Chicharito, Douglas Costa, Josef Martínez algunas de las historias a seguir en la MLS
LOS ÁNGELES -- Es un acuerdo tácito. Un trato no escrito ni apalabrado, pero sobreentendido. Un pacto de sangre implícito y silencioso. Javier Hernández y Carlos Vela quieren poner patas pa’rriba a la MLS y, de pasadita nomás, a la Selección Mexicana.
Este 2022, ambos, Chicharito y Vela quieren ofrecerle, finalmente, a la MLS, su anhelado Armagedón futbolístico, que rebase la contienda deliciosa que libraron ya en su momento el delantero del LAFC y el sueco Zlatan Ibrahimovic.
Gente vinculada al LA Galaxy, al LAFC y a la MLS, y gente ajena a ambos equipos, titubean para aseverar, pero también para negar, que ambos delanteros hablaron de contemplar esa competencia entre sí para su propio beneficio y el de sus clubes.
La MLS espera que así sea. Que finalmente los dos delanteros mexicanos más costosos y caros terminen por tomar las riendas del protagonismo en el torneo estadounidense que arranca este fin de semana en su edición 2022.
Motivos hay para ambos jugadores en esa fastuosa y casi circense batalla, por la cima de goleo y por el título de la liga. Especialmente porque 2020 y la Pandemia arruinaron la competencia, y en 2021, las lesiones se cebaron sobre ambos.
En 2020, Chicharito estaba con más kilos y menos neuronas, más millones de dólares y menos hormonas, metido en el desafío de la MLS. A Vela le alcanzó para una soberbia jornada de Concachampions, basureando él solito al América, y de paso, echando a Miguel Herrera de Coapa.
Y para este 2022, además, ambos, Hernández y Vela, lo saben: si en verdad quieren desquiciar a la MLS con una carrera parejera guiando a sus equipos, de rebote, inevitablemente, en la carambola mediática, pondrían patas pa’rriba a la Selección Mexicana.
Y si hay motivos, hay también pistas para creer en ese desafío de reojo, pero tácito, entre ambos.
1.- Jamás, Carlos Vela había llegado a una pretemporada, ni en Europa ni en la MLS, con la prestancia física que hoy lo ha hecho. Incluso, con la Real Sociedad, Vela y su abdomen demostraban que habían vivido a plenitud las vacaciones. Esta vez ha llegado en la mejor forma física posible.
2.- Javier Hernández apenas se tomó un respiro después del cierre del torneo 2021 y regresó al gimnasio, a trabajos especiales y personalizados, además de apegarse a su plan nutricional. Incluso parece encontrar la redención personal y sentimental en torno a su separación de Sara Kohan y la potestad sobre sus hijos.
3.- Carlos Vela no tiene contrato para la temporada completa. El acuerdo vigente fenece con el mes de junio. Ha lanzado anzuelos, pero en el estanque del LAFC nadie ha mordido el señuelo. Ha hablado de Australia y de Europa, pero en el club saben que son alharaca de una urgente mitomanía, para que le ofrezcan una renovación. El LAFC no lleva prisa. Harán una oferta si El Bombardero la merece de aquí a junio.
4.- ¿Y qué tiene que ver la Selección Mexicana? Obviamente, en caso de tener ese torneo explosivo que ambos desean, y ellos lo perciben y lo gozan, será inevitable el tsunami mediático sobre un Gerardo Martino que apuesta por su ahijado Rogelio Funes Mori, pese a la sequía patética que vive en Rayados y el Tri. Si ambos cumplen la meta en este maratón competitivo en la MLS, será inevitable la lluvia de bayonetas hacia el entrenador argentino para que baje del nicho de su petulancia y acepte renegociar con ambos. Vela ha dicho que no vuelve, y Chicharito no pierde la esperanza, a pesar del veto de Yon de Luisa.
5.- Carlos Vela, en medio de tantos vítores por sus condiciones, vive una realidad: profesionalmente no ha ganado ningún título con sus equipos. Acaso, la orgullosa medalla del Mundial Sub 17 en Perú, sobre Brasil. Sin embargo, él asume la urgencia de ser campeón con el LAFC en medio de ese páramo que es su currículo profesional a nivel de clubes.
6.- El mismo Chicharito necesita de un nuevo título, al menos en la MLS. Desde 2013 con el Manchester United vive en la inopia. Cierto, por añadidura, le corresponde un pedacito de gloria con el Real Madrid campeón del Mundial de Clubes en 2014, y de rebote la coronación del Sevilla en la Europa League, cuando ya había sido cedido al Galaxy.
Por otro lado, Javier Hernández suma nueve goles en los últimos once juegos, y cuatro en la pretemporada, mientras que Carlos Vela, en correcta forma física, trata de reencontrar su racha goleadora, luego de marcarle a New York Red Bulls y romper una sequía que se remontaba al 28 de julio de 2021.
Así, en medio de una complicidad tácita, Chicharito y Vela pretenden en este 2022 poner patas pa’rriba no sólo a la MLS, en un duelo que lleva la liga dos años esperando que se consume, sino además, de carambola, alebrestar a los mandos de la Selección Mexicana.
¿Podrán? Al menos, bajo el léxico de Javier Hernández, hoy, se están “imaginando cosas chingonas”.
LOS ÁNGELES -- ¡Qué escena más poderosa en el sepelio del América! ¡Sí, esa, la del desplante de Carlos Vela! Y no, no fueron sus dos alcayatas calcinantes en el ataúd del #OdiameMás. No, no… Fue ese instante inmortalizado en video, ese ritual del odio, esa recreación suprema, ese rostro contraído, esa fusión de furia y júbilo, ese grito de: “¡Tomen, hijos de p…!”.
Lo inmortalizó Carlos Vela, allá , solo, aislado, en la esquina, con una bayoneta ardiente en cada cuenca de su mirada. Una lectura nítida en esa mímica: “¡Tomen, hijos de p…!”. Hubo tanto antes, había tanto detrás, de esa poderosa gesticulación.
Y habría tanto después de ese despiadado gesto de rabia, de fascinación, de burla incluso. Habría tanto después que América fue deshonrado en 45 minutos, por diez hombres, con tres goles, y bajo el epílogo de ese silencioso estruendo de un alarido universal en las redes sociales: #FueraPiojo #Fuera Baños.
LAFC 3-1 América. Vela y sus huestes ante Tigres, en la Final de la Concachampions. El botín, un boleto a la Copa Mundial de Clubes.
Carlos Vela aniquiló al América. Tuvo infiltrados en El Nido. Sebastián Cáceres había dado alas en el marcador con el 0-1 (11’) americanista. Pero el uruguayo sacó el ADN de Judas. ¿Traición o estulticia? ¿O ambas? Sin potencia, sin dirección, sin decisión, quiere abrir el balón a su derecha.
Un sospechosísimo obsequio al delantero del LAFC. Vela enfila y fusila a Guillermo Ochoa, y en la línea de gol, el mismo Cáceres, se encarga (¿Traición o estulticia? ¿O ambas?), de ratificar su obra.
Y vino esa epifanía mixta de Vela. Esa mirada de reojo, de verdugo. Ese rostro complacido y complaciente del justiciero. Y ese grito de desprecio: “¡Tomen, hijos de p…!”. Hubo más vigor y frenesí en ese bramido, que en el mismo grito de gol. A veces, la venganza requiere de más encono que la gloria. Al final, apareció una sonrisa leve, de esas suyas, socarronas, de esas que llevaron al bautizo de ‘La Hiena’.
Porque el aullido procaz, pero casi heroico de Vela, tenía sangre acumulada. Antes, el LAFC había sido asaltado. El árbitro costarricense Juan Gabriel Calderón, se había tragado un penalti, tras clara falta de Richard Sánchez sobre Eduard Atuesta, quien se queda tendido en el césped. Discute con Ochoa, quien teatraliza una supuesta agresión. Atuesta se va expulsado. En minutos, el equipo angelino es doblemente destazado.
Habría más combustible, con la cancha a punto de ignición. Rumbo al descanso, hay jaloneos. Torpemente, el técnico americanista Miguel Herrera agrega un cerillazo al escenario listo para la combustión. Se da de manotazos con Ante Razov, auxiliar de Bob Bradley, cuando ya los jugadores habían calmado sus ánimos. Tras su piojosa reacción, el ‘Piojo’ sería expulsado. Se apoltrona en la tercera fila del estadio, detrás de su banca, para el segundo tiempo.
Y llegaría el 1-1, apenas regresando del receso, entre el dislate de Cáceres y el implacable Vela, cuya mirada y expresión, parecen ir ahí, a esa zona donde Miguel Herrera se desploma como víctima de un vahído de comadrona, incrédulo por el error o complot del uruguayo. Y desde ahí, segundos después, vería de nuevo a su atolondrada defensa hacerse añicos, con otra incursión de Vela, entre los pasmados zagueros, fusilando a Ochoa. 2-1. Y nuevo síncope de el ‘Piojo’.
En ese 2-1 hubo recato de Carlos Vela en el festejo. Casi guardó un irrespetuoso minuto de silencio. Festejar tan pobremente era su forma de pobretear a su víctima. Venganza con desdén, es doble venganza.
Así, ‘La Hiena’ estaba enviando al América a la misma fosa común donde había enviado ya al León y a Cruz Azul en esta Concachampions. Ahí mismo, a donde pretende enviar el martes a los Tigres de Tuca Ferretti. Los regios son la última garita antes del Mundial de Clubes.
Después de esos 90 segundos de advenimiento de Carlos Vela, el América estaba muerto. Las Águilas tenían ese tufo inconfundible a fiambre. La fetidez a carroña del #ÓdiameMás. El Nido había sido mancillado por Chivas en la Liguilla, y ahora era mancillado por un jugador ex chiva en la burbuja de Orlando. En el Salón Oval de Televisa hay alucinaciones bicromáticas. Su muerte no es blanco y negro, sino en blanco y rojo.
Y esa sensación de desahucio no era sólo por el marcador. Era todo lo que rodeaba e implicaba el marcador. Porque además, Carlos Vela empezó a sentirse más cómodo en el partido. Empezó a tirar alpiste en la cancha para sus águilas domesticadas. Tenía el control absoluto del partido.
Miguel Herrera había sido desalojado de la tribuna reservada para los suplentes y, recluido en la parte superior. Las cámaras seguían sus amagos de desmayos. Y sus berrinches. Y sus patatuses. Él sabía que sus polluelos estaban perdidos. Sólo Sebastián Córdova seguía poniendo intención, y Jorge Sánchez, dentro de su precario talento, se esforzaba. Luis Reyes se iba expulsado al 79’, en otra de las pésimas decisiones del cuerpo arbitral tico.
Mientras el equipo se desplomaba, en las redes sociales hacía erupción el ya coloquial desahogo de #Fuera Piojo, que esta vez tenía consorte: #FueraBaños, por Santiago, el presidente deportivo. Miguel Herrera cierra el partido ya con cinco cambios desesperados, enviando a sus cartuchos quemados, como Roger Martínez, Andrés Ibargüen y Sergio Díaz, además de los asustadísimos Santiago Naveda y Alonso Escoboza.
¿El futuro de Miguel Herrera? La noche del sábado fue subido a la pira implacable de sus estadísticas. Es el técnico más perdedor en la historia del América, con un total de 62 derrotas, luego de haber tenido su jornada festiva como el más ganador en la historia de El Nido. “Espero algún día ser leyenda en el América”, dijo esa vez. Hoy, ya lo es, en el apéndice de las leyendas negras de Coapa.
El ‘Piojo’ tiene contrato hasta junio de 2024, aunque hay versiones que aseguran que en el acuerdo no habría finiquito en caso de rescisión. Así de confiado estaba Herrera de su futuro en El Nido. Sin embargo, ha llegado a un balance temerario: sólo ha ganado cuatro títulos de 22 posibles.
“Si no se abordan y corrigen con honradez los errores del pasado, los espíritus oscuros brotan de las heridas abiertas…”, escribe Guillermo del Toro en Los Seres Huecos. Hoy, Miguel Herrera confronta muchos de esos espectros chocarreros, entre llagas que aún supuran.
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LOS ÁNGELES -- Carlos Vela tiene la mesa servida: América en Semifinales de la Concachampions. La otra Semifinal, a cloroformo puro, cortesía de Tigres ante el Olimpia.
Vela enfrenta, además, la peor versión del América, y en uno de los peores años de El Nido, como este 2020. Tan así, que Miguel Herrera redactó públicamente su nota suicida: “Si seguimos jugando así, se nos vendrá la noche”, dijo El Piojo.
Tampoco es que el LAFC tuviera una jornada exuberante. Venció 2-1 al hazmerreír, al patiño predilecto del futbol mexicano: Cruz Azul. La Máquina ganaba con un Panenka de Yotún. Del 1-0 al 1-2, sólo hay un conjuro con 23 años de innegable y burlona efectividad: #CruzAzulearla.
La burbuja de Orlando, cortesía de la MLS, capricho de la Concacaf, será el coliseo en que dos equipos mexicanos tratarán de arrancarse las costras de repulsiva vergüenza de este 2020, ante rivales que históricamente, visto desde la fatuidad y arrogancia del futbol mexicano, deberían pasarles por encima.
Tigres y América, dos de las nóminas más caras, no sólo de México, sino del continente, cierran 2020 en medio del oprobio. El par de millonetas cierra el año con ropa de mendigo. Manejan Ferraris y no tienen para darle de tragar correctamente a su afición.
Al primero, a Tigres, lo humilló su vecino regiomontano, que sumó un descarapeladísimo triplete de bisutería (Liga, Copa Mx y Concachampions). Pero mientras Rayados da dedazos de gloria tercermundista a su gente, a la afición felina le gruñen las tripas. No hay hambre más canija que la gula del vecino.
Pero, si por un equipo con enanismo competitivo como Tigres nadie se desgarra las vestiduras, es distinto cuando el petulante de la barriada, el del #ÓdiameMás, acusa más pretextos y excusas que resultados, y reparte más culpas ajenas de su desgracia que motivos de orgullo. Coapa y el Salón Oval de Televisa siguen sin carnaval.
Y su pobre gente, el americanista genuino, a lo más que aspira es al estertor mediático del #FueraPiojo, que retumbó con fuerza tras caer 1-0 ante Atlanta United, una lágrima en el Sahara, que terminó el torneo de la MLS en la zona de escoria.
Muchos creerán que Carlos Vela saldrá a la cancha con el corazón partido ante el América. Más perdidos están que ministerio de salud en México. Todo lo contrario: vencer a las Águilas, es convencerlas de que cumplan su palabra.
En agosto de 2018 revelábamos el affaire Azcárraga-Vela y el siempre sonriente delantero siente más tentaciones de jugar por Coapa, que por Chivas. En la MLS ya acaparó todo, excepto, claro, el título de campeón.
Aunque amamantado brevemente en El Rebaño, Vela rompió totalmente con el Guadalajara el día en que Jorge Vergara repartió, en el 2005, autos nuevecitos a los campeones mundiales Sub-17 que pertenecían a Chivas. “Si quiere carro que se quede”, amenazó el dueño. Vela, lastimado, tomó un camión del club a su casa, y de ahí voló a Highbury, Inglaterra, a enrolarse con el Arsenal.
Así que, de corazón partido, nada. Para Vela y el LAFC, América representa el primer mordisco a la manzana prohibida para la MLS hasta el momento: ir a un Mundial de Clubes. Y por el estruendo que significaría vencer al equipo con más títulos de Liga en México, alborotaría al tristón gallinero de la liga estadounidense.
Además, Vela y el LAFC podrían sacar a la rondalla festiva, porque en su proceso hasta esta Semifinal de Concachampions, eliminaron, y de manera implacable e impecable, al flamante campeón mexicano, el León. Es decir, lúdica y perniciosamente, el equipo angelino tiene todo que ganar y nada que perder.
¿Futbolísticamente, puede? El paso y el peso de este América, de esta versión 2020, lo convierte en víctima propiciatoria, especialmente cuando Miguel Herrera debe echar mano de lo más piojoso de su plantel, como Roger Martínez, quien es un parásito descarado saboteando al equipo. Lo llevaron a esta encerrona en Orlando, a ver si alguien se interesaba por sus decadentes ruinas. Al colombiano sólo lo quieren en la segunda división de España, y en la Liga de Chipre. ¿Le pagarán allá los 4 millones de dólares anuales que cobra en Coapa?
Por lo pronto, en la conferencia de prensa del miércoles, tras perder ante Atlanta, El Piojo sacó un paraguas tamaño carpa circense, pues tiene, según él, “un equipo corto en jugadores de jerarquía, y venimos con muchos jóvenes que levantan la mano para mostrarse y todavía les falta”. Una plegaria clamando piedad, pues.
Si bien el martes, con ese estilo depresivo y deprimente, Tigres se metió a la Semifinal de la Concachampions para enfrentar al gallardo Olimpia de Honduras, la vergüenza del futbol mexicano sigue teniendo una cruz color celeste.
Todavía como peregrinos de su propia desdicha, Cruz Azul confirma su karma de caracol o de babosas: se arrastra llevando a cuestas la ostentosa mansión del bochorno. Como estos moluscos viscosos, La Máquina transporta a cualquier escenario la concha de su propensión al fracaso.
Ante el LAFC, el miércoles por la noche, como siempre, Cruz Azul parecía que podía más, parecía que quería más, como para purgar parcialmente sus pecados ante Pumas. Al final, el lujo de Yotún, ese cobro Panenka, se convierte en una obscenidad, en un insulto a sí mismos, cuando el LAFC con poquito, les saca el resultado.
Sin duda, #CruzAzulearla se ha convertido en el código de barras del fracaso y de los fracasados. Más que darle vida como verbo, la Real Academia Española debía agregarla al castellano dentro de las expresiones más soeces, procaces y denigrantes del lenguaje.
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Fábregas y Senna arriman oro, incienso y mirra a Gio y Vela
LOS ÁNGELES -- Las más crueles verdades llegan de los mejores amigos. Causalmente, Marcos Senna y Cesc Fabregas, en charlas por separado con ESPN y Marca Claro, lamentan, como millones de aficionados mexicanos, los prematuros y precipitados ocasos futbolísticos de Carlos Vela y Giovani dos Santos.
Lo que pudieran haber sido, lo que pudieran ser incluso, y no son. Arquitectos majestuosos de la hazaña en Perú 2005, becados por el Arsenal y el Barcelona, y refugiados en la MLS, Vela y Giovani terminaron quemando sus naves en plena alta mar.
“Para mí, Carlos Vela es uno de los jugadores con mejor definición con los que he jugado jamás, lo tengo clarísimo y lo vi en el Arsenal, lo vi en la Real, lo vi cuando se fue cedido al Celta, lo veo ahora en la MLS. No tengo ninguna duda de que Carlos ha sido un fenómeno y si no ha sido más ha sido porque él no ha querido, y eso siempre se lo he dicho”, explica Fábregas en la entrevista con Marca Claro.
Irrefutable, tanto, como una reflexión de Néstor de la Torre en el Mundial de Sudáfrica 2010, sobre el mismo Vela: “Seguimos esperando (que dé el estirón) a Carlitos, y ya nos estamos cansando”, explicó el entonces capataz del Tri.
En términos que deben ser hirientes para el mismo Carlos Vela, Fábregas recapitula sus charlas frecuentes con el mexicano: “Él siempre me decía ‘bueno, ya, mañana’, ese mañana que siempre se dice de los mexicanos. Pasaba el mañana y yo le decía, ‘no, Carlos, no se tiene que hacer mañana, se tiene que hacer hoy’. Se lo repetí varias veces. Aún así, ha hecho una carrera muy buena”.
Escucha el blog de Rafa Ramos
La reflexión de Marcos Senna con ESPN sobre Giovani dos Santos está también plagada de elogios, de confusión, de decepción y de frustración. Hoy el mexicano vegeta en el América, después de que el LA Galaxy, de la manera más decente lo dejó libre por su bajísimo rendimiento.
“Giovani nos da esa sensación de que pudo hacer muchas más cosas. Obviamente estaba jugando en un gran Villarreal, pero nosotros somos conscientes de que tenía el talento para estar jugando de nueva cuenta en el Barça, en el Real Madrid o en el Paris-Saint Germain, él tenía talento para jugar en ese tipo de equipos y yo creo que tal vez se precipitó en irse tan pronto de la liga española”, revela Marcos Senna a ESPN.
“De Giovani yo creo que me quedó esa sensación de qué él pudo hacer mucho más acá en España. Es un jugador que tenía un talento nato, pero para que un jugador pueda triunfar necesita seguir muchos lineamientos, y también tener suerte, pero en el caso de Giovani no me queda claro qué fue lo que pasó con él para que no haya triunfado en el futbol mundial”, comenta Senna.
Las reflexiones de ambos jugadores, campeones ambos en diferentes plataformas con sus clubes y con España, ensombrecen aún más la percepción sobre cómo dos futbolistas mexicanos eligieron desertar al uso, a la manifestación de sus grandísimas facultades.
No es nueva esta visualización sobre Vela y Gio. Pero que la hagan dos jugadores como Senna y Fábregas, redimensiona conceptos. ¿Por qué? Simplemente porque ellos percibieron de cerca, en entrenamientos, en partidos, en cascaritas, en esos retos personales al interior de los clubes, ese monumental caudal futbolístico de los mexicanos.
Es decir, las expectativas que se generaron hacia ambos futbolistas, irrumpiendo poderosamente en ese Mundial Sub 17 de Perú 2005, tenían una base sólida, y a eso se refieren Fábregas y Senna. Quede claro: sólo un futbolista puede dimensionar genuinamente la grandeza de otro futbolista, y en este caso, la decepción consiguiente.
Queda ese dejo amargo tras escuchar las aseveraciones de Fábregas y Senna. Sin querer, o tal vez queriendo, les arrimaron oro, incienso y mirra a las carreras de Giovani y Vela, que hoy están escoltadas por los cirios de sus últimos alientos.
Cierto, mientras Gio probablemente sea dado de baja por el América en diciembre, Vela seguirá engordando sus estadísticas en la MLS, donde impone su tremenda calidad, sin despeinarse, ante las facilidades y la inferioridad futbolística e intelectual de sus adversarios.
Como ambos ex seleccionados españoles lo afirman, Vela y Giovani pudieron impactar a nivel mundial; pudieron meterse a esa constelación de genios inolvidables, de casi leyendas, ahora que está tan manido el término.
Recordemos cómo tras una poderosa temporada en la Real Sociedad, las nominaciones para jugador del año en España, estaban estrictamente en este orden: Cristiano Ronaldo, Carlos Vela, Diego Costa y Lionel Messi, quien había tenido uno de sus peores torneos.
El Atlético de Madrid se interesó en el mexicano. Sus números avasallaban los de Antoine Griezman, hasta que fueron a detalles más individuales. ¿Quién estaba más comprometido? ¿Quién era más disciplinado? ¿Quién quería triunfar como futbolista? Ficharon al francés.
Hay un extracto de la confesión de Fábregas a Marca Claro. “Él (Carlos Vela) siempre me decía ‘bueno, ya, mañana’, ese mañana que siempre se dice de los mexicanos”. Sí, ese tan famoso “mañana”; ese tan socorrido “ahorita”; ese tan conocido “pero, ahora sí”; ese infaltable “en dos minutitos”.
Pero, hoy, lamentablemente, las reflexiones de Senna y Fábregas, quedan como anécdotas, como lecciones caducas, como un lamentable obituario de la carrera de dos genios con el balón, que el aficionado mexicano se quedó esperando, expectante, anhelante, ansioso.
Oro, incienso, mirra, y una profunda decepción, de igual a igual, de futbolista a futbolista, entre dos triunfadores, como Fábregas y Senna, hacia dos que debieron rozarse a esos niveles de grandeza, como Vela y Giovani, pero, simplemente, no quisieron.
Hubiera sido fantástico encontrar en el sendero de Giovani y Vela, este trozo del poeta inglés John Dryden: “Estoy un poco lastimado, pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego, me levantaré de nuevo”.
Y una inquietud… ¿tendrá Javier Hernández a su lado un amigo de la dimensión de Cesc Fábregas o Marcos Senna, en lugar de la horda de charlatanes que lo rodean? Lamentablemente, la única voz que podía reencaminarlo, la de un personaje que en Chivas sí se considera una leyenda, ya se silenció decepcionada, la de su abuelo, Don Tomás Balcázar...
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De todas las decisiones que ha tomado Carlos Vela, esta es la que me parece más sensata. El Jugador Más Valioso de la temporada 2019 de la MLS, el capitán, líder y jugador más desequilibrante del LAFC ha decidido no disputar la temporada 2020 en Orlando debido al embarazo de alto riesgo que lleva su esposa. Entendible al 100 por ciento.
Otras veces he dicho que no es fácil comprender el mundo de Vela. Esta vez sí. En el pasado no entendí por qué dejó La Liga española a los 30 años de edad para irse a la MLS, teniendo al menos un par de años más en plenitud; tampoco entendí por qué rechazó sistemáticamente a la Selección Mexicana estando en su mejor momento; y mucho menos por qué dejó de ir al Mundial de Brasil 2014 cuando podía ser el jugador más importante del equipo.
La opinión pública ha esperado algo más de Vela en su carrera. Siempre. Su talento le daba para triunfar al nivel más alto. En aquellos inicios estaba por encima de Antoine Griezmann en la Real Sociedad, hoy uno está en el Barcelona y Vela completará un año entero sin jugar en el LAFC.
El coach de los New England Patriots, Bill Belichick, dijo alguna vez: "El talento pone el piso, el carácter pone el techo". No digo que Vela no tenga carácter. Pero para tener un techo más alto seguramente habría tenido que ser ese enloquecido por el futbol que no es, ese jugador dispuesto a no estar en el nacimiento de su hijo como a tantos otros les ha pasado, o esa bestia competitiva que exprimiera su carrera europea para estar luchando en el nivel más alto. No es su caso, se vale y es una pena, porque talento como el suyo no se da en macetas.
Aún así, en lo que va de su carrera, ha sido el segundo extranjero con más juegos en la historia de la Real Sociedad, ganó un Mundial Sub 17 en que fue Bota de Oro, jugó dos Mundiales absolutos y ganó el MVP de la MLS tras imponer el récord de más goles en una campaña. ¡Nada mal, un techo que muchos quisieran! Y lo más importante, ha vivido su carrera en sus propios términos. Al final de la historia eso es lo más importante.
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No hay duda que se trata de uno de los jugadores más talentosos en la historia del futbol mexicano. Vela, a sus 31 años recien cumplidos, es el mejor jugador, pero hay algo en su mentalidad que no le permite estar plenamente convencido de esa conclusión. Se pone a su equipo a los hombros, hace goles de fantasía, rompe récords en la MLS y presume el trofeo del más valioso. La cuestión, sin embargo, puede llegar a ser tan simple como esta pregunta: ¿Realmente él quiere ser el mejor?
SAN DIEGO, California -- Carlos Vela es el ejemplo perfecto de la disyuntiva entre "querer" y "poder". Por momentos, recoge los frutos de su desproporcionada calidad y por otros, las semillas de su apatía e indescifrable mente. Es el mejor, puede ser mejor. La pregunta es: ¿quiere serlo?
Pável Pardo, el exinternacional mexicano, exjugador del Atlas, del América y de la liga alemana, lo resume mejor que nadie: "Lo conozco perfectamente; cuando estuvimos con Sven-Goran Eriksson, muchos lo criticaron, pero fue uno de los entrenadores importantes que empezó a llevar jóvenes; en este caso, jugadores como Giovani dos Santos, Carlos Vela y algunos más. Yo veía jugar a Carlos y decía: 'Este jugador tiene calidad'".
"El propio Eriksson, platicando con Arsene Wenger (extécnico del Arsenal), decía: 'Carlos Vela, si él quiere, es el goleador de la Premier League'. Si él quiere, un punto importante: 'Si él quiere'. A mayor éxito, mayor responsabilidad, y a veces esa responsabilidad algunos jugadores no la quieren asumir".
Y mientras tanto, Vela juega a ser El 'Messi' de la MLS cuando todos sabemos que puede ser el mismísimo Carlos Vela de España, Inglaterra, Alemania o Italia.
Nadie tiene parece tener dudas: Carlos Vela es el mejor futbolista mexicano del momento. Se pone al equipo a los hombros, tal y como lo hizo a media semana en la Concacaf para barrer con el León y anotar goles de fantasía, de una calidad magistral como el que logró en la jornada inicial de la MLS ante el Inter de Miami.
La única duda que debe prevalecer es el nivel de juego donde lo está demostrando. Bob Bradley, su actual entrenador en el LAFC, dice que es uno de los futbolistas más completos que le ha tocado dirigir y lo compara con Mohamed Salah y con Hristo Stoichkov. Y el entrenador de la selección mexicana, Gerardo Martino, afirmo el viernes (en una entrevista con Héctor Huerta de ESPN) que las puertas de la selección siguen abiertas para él, pero que no se trata de escoger qué torneo quiere jugar.
Vela habría insinuado o dicho que le gustaría ir con México a los juegos Olímpicos. "O eres de la selección, o no", enfatizó Martino.
Vela posee cualidades futbolísticas que no sobran en el futbol mexicano. Es más, nadie tiene su talento, pero de ahí, a que haya que rogarle o que su simple presencia marque una diferencia en el resultado directo de una selección mexicana, no es una realidad completa. Vela es Vela, pero no es Messi ni Cristiano Ronaldo, los únicos dos futbolistas de nuestra generación que, con su simple presencia, serían capaces transformar a un equipo de futbol. A ningún futbolista se le ruega, a menos que ese jugador se llame Pelé, Maradona, Di Stefano, Cruyff, Messi o CR7. Y Carlos Vela no está, definitivamente, en esa lista.
Pero ya el simple hecho de que se le mencione en esos 'semidioses' del juego puede indicar dos cosas: una, que es un futbolista de cualidades extraordinarias, lo cual es verdad, y dos, que México está necesitado de futbolistas que le den rumbo a sus sueños, lo cual es otra verdad contundente.
Para mí, toda esta historia sigue siendo un desperdicio. Un desperdicio porque Vela, si así lo quisiera, podría jugar, efectivamente, en un nivel mayor del juego. No sé si como se exagera por ahí que el Barcelona, el Real Madrid o el Liverpool, porque no habrá que olvidar que él estuvo o se probó en ese nivel (el Arsenal de Inglaterra) y terminó en su propio nivel, un equipo de media tabla en España como la Real Sociedad.
Es fácil dejarse llevar por el protagonismo que ha alcanzado Vela en el futbol de Estados Unidos, pero no olvidemos que es la MLS, con sus grandes avances y sus retrasos y que no es el termómetro para medir si un futbolista está listo para jugar en el mayor nivel del juego.
Así como es un tipo de extraordinarias habilidades futbolísticas, Carlos Vela es un hombre extraño en pensamiento e ideas. Da a entender que busca comodidad y tranquilidad en lugar de grandes desafíos. Y mientras ello ocurra, a sus 31 años recién cumplidos, queda claro que Vela corre el riesgo de ser recordado como un gran jugador de futbol y también como un enorme desperdicio.
Y si entramos al debate que ha planteado Javier 'Chicharito' Hernández sobre que Vela ha sido el futbolista de mayor talento con el que ha coincidido en una selección mexicana, la realidad es que terminamos en la misma conclusión. Vela lo es, sin duda, aunque Cuauhtémoc Blanco, otro que coincidió en tiempos con 'Chicharito', parecía superarle en carácter y personalidad.
Creo que Vela entra en la lista de los más talentosos en la historia de las selecciones mexicanas, pero todo depende del talento o la cualidad en la cual se enfoque. Me parece que Hugo Sánchez y Rafael Márquez, con atributos distintios, sigue comiendo en un 'plato diferente' cuando se trata de talento.
Querer y poder. Hay muchas cosas en la que yo quiero y definitivamente no puedo. Y el problema es que cuando se trata de futbol, Vela puede y muchísimo. La cuestión es que no quiere.
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LOS ÁNGELES -- Rodolfo Pizarro hereda el desafío inevitable e irrechazable de todos los mexicanos recién llegados a la MLS: ser mejores que Carlos Vela, amo y señor de los reconocimientos individuales en 2019.
Y su primer reto es precisamente ante el mismísimo Carlos Vela, quien llega inflamado tras su protagonismo en la eliminación del León en la Concachampions.
Así, Inter de Miami debuta visitando al LAFC este domingo. Y el impacto será más allá de las garitas fronterizas de EEUU. En México habrá atención sobre los dos jugadores que pertenecieron a Chivas.
Si bien Pizarro tuvo un buen año, colaborando con un título de Liga, Carlos Vela jamás debutó en el Guadalajara, porque tras el título mundial Sub 17, empacó ilusiones con rumbo al Arsenal de la Liga Premier.
Pizarro tiene un palmarés para presumirle a Vela: títulos de Liga con Pachuca, Chivas y Monterrey. Con Tuzos y Rayados su incidencia fue apenas tangible.
Vela sólo ha levantado trofeos individuales con sus equipos, o con el LAFC, para ser exactos, sin olvidar un estupendo año con la Real Sociedad, cuando incluso fue colocado en disputa por la excelencia del torneo con Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y Diego Costa. Cierto, imposible que ganara, pero al menos su nombre cupo en el mismo párrafo donde se citaba al argentino y al portugués.
Sin embargo, en una MLS poblada por ex militantes de Chivas, la atención se mantendrá en este juego, así como en los enfrentamientos de Pizarro y Vela ante los equipos de Javier Hernández, Alan Pulido, e incluso el técnico Matías Almeyda.
Distintos en su estilo de juego, ambos en esferas ofensivas, poco coincidirán en las parcelas del estadio angelino, aunque con el desafío de poner de relieve sus cualidades.
Vela se ha convertido en el Atila de la MLS. Las defensivas de la Liga saben que sólo necesita unos segundos y unos metros para cuajar en la red, para, incluso, ornamentar con lujos y sofisticación sus goles.
Rodolfo Pizarro ya sabe de qué se trata. Su estilo de juego corto, confrontación y caracoleo, le permitirá sin duda regodearse ante algunos equipos con algunos defensas atribulados por la ingenuidad.
Pizarro ya entendió que penetrando al área, encontrará, desde zagueros patidifusos ante sus recortes cortos hasta grandes oportunidades de propiciar una falta que iría directa al manchón penal.
Diego Alonso, quien llega de fracasos con Rayados, sabe de la zona de gravitación de su jugador estrella, a quien ha acompañado de atletas del futbol, aunque, evidente, con destellos de calidad.
Pizarro no tendrá quehaceres defensivos. Lo suyo es exigir el balón y dedicarse a generar futbol al frente. Y eso, seguramente, le encaja perfectamente con lo que desea, especialmente, por la laxa marca.
Tiene sin embargo, una preocupación Inter de Miami: Bob Bradley mastica pero no traga ante las amenazas de jugadores de este tipo. Y sabrá organizar un dos a uno, sobre Pizarro, desde su zona de encare, fuera del área.
Y seguramente, Vela aprenderá que el trabajo defensivo de sus adversarios será más rudo y áspero de lo que está acostumbrado, y posiblemente Román Torres y Nicolás Figal le harán una mejor marca en la zona final que los defensas del León el jueves pasado.
El reto, al final, es para ambos mexicanos. Pizarro debe empezar a escribir su propia historia con los éxitos de Vela como referencia, y Vela debe mejorar su propia versión
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LOS ÁNGELES -- Nadie es profeta en su tierra. Y Carlos Vela es el candil de la MLS y la oscuridad en el Tri.
Él mismo lo acepta. "Nunca pasó nada conmigo (en la selección mexicana). Me hago a un lado para que alguno (joven prospecto) que venga, consiga lo que yo no conseguí".
Hoy, la MLS es feudo de Carlos. Los Ángeles vive una #VelaManía comparable, guardando proporciones, con aquella #FernandoManía con Valenzuela.
(Precisión sin disculpa: yo aseguré que tras un primer año exitoso, Carlos apagaría la Vela de su compromiso y se tiraría a la hamaca en el segundo año, a vivir de sus réditos. En términos de redes sociales: #PeriodicazoEnElHocico. Gracias, Carlos)
En la temporada, pero especialmente ante el Galaxy, muy especialmente esta noche de jueves, el recargado Bombardero, merece un diagnóstico especial que seguramente sentará a muchos sobre un hormiguero, por pura rabia.
Este Vela, específicamente éste de la semifinal de la Conferencia Oeste, jamás mostró esa devoción, ese compromiso, esa concentración, esa rabia, ese despliegue, ese disfrute, ese placer, esa plenitud, que mostró la noche del jueves en ninguno de los juegos de la selección mexicana y me precio de haber estado en la tribuna de prensa de casi todos sus partidos oficiales.
Evidentemente no insinúo que Carlos Vela esté más enamorado del naciente LAFC que del Tri. Por el contrario, la diferencia es que cruzó esa frontera peligrosa del amor a la tierra prohibida de la obsesión que ciega.
Hoy Carlos Vela no juega bajo presión. Con el Tri, en términos de Juan Luis Guerra, era, cada jornada, "cruzar el Niágara en bicicleta". Ser un trapecista sin red... y sin trapecio.
Hoy, el delantero mexicano juega --en la extensa bendición del verbo--, al futbol. No se yerguen ante él, intimidantes arpías del fracaso. Ganar y perder con el LAFC es una disyuntiva del juego.
Con México, con la selección de futbol, con la que quedó en deuda, según él mismo se encanija en puntualizarlo, Carlos Vela era el Pípila moderno y lúdico -y tal vez ni tan lúdico-, que además, nuevamente, debía cruzar el Niágara en bicicleta y cargando con esa losa, casi lápida, a cuestas.
Y tal vez, nunca estuvo a la altura de semejante y herculina asignación. Tal vez, ante la tarea de hacer posible lo imposible, de hacer probable lo improbable, tal vez ahí, en ese desafío, surgió la perplejidad.
No sería el primero. Los más notables futbolistas de México fallaron en momentos cumbres. Porque pasaron, insisto, del amor a esa obsesión que ciega, obceca, nubla, entorpece.
Hugo Sánchez y Rafa Márquez están conscientes de que en la bandeja de pendientes se quedó ese, el del momento sublime con el Tri. En México '86, Hugo se descuidó y aparecieron los calambres en Monterrey. Rafa Márquez en 2002 enterró al Tri al hacerse expulsar al embestir criminalmente a Cobi Jones. Amor que ciega.
El otro, ese que parecía de la misma pasta ruda, bruñida, rebelde, le robaron su gran oportunidad, en plenitud. Ricardo LaVolpe, presa de sus hormonas y sus vísceras, más que de sus neuronas, marginó en Alemania 2006 a un Cuauhtémoc Blanco, en su mejor momento.
Por eso, es entendible, pero no justificable lo de Carlos Vela. La dimensión del reto se lo engulló entero. Apenas se arrimó al Niágara, pero sin bicicleta.
El humorista inglés Lawrence Esterne, aseguraba que "la temeridad cambia de nombre cuando obtiene éxito. Entonces se llama heroísmo". Y sin temeridad, no se cruza el Niágara en bicicleta... y menos con un uniforme tricolor.
¿Será acaso que es imposible extirpar al ADN del futbolista mexicano ese cromosoma que advirtió Octavio Paz, ese de que "el mexicano le teme más a la victoria que a la derrota"? Hugo, Márquez, Vela, y contando...
Es cierto, en la MLS, además de esa frescura infantil, de barrio, de futbol callejero, Carlos Vela está menos custodiado por los defensas contrarios que la garita para cruzar de EEUU a México a las 2:00 am.
Vela disfrutó de complicidad, tiempo y espacio, para imaginar, para generar, para crear, para inventar, para intentar, para espabilar, y hasta para patentar el tipo de goles que hacía. Cierto, ciertísimo, hay que estar ahí y poder, querer, y saber hacerlos.
Alguna vez hubo oportunidad de preguntarle a Juan Carlos Osorio porqué consideró en la Copa Confederaciones de Rusia que Carlos Vela no debía iniciar ante Alemania, cuando arguyó que no tenía la fortaleza de los alemanes.
Pero, hoy, reculando ante el Niágara, con bicicleta y con la monumental losa o lápida, hoy, Carlos Vela puede pensar tranquila, festiva, orgullosa y placenteramente, en cruzar Los Ángeles, en un camión descapotado.
Escribió Norman Mailer: "A fin de cuentas, un héroe es alguien que quisiera discutir con los dioses, y así debilita a los demonios para combatirlos".
Y Carlos Vela, al menos en temas de cancha, es ateo.
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