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Señoras y señores… El Barcelona ha empezado la limpia en el vestidor en busca de una reestructuración luego de la dolorosa temporada sin títulos. Primero se fue Arthur, el centrocampista brasileño, en un acuerdo con intercambio por Pjanic a la Juventus; ahora sigue Rakitic, que regresará al Sevilla, un jugador que dio mucho y rindió bien en el equipo catalán.

A Rakitic le seguirá Arturo Vidal, el chileno que nunca encajó de manera correcta en el plan del Barcelona y que de momento solo hay especulaciones de su futuro. Luis Suárez también anda en busca de equipo y su gran estrella, Lionel Messi, ya avisó que busca su salida del club con un burofax, una acción que me parece desleal y un poco absurda dadas las circunstancias del equipo y su historia en el club.

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Getty ImagesLionel Messi, previo al duelo de la Champions League entre Barcelona y Bayern.

Los demás equipos están tranquilos buscando refuerzos para la próxima temporada, pero sobre todo, están buscando de dónde sacar dinero e inversionistas que les permita hacer los fichajes que requieren en esta campaña, pero esta situación no ocurre solo en España con LaLiga, pasa también en Inglaterra con la Premier League, en Italia con la Serie A, en todas las competiciones.

Seguramente Ronald Koeman hará más cambios dentro del Barcelona y no hay que descartar que busque a dos o más jugadores holandeses, tomando en cuenta su conocimiento dentro de la Selección de Holanda, la que entrenó anteriormente.

La historia del Barcelona con los jugadores holandeses es variante, a veces cuajan en el club, pero a veces no funcionan en la filosofía de los catalanes. En el futbol de los culés hay que remontarnos a lo conseguido por Johan Cruyff, en su etapa como jugador y posteriormente en su carrera como entrenador.

Por ahora, el único equipo que ha movido las alas de la tempestad de contratos es el Barcelona. El futbol tiene que seguir, no se acaba, y cuesta mucho ser grande y mantener un equipo que dé mejores resultados en la cancha.

El Barcelona deberá seguir buscando para ser el equipo que en un momento llegó a convertirse en LaLiga de España, de momento habrá más movimientos en la limpia de su vestidor.

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VIDEO: Messi se apega a su cláusula de liberación para irse de Barcelona

LOS ÁNGELES -- Lionel Messi ha dado un paso implacable, definitivo, autoritario y sin licencias para recular este domingo. Es, este 30 de agosto, el principio del fin y el fin del principio en el ajado matrimonio Messi-Barcelona. El jugador no se ha presentado a exámenes médicos obligatorios.

Se interpreta como un acto de rebeldía en el Barcelona. En tanto, Messi monta su trinchera para defender sus derechos. La servilleta en la que Lionel firmó su primer contrato, y el burofax del adiós, son reliquias de un hola y un adiós.

La ‘Luna de Miel’ que parecía eterna acabó. Y después de tanto amor, llegan los carniceros disfrazados de abogados buscando carne fresca para el cadalso público. Los delitos de amor, se purgan con odio. Escribió Alvite, gallego, que “En los matrimonios pobres se pelean los cónyuges; en los matrimonios ricos se pelean sus abogados”.

Reportan desde Cataluña que este domingo, afuera de las instalaciones azulgranas, aficionados oraban a San Jorge (y no Jorge Horacio Messi, el padre), porque apareciera Lionel. Caravana de medios palomeaba la lista de presentes. El cuerpo médico cerró la puerta y con ella las esperanzas. Lionel, proveniente del francés, Leonellus, y que significa “leoncito”, había mostrado las garras.

Los jueces llegan cuando los juiciosos se ausentan. La mesa de negociaciones ha sido levantada. Reportes insisten en que Messi quiere irse de Barcelona con lágrimas, pero sin tormentos. A Bartomeu no le importan sus lágrimas, pero quiere eludir el tormento de ser el presidente que exilió a Leo de su propia casa.

La última estrofa de la canción Pare (Padre), de Serrat, del disco en catalán Per el Meu Amic (Para mi amigo), encaja perfectamente: “Padre, dejad de llorar, que nos han declarado la guerra”. El Camp Nou está en estado de sitio. Entendamos, con esa sonrisa larga, de felicidad inocente y angelical, el Bayern Múnich erosionó más profundamente que el ignominioso 8-2 a esa nación dentro de otra nación, que es Cataluña.

Tras cuatro años de feliz infelicidad, Lionel Messi entendió otra reflexión de Alvite: “El matrimonio, a la larga, solo sirve para tener un testigo de que vives solo”. La incapacidad de Rosell y Bartomeu le confirmaron a Messi que su confinamiento había comenzado antes de la pandemia por COVID-19.

Ahora todo queda entre abogados, esos especialistas en la insidia de tergiversar y desnudar la verdad detrás de la mentira, y sastres tramposos en vestir de gala a la calumnia detrás de la verdad.

Barcelona ha sumado un aliado: La Liga envió un comunicado este mismo domingo. Avala al club y coloca a Messi en el banquillo de los acusados. Las bayonetas caladas han cambiado de rumbo. Ahora, apuntan al corazón del jugador.

Obvio: La Liga protege al Barcelona porque protege sus intereses. Sabe que se desgajaría en el anonimato si el jugador emigra. Sus ratings se derrumbaron al irse Cristiano Ronaldo. Si ahora se va Messi, La Liga tendría que ser cerrada por reparación. En el limbo sólo juegan almas en pena.

Medios reportan en España que los carroñeros azuzan al Barcelona y a La Liga. Patrocinadores, televisoras, socios comerciales, les exigen que retengan a Messi. Vamos, los mismos rivales quieren que se quede. Prefieren éstos las humillaciones en los marcadores que la lúgubre tranquilidad de su ausencia.

Lo habíamos advertido. Sosteníamos en este espacio, con menos lectores que camarones en una sopa de fideos en vasito, que así como La Liga iba a proteger al club, lo harían la FIFA y el TAS. Alí Babá y sus 40 ladrones traicionan al futbol. La mafia cierra los ojos, pero no duerme.

Había quien insistía en que Lionel Messi dejaría de jugar hasta junio de 2021 para liberarse del yugo de Bartomeu. Quien lo firme y quien lo crea, debe ser experto en cocina o plomería. El argentino moriría sin jugar al futbol. Además, mientras esté en rebeldía, Barcelona puede bloquear sus citatorios con la selección argentina.

Insisto, ya es querella entre filibusteros de cuello blanco, con portafolios en lugar de cimitarras, pero igual de peligrosos, y se les conoce como abogados. Un juzgado deberá decidir si el coronavirus, su pandemia y el confinamiento obligado, con la pausa de juego, avala los argumentos de Messi para irse, por la puerta de atrás del club, pero por la puerta del frente en la idolatría de millones.

La Liga puntualizó que deben pagarse 700 millones de euros para llevarse a Messi. Los abogados de Lionel arguyen que las fechas debieron moverse con la crisis mundial de la pandemia, y además, aseguran que la cláusula de rescisión no fue renovada.

Insisto, en manos de abogados, Jesucristo habría cursado cadena perpetua y después de resucitar al tercer día, habría sido enviado al calvario. Los leguleyos saben que el circo les enriquece más que las leyes y la verdad.

Ronald Koeman inicia este lunes los entrenamientos. Tendrá que trabajar por dos vertientes: una sin Messi, es decir, con una mesa con tres patas; y otra estrategia con Messi, pero sin Messi en la cancha de prácticas. Tan a gusto y cómodo que estaba dirigiendo a Holanda. No todo lo que brilla es oro, a veces es cobre bien pulido.

Además, Koeman deberá efectuar una trepanación, y sacar de la materia gris de sus jugadores, varias arpías enquistadas. Deberá convencerlos que él no echó a Messi; que él no es enemigo del plantel, por ser empleado de Bartomeu, y que es un mago capaz de, en tres semanas, reconstruir a un equipo bajo una nueva idea de futbol, capaz de en la próxima Champions hacerle ocho al Bayern Munich. Necesitará de Demóstenes o de Cantiflas.

Este domingo, se hizo oficial, pues: Barcelona y Messi duermen en camas separadas, de habitaciones separadas, en casas separadas, y pronto, tal vez, en ligas separadas. Y el divorcio, en este caso, dejará dos almas infelices, pero millones enlutadas.

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LOS ÁNGELES -- Lionel Messi aún no se va. Tal vez nunca lo haga. Hay, sin embargo, dos facciones antagonistas, antípodas, entre el barcelonismo. Unos muy culé… otros menos culé. Quienes satanizan a Messi y quienes lo canonizan. Quienes creen que está en deuda y quienes sienten una gratitud eterna.

Hay quienes linchan a Messi por considerar abyecta, tenebrosa, cruenta, despiadada, su forma de querer irse, entre las ruinas fétidas del 8-2, esa hecatombe eterna del Barcelona. Hay videos con reacciones viscerales, envenenadas, pútridas de rencor, de ese barcelonismo herido por algo que aún no ocurre.

Ciertamente, un futbolista, y especialmente un ser humano, no podría recibir tantas bendiciones si fuera tan pernicioso como para chantajear, boicotear, extorsionar los sentimientos y las generosidades, y no me refiero sólo del Barcelona, sino de un universo cautivado por sus hazañas, ojo, con la camiseta azulgrana.

Sin embargo, algunos barcelonistas --y muchos madridistas--, están convencidos de que la cabeza maquiavélicamente maestra que ha urdido esta estratagema, este drama de contubernio, confabulaciones, amenazas, sismos y cismas alrededor del Barcelona, es estrictamente la mente de Messi.

Expuesto esto, vale la pena establecer una referencia, una vivencia. No es un juicio. Ni es un indulto. Ni una justificación. Es una anécdota puntual sobre Lionel Messi. Es más, es una anécdota con Lionel Messi, que ya en su momento retraté detalladamente en las páginas de La Opinión, y en este balcón sin muchas serenatas en las páginas de ESPN.

Se había anunciado el encuentro entre la Selección Estrellas de Sudamérica y el equipo Resto del Mundo para el 4 de julio de 2009 en el Memorial Coliseum de Los Ángeles. Un partido que cautivaba al mundo. Había un referente absoluto: Lionel Messi.

Pero, la FIFA, esa FIFA codiciosa, voraz, mezquina, farisea, arruinó la fiesta. Hizo saber que semejante constelación de astros le pertenecía a perpetuidad, incluyendo el patronímico de ‘Resto del Mundo’. La reflexión mezquina: “mío o de nadie”.

El entonces promotor del partido, Eduardo Ostrogovich, tramitó ante su amigo, Jorge Horacio Messi, la presencia de Lionel ante los medios, para aclarar puntualmente que la cancelación del encuentro no había sido una jugarreta del futbolista o de los organizadores.

La cita ante los medios fue el 7 de julio de 2009 en la explanada olímpica del Memorial Coliseum de Los Ángeles. Ahí estaba, ante una decena de medios y otro tanto de infiltrados, el ‘Clan Messi’, en cuya agenda aparecía una visita ansiada a Disneylandia.

El mismo Ostrogovich negoció una charla directa con Lionel, para efectuarla al concluir la conferencia de prensa, con el entonces reportero de La Opinión, dentro del cabildo del Memorial Coliseum.

Transcurrió la conferencia de prensa, y auxiliares de los organizadores me llevan por una puerta alterna al interior del sobrio y magnífico recinto, para la entrevista concertada. Me encuentro solo en el silencioso aposento.


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Súbitamente, la puerta principal del cabildo se abre. Aparece ese sujeto menudito, de 22 años entonces, a quien lo escolta de fondo una intensa algarabía, un vibrante alboroto, que se sofoca al cerrar el batiente de la sala. En ese momento, quedamos frente a frente.

Supongo que a esa edad debió impactarle encontrarse a solas ante ese tipo con aspecto patibulario, armado ferozmente de una libreta y una grabadora, y en una tierra inhóspita y solitaria, como ese salón, a pesar de sentirse tan confortable cada siete días al salir ante coliseos monumentales con más de 90 mil personas en el graderío. Sí, abrió desmesuradamente los ojos…

-- Hola, Lionel. Tenemos pactada una entrevista…--, le explico.

-- ¿Dónde está mi papá? ¿Dónde están mis hermanos?--, responde Messi, visiblemente inquieto.

-- Me imagino que enseguida llegan, pero ¿podemos adelantar la entrevista?, le sugiero.

-- No, no, no. ¡Mi papá!--, y de inmediato se dirige a la puerta principal. La entreabre y lo zozobra aún más el tremendo estruendo que contempla afuera, ese tumulto de quienes buscaban la entrevista o el autógrafo. Lo que ve por ese resquicio altera aún más al jugador.

-- Están afuera. Enseguida entran, pero podemos platicar de una vez…--, le pido nuevamente.

-- No sé nada de entrevistas, no sé nada, pero ¿dónde está mi familia? ¿Dónde está Eduardo (Ostrogovich)?--, responde ya con enfado y desazón, mirando al reportero con un conjuro de “multiplícate por cero y desaparece”.

Silencioso, Lionel Messi, empieza a dar vueltas en el interior de la sala, mirando hacia el piso. Yo claudico en la entrevista porque veo que él no claudica en su nerviosismo. Levanta la vista hacia la puerta como si su ansiedad pudiera materializar ipso facto a sus familiares. Yo, he salido ya de su órbita.

Y un par de minutos después, irrumpe la Cofradía Messi al cabildo. Con ellos, Eduardo Ostrogovich. Lionel se acerca a su padre. Éste le sonríe y le pasa el brazo por el hombro. No hacían falta palabras. Estaba de nuevo en su burbuja inviolable. Recuperaba la paz el genio que desataba guerras pacifistas en la cancha.

Tras las presentaciones, se sienta para la charla. “Cinco minutos, no más”, me explican. Interrumpe la primera pregunta para dar indicaciones a sus hermanos: “Vayan a comprar unos relojes para todos (sus compañeros del Barcelona), que estén muy bonitos. Él (Eduardo) sabe dónde hay bonitos, de la marca que sean”, requiere ese personaje que no usaba reloj, pero asigna una fortuna en relojes para sus amigos.

La comitiva parte a su encomienda y él se concentra mirando a los ojos al interlocutor. ¿Y el dinero para semejante y cuantioso encargo? En los bolsillos de su ropa deportiva, Messi no guardaba ni llaves, ni billeteras, ni teléfono. No necesita nada de ello. Para entonces, algunos aficionados argentinos habían sido autorizados para ingresar al recinto y aguardaban ansiosos con camisetas, balones, plumones y cámaras.

Ese momento, en aquel entonces, ese 7 de julio de 2009, me explicó muchos momentos de la vida de Lionel Messi y me sobredimensionó sus momentos dentro de la cancha. Un tipo mustio en su hábitat, y un prodigio desenfrenado en el universo verde del futbol.

En aquel momento, describíamos en La Opinión: “No se siente más que los dioses que adora de niño, ni se siente menos que esos dioses que lo adoran siendo aún un ‘niño’. No se siente más que los mortales que lo veneran, como tampoco se siente menos que los inmortales que lo veneran”.

Charlando este jueves con el mismo Eduardo Ostrogovich, sobre aquel pasaje, me explica: “Si hoy te encuentras con él nuevamente, verás que es el mismo, exactamente el mismo, sencillo, callado”. Explica que hace unos meses estuvo en Barcelona junto con Antonio Cué (ex propietario de Chivas USA), de visita en el feudo Messi.

“Lo que yo haría hoy, si fuera el Barcelona, ante todo lo que le ha dado al equipo, sería decirle ‘ve a donde quieras, gracias, por tanto, y el día que quieras, regresa, todas las puertas estarán abiertas siempre para ti’. Eso es lo que yo haría”, comenta Ostrogovich.

Esos momentos de extravío, de aislamiento, de refugio, de confinamiento que vi en Lionel Messi aquel 7 de julio de 2009 en el Cabildo del Memorial Coliseum, mientras él ansiaba que su familia cruzara aquella puerta, volví a verlos en la cancha, en una Final de la Copa América, en la Final de la Copa América Centenario, y en la Final de la Copa del Mundo de Brasil.

Brisa en la intimidad y tifón en la cancha, caudillo en las cimas y huidizo en las simas, queda claro, no es capaz de al menos querer crear una confabulación gigantesca, de decibeles mediáticos incontrolables, como para pretender destruir a un equipo, un club, una institución, que le dio una segunda oportunidad de vida y salud, y una primerísima oportunidad como genio del futbol.

Alguna vez Jorge Valdano hizo una severa reflexión sobre la capacidad de Lionel Messi para sobrevivir en medio del caos fascinante de ser una personalidad de impacto mundial.

“Alcanzar esos niveles de celebridad sin confundirse es imposible, salvo que uno sea un superdotado o un autista. Son dos puntas que te pueden salvar de este estado de efervescencia al que está expuesto un futbolista de esta categoría”.

Agregaría Valdano que “da la sensación de que Messi no se trata a sí mismo de usted todavía, y eso tranquiliza mucho. Da la sensación de que le gusta mucho jugar al futbol”.

“Un superdotado o un autista”, se aventuraba entonces Jorge Valdano a opinar sobre Lionel Messi. Tal vez la primera. Tal vez la segunda. Tal vez ambas circunstancias. O tal vez ninguna de ellas, es lo que lo ha convertido a Lionel en el artista más subyugante de la cancha, después de Pelé y Maradona.

Exonerado entonces Messi de las embestidas de esa facción catalana que pretende subirlo al patíbulo, cuando aún no se ha ido siquiera del Camp Nou, ¿dónde buscar al responsable? Escribió Peter Ustinov que “los padres son los huesos con los que los hijos afilan sus dientes”.

A veces, sin embargo, puede ocurrir al revés…

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LOS ÁNGELES - Amenazar con irse es amenazar con quedarse. Uno no avisa que quiere irse, sino que simplemente avisa que se va o que ya se fue. Entre querer irse e irse, hay más abismos que puentes. Detrás del portazo, ya sólo queda resignación.

Ojo: no es Lionel Messi quien juega al tahúr envilecido o envenenado. Leo debe estar más triste y confundido que furioso. Lo suyo es la cancha, el balón, las filigranas. Las únicas artimañas que conoce, son esas faenas instintivas para descuajaringar osamentas, rivales, partidos y redes. Los recovecos de la intriga y la perfidia, esos, son potestad de su torva familia.

No es Messi quien fanfarronea con irse. No es quien chantajea ni quien extorsiona. El titiritero es Jorge Messi, su padre, y la caterva de asesores que pretenden reventar al truhan supremo, al cáncer del Barcelona, Josep María Bartomeu.

La única víctima, aquí, es el Barcelona. El club se ve vulgarizado en una zacapela descomunal. El presidente más odiado de su historia confronta y desafía a las albaceas del jugador más venerado en la historia del club. Lamentablemente, detrás, sólo hay pasiones negras, de gente mezquina desesperada porque ve la destrucción del antagonista como la única salida de emergencia del conflicto.

Bartomeu ha consumado la bancarrota moral, deportiva y financiera. Ha saqueado las riquezas de la institución, en especial las más sagradas, esas, las intangibles. Y lleva a Ronald Koeman como marioneta y como verdugo. El holandés es el muñeco polichinela de un directivo acorralado.

Del otro lado, Messi, genuinamente, defiende a sus amigos, por encima del bienestar deportivo del club. Si La Masía es ya un mito, el clan La Messía, es una realidad. Hombre de pocos amigos, le quitan al mejor de ellos, Luis Suárez. Leo ha vivido al cobijo del paraíso del Barcelona, que no permite lo despojen del mayor de sus afectos, al colocarlo transferible, negociable, prescindible.

Indiferente a los enredos contractuales, y ajeno, por esa propensión que tiene a aislarse, incluso en la cancha, ante situaciones terminales, Messi ha delegado a sus matones legales y a su padre, el rescate de sus intereses, y el aniquilamiento de quienes aniquilan su entorno. Ha decapitado dos de las tres cabezas rabiosas del cancerbero que le inquieta: Eric Abidal y Quique Setién. Falta la más peligrosa, la de Bartomeu.

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Ha sido un martes de vértigo y de especulaciones arrebatadoras, desde que muy temprano, Messi notificó al Barcelona que quiere irse, es decir, estrictamente que quiere quedarse, pero con la zalea de Bartomeu ondeando ignominiosa en la plaza de la Ciudad Deportiva Joan Gampert.

Sin embargo, Bartomeu, reprobado en inteligencia deportiva, moral, ética y financiera, tiene esa astucia falaz del mercenario. Hay un contrato que termina en junio de 2021, y hubo una cláusula unilateral de divorcio que caducó en junio de 2020. Carne fresca para los leguleyos voraces.

Llevar el pleito a una corte catalana, favorecería al Barcelona, y seguramente, hasta donde puedan meter sus facinerosas narices, la FIFA, la UEFA y el TAS, apoyarían al club por encima del jugador. Lo tiene claro esta mafia disfrazada de modernos salomones: el Barcelona es una marca establecida y eterna, y el futbolista, aun siendo un crack, cada mañana ve en el horizonte el ineludible crepúsculo de su propio ocaso.

Bartomeu puede retener a Messi con un puñado de papeles en la mano. Su contrato caduca con el último día de junio de 2021, y desde hoy hasta entonces, exprimirá cada minuto y cada euro que le pague. Tiempo de sobreexplotar los últimos huevos de oro, de una gallina culeca de enfado.

¿Alguien pagará 700 millones de euros por Messi? Hay muchos que quieren y muy pocos que pueden. No es sólo esa cantidad. Messi tiene contrato por 11 millones de dólares al mes. De ser transferido, querrá cobrar más. Ojo: al jugador, en ese mundo aislado, esa burbuja de ausencia en que vive, poco le importa cuánto recibe, pero para esa rapiña insaciable tiene a su voraz padre. Y querrá más que esos 11 millones de dólares mensuales.


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Habrá víctimas circunstanciales si las hordas de Messi imponen condiciones. Pero, qué es mejor para el Barcelona, una eventual anarquía con un presidente de emergencia, o un caos progresivo, una autodestrucción galopante, de permanecer Bartomeu en el mando.

Por ejemplo, ¿dónde quedaría la autoridad de Koeman en el vestidor si su número diez, su principal socio y referente en la cancha, resulta que es el dueño del balón, y que además es el dueño caprichoso de su propia gorra, de su propio silbato y de la propia pizarra del mismo entrenador holandés? Koeman sería el segundo castrado de mando, después del primero, ese eventual relevo de Bartomeu.

Si el lema del Barcelona, si el enunciado de su grandeza, es “más que un club”, acaso, ¿sería correcto que los caprichos del Clan Messi o de la turba Bartomeu sean más importantes que ese Barcelona que jura y perjura “ser más que un club”? La grandeza no puede tener las manos ensangrentadas.

Encima, ha aparecido un personaje que lanzó una bomba molotov en pleno siniestro. Joan Laporta quiere recuperar el control de la institución. Ha aseverado que hay un contubernio de Bartomeu y sus secuaces, para vender a Messi con la duda siniestra de dónde irán a parar finalmente tantos millones de euros.

Lejos de conciliar, Laporta, marrulleramente, agita, revuelve más el mar, para sacar la mayor ganancia posible del actual conflicto. Cierto, con Laporta volverá un control mejor orientado, deportiva y financieramente hablando, pero estas artimañas tampoco reflejan la semblanza pura y casta que debería enarbolar el club catalán.

Barcelona está, entonces, ante la gran encrucijada: o le cortan la cabeza al bribón (Bartomeu) para salvar los pies de Messi, o le cortan los pies a Messi para rescatar la cabeza del bribón.

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LOS ÁNGELES -- ¿Y súbitamente caducaron? ¿Se volvieron obsoletos? Jürgen Klopp, Pep Guardiola, Zinedine Zidane, Cholo Simeone, Antonio Conte, Mauricio Pochettino, Carlo Ancelotti, ¿son mártires de la caducidad? El son huasteco no miente: “Ayer, maravilla fui, Llorona, ahora ni sombra soy…”.

El técnico uruguayo Luis Garisto empacaba los últimos suvenires del Atlas, arribita apenas, de donde colocara cuidadosamente doblada, la amargura del momento: “¿Sabe?, los técnicos se gastan y se desgastan, como llantas de auto. Y en el futbol cambiamos primero las llantas antes que revisar el auto completo”.

Hoy, Hansi Flick y Thomas Tuchel, se apoderan de la escena. El primero hace campeón al Bayern Múnich, con el pergamino neurálgico de un cuento de hadas. El segundo, tuvo como trono la hielera, desde la que vivió la epopeya inconclusa del PSG.

Sus antecesores han pasado de la moda a la obsolescencia. El técnico de futbol es un bicho que debe mantenerse en el aparador, preferentemente con trofeos. El futbol es un consumidor voraz del entrenador exitoso, exitista y excitante.

Tal vez la definición brutal, cínica e inapelable del francés Frederic Beigbeder, encaja con esa descastada forma de ver al entrenador. “Soy publicista. Mi misión es hacerlos babear (al consumidor). En mi oficio nadie desea su felicidad, porque la gente feliz no consume”.

Los grandes torneos suelen procrear maravillosas Cenicientas, aunque algunas pierdan la zapatilla al redoble de las 12 campanadas del éxito. Hoy todos son los mecenas de Flick y padrastros de Tuchel. La victoria absoluta da el privilegio de perrear con Jennifer López. El resto, se suscribe a videos.

La Final de la Champions redime el oficio de entrenador. Flick cosecha su propia siembra, y Tuchel recoge el bagazo de un inversionista catarí, hijo de un cazador de perlas, tenista de oficio, sospechoso de soborno sobre la sede del Mundial de 2022, ganador de todos los premios de simpatía que le interesaban, pero especialmente amigo íntimo del Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, billonario de sufrimiento.

La exaltación indiscutible del Bayern Múnich puede sintetizarse bajo el rigor de una frase que es de romanticismo argentino, pero con un pragmatismo alemán: “Escuchen bien. Quiero contarles por qué ganaron estos chicos el partido de ayer. Porque jugaron con el corazón de todos ustedes”. La frase es del Cholo Simeone, padre de una disciplina muy alemana, pero lejos de tener el gusto admirable por hacer del futbol una fórmula de ataque constante.

Sí, ya sé… ¿y los obsoletos? Parecería que los milagros los hicieron otros por ellos. Pep Guardiola da tumbos lejos de la gloria suprema sin Xavi, Iniesta, Puyol y Messi. Zidane arrebata una Liga empobrecida, pero sin Cristiano no hay pólvora para más.

Simeone asoma por la escotilla, hunde a Klopp, quien bebe el título de la Premier con la hiel espesa del consuelo. “En el futbol hay herramientas para evitar que las virtudes del rival triunfen”, sostenía el alemán y Simeone le robó la frase, la iniciativa, y tuvo a los virtuosos Oblak y Llorente, entonando las odas por el campeón vigente, pero el Atleti sucumbió ante el Leipzig de otra futura Cenicienta, Julian Nagelsmann.

Y entre los capítulos apasionantes de la Champions eternizada por la pandemia del COVID-19, se consuman las pequeñas proezas y las grandes humillaciones (como ese 8-2 de cicatrices eternas), que confirman que los genios excepcionales sólo consolidan las hazañas colectivas, pero ya se exterminaron las épicas de un semidiós superior a una legión de herejes. Ningún Messi es un mesías en cuarentena.

Al final, pueden prevalecer las palabras de Luis Aragonés. Parecen una obviedad, pero tienen la riqueza de la humildad irascible de El Sabio de Hortaleza: “El entrenador marca las pautas, los jugadores son los que ganan”.

Y Carlos Bilardo respalda la urgencia de sensibilizar al jugador de su responsabilidad: “El himno nacional hay que practicarlo también. Nosotros lo practicábamos cinco veces antes de cada partido... en ese momento del himno, al jugador se le pasa toda su vida por la cabeza"”.

Sin menospreciar a Ruud Gullit: “Un equipo es como un buen reloj: si se pierde una pieza todavía es bonito, pero ya no funciona igual”. Y los entrenadores preparan equipos, sin saber reparar sus propios relojes.

En esa vía crucis inconfundible de todo entrenador, la síntesis de José Mourinho goza de sarcasmo y de dolor: “Las victorias tienen muchos padres y las derrotas solo uno… y soy yo“.

Por eso, el entrenador de futbol se vuelve también un objeto sujeto a la moda. Hansi Flick amaneció este lunes, sin saberlo, cerca de su despido por obsolescencia. Como todo técnico, terminará caducando con, sin y a pesar de la victoria, por muy eterna que sea ésta.

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Dos equipos han ganado dos tripletes. Hoy uno de ellos está en la cúspide y el otro en plena reestructuración.

MÉXICO -- Señoras y señores… Sexto título de Champions League para el Bayern Munich. El primer equipo de todas los torneos europeos que empezó a trabajar para terminar la liga en Alemania. Se preparó muy bien y tuvo tiempo suficiente para llegar físicamente en su plenitud a los juegos de la Copa de Europa, ganando todos sus partidos.

Un campeón invicto que apabulló primero al Chelsea y después al Barcelona, un Bayern que derrotó al Olympique de Lyon y se presentó a la final ante un París Saint-Germain, que había jugado menos partidos porque ya tenía el título de la Liga Francesa, pero que tuvo descanso suficiente, cosa que no sucedió con los equipos ingleses, españoles e italianos que tuvieron que alargar su temporada y cuando llegó la Champions estaban físicamente fuera de combate.

Coman
Getty ImagesComan, el autor del gol de la victoria, con la orejona

Pero esto no le quita ningún mérito al Bayern Munich. Es un equipo que juega con cinco hombres infranqueables en el medio campo, que cuando pasan esos cinco tiene cuatro atrás y después de ellos está un portero como Neuer que las saca todas.

Es una pena que Lewandowski no sea premiado con el Botín de Oro porque la UEFA suspendió las premiaciones, pero seguramente el Bayern le dará una réplica del botín por esos 15 goles que anotó en Champions League. Histórico además, un dato de MisterChip, que el polaco fue además máximo goleador de la liga, el que más tantos metió en la Pokal y el que más anotó en la Copa de Europa. HISTÓRICO.

Dos equipos han ganado dos tripletes. Dos tripletes el Bayern y dos tripletes el Barcelona. Hoy uno de ellos está en la cúspide y el otro en plena reestructuración.

Del París se puede decir poco, un equipo con presupuesto del estado Catarí que ha gastado miles y millones de euros y no puede lograr el campeonato. Con dinero no se consiguen los títulos, se consiguen con trabajo y con buenos jugadores, que sí tiene el PSG, pero que ayer desaparecieron. Neymar, Mbappé, Di María, sus grandes figuras no se vieron.

El mejor jugador del partido, a mi gusto, fue Thiago, el mediocampista hispano-brasileño que dio cátedra en el medio campo para manejar a su equipo. El segundo mejor fue Kimmich, el lateral derecho que subió y bajó, contuvo siempre a Mbappé y Neymar por su banda, además puso el centro para gol.

Merecido título para el Bayern Munich.

Se acabó el futbol europeo, por ahora. Regresará con las compras y los cambios de jugadores de equipo a equipo, no se gastará mucho, pero algunos clubes se van a reforzar más que otros, y vendrán las ligas en septiembre.

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Eso debería decir para un club de futbol que presenta estadísticas impresionantes y un comportamiento impecable dentro del campo de juego, adaptado a los complejos tiempos que afrontamos. El Bayern de Múnich ha completado una gesta histórica: la Liga, la Copa y la Champions. Y lo ha hecho basado en las propias características de su juego, de su mentalidad, que le sirvió para adaptarse a dos 'mundos' completamente diferentes en el futbol y en la humanidad misma: el de antes de la pandemia y el de después de la pandemia. Si alguien va a colocarle un 'asterisco' al título del equipo bávaro, este debería decir que se acercó, que coqueteó, con algo que no existe ni en el futbol ni en la vida misma: la perfección…

Bayern
Getty ImagesBayern celebra su sexto título europeo

SAN DIEGO, California.- En una época nada propicia para encontrar la perfección futbolística, el Bayern de Múnich se asoma como el Campeón de Europa con un nivel y una excelencia que asusta a propios y extraños.

La humanidad y el propio mundo del futbol viven --sobreviven-- hoy agobiados por las dudas, pero nadie tiene duda de que el equipo alemán es el mejor de todos. Sus números de toda la temporada son realmente impactantes y asombrosos. Una sola derrota, un empate, campeón de la Bundesliga, monarca de la Pokal (La Copa) y vencedor invicto de la Champions. Antes y después de la pandemia, el Bayern era el soberano de los clubes en el futbol europeo, hoy, lo es más que nunca y para prueba ha amanecido en el ranking de la UEFA como el club con el mejor coeficiente de las últimas cinco temporadas, por encima del Real Madrid, del Barcelona, del Liverpool, de la Juventus y de todos. El mejor es el Campeón. Punto.

Pero, seguramente hay más que números fríos y estadísticas portentosas en este equipo de futbol. Primero, yo destacaría su estilo de juego, que pondera la posesión del balón como una forma de atacar y también de defenderse. El Bayern casi no le presta la pelota sus rivales y de tal forma se cuida y tiene más probabilidades de hacerle daño al oponente. Luego, hay una calidad individual sobresaliente en este grupo: desde Lewandowski, pasando por Gnabry, Müller, Thiago Alcántara, Kimmich, Goretzka, Neuer y hasta las irrupciones de los jóvenes Alphonso Davies y de Kingsley Coman.

Flick
Getty ImagesEl entrenador del Bayern Munich, Hans-Dieter Flick con la Orejona

Sobre el gran talento individual y la inobjetable capacidad colectiva, hay un elemento a tomar en cuenta: la mentalidad. Un equipo que no se da descansos en la competencia, que sabe qué es lo que quiere y cómo lograrlo y que jamás pierde el control. Si hace un gol, busca el otro, no especula, no defiende, no depende del rival para ejecutar su plan de juego. Ellos, como buen club alemán, salen a hacer lo suyo sin importarles demasiado los demás.

Hemos visto una demostración impecable y yo diría que tan próxima unan 'perfección' --que se supone no existe en el futbol-- que asombra a cualquiera. Un equipo que supo sobreponerse a las circunstancias que afrontó la humanidad, una pandemia, que separó a los atletas de los campos de ejercitación y que encerró a mentes libres en sus casas. Ellos, los del Bayern Munich, fueron iguales y hasta mejores antes y después de la crisis sanitaria. Se adaptaron a los protocolos, a las tribunas sin aficionados, a los cambios en el formato de competencia. Impecables, grandiosos, omnipresentes. Yo me atrevería a colocarles un asterisco --y no es el que todos suponen de una Champions irregular--. En mi asterisco diría: El Bayern de Múnich, casi perfecto…

@Faitelson_ESPN

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En una Champions marcada por la pandemia, el Bayern ha demostrado que si de empuje se trata ellos pueden más que muchos.

Al final pudo más el músculo alemán, la maquinaria casi perfecta del Bayern, que se convierte en el primer equipo en la historia en conquistar la UEFA Champions League ganando todos sus partidos, el 100%. El gigante alemán ha ganado su sexto título de Europa y lo redondea con un triplete inapelable, tal y como lo hizo Juup Heynkess en 2013, pero este tal vez de manera más contundente, con mano de hierro.

Este domingo en Lisboa superaron por la mínima al París Saint Germain con gol anotado por Kingsley Coman, ese que fue el único cambio en el once inicial que mandó el entrenador Hansi Flick en lugar de Ivan Perisic. El francés respondió con el gol y manifestándose como el jugador que despuntó en el segundo tiempo, después de un primer tiempo sin goles. Porque además del gol, Coman tuvo el segundo al 62 pero Thiago Silva se lo impidió con una salvada a centímetros de la línea de gol.

Bayern
Getty ImagesComan, autor del gol del título para Bayern

No estuvo exento de sobresaltos el triunfo para el Bayern. Su línea defensiva, que es su eslabón menos fuerte, sufrió la baja de Jerome Boateng al minuto 25 por lesión. Cuando la velocidad explosiva de Neymar o Mbappé los superó, se agigantó la figura de Manuel Neuer, figura indiscutible del partido. El portero de los bávaros salvó tres con sello de gol, una de ellos generada por un terrible error de David Alaba en una entrega por el centro. Cuando fue requerido, Neuer respondió como lo que es, un porterazo.

Flick llegó como entrenador interino en lugar de Niko Kovac el 3 de noviembre de 2019, nueve meses después los ha llevado a ganar todo lo posible. Historia fantástica. Es el octavo entrenador que se corona en Europa después de entrar como relevo. Equipos absolutamente distintos con la misma materia prima, parece mentira. Faltaba armonía y mucha intensidad, ese alto voltaje que se convirtió en su sello al momento de disputar cualquier partido, incluso desde la salida del rival.

ESPNArte de campeón del Bayern Munich

El PSG llegó a su primera final de Champions de la historia. Tanto gasto, unos mil 300 millones de euros desde que llegó la inversión catarí, para quedarse en la orilla. Habrá que ver si sigue Thomas Tuchel, cuyas diferencias con el director deportivo Leonardo son bien sabidas. Ahí queda la decepción de Mbappé, que a sus 21 años ya es campeón del mundo pero le falta lo más alto a nivel de clubes, y las lágrimas de Neymar, a quien le deberá quedar la lección que cuando se dedica a jugar y se olvida de los excesos, puede alcanzar vuelos altísimos.

El Bayern es un distinguido miembro de la realeza del futbol mundial. Los Maier, Beckenbauer, Muller, Hoeness, Matthaus, y compañía sonríen. Su sólida planificación deportiva lo tiene de regreso en la vanguardia. En una Champions marcada por la pandemia, la eterna interrupción que empujó la final hasta este 23 de agosto, el Bayern ha demostrado que si de empuje se trata ellos pueden más que muchos. ¡Enhorabuena campeones!

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ESPN
MÉXICO -- Señoras y señores… Las semifinales de Champions League tienen como favorito al Bayern Munich. Hoy no están los equipos ingleses que gastan tanto dinero en comprar jugadores como el Manchester City, Manchester United, el Chelsea; todos los equipos de Inglaterra invierten millones y no hay ni uno de ellos en competiciones europeas, ni siquiera en la Europa League.

El último de ellos, el Manchester United, era la gran expectativa de los ingleses y terminó perdiendo ante el Sevilla en las semifinales de Europa League.

Getty ImagesBarcelona quedó eliminado en la UEFA Champions League, terminó en segunda posición en La Liga y no llegó a la Final de la Copa del Rey.

Y en la Champions League tampoco están los españoles, equipos que han estado dominando y que fueron protagonistas del torneo durante los últimos 10 años, tenían siempre semifinalistas, finalistas y campeones.

Se quedó fuera el Real Madrid porque no escogió la Champions League para ganar este año, quería LaLiga y así lo consiguió. Se quedó fuera también, y de fea forma, el Barcelona, que no se lo merece por su juego, se lo merece por los directivos que no supieron manejar el equipo, con contrataciones pésimas, con jugadores “fuertes” que ya no aportan calidad, algunos de ellos ya veteranos y que en el último partido no supieron rodear a Messi; una directiva que mantiene todavía a jugadores como Dembélé, que se lesionó 9 meses.

Para aquellos que piensan que el futbol francés está triunfando, se equivocan, están triunfando los jugadores franceses que juegan fuera de la Ligue One, es por eso que la liga francesa no está catalogada dentro de las mejores de Europa.

Los buenos jugadores franceses, a excepción de Mbappé, salen de Francia para jugar en otros lados ya sea en España, Italia o Inglaterra. Algo similar pasa con los futbolistas portugueses, dejan su torneo local y se van a esas grandes ligas a crecer.

En cuanto al Bayern Munich, es un equipo que se reestructuró rápido, pasó de ser un conjunto que no caminaba a trabajar perfectamente en la cancha, y se aprovechó que el Barcelona estaba jugando pésimo, ya se veía venir este fracaso del conjunto culé, el mismo Messi lo dijo: “Con esto no nos alcanza para llegar a la final de la Champions League”.

Seguramente el Barcelona tendrá que invertir, volver a la cantera, proteger a Messi y llevar a un técnico que tenga la idea de Johan Cruyff, todo apunta que sea Ronald Koeman, el entrenador de la Selección Holandesa que fue jugador y campeón de Europa con el equipo catalán. Sin duda tendrá que inventar otro estilo, porque a pesar de jugar bien a momentos, no se ganan los partidos y esta Champions se quedó fuera.

Así le pasó también le pasó al Manchester City de Guardiola, uno de los mejores técnicos, pero no es posible que le pidiera a su equipo que jugara en el medio campo al Olympique de Lyon, un conjunto limitado, con jugadores de padres africanos nacidos en Francia que el entrenador ha ocupado de la manera correcta.

Con dos o tres oportunidades en la cancha, el Lyon le ganó al equipo inglés, otro fracaso más para el Manchester City, que a pesar de haber gastado 700 millones de euros en refuerzos, su defensa fue un desastre.

Esta Champions se queda con el Bayern Munich como claro favorito, porque al PSG, a pesar de que Neymar se ha recuperado, le costó mucho trabajo llegar a semifinales ante el Atalanta. Pero bueno, los equipos grandes, por su historia y sus títulos, volverán y pelearán nuevamente por los trofeos. Por otro lado, algunos de los equipos que jugaron a un solo partido en esta Champions League de Portugal, desaparecerán.

Creo que viviremos un gran domino del futbol alemán, como se vio en otras épocas con futbol inglés o el futbol español. Todo esto se da de acuerdo con la capacidad de los equipos para decidir la Champions, su capacidad de ganarla.

Veremos qué pasa.

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¿Quién habrá tenido un peor fin de semana? ¿El Barcelona con sus ocho bofetadas ante el Bayern Munich, el Manchester City con el petardo ante el Lyon, o el Manchester United eliminado ante el Sevilla?

Nada que iguale el petardo catalán. El Barcelona se ha empeñado por encontrar sótanos más profundos para abandonar las últimas tres Champions. Primero fue el fiasco de Roma, luego la remontada de Anfield y ahora el 8-2 ante el Bayern. La más reciente humillación habrá dejado al Barça de nueva cuenta sin entrenador, sin rumbo en el proyecto deportivo y con serias dudas en cuanto a la continuidad de su base dura del vestidor.

Getty ImagesBarcelona fue goleado 8-2 por Bayern Munich en los Cuartos de Final de la Champions League.

El 8-2 no fue un accidente del futbol, fue consecuencia de un proyecto endeble, de la falta de credibilidad del entrenador y la ausencia de futbol de conjunto. El único camino para ganar que tenían pasaba por Lionel Messi, muy peligroso depender tanto de un solo jugador para enfrentar al Bayern, aquí lo escribí hace una semana. Pero lo más serio es cómo se ha alejado el Barcelona de los pilares que lo hicieron grande en el pasado, de su cantera, y del poco criterio para dilapidar cientos de millones de euros en futbolistas como Dembélé, Griezmann y Coutinho.

Pep Guardiola ha sido incapaz de meter al Manchester City siquiera a las semifinales después de gastar más de 700 millones de euros en fichajes desde que llegó. Sigo considerándolo el mejor entrenador del mundo, sin embargo, se equivocó el sábado ante el Lyon. En el juego más importante se inventó una línea de cinco defensores, sacó a De Bruyne de la posición en que más daño hace y prescindió de Bernardo Silva.

Ganó el Lyon con todas las de la ley, aunque quién sabe qué historia habríamos visto si Sterling acierta al 86 a boca de gol. Y sí, sostengo que Guardiola es el mejor del mundo porque ha conquistado España, Alemania, Inglaterra y Europa con el Barcelona, siempre con su marca registrada de futbol de presión, verticalidad, buen trato de balón y poderío ofensivo. El City se alejó de esa versión ante el Lyon y está con justicia eliminado. Ojo, tampoco hay entrenador que las gane todas.

La caída del United fue en medio de un partidazo ante el Sevilla, pero no deja de ser un fracaso para los de Ole Gunnar Solskjaer. De entrada, su plantilla duplica en valor a la del Sevilla (757 contra 338 millones de euros), fueron claramente superiores, pero eso no es suficiente en juegos de eliminación directa. Perdieron en Semifinales de la FA Cup, tuvieron su peor inicio en mucho tiempo en la Premier y ahora esto en la Europa League. El futuro es promisorio con la juventud de Mason Greenwood (18 años), Marcus Rashford (22) y Anthony Martial (24), pero perder una Semifinal de esta forma, duele mucho para un grande de Europa.

El dinero no compra títulos, un solo crack no siempre resuelve eliminatorias. El trepidante cierre de la temporada europea ha dejado lecciones muy duras en un fin de semana obscuro para algunos.

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