese que, confesado por el mismo #Pelagatos2.0 (conocido en los albañales del futbol como José Luis Higuera), Oribe Peralta llegó a Chivas como una ocurrencia, como un disparate de sobremesa, más que como un proyecto. Imagínese, los refuerzos del Guadalajara salieron en el papelito del vientre de una galletita china.
¡Vaya dramática ingeniería deportiva rojiblanca! Me imagino así, como cuando un truncado aspirante a cineasta, decide entre una película de Buñuel y otra de Chatanuga, y elige Los Albañiles 3, y con censura. Si Usted cree que aludo a Amaury Vergara, tiene usted una mente tan sucia y tan perversa, que merece ver las cinco películas de Los Albañiles en una sola tarde.
Claro --ni se le ocurra pensarlo--, nada tuvieron que ver en la llegada de Oribe Peralta a Chivas, esos extrañísimos y estrechísimos lazos entre su promotor Salvador Necoechea y el citado #Pelagatos2.0, como le bautizó Ricardo Peláez. Recuerde Usted que por lo menos siete operaciones de venta y compra de jugadores, entre Necoechea e Higuera, se efectuaron a costa de la salud financiera y deportiva del Guadalajara.
Pero, regresemos a la escena del sábado por la noche. ¿Hicieron mal los jugadores? El derecho a relacionarse con iguales (aunque la Tabla de Posiciones diga lo contrario), es indiscutible. Preguntarse si habría existido esa camaradería por parte de los americanistas, si el resultado hubiera sido a la inversa, es una ociosidad enfermiza.
¿Cuántos americanistas reales había en esa reunión del sábado en la cancha del Estadio Azteca? Todos. ¿Cuántos jugadores de Chivas ge-nui-nos había en esa reunión? Estrictamente, ninguno. Y sí, llama la atención que Oribe tiene más ascendencia y afecto en el vestidor del América, que en el del Guadalajara.
El salario te compra el sudor, pero no necesariamente el corazón. Y, en estas Chivas versión #NiñosCaguengues2.0, hay quienes maquilan su sudor, pero no ofrendan su pasión. Son una especie de mercenarios vestidos de divinizadas odaliscas.
La afición rojiblanca está herida. Y es entendible. Debió molestarle, por ejemplo, que Oribe Peralta mostrara más afinidad, más ascendencia, más afecto en el vestidor americanista que el que se percibe en el del Guadalajara. Pero, júrelo, al menos una vez al mes, el ex goleador notable, héroe olímpico en Londres, al consultar su saldo bancario, debe sentirse un genuino #ChivaHermano.
Además, hay espacio para ese calvario entre los tristemente llamados #ChillaHermanos, cuando les ofrecieron unas Chivas Galácticas, capaces de arrasar la Liga MX y poner de rodillas al América. Les hicieron creer que su constelación de estrellas haría gemir de dolor al Canal de las Estrellas. Hoy, la realidad, es que los llamados a ser estrellas de El Rebaño, terminaron estrellados en el estrellato patético de las redes sociales, con vodka en mano, zapateando y desafinando arrítmicamente bajo los acordes de una banda desbandada, o siendo bateados por vedettitas, como donjuanes castrados.
Sí, a los aficionados de Chivas les embaucaron y ofuscaron con el nacimiento de un nuevo #CampeonísimoGuadalajara, y en realidad le entregan un #RidiculísimoGuadalajara.
Si estos jugadores, estos de la versión #NiñosCaguengues2.0, tuvieran al menos un cromosoma de aquellos campeonísimos, tendrían más dignidad en la cancha y seguramente habrían abandonado cabizbajos el Estadio Azteca, en lugar de quedarse a parlotear, en un síntoma de ninguneo y desprecio a la historia de su equipo y de este Clásico Nacional.
Como seres humanos, no hay nada que reprocharles a Oribe Peralta ni a sus consortes futboleros. A un amigo no se le niega, ni en la derrota, y menos en una cancha de futbol. Y menos aún con el balón quieto.
Como deportistas, no hay que reprocharles a los americanistas por manifestar respeto a un goleador histórico como Oribe Peralta, y un poco de humana compasión y lástima al resto de sus víctimas.
Alguna vez, Carlos Reinoso, quien entiende la cronología y la estirpe completas de un Clásico Nacional, como americanista genuino y antichiva recalcitrante, dijo que en su época de entrenador había advertido a sus jugadores, porque así lo habían hecho con él, que intercambiar una camiseta con alguien del Guadalajara, sería reprendido con multa y suspensión de partidos.
Ojo: nadie pide que terminen a golpes ni con las camisetas hechas jirones ensangrentados, si no hay motivos para ello. Hasta los carnívoros respetan alguna vez la dieta de la Cuaresma.
Pero, a manera de reflexión, si como ocurrió este sábado, los jugadores han sido indignos de su camiseta en la cancha y si han sido indignos como adversarios, son también indignos de confraternizar con sus verdugos, y eso deben entenderlo, especialmente, esta generación perdida de Chivas, estos #NiñosCaguengues2.0.
LOS ÁNGELES -- Con un soberbio gol, Alexis Vega puso en ridículo a Oribe Peralta, a quienes lo contrataron y a la obtusa necedad de Tomás Boy por defender al ex americanista.
Al 62’, Alexis Vega se generó el perfil e hizo ebullición su hambre de gol. El obús fue una línea fantasmal de 30 metros, desde su botín hasta acurrucarse en la red. ¿Camilo Vargas? Sólo fue un ornamento cuando agregó el ballet chusco de su estirada inútil. Chivas 1-0 Atlas.
Sin merecer calzarle las pantuflas de la emotividad y el drama a otras versiones de esta Guerra Civil Tapatía, pero la batalla de este sábado por la noche, mantuvo la intensidad y pasó de la frigidez a la fiebre, incluyendo la expulsión de Segura al minuto 80.
Tratando de maquillar la evidente urgencia de puntos y la preocupación por no perder, el partido se demoró en la transición de la cautela al compromiso, con el Guadalajara y su dinámica imponiendo el manejo del balón.
Más allá de la caricaturesca versión de arbitraje que ofrece César R. Palazuelos, los momentos punzantes fueron de Chivas, a pesar de titubeos previos al gol por parte de Brizuela y del mismo Vega.
Ciertamente, cuando Chivas pretende jugar a velocidad, sufre porque Alan Pulido sigue siendo un impertinente transeúnte, vestido de futbolista. Y el equipo pierde ritmo y continuidad.
Parecía que Pulido había llegado a la cancha del Estadio Akron de alguno de esos brunch con marca registrada de Miguel Layún: lento, descastado, apático, indigno, pues, de una jornada épica como suelen ser los Clásicos Tapatíos.
Pero el gol de Alexis Vega, y en general su rendimiento destacable en la cancha, terminó por advertirle a Tomás Boy que debe empaquetar de inmediato a Oribe Peralta y debe enviarlo, sin devolución, a donde encaje mejor, al museo de Coapa o de Torreón.
La victoria le permite a Chivas agregarse a la segunda legión de aspirantes a Liguilla, y separarse ligeramente de la chusma que lloriquea en el sótano de la Tabla de Posiciones. Está aún, sin embargo, en esa línea crítica donde ha vivido este torneo: con las manos vacías.
A destacarse, el compromiso de los jugadores de Chivas, mucho más uniforme que el del Atlas, y que en esta ocasión, por necesidad, o porque al final ya entendió de que se trata, Tomás Boy fue haciendo los ajustes necesarios, según los momentos del partido, como no enloquecer, víctima del escenario, cuando Segura se marcha con la roja y deja con diez al Atlas.
Saldo favorable para Chivas, al final de esta victoria en la Guerra Civil Tapatía.
1.- Queda claro que su futuro depende del presente de Alexis Vega y no del copretérito que pasea en silla de ruedas a Oribe Peralta.
2.- El equipo se cuelga una sonrisa de orgullo, en un Clásico, a mitad del torneo, y al final da muestras que de mantenerse ese compromiso en la cancha, evadirá el descenso, más allá de ese seguro de vida llamado Veracruz.
3.- Y su técnico Tomás Boy ha encontrado su mejor equipo posible y el sentido común para determinar los cambios. Aún necesita atreverse a enviar a la banca a Alan Pulido, pero parece mucho pedir.
¿Atlas? A un equipo que ha visto corrompido su ADN de Clásico contra Chivas, le puede pasar esto… jugarlo descuidadamente como un partido cualquiera.
Tomás Boy tiene una frase recurrente: “A chillidos de marrano, oídos de carnicero”.
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LOS ÁNGELES -- El antes desdeñado es el artífice: Oribe Peralta. Redacta el epitafio de Chivas: 1-0. Y América semifinalista. Más a lo rústico de Nacho Ambriz que bajo la juramentación ofensiva de Ricardo LaVolpe.
No deja de ser legítimo el paso y el pase de El Nido. El fin, ya se sabe, justifica los medios y los miedos. A veces más los segundos que los primeros.
De nuevo, el 'Hermoso'. Con el sello propio. Con ese olfato de cazador furtivo. Con esa danza contorsionista y asesina en el área, esa misma que en Londres, dos veces, colgó en México una Leyenda de Oro en Olímpicos.
Hoy, Oribe, cargando con el sarcasmo del 'Hermoso', es el Adonis de los hombres del área. Un rematador serio que no necesita de goles rocambolescos, chaplinescos o de remates accidentales con la mollera o las parótidas.
Fue además, Oribe ("El orfebre del oro", significa su nombre), el rescatista del Centenario del América, que aún espera poder descarapelar del bochornoso óxido, este año calamitoso. Aunque, no todo lo que brilla es oro.
Chivas se queda, de nuevo, en la orilla. Y de nuevo, el América, le certifica la autopsia: se murió con las ansias del impotente. La pelota fue suya, pero se convirtió en la pistola con que se disparó en su propio pie.
Chivas fue mejor en la cancha. Arriesgó, propuso, intentó, a pesar de que el 0-0 le ponía en la Semifinal. Ser bravo sin ser inteligente es ser suicida. Y Matías Almeyda, el de "las Liguillas en México son aburridas", se equivocó de principio a fin.
El 'Pelado' arrancó con el 'Gullit' Peña, que tuvo sólo notables 20 minutos, antes de desaparecer, y después ser confinado a la banca, de la que, queda claro, no sólo no debió haber salido, sino a la que nunca ya debería regresar. La afición le entregó el edicto del exilio con espectacular y decibélico abucheo.
Y cuando las arenas movedizas de la eliminación se tragaban lentamente al Guadalajara, Almeyda incentivó o no prohibió a sus jugadores el Harakiri de la desesperación: el balonazo al área, en una zona en la que le superaban en el dos a uno, y los pocos servicios que en verdad llegaban tenían destino torcido.
Acostumbrados a hilvanar el juego, a entretejer, en esa estrategia confusa y confundida, terminaba habiendo más jugadores de Chivas en la periferia del área que dentro de ella. Lejos de la pelota, del gol y de las semifinales.
Sin un líder en la cancha, sin alguien que extirpara del subconsciente la histeria de los pelotazos, el control absoluto del balón, fue una elección de crueldad propia, al preferir el Rebaño la forma más lenta de morir.
De esa manera, los centrales de América lucieron como magníficos Maldinis, a pesar de la tosca y cavernícola capacidad de respuesta que tienen Goltz y Aguilar. Por eso fueron cracks: nadie les pidió que pensaran, sólo que reventaran el balón. Y Chivas fue su mejor cómplice.
Almeyda, cierto, hace cambios lógicos, en nombres, en posiciones, en jugadores. Tampoco hay mucha ciencia en ello. En su ajedrez sólo tiene peones sobre cuadros bicolores. Y El Pelado se vio daltónico.
El error fue entonces, por parte de Almeyda, contagiarlos en la neurosis de la desesperación. Quienes entraron terminaron contagiándose de la estrechez de pensamiento. Terminó Chivas transformando a sus pocos y poco talentosos en psicópatas del fracaso.
Queda claro que al magnífico motivador, al Flautista de Hamelín del Guadalajara, se le estrechan las ideas y el discurso cuando de repente tiene que darles tranquilidad, recursos, orden, tregua, pausa, a futbolistas que ha hecho funcionar, en el arranque de los juegos, como modelos de conquistadores.
Y Ricardo LaVolpe, experto en traumas propios y ajenos, en fracasos reincidentes, en acechanzas y miedos de Liguillas, eligió el camino contrario al prometido. Montó dos trincheras, le dio flexibilidad a su equipo desde el comienzo y hasta con la temeridad de colocar a Oribe Peralta con pretensiones de Sambueza.
La diferencia, al final, la hace un hombre. En ese terreno ocioso, en el limbo de los hubiera, si Chivas hubiera tenido a Oribe Peralta, hoy estaría en Semifinales. Pero lo tiene el América.
Y Oribe escapó a la marca, midió el balón, torció el pescuezo con la gracia musculosa de los mejores rematadores, un cisne con catapulta en el gaznate, y Cota debe estar repasando el video para entender que pudo hacer más, que debió hacer más, muchos más que terminar por ser el espectador privilegiado de su propio sepelio.
Oribe, pues. Siempre Oribe. El 'Hermoso' ha hecho del sarcasmo una reivindicación del goleador. Cirque du Soleil lo reclutaría entre sus saltimbanquis ninjas.
Almeyda, Vergara, el Rebaño y la nación chiva, parodiando al Lonje Moco de Derbez, sólo pueden repetir, que lo ocurrido en su estadio "fue Oribe, fue Oribe", ese mismo por el que alguna vez, el dueño del Guadalajara se negó a pagar diez millones de dólares, los que sí pagó por 'Gullit' y Brizuela, sin contar los 16 que invirtió en Pulido.
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+ No es una historia común, simple, al contrario, yo creo que es extraordinaria y que al final del día, no le hemos dado el valor que realmente merece. Un futbolista mexicano, en la posición, en el rendimiento con su club --un club de los tamaños del América-- y con la Selección Nacional, nacido y para suerte de los señores De María y Bonilla, también, formado en México. Un jugador cuya carrera tuvo que esperar, que despegó tarde, que salió de un barrio humilde y pobre para finalmente encontrar el sitio que él buscaba. Oribe Peralta existe a pesar de Oribe Peralta y a pesar de todos los obstáculos que tuvo que superar, incluyendo su propia personalidad.
LOS ANGELES -- Oribe Peralta existe a pesar de Oribe Peralta.
Y al mismo tiempo, el delantero del América y de la selección --ahora convertida en olímpica-- es casi un milagro de la naturaleza futbolística mexicana. Imagínese usted si no: primero, nació en una comuna realmente humilde --y le hacemos un favor en decirle humilde cuando podríamos llamarle pobre y realmente "jodida"-- a un sitio a las afueras de Torreón que se llama "La Partida".
A los 13 años, su primer equipo se denominaba "Los Vagos". Y para efectos del futbol, sería bueno retomar el sitio donde nació: México. ¡México! lo cual es una anormalidad tomando en cuenta el número y la camiseta que porta. Otro tema que también es importante para las "nuevas" y "aromatizadas" reglas del futbol mexicano: Fue creado en el futbol mexicano. Oribe, con muchos esfuerzos, logró, ingresar al CESIFUT (Centro de Integración del Futbolista) y desde ahí recibió su llamado a la primera división, en el Morelia de Romano, donde estuvo dos meses a prueba sin goce de sueldo. Pero los "milagros inesperados" continúan en la carrera de este futbolista. Juega como en una posición "caliente" en la cancha, donde que hay que hacer goles y donde la mayor parte de sus colegas --por no decir el 95 por ciento-- proceden de algún país sudamericano.
Oribe existe a pesar de Oribe.
Los años que se perdió esperando una oportunidad que no llegaba. Los desperdicios de algunos clubes (ahí te hablan, Chivas ), de muchos entrenadores y de dirigentes que jamás se detuvieron a ver si ese chico que corría en el entrenamiento detrás del argentino, del uruguayo, del colombiano o del brasileño tenia las facultades para competir en el mismo nivel.
Oribe existe a pesar de Oribe, a pesar del sitio de donde prácticamente "huyó", a pesar de un futbol que no estaba interesado en sus facultades, a pesar de los intereses, de los promotores, de los negocios, a pesar de "La Partida", aquel campo lleno de polvo, en el verano, de lodo, en el invierno, donde él ya luchaba para ganarse algunos aplausos y quizás un par de pesos para comprarse un refresco y unas galletas en la tienda de la esquina.
Oribe existe a pesar de Oribe mientras el futbol mexicano cierra los ojos y recuerda que un gol suyo, una soberbia actuación en Wembley, hace poco menos de cuatro años, le dio significó el triunfo más importante de su pobre historia internacional. Sí, Oribe existe a pesar de Oribe y a pesar de muchas cosas más.
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Oribe Peralta tuvo seis oportunidades y concretó tres. Hat Trick perfecto. Fusiló de izquierda, derecha y de cabeza. La Santísima Trinidad de los tripletes.
Hacer tres goles en un juego ya es complicado. Hacerlos con cada una de las escopetas del futbolista, es aún más complicado. Y El Hermoso lo consumó, desde el manchón penal con derecha, con un frentazo, y tras una patarata salida del bobalicón arquero, la empujó de izquierda.
Y ríe camino a Río, a los Juegos Olímpico, con el homenaje intacto, con la prebenda de la memoria festiva, de haber sido el asesino de Brasil en la Final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Oribe, cuya etimología le consigna como "orfebre del oro", pretende ahora prolongar el oficio como artesano de la gloria olímpica, después de la racha con la que vistió al América de gala en el 3-1 sobre el Toluca.
América sólo se angustió innecesariamente por momentos. Y ocurrió especialmente cuando Carlos Esquivel hace el 1-1, en medio de barridas y lances desesperadamente torpes de la zaga americanista.
Pero aparecería Oribe como el consumidor de buenos servicios de sus compañeros y como consumador del dominio americanista, ante un Toluca que se vio lento táctica y físicamente.
América, por su parte, demuestra que su plantel tal vez no sea el más costoso del torneo, pero, insinúa, en dos fechas, que al menos ya rebasa a la oligarquía obscena de Tigres y Rayados, los que por cierto siguen sin ganar, sin agradar y sin comprometerse.
Incierto aún en el trabajo de recuperación y en el fondo, América se tranquiliza con la habilidad de sus hombres al ataque, y sabiendo que de la enfermería y de la banca, le llegarán, cuando sea necesario, soportes para todas sus líneas, en un semestre en el que pretende ganar Copa y Liga, y lavarse la cara percudidísima en el Mundial de Clubes.
El 3-1 es tacaño. Si El Hermoso se hubiera puesto un poco más guapo, el saldo habría sido de crucifixión para el técnico Cristante. Pero además, sus compañeros se precipitaban y elegían mal en la jugada final.
Los americanistas veían a Oribe y todos querían jugar a ser Peralta, pero sin fortuna. Y eso evitó el bochorno mayor de los inocentes Diablos Rojos.
Irónico que ante la negativa de Chivas de cederle los jugadores que quería, El Potro Gutiérrez se encuentra en el América la esperanza en el ataque de su equipo, especialmente después de que en un tweet colocó a Jorge Vergara como practicante aberrante de las mismas manías de Donald Trump.
¿Lo extrañará el América? Por lo menos, la posición le queda envenenada a Silvio Romero, que tendrá semanas para demostrar que es mejor que su apuesto y galano compañero.
Decía el Tilón Chávez que cuando marcaba "un gol con Chivas, me confunden con Luis Miguel". Tomando esa analogía, queda claro que este sábado la galanura donjuanesca de Oribe Peralta no se deteriora en HD ni con la deplorable transmisión de ChivasTV.
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Sólo ellos lo saben. Habló de todo el América, pero particularmente de dos de sus mejores futbolistas: los dos más caros, los dos que mejor cobran, los dos que llegaron a despedazar trincheras.
De los cargos del primer párrafo, todos los americanistas son confesos y condenados. Pero, los cargos azuzan especialmente a dos portentosos: Oribe Peralta y Carlos Darwin Quintero, alguna vez socios, cómplices, con el Santos de mejores recuerdos.
El río suena, y no porque se haya ahogado una orquesta, sino por los signos irrefutables: tras el 4-1 con el que humilló y ultrajó Tigres al América, en 'El Nido' hubo una sublevación, una rebelión: los que apestaban a muertos, hoy son sublíderes.
Cinco victorias al hilo; 16 goles marcados y sólo cuatro recibidos en esos cinco juegos; sublíderes; clasificados virtualmente a la Liguilla, y, en otro territorio, finalistas de la Concachampions, aunque muchos intrigados se preguntan aún a qué juegan las Águilas.
Pero es necesario enfocarse en dos de los que salieron de esas catacumbas de ineficiencia asombrosa y preocupante; Carlos Darwin Quintero y Oribe Peralta.
De esos 16 goles que ha marcado en cinco partidos el América, para cinco triunfos, esta pareja tan dispareja en funciones en la cancha, ha marcado once tantos, seis para el colombiano y cinco para el mexicano.
Oribe Peralta llegó a sumar entre el cierre del torneo anterior y el inicio de este, nueve fechas sin anotar, incluyendo esa dramática semifinal ante Pumas. En ese divorcio con el gol, consiguió cuatro en 16 encuentros.
¿Dónde estaba el mejor goleador mexicano de los últimos tiempos? En esa catarsis que significó la vapuleada ante Tigres, cuando el equipo, tras el ultimátum colectivo que llegó del "Salón Oval de Televisa", Oribe ha mantenido una racha de cinco goles anotando, y alcanzó a Gignac en el liderato con nueve anotaciones por cabeza.
Si mantiene esa media de productividad, Oribe tendrá su mejor temporada en América, y puede acercarse a los tiempos apoteósicos con Santos, cuando llegó a marcar 15 y 13.
Por cierto que hay un detalle relevante: cuando Peralta terminó como líder de goleo, Santos fue finalista del torneo, en una de ellas, ante Tigres, los arbitrajes jugaron de regios, y en la otra, superaron a Monterrey.
¿Carlos Darwin? Estaba desahuciado. Apenas era contemplado para la banca o Concachampions, y cargaba esa famita vergonzosa, impúdica de bravuconcito callejonero, como el episodio en la Copa Mundial de Clubes.
El genial jugador de Santos sólo se hacía presente en la tesorería de 'El Nido', a cobrar por méritos ajenos y primas de carambola, cerca de tres millones de dólares por año. Pero, el futbolista, seguía en el mundo de babia.
Y después de la vejación ante Tigres, con el ultimátum a cuestas, Quintero ha sido el delantero más productivo, porcentual y proporcionalmente de México.
En esos cinco juegos victoriosos del América, Carlos Darwin suma seis anotaciones de las 16 de las Águilas.
Entre el colombiano y Oribe presentan un 68.75 por cierto de la productividad de goles del plantel entero. Entre los dos, suman dos goles menos en cinco juegos que tres equipos en todo el torneo: Chiapas, Veracruz y Toluca, que suma 13 cada uno.
América suma dos derrotas en todo el torneo, ambas por 4-1, ante Pachuca y ante Tigres. Pero, fue seguramente ésa en Monterrey, la de la zarandeada, la del ultimátum, la de la intimidación e intimación, la que provocó el pavor absoluto en el seno del equipo.
Habría entonces que pensar que después del bochorno ante Tigres, y con el método jurásico de que "la letra con sangre entra", bajo coacción, bajo amenaza, América vivió su Juicio Final en el Universitario.
Y a partir de ahí todo cambió, porque lo único que no ha cambiado, es la obligación de presentarse como campeón el 12 de octubre en el Estadio Azteca.
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Ninguno de los dos. Y el Tri de estas dos entrevistas mostró niveles contrastantes. El de Vancouver tranquilizó sin emocionar. El del Azteca preocupó.
Grandes diferencias entre uno y otro partido: compromiso, entrega, vehemencia, ritmo, y si en el primero hubo compostura colectiva, en el segundo fue una reacción a empujones, bajo ansiedad.
Cierto, hay diferencias ostensibles entre un encuentro y otro. Tres de los cinco cambios afectaron el rendimiento colectivo.
Y además, la complicidad mezquina del marcador, terminó por aburguesar a jugadores que se olvidaron del partido y pensaron en sus Ligas.
1.- Marco Fabián está muy lejos de ser Hirving Lozano. No tiene ni la penetración, ni la velocidad, ni el atrevimiento, y, especialmente, nunca se asoció con ningún compañero, como sí lo hace el Chucky. La visión del ex de Chivas es miope colectivamente.
2.- Raúl Jiménez salió revolucionado, desesperado, ansioso. Sus desplazamientos terminaban por dejar vacía el área, donde no aparecían Fabián y confundía a Herrera, sin la puntualidad necesaria, y en los choques, además, perdía el mano a mano con los canadienses.
3.- Los desplazamientos fallidos de Raúl Jiménez y el hecho de que Marco Fabián hiciera por su cuenta rounds de sombra, terminaron por arruinar a varios jugadores: Paul Aguilar, Héctor Herrera y Tecatito Corona, quien terminó yendo a otra zona de rendimiento y perjudicando a Marco Fabián.
4.- Los cambios aportaron poco. Rodolfo Pizarro generó aún menos alternativas, mientras que Javier Hernández, más inteligente que Jiménez, ya no encontró tiempo ni socios para generar llegadas consistentes. Y para entonces, Canadá había decidido recorrer poco, y correr menos.
5.- ¿Fue legítimo que con el 2-0 los jugadores mexicanos decidieran administrarse de manera extrema, especialmente cuando los canadienses empezaron a meter la pierna fuerte con frustración y desesperación? Con el boleto al Hexagonal Final, con el dominio absoluto, con la rendición absoluta de los canadienses, la decisión fue no correr riesgos.
Y queda claro que poco les importó a los seleccionados la inconformidad manifiesta de una afición que silbó y abucheó. La misión estaba cumplida: clasificación al Hexagonal con números perfectos en la gestión de Osorio, que debe cargar sin duda con reclamos legítimos de una selección que insinuó que funcionaba en Vancouver, pero que se acalambró y alarmó en el Azteca.
Lo curioso es que Osorio pide lo único que no tiene: tiempo. Y eso origina el cuestionamiento: ¿fue mejor hacer ensayos ante Canadá en el Azteca, en lugar de darle rodaje de entendimiento al equipo que parece titular, que es el que mostró en el BC Place?
Lo más importante debe ser que las estadísticas no confundan ni entrampen el proceso. El autoengaño es peligroso.
Porque las cifras enmascaradas del exitismo pueden ocultar, peligrosamente, la ausencia de solidez por momentos, en el rendimiento como colectivo del seleccionado m
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El Tri al rescate de Los Tres Mosqueteros del Auto-exilio
Con la reafirmación de 'Tecatito' Corona (en plena armonía con el resto del equipo), y del folklóricamente lúgubre 'Chucky mexicano', Hirving Lozano, en un maridaje perfecto, con Paul Aguilar, y 'Chicharito' en su rendimiento habitual de "desperdicio dos claras, pero anoto la complicada", parecía que recurrir a los tres vacacionistas sería innecesario.
Cierto, los resultados toleran eso. De hecho, lo alientan, lo prohíjan. Que el mariachi no deje de dar serenata, hasta que un sopetón en el marcador lo calle. Y en este momento el proceso de Juan Carlos Osorio tiene la misma cara rebosante y robusta que el anterior, el de 'Chepo' de la Torre. Al infinito y más allá.
Y no hay mejor maquillaje que la victoria, especialmente para una dama, como la Selección Mexicana, que cada cuatro años envía a la tintorería el traje emperifollado que, al final, se queda sin usar en la gala del quinto partido. La 'Cenicienta mexicana' ya sabe a qué hora el autobús descapotado del triunfo, se convierte en calabaza.
Pero, el tema, es la actitud respecto a los rejegos. Si Carlos Vela, Giovani dos Santos y Oribe Peralta creen que su futuro y el de la Selección Mexicana ya sólo encajan en la cita ante un televisor, están equivocados.
El cuerpo técnico está muy lejos de, cómodamente, dejar a Vela en la chispa calenturienta de las noches en San Sebastián, o a Giovani en el glamour de Hollywood, o a Oribe en la recreativa placidez de convivir con la familia, porque al menos eso dijo.
No, "Los Tres Mosqueteros del A'i nos vemos", no quedan marginados. Todo lo contrario. La misión es redimirlos cuando estas concentraciones se aplaquen y el fragor tercermundista de la eliminatoria de Concacaf tome receso.
De hecho, lo anticipó el mismo Juan Carlos Osorio: "Aquí no marginamos a nadie. No segregamos a nadie. Las puertas de la selección están abiertas absolutamente para todos". Claro, del dicho al hecho...
Sin embargo, en el entorno de Osorio, después del juego en Canadá, una de esas gargantas poco profundas, le explicaba a este reportero que la intención es recuperarlos a los tres, y sin importar que se pueda interpretar como una morbosa súplica.
Sin embargo, el razonamiento explicativo es muy válido. ¿Para qué restar en lugar de sumar? ¿Para qué, a un equipo competitivo en la zona, con aspiraciones de espejismos, al menos, en el Mundial, restarle energía?
El concilio del Tri, directivos y cuerpo técnico, coinciden en que los tres que se escabulleron o fueron escabullidos de los juegos ante Canadá, en plenas condiciones futbolísticas, espirituales y mentales, enriquecerían un grupo que ya empieza a moldearse con aspiraciones de inscribirse en el Mundial de Rusia.
Osorio lo ha dicho: es un fanático de la competencia sana, de evitar aburguesamientos y pensamientos feudales de que tal camiseta o tal puesto, pertenece a alguien de manera incondicional.
Por eso, si, y sólo si, los tres reprimidos y reprendidos Vela, Gio y Oribe envían mensajes desde sus canchas de fin de semana, que están hambrientos de volver, se les sumará, lejos, insisto, de conformarse con la comodidad de pensar que la manzana podrida hay que sacarla absolutamente de la canasta.
De darse un nuevo acercamiento del Tri hacia los tres tristes, aunque poco atribulados jugadores mencionados, ocurriría estrictamente a partir de una mejoría evidente con sus clubes, en el caso de Vela y Gio, y de que Oribe tenga la voracidad intacta por Rusia.
Pero la consigna es clara: lejos de enterrarlos, la idea es recuperarlos. En plenitud absoluta, para que Giovani haga pensar a 'Tecatito'; para que Vela inquiete, en otro perfil incluso al 'Chucky', y Oribe a 'Chicharito', más allá de que el grupo completo, claro, a plenitud, hace creer al cuerpo técnico que ganaría un poderío prometedor.
El horizonte del Tri para el resto de 2016 aún tiene agenda llena. Tras la jornada eliminatoria de Concacaf de este martes, México enfrentará a Paraguay (mayo 28, Atlanta) y Chile (junio 1, San Diego), para después encarar la Copa América Centenario.
La siguiente jornada eliminatoria tendrá lugar en septiembre, el día 2 visitando a El Salvador y el día 6 recibiendo a Honduras, y el Hexagonal Final de Concacaf arranca con fecha doble entre el 7 y el 15 de noviembre de 2016.
Sin embargo, para la Fecha FIFA del 3 al 11 de octubre, la Comisión de Selecciones Nacionales está urgiendo a SUM a buscar los dos mejores adversarios, pero todas las confederaciones menos Concacaf y Oceanía tienen jornadas clasificatorias.
Sin embargo, la otra alternativa sería negociar esas fechas con SUM, y buscar por su cuenta la FMF dos partidos viajando a Europa, en espacios libres como se hizo en noviembre de 2014 por Holanda y Bielorrusia.
Es decir, al menos quedarían 11 partidos en lo que resta de 2016 para la Selección Mexicana, dependiendo de los avances en Copa América Centenario.
Un rango amplio para poder reconciliarse con los tres... o separarse definitivamente.
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