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En fallos controversiales, el 2017 será el mejor o peor año

No es una ironía o una exageración. En materia de fallos arbitrales controversiales este 2017 puede ser el peor o el mejor de todos los años en la historia del boxeo de primer nivel. Definirlo puede insumir pocas palabras, pero justificarlo requiere de una larga explicación. Vamos a lo primero: con tantos errores acumulados la credibilidad del boxeo está en su peor momento. La forma en que se decide quienes ganan y quienes pierden, definitivamente ha fracasado. Pero, por paradoja, ese nuevo paso hacia el abismo que presenciamos este fin de semana en el Mandalay Bay de Las Vegas, es también una oportunidad de corregir los errores o recurrir al consejo convertido en frase célebre que alguna vez pronunció Henry Ford: "El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia".

De eso trata esta columna, de marcar errores, e insistir por soluciones, que son posibles, pero requieren de voluntad, liderazgo y la necesaria inteligencia para adoptarlas ahora mismo.

LOS ERRORES GROSEROS

Los últimos meses han sido fatales para quienes cargan la responsabilidad de decidir resultados en el primer nivel de este deporte. Hubo fallos demasiado polémicos, como los de la primera pelea entre Andre Ward-Sergey Kovalev, la de Hassan N'Dam-Ryota Murata, la de Román "Chocolatito" González-Srisaket Sor Rungvisai o la de Rances Barthelemy-Kiryl Relikh o Andre Dirrell-José Uzcátegui, Rigondeaux-Flores o Ward-Kovalev 2, por citar apenas a las más mediáticas batallas.

No olvidemos tampoco en peleas donde puede haber crédito al nombre del ganador, pero nunca a las diferencias de las tarjetas de los jueces como fue el caso del combate entre Cuadras y Carmona, pelea que terminó abucheada por el público disconforme con las tarjetas 97-93, 96-94 y 97-93 que le dieron la victoria a Cuadras, en una pelea de trámite y donde perder hubiera sido una catástrofe para su futuro.

Son jueces que ven peleas diferentes a la mayoría, son réferis que se manejan de manera torpe como verdaderos novatos en el ring o son comisiones atléticas que toman decisiones a contramano del sentido común. Como lo fue no atender el pedido del equipo de Sergey Kovalev para designar un juez extranjero para la segunda pelea o el silencio como respuesta a las críticas recibidas.

Los errores que se han visto superan la tolerancia natural por aquello de que "errar es humano". En estas instancias se ha caído, más que en errores, en pruebas de ineptitud y hasta en violación de los reglamentos. Grosería fue la falta de severidad del réferi Steve Willis que solamente descontó un punto a Srisaket Sor Rungvisai, por los cabezazos que aplicó a Román González que alteraron la normalidad del pleito. Grosería fueron los golpes bajos reiterados de Andre Ward contra Sergey Kovalev ante los ojos del referi Tony Weeks que ni siquiera llamó la atención del infractor por los golpes ilegales. Grosera fue la ineptitud del referí de la batalla entre Rigondeaux y Flores que ni siquiera estaba parado donde correspondía para interrumpir el intercambio cuando sonara la campana.

LA SOLUCION MEDIANTE UN "FALLO A REVISION"

Hace un mes, escribimos un análisis sobre este mismo punto, los errores en los fallos, y reclamamos por la instauración de un sistema donde los jueces no sean el final de las decisiones. Creíamos que una segunda instancia representada por un tribunal de expertos, permitiría en finales polémicos quitarle tanta responsabilidad al réferi o los jueces. El No Contest y la decisión adoptada después, podría ser el camino hacia la normalización.

Esta semana, precisamente, la Comisión Atlética de Nevada revisa la pelea, de apenas un asalto, entre Guillermo Rigondeaux y Moisés Flores, estando ya decidido que cambiará su resultado de KO favorable al cubano, por una "No Contest", lo que implica que seguramente será ordenada una revancha inmediata por parte de la AMB.

En este tipo de peleas, cuando el final del combate cae en tantas confusiones, hasta el No Contest puede hasta incrementar la polémica según como se determine el mismo. Si se hace de forma inmediata, el fanático lo soporta. Pero de esta manera, determinado después de que hubo un fallo que favoreció a uno de los rivales y el otro está reclamando para que sea descalificado, mi nueva conclusión es que tampoco alcanza. El remedio no logrará resolver el dolor de cabeza que provocó la confusión.

No hay duda que se necesita otro recurso, otra herramienta que al menos hoy el boxeo no cuenta con ella. Algo que les permita a todos tener la tranquilidad de que los fallos polémicos serán examinados antes de decidir un vencedor. En ese camino se encuentran otras disciplinas deportivas de mucho arraigo popular como el fútbol o el baloncesto mediante la revisión a través del video. El boxeo lo debe realizar con más razón y crear una figura que permita extender a 24 horas el plazo para definir un vencedor tras el final de un combate con final problemático.

Ese detalle terminaría con las especulaciones o las suspicacias que los intereses económicos en la carrera de uno u otro rival puedan provocar. Algo que fue habitual leer en las reacciones de los fanáticos en las redes sociales tras las dos peleas del fin de semana. Pese a que a esa altura era difícil imaginar un resultado diferente al final de sus batallas, la forma en que se decretaron las victorias de Andre Ward y Guillermo Rigondeaux solo sirvieron para alimentar las dudas y la sospechas. Los dos púgiles, además de subir al ring como favoritos, eran parte de la empresa promotora del evento: RocNation. ¡Vaya, que inoportuna coincidencia!

Necesariamente, promotores, comisiones atléticas y organismos involucrados, deberán ser humildes y generosos con los intereses de este deporte que sirve de sustento a tantas personas. Crear instancias de dialogo para encontrar soluciones generales debe ser una premisa. Los recientes episodios son una sobrada razón para buscar mejoras y consensos. Especialmente en las reglas de este deporte, cada día más desfasadas y carentes de una lógica asociada con la realidad tecnológica actual. Una regla que determine la existencia de "un fallo a revisión" que impida decidir de inmediato un vencedor sería un buen comienzo. Especialmente si para cada cartelera se nombra un tribunal de probada independencia que - de ser necesario - "revisará ese fallo" en las siguientes 24 horas al final de la pelea.

Es cierto que hemos padecido con los desaciertos de los jueces, nos hemos asombrado con las torpezas del tercer hombre en el ring y nos preocupa el punto a donde ha llegado la falta de credibilidad en los fallos. Pero al mismo tiempo, es necesario insistir que llegar al final del abismo es siempre una oportunidad de emprender el camino de regreso a la normalidad. Ojalá lo entiendan, antes que ese abismo sea demasiado profundo.