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Tomás Boy reclama que el árbitro estorba en el gol de Cruz Azul

LOS ÁNGELES -- Toluca y Monterrey quieren agregarse, pero Cruz Azul y América juegan ya una Liga aparte, su propia Liga. En un demencial ataque de optimismo, podría decirse que ambos visten galas de finalistas de este Torneo Guard1anes 2021.

La Máquina y El Nido, por caminos distintos, pero de entre sus propias ruinas, ambos, han irrumpido como los poderosos de la competencia. Por encima, claro, de todas las expectativas y de toda expectación.

Entrenadores reclutados en la pasarela de la desesperación y con las alarmas escandalizando el entorno, Juan Reynoso y El Indiecito Solari, recibieron a su respectivo Lázaro, rescatándolo de la plancha de las autopsias. Y ambos se levantaron y anduvieron... y andan todavía.

Azuzados por el escepticismo (¿dónde está el paredón para quienes debemos ser ajusticiados por hocicones?), el peruano y el argentino han sacado provecho a sus respectivas infanterías, para despegar como líder y sublíder del torneo, con el agregado de que la burocracia gansteril de la FMF le escamoteó tres puntos a las Águilas.

Este miércoles por la noche, Cruz Azul y América demuestran que llegan por caminos distintos al puesto de control de la Liga Mx. Los de La Noria hasta con ciertos lujos, y los de Coapa cada vez con menos soponcios.

Imago7Cruz Azul

A La Máquina, con siete cambios, y variantes durante el juego mismo, le alcanza para almorzarse (1-0) al molusco mazatleco, hasta desatar la ternura del técnico Tomás Boy, quien considera un irrespeto que le enviaran a los vagones y no a toda la locomotora por delante. ¡Desagradecido!

América sigue jugando feo, aburrido, traicionando la alcurnia de espectacularidad y hasta de atrabancamiento ofensivo, pero allá, en el segundo lugar, y distanciándose de Toluca (1-0 a Tigres) y Monterrey (6-1 a Juárez), poco llegan los ronroneos de los inconformes. Dicho está: el fin justifica los medios y los miedos.

Cruz Azul hace mejor futbol. Aún con todo el armazón modificado, comenzando desde la portería, hay orden, hay ímpetu, hay entendimiento y hay atrevimiento. El 1-0 es un acto de compasión hacia Mazatlán, que pierde un tentáculo a los ‘23, por expulsión de Gael Sandoval. Lo más importante: este Cruz Azul no baja la guardia, no menosprecia, no se conforma.

Miguel Herrera habría lloriqueado porque le juntaron partidos de alta tensión: León y Chivas, en ruta, y después de los oasis ante Mazatlán y Necaxa, cierra con Tigres, Cruz Azul, Toluca y Pumas. Pero, el América, ahora de El Indiecito Solari, sabrá de qué está hecho su plantel, al agregarse dos juegos de Concachampions ante el Olimpia.

El cierre de Cruz Azul parece menos entrampado: Pumas urgido, Monterrey, Atlas despertando, descanso ante Juárez y Chivas, para desembocar en América, San Luis y Tijuana, con partidos de Concachampions ante el haitiano Arcahaie. Y Reynoso ha empezado a organizar los relevos, las rotaciones, para evitar desgastes excesivos, más allá de que su adversario inmediato en Concacaf, apenas asoma la nariz hasta en Wikipedia.

Y mientras América y Cruz Azul han decidido jugar su Liga aparte, Chivas insiste en apartarse de la Liga. Es un equipo confundido. Un equipo preso de desconfianza. Parecería que desde el cuerpo técnico no recibe los argumentos o las armas necesarias para creer en sí mismo. Y los jugadores, además, han empequeñecido su corazón y sus gónadas.

Sufrieron, impensadamente, este miércoles, cuando tenían la mesa puesta para ganar, gustar y golear. Un Querétaro sin Valencia ni Magallanes, más lesionados, lo tuvo contra la lona. Dos chiripazos lo rescatan: un taconazo de José Juan Macías, pero desviado por la defensa, y el cabezazo de Miguel Ponce al minuto 94.

Anecdótico y revelador el festejo del Pollo Briseño, quien asesta el primer cabezazo para el gol de Ponce. El efusivo zaguero central se desboca hacia la banca como si hubiera ganado una Final de Copa del Mundo. Este pollito no sale aún del cascarón de su realidad: ¿cómo festejar un empate agónico, ante un rival diezmado, y con una nómina tres veces más barata: 68 millones de dólares del Rebaño contra 21 mdd de los Gallos Blancos?

El Guadalajara está arañando puestos de repechaje, con 11 puntos, mismos que tienen Tigres y Querétaro. Pero, lo más grave es que ha encontrado la rutina de tener una actuación aceptable, como ante León y Pumas, para después volver a la abulia, la indolencia y el chiripazo para sacar resultados.

El ex Rey Midas, Víctor Manuel Vucetich, sigue tratando de encontrar un equipo base, pero sigue dando tumbos en ese intento, porque súbitamente ocurren bajas de juego inexplicables, o aparecen lesiones, o su propio paladar caprichoso, decide hacer modificaciones drásticas.

Así las cosas: Cruz Azul y América en la festividad de organizar su propia Liga, mientras el Guadalajara parece agregar otro torneo a su cadena de lamentaciones, y seguir rascando esperanzas de meterse al repechaje.

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LOS ÁNGELES -- Juega bien. Gana. Se metió en el pent-house del torneo. Exorcizó a los Diablos Rojos vencidos por la señal de la Cruz Azul. Y sí, de nuevo la cruzazuleó… pero en el primer tiempo.

La Máquina tuvo otra jornada esplendorosa. Gana Cruz Azul por 3-2 y baja del cielo competitivo a los Diablos. Golazos de Jonathan Rodríguez y Pol Fernández, y un obsequio chusco con menisco externo izquierdo del Piojo Alvarado.

Sí, Juan Reynoso, si tuviera a la mano una edición dominical de Los Ángeles Times, de hace unos 20 años, de esos ejemplares de más de 100 páginas, te la llevaría a La Noria y te imploraría un violento periodicazo en el hocico para este bloguero en descrédito, que como otros millones de escépticos, dudo de ti, de tus jugadores, del equipo y hasta del derecho a gozar del privilegio de la duda. Sólo te pido que no mojes el periódico antes de la justa venganza.

Engrandece aún más la victoria de Cruz Azul, la postura gallarda, indeclinable, rabiosa del Toluca. Nunca cejó, nunca se rindió, nunca claudicó. Mantuvo una fascinante fe endemoniada hasta el último minuto, hasta el último hálito de azufre, hasta el último tufo de malignidad.

Cruz Azul parecía sentenciar el juego con la firma soberbia del Cabecita, al minuto 6, y con una anotación de ésas, de marca registrada 'Chicharito', Alvarado, al intentar una volea, termina retorciendo la pelota con la cabeza del fémur o con algún espacio inidentificable de su anatomía, al minuto 27.

Pero, el 2-0, más allá de la perturbación, el desorden y desazón que provocó en Toluca, no apagó las vísceras encendidas de maldad contra Cruz Azul. Y claro a la maldad quiso agregar perversidad invocando la oración negra de las cruzazuleadas.

Porque al minuto 44, Miguel Barbieri se barre a unos metros de la línea de gol para empujar el 2-1, ante una indecisa zaga celeste. El 2-2 parece cortesía arbitral de Óscar Macías, que cobra con un fogonazo de los mil demonios, el goleador de los Diablos, Alexis Canelo.

En ese mismo primer tiempo, Cruz Azul pudo haber finiquitado el partido y alejado los malos espíritus escarlatas. Orbelín Pineda y Jonathan Rodríguez yerran de cara al gol y de manera increíble, pero, para agregar más guiños chuscos al juego, un remate del mismo Cabecita se enreda en los pies del silbante Macías, pésimamente colocado, y termina enviándola hacia afuera, para, además, reanudar el juego con una pelota muerta para Toluca.

Pero el partido sobrevivió a los ya habituales dislates o fechorías arbitrales de los silbantes mexicanos. Porque, necesario reiterarlo, aparte de la devoción por la victoria, ambos equipos eligieron hacerlo con lo más depuradito de su futbol.

Y como premio llega el golazo de Pol Fernández. Aparece en el corazón del área, y en el 63, con un remate de bicicleta, casi de Karate Kid, pesca el servicio de Orbelín Pineda con brutal impacto.

A los nombres de los goleadores, agregue al mismo Orbelín, en su mejor momento, y a la glorificación reiterada de Luis Romo como el mejor jugador de este Guard1anes 2021.

¿Qué se ilusionen los aficionados cruzazulinos? Que lo hagan. Tienen 23 años en ese apostolado, en esa catequesis de la frustración, y no vaya a ser que este 2021 sea, finalmente, el año del Juicio Final… para esta maldición y conjuro que azota a Cruz Azul.

Por lo pronto, jugándose la Jornada 7, La Máquina marca el curso del torneo mexicano, haciendo mejor futbol que el resto de la caravana, incluida su víctima de este sábado.

Y sí, Juan Reynoso, venga, en el puritito hocico, con el ejemplar enrollado de una edición dominical del Excélsior de los años setentas, con toda la vehemencia que sea necesario, nomás, no lo empapes…

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ESPNDavid Faitelson

Liga cuatro triunfos, lo cual es un verdadero “milagro” en la irregularidad de la Liga MX, se mete entre los líderes, juega mejor, presume “la musculatura” de su plantel y muestra un nivel de compromiso que supone que lo de las semifinales ante Pumas del torneo anterior quedó enterrado para siempre, pero ya antes, Cruz Azul había simulado un estado de gracia que debía terminar con su largo ayuno de títulos. Y al final, no lo logró. Debemos ir con calma. Hoy, parece alcanzar con la nueva esperanza que este club extiende a sus aficionados. Pero hasta ahí nada más…

SAN DIEGO, California.- Nada que no haya ocurrido ya en los últimos 23 o 24 años: un Cruz Azul que genera un manto de esperanza a su alrededor. Con eso, definitivamente, no le alcanza.

Pero este club, a pesar de las críticas, ha sido el mejor o el más regular del futbol mexicano en, al menos, los últimos 14 meses. Acaba de ligar cuatro triunfos en el torneo actual, lo cual para la irregularidad de la Liga MX supone toda una hazaña. Pero no solo eso, la mejoría del equipo en cuanto a funcionamiento y a la actitud ha sido gradual y poderoso.

“Estamos en eso”, dijo Juan Reynoso la semana pasada en el programa Futbol Picante de ESPN cuando se le preguntó sobre si el grupo de futbolistas ya había superado toda la vorágine que ocasionó el fracaso en las semifinales del campeonato anterior, cuando dejaron ir una ventaja de cuatro goles ante los Pumas de la Universidad. Y puede que el miércoles por la noche, en el Estadio Universitario de San Nicolás de los Garza, Cruz Azul haya mostrado que está recuperado o que está muy cerca de lograr esa recuperación total, que, a su vez, le permita concentrarse en lo que ha sido su cometido de las últimas dos décadas.

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Imago7Cruz Azul derrotó a Tigres en la jornada 6 de este Torneo Guard1anes 2021.

Pero, vamos y debemos ir con calma cuando se trate de un pronóstico sobre el estatus futbolístico y mental de este club. Ya en otras ocasiones, nos ha fintado para después terminar de engañarnos sobre su capacidad real.

Cruz Azul fue un auténtico vendaval en los primeros 30 minutos ante el equipo que todavía suspiraba por los elogios que acumuló en su participación del Mundial de Clubes. Cruz Azul pudo, en ese trepidante ritmo que propuso, meterle dos y hasta tres goles a los Tigres. Con un Luis Romo cada día en mejor estado futbolístico y con jugadores que mostraron velocidad y profundidad como Orbelín Pineda y Roberto Alvarado, “La Maquina” asfixió a Tigres en la primera parte y luego se dedicó a conservar el resultado. Al mismo tiempo, Reynoso mostró la “musculatura” del plantel celeste haciendo ingresar a Pablo Aguilar, a “Pol” Fernández, a Walter Montoyay a Ignacio Rivero. En la banca, se quedaron futbolistas de la calidad de Santiago Giménez y de Elías Hernández.

Pero hubo, además, algo más evidente que el tema futbolístico en este Cruz Azul. Un cambio de actitud, una manera de correr, de pelear, de meter la pierna que siempre parece esconderse en los momentos claves de la eliminatoria. Incluso, con Jonathan Rodríguez, quien tuvo una falta grave a la disciplina y que hoy, aún sin encontrar su mejor forma, parece decidido a ser el jugador que marque diferencia en el campo.

Las insinuaciones o intenciones que muestra hoy para jugar mejor, ganar partidos y reflejar el nivel del compromiso son una buena señal, pero debemos ir con calma, con mucha calma en Cruz Azul. La fecha 6 o 7 no es un “momento clave” y este equipo ha mostrado todas sus carencias en otra zona de la competencia.

Digamos que Cruz Azul ha esparcido nuevamente un manto de esperanza a su alrededor. Pinta y se siente bien, puede y debe ser todavía mejor, pero nada que no hayamos visto y reconocido en los últimos 23 o 24 años. Yo, al menos, no me iré con la finta esta vez…

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- La Máquina de Cruz Azul transporta, de momento, a un estado de contrición, de arrepentimiento y de bochorno. Y a suspiros, más que a soplos, quiere avivar esa llama exigua de la ilusión, esa misma que es capaz de pasar de antorcha o de pebetero, a una triste chispa mortecina con 23 años de eternidad.

Arrastraba cuatro derrotas, dos de alto calibre (Pumas, LAFC, ), y dos con la resaca post mórtem: Santos y Puebla. Ahora, tres victorias, cierto, ante equipos rescoldo del futbol mexicano: Pachuca, Querétaro y Necaxa. Sin embargo, en los glaciales de fracaso, hasta ese beso cálido de las zaleas de equipos roedores, es apreciable.

Imago7Juan Reynoso en la visita de Cruz Azul a Necaxa.

Cruz Azul es líder del Guard1anes 2021, una posición con la que llegó a encariñarse en 2020. Pero, ya lo sabe, está curtido de ello, ser el amo de la cúspide, puede volverse tóxico, enajenante, peligroso.

2-0 a Necaxa. Con más autoridad que embeleso, La Máquina venció a un equipo con el que el Profe Cruz hace el milagro de al menos oponer resistencia. Participa en una Liga Mx con jugadores cuyos currículos no merecen ni el desperdicio de la hoja.

Como en cualquier torneo, aún en esta liga huachicolera, tres victorias y un liderato, que puede ser efímero y hasta ficticio, deben ser un bálsamo de esperanza hasta para espíritus embalsamados y yertos, como los de la cofradía celeste del desencanto.

Pero, Cruz Azul ha jugado bien. Superó a Querétaro, que promete vestirse en la boutique de la competitividad, y no desaprovechó someter al débil Necaxa, ni al soso Pachuca, aún con su entrenador graduado, según él, en la escuela empírica y mentirosa del bielsismo y el guardiolismo por correspondencia. No se culpe ni a Marcelo ni a Pep por el sacrilegio pueril de Pezzolano.

El fatalismo circunstancial es especialmente fascinante. Cabecita Rodríguez perdió la cabeza, y de caudillo terminó en chivo expiatorio. Una noche de copa y de copas, con una pose de eunuco balandrón, quedaron inmortalizadas en un video furtivo, pirata, traicionero.

La catarsis, la purga y el purgatorio para Rodríguez, terminó por ser el acto de sanación absoluta para Cruz Azul. Arrepentido, cuando voces calenturientas lo querían en el patíbulo celeste, se ha convertido nuevamente en la palanca con la que empujan a La Máquina fuera del atolladero.

Por eso hablaba en el primer párrafo de contrición, de arrepentimiento y de bochorno. Porque no son sentimientos exclusivos de los jugadores de Cruz Azul. Mientras más se redimen ellos, mayor es el reclamo a quienes hemos arrojado el vituperio y la condena, e impúdicamente hemos querido esconder la mano.

Tampoco hay motivos para avergonzarse. La mayor vergüenza la vivieron los jugadores mismos. El 4-0 ante Pumas pervivirá y perdurará como la ofrenda más detestable al fracaso, con esos tufos a sospecha, a desprecio, a irrespeto.

Entre las voces de jugadores y cuerpo técnico hay una confesión. Ese infierno mediático que habían venido viviendo, especial y merecidamente tras las ruinas ante Pumas y LAFC, fue parte del acicate de la supervivencia.

Si el grupo de jugadores fue capaz de inmolarse en su propio infierno, y reconstruirse remendándose con sus propias cenizas, de nuevo con la voz compungida, pero rebelde, de Cabecita Rodríguez, debió sin duda fortalecerlos.

Recordemos que la mejor versión de Cruz Azul en el 2020, fue un acto solidario e íntimo de los jugadores, por encima de los trazos enigmáticos de Robert Dante Siboldi. El espíritu solidario rebasa hasta la sabiduría cuántica de su entrenador, que, obviamente, no es el caso de Siboldi, ni tampoco de Juan Reynoso.

Decía Alvite que “el remordimiento es un recuerdo para el que no se necesita tener memoria”. En el deporte, como la vida misma, esa urgencia de contrición suele amamantar las grandes hazañas y los pequeños milagros del ser humano. Cruz Azul vive, sin saberlo tal vez, ese momento inescrutable de su propia salvación. Pero, como 23 años lo demuestran, también es capaz, nuevamente, de morirse en la orilla.

En tiempos en que el abuso, el mal uso y el desuso del término “resiliencia” lo han devaluado, como si estos tiempos de encerrona fueran la aventura extrema de nuestras vidas, cabe sin embargo atribuir a esa capacidad para fortalecerse en la adversidad, esta aparente resurrección cementera.

Mérito tiene sin duda Juan Reynoso. Si al ejército de desarrapados del Puebla lo convenció de someter a los opulentos señoritos aburguesados de Rayados, y meterse en la Liguilla, tal vez, habrá hecho esa labor de zapa en los espíritus dañados de Cruz Azul.

Con tres victorias, La Máquina se gana el derecho a la duda, al escepticismo, algo de lo que hace un mes no gozaba.

El tiempo dirá si esa trémula llama que alimenta más a suspiros que a soplos, tras estos triunfos, merece convertirse en el pebetero orgulloso, o se apaga simplemente con la brisa amarga del fracaso, como desde hace 23 años.

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Y nadie que entienda la historia del club azul puede aplaudir su actuación del lunes en Pachuca. Cruz Azul tiene la obligación de cuidar las formas, las maneras, el estilo. Su primera victoria del año ha llegado en medio del sufrimiento y la incapacidad de presentar un futbol atractivo, patogénico y acorde con lo que ha sido su pasado glorioso y lo que significa su presente con uno de los planteles más caros y poderosos de la Liga MX. Cruz Azul no puede ni jugar ni ganar así. Juan Reynoso lo sabe, sabe que no esta más en el Puebla y que si no mejora, estará lejos, muy lejos de los estándares que exige un “equipo grande” del futbol mexicano...

SAN DIEGO, California.- Los “equipos grandes” o que se jacten de ser “grandes” de acuerdo a su historia y a sus éxitos tienen la obligación de comportarse siempre como lo que son, ”grandes”, y salir a jugar de la mejor manera posible al futbol. Invariablemente, se les exigirá que, además del resultado, cuiden la formas, las maneras, el estilo...

Imago7Cruz Azul ganó a Pachuca con una anotación de Juan Escobar.

Cruz Azul ganó por primera vez en el torneo y por primera vez desde aquella “noche trágica” de diciembre en el Estadio Olímpico Universitario, pero lo hizo alejado, casi por completo, de la condición que dicta su pasado en el juego. Lo hizo agazapado en la cancha, con pocas propuestas ofensivas, carente de protagonismo y dependiendo de su veterano portero, José de Jesús Corona y de cierta fortuna, la que falló el argentino Mauro Quiroga al final el partido es realmente increíble. Cruz Azul, la verdad, ganó sus primeros tres puntos de milagro.

“Vamos a jugar mejor”, promete el entrenador Juan Reynoso y tenemos que creerle porque suponemos que él entiende que ya no está más en un club de los tamaños del Puebla, donde sacar resultados como lo ha hecho el lunes en Pachuca eran “el pan de cada día”. Hoy, el peruano dirige a Cruz Azul, el mismo equipo que durante algunas temporadas gloriosas él encabezó con mucha elegancia desde la zaga central. Cruz Azul no puede jugar así ni ganar partidos de esa forma por más premura o urgencia que tenga. Aunque es verdad que tenía ausencias destacables, ” Cabecita” Rodríguez, Romo y Pablo Aguilar, Reynoso paro cuadro con una línea de cinco, seis y hasta siete defensores, un mediocampo poblado y un delantero como Santiago Giménez, perdido, solitario, en el horizonte. Jugó al contragolpe, aprovechó un tiro de esquina y un portentoso salto del paraguayo Juan Escobar y sufrió en demasía en los últimos minutos con Corona y los postes como figuras. Así obtuvo Cruz Azul su primer triunfo del año.

El problema no es Cruz Azul, que supongo que no esta cómodo bajo esa clase de actuaciones, el problema real esta en un ambiente donde hay quienes creen que los resultados son la parte más sagrada de un equipo de futbol y puede, insisto, que, en muchos otros casos, ese tipo de acciones alcancen un nivel de proeza, pero en Cruz Azul, no. Más si cuenta con el material humano, un plantel reconocido entre los más caros y completos que existen en la Liga MX. Habrá que exigirle de acuerdo a lo que fue, es y significa la marca Cruz Azul en la historia del futbol mexicano. ¡Por lo pronto, el primer éxito del torneo llegó... ¡de milagro!

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- La victoria anestesia, narcotiza, pero no necesariamente cura. Cruz Azul respira mejor, pero no está a salvo. Aún hay un silbido entrecortado de agonía. Se debate, aún, entre la eutanasia y la salvación.

El respirador artificial llegó de Pachuca. 1-0 sobre Tuzos, que sigue esperando magia de Pablo Pezzolano, quien no es Harry Potter, si acaso un ilusionista de kermés.

Las formas importan en un equipo como Cruz Azul. Un equipo de la élite no puede alimentarse de bazofia. Y ganar como le ganó a Tuzos fue como arrebatarle el mendrugo a otro menesteroso. Así no.

La Máquina de 2020, que resistía incluso ausencias como las del lunes por la noche (Luis Romo, Cabecita Rodríguez y Pablo Aguilar), sigue varada, estancada, secuestrada por aquella, la más triste de sus noches tristes, aquella #MegaCruzazuleada ante Pumas.

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Imago 7Reynoso obtuvo sus primeros puntos con Cruz Azul.

El festejo mismo del gol de Juan Escobar, entre una defensa hidalguense que seguramente tomó un curso dinámico de “Cómo no jugar el área” por parte de Chivas, esa celebración misma no tuvo el furor de la fe, de la confianza, del merecimiento, sino del alivio, del sosiego, del desahogo.

Ese festejo del gol de Juan Escobar no fue un festejo para mirar el futuro, sino para ocultarse de su pasado, de esos 23 malditos años de lastre de su pasado.

En tiempos de tormenta, como estos que vive Cruz Azul, el triunfo es un cómodo cobijo, pero es también un frágil, conformista y burdo argumento. Porque, cuidado, el Tsunami sigue afuera, pero, lo más grave, el Tsunami permanece adentro del equipo.

“Se trabaja mejor en la semana”, suelen decir los entrenadores, en un mensaje percudido de fracaso. Olvidan, quienes lo enuncian, que la victoria debe ser su modus vivendi, no su escondite. Pensar así es ampararse bajo el primer mandamiento del decálogo del fracaso.

¿Mejoró Cruz Azul? Si la desesperación por la supervivencia es la única prioridad en un equipo de futbol, lo hizo bastante bien. Entregó al rival la pelota, la responsabilidad, la iniciativa y su dignidad, y se acomodó en el fondo de su trinchera dispuesto a morir más que a matar.

Mientras los desordenados Tuzos de Pezzolano no supieron qué hacer con semejantes ofrendas, de 22 remates consumados sólo seis fueron al arco, y ahí estaba Jesús Corona, quien este martes cumple 40 años, 12 de ellos ya en ese inmenso, celeste y poco celestial Valle de Lágrimas de La Noria.

Pachuca, confeccionado tácticamente para no ganar por parte de Pezzolano, no supo resolver el retrógrado y huidizo crucigrama de resignación expuesto por Cruz Azul, y cargó con la derrota por su pusilanimidad.

El gol llega por un cabezazo de Juan Escobar. Un espléndido remate, en medio de los atolondrados Luis Chávez y Mauro Quiroga. La televisión traería la imagen de Jesús Corona en el otro extremo. No celebra, resopla; no festeja, exhala.

Si el 1-0 tiene la vestimenta del engaño, pudo ser aún peor. Al ‘68, el árbitro demuestra que debió tomar el curso en la escuela nocturna de Chiquidrácula Rodríguez o de César R. Palazuelos. Un claro penalti de Erick Aguirre sobre Adrián Aldrete lo castiga con bote de balón para el Pachuca.

Y los Tuzos ya habían pasado de la desorganización a la desesperación y el desorden, cuando en los minutos finales, El Piojo Alvarado, con piojoso remate, con todo a favor, perdona al Pachuca.

Las victorias, insisto, a veces narcotizan, a veces anestesian más de lo que curan. Para valorarlas, hay que dimensionar el rival ante el que se consiguen. Y este triunfo de Cruz Azul fue tan pequeñito como pequeñito es el Pachuca, y como pequeñito fue el espíritu de la misma Máquina.

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David Faitelson
ESPN

Esa directa y simple pregunta debería resolver la última polémica que se ha generado en La Noria. Y si la respuesta tiene algún rasgo indeciso o confuso, hay que darle las gracias y comprarle el boleto para China o para donde él quiere irse. A Cruz Azul no le sirve un futbolista que no está comprometido con su causa y con la del grupo, así haya sido el campeón de goleo y uno de los mejores jugadores de la Liga MX. A Cruz Azul solo le sirve un 'Cabecita' Rodríguez convencido de que quiere ganarlo todo con el equipo…

SAN DIEGO, California -- El tema de Jonathan Rodríguez se resuelve de forma muy sencilla: Hurgando en la “cabecita” del futbolista y preguntándole de manera directa y clara: ¿Estás realmente comprometido con Cruz Azul?

Cualquier vacilación o duda debe ser suficiente para darle las gracias al futbolista uruguayo y dejar que se vaya a China o a donde quiera que sea su deseo ir. Lo principal, más allá del talento y la calidad indudable del futbolista, está en la actitud, en el compromiso que el jugador esté dispuesto a adoptar en favor de un objetivo, de una institución y de un grupo. Tener a un 'Cabecita' Rodríguez por la fuerza, a disgusto o pensando en otros asuntos que no sean los de la causa celeste, es un riesgo y un desperdicio.

Getty Images

Los últimos días han estado llenos de zozobra en Cruz Azul. La catastrófica caída en las semifinales ante Pumas -aquel vergonzoso e indignante 0-4 en la Ciudad Universitaria- provocó fracturas que podría ser irreparables en la estructura del grupo de futbolistas. Es evidente que algunos nos han tenido la inteligencia suficiente para asimilar la crítica, el reclamo y hasta las acusaciones de la dirigencia. De ser así, es tiempo de decirlo, de exponerlo y de tomar decisiones, pero mientras Cruz Azul no sea capaz de superar ese impacto, ese fracaso, asimilarlo y pensar en el futuro inmediato, los resultados prometen ser adversos.

El estado anímico del grupo de futbolistas que conforman al Cruz Azul se ha manifestado desde una de sus partes más sólidas: el jugador que ganó el título de goleo y que se convirtió en uno de los referentes de la Liga MX. Ciertamente y, en caso de que ambas partes determinen que es oportuno llegar al final de su relación, encontrar a un sustituto del 'Cabecita' será una misión complicada o imposible. Las pretensiones azules en el torneo podrían depender de tener o no al uruguayo, pero a Cruz Azul no le sirve un futbolista sin actitud o descontento. Cruz Azul debe aspirar a tener al mejor Jonathan Rodríguez posible. De lo contrario, no le sirve.

Los futbolistas son -la mayor parte de ellos- seres inteligentes para jugar al futbol. Asimilar una crítica como la que han recibido de los aficionados, de la prensa y hasta de su propia dirigencia es difícil para ellos. Y en México, están más acostumbrados a trabajar entre “algodones”, protegidos, mimados. Les cuesta trabajo asimilar el reproche, así sea después de la vergonzosa actuación que brindaron sobre la cancha aquella noche de semifinales en el Olímpico Universitario.

Lo del 'Cabecita' debe resolverse forma sencilla. Preguntándole: ¿Estas comprometido con Cruz Azul? El último video que circuló por redes sociales mostraba que, evidentemente, no lo está…

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- Alta traición. La juerga, la indisciplina, la blasfemia, la renuncia, el engaño. Sí, alta traición de Jonathan El Cabecita Rodríguez contra Cruz Azul.

En el video que denuncia la francachela que se corrió el jugador uruguayo, aparecen bebidas alcohólicas, señoritas de cabellos largos y faldas cortas. ¡Ah, y gel antibacterial! Además, el uruguayo aparece con el uniforme oficial de La Máquina.

Eso sí, sin guardar su sana distancia, ni respetando el uso del cubre bocas, pero, total, en la prostituida Liga Mx, los torvos directivos (¿y sus entrenadores?), ya pisotean –con el contubernio de la FMF–, el derecho a la salud del futbolista, mandando a la cancha a positivos asintomáticos, sin importar el bienestar de los rivales y de sus familias.

¿En dónde tendría su cabecita Rodríguez para irse de parranda horas antes del nuevo ridículo celeste, esta vez ante el Puebla, especialmente si, como aseguran, se desvivió por convivir hasta las cuatro de la mañana?

¿Por qué alta traición de Jonathan Rodríguez? ¿Por qué, si lo que ha hecho, lo han hecho y lo hacen ya tantos en el futbol mexicano?

¿Por qué lo suyo es alta traición y no lo de otros? Porque él dio mensajes de ser distinto de otros. La Chofis López, El Gullit Peña, Edwin Cardona, Alexis Vega, Uriel Antuna, Chicote Calderón, y todos los que se agreguen, son minúsculos, pequeñitos, liliputenses, momentáneos, intrascendentes, en las grandes épicas.

cabecita funes mori delanteros contagio guard1anes 2021
Imago7Los mejores delanteros no han podido mostrar su mejor nivel, debido a contagios, lesiones, falta de puntería y se extrañan sus goles.

El Cabecita había hecho creer y había hecho crecer la fe en ese Cruz Azul, que suma 23 años de hambruna, de frustración, de impotencia, de fracasos.

Jonathan Rodríguez había ilusionado a la muchedumbre celeste, ávida, sedienta, abnegada, desesperada, de que en 2020, llegaría el momento sublime del reencuentro con esa gloria vedada y vetada para Cruz Azul desde aquel 7 de diciembre de 1997, con más de media decena de finales perdidas.

Y encima, es un acto de deserción. Es una promulga de hartazgo, de rendición, de claudicación. El Cabecita ha abandonado a La Máquina sin abandonarla físicamente. Seguirá ahí, porque su salario de casi 2 millones de dólares lo atenaza… momentáneamente.

Alta traición. Sí. Por si acaso todavía quedaba algún jugador, algún compañero, algún familiar, algún directivo, algún técnico, algún aficionado, dispuesto a creer en él, a seguir creyendo en él, a creer junto a él.

¿Patrocinó este escándalo el mismo Jonathan Rodríguez? No hay porqué descartarlo. En tiempos de crisis, los chivos expiatorios, los mártires, los sacrificados, siempre son bienvenidos. Y a la torpeza manifiesta de sus capataces, les sienta bien el flagelo público a un jugador, especialmente, a uno que fue símbolo en 2020.

A sabiendas de ello, el uruguayo decidió colmar de piedritas la vesícula de sus nuevos dirigentes, que confirman, a su vez, la impericia, la incapacidad, y la forma bisoña en la que se conducen, desde un sitio que les queda demasiado grande.

Lo más grave es que El Cabecita ha perdido la cabeza en su afán por irse de Cruz Azul. Y se irá por la puerta de atrás, por la puerta de servicio, la puerta ignominiosa que conduce a los contenedores de desechos, a los almacenes de lo execrable, al laberinto sin fin de los traidores.

Se irá como decidió largarse un día Iván Marcone. O como se escurrió Igor Lichnovsky. Y tantos otros, todos, al amparo de argucias, de patrañas de sus propios promotores.

Algo más grave: Cruz Azul pagó 4.5 millones de dólares por la carta del Cabecita, y su cláusula de rescisión es de solamente dos millones. Idéntico al caso de Igor Lichnovsky, por quien Cruz Azul asevera haber pagado 3 millones de dólares, pero acordó su cláusula de rescisión por sólo 1.5 millones de dólares.

¿Estupidez o delito? ¿Demencia o cohecho? ¿Torpeza o crimen organizado? Los directivos de Cruz Azul han encontrado siempre la forma perfecta del autorrobo, del desfalco, del suicidio financiero.

Es difícil creer que dirigentes exitosos a nivel empresarial, como los Álvarez Cuevas, hubieran perpetrado semejante estulticia. No fue equivocación, fue una forma amañada de comprar al jugador para venderlo posteriormente con pingües ganancias, utilizando a terceras personas o a mafiosos promotores.

¡Alta traición! Jonathan Rodríguez se plantó ante el umbral de los inmortales de Cruz Azul, donde habitan muy pocos. Se hunde, sin embargo, en la ominosa fosa común de los maleantes que han cruzado por el ya marchito vestidor celeste.

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LOS ÁNGELES -- Merodeando en el mismo vecindario, sus carreras nunca se cruzaron. Javier Aguirre dirigió al Atlético de Madrid, y Santiago Solari tuvo una gestión breve con el Real Madrid. ¿Cuánto se siente uno Colchonero y cuánto se siente el otro Merengue? Sólo ellos lo saben íntimamente. Rivalidad madridista caduca.

Los avatares de la caprichosa Liga MX, los citan este sábado en la Jornada 2 del Torneo Guard1anes 2021. Ambos llegan airosos. Los amparan victorias en la Fecha 1. Cierto, bajo auspicios distintos. Monterrey fue superior al Atlas, y América resolvió bajo el válido chiripazo circunstancial, con golazo de Sebastián Córdova al San Luis.

Algo más tuvieron en común: sus arqueros fueron los prominentes de la jornada. Hugo González y Guillermo Ochoa acudieron a peripecias de saltimbanquis para atajar al menos cuatro balones hambrientos de red.

Un escenario perfecto, pero entrampado para Javier Aguirre. Las circunstancias lo obligan a la victoria, mientras Solari todavía puede refugiarse en el apapacho aleatorio, luego de heredar las ruinas de un equipo que ya estaba en ruinas en el Guard1anes 2020.

1.- El Vasco ya ha podido dejar huella en su grupo. Tiene más días de trabajo. El ‘Indiecito’, a quien le enerva que le llamen el ‘Indiecito’, apenas ha balbuceado indicaciones a una tribu en la que ni están todos los que son, ni son todos los que están.

2.- Monterrey tiene mejor plantel. Línea por línea, es mejor Rayados. Acaso, si pudiera elegir a un jugador del América, Aguirre sólo blindaría a Córdova o a Pedro Aquino. ¿Los restantes?

Serían suplentes de los suplentes de Monterrey. Los titulares de El Nido serían suplentes en Monterrey; los estelares de Rayados serían titulares en América.

3.- Javier Aguirre restablece una paz emocional. Solari encuentra histeria. En Rayados, al irse el ‘Turco’ Mohamed, ya se dio el borrón y empieza la cuenta nueva. Todo está fresco en El Barrial. El ‘Indiecito’ tendrá que sacar leche de la ubre seca que le entrega Santiago Baños, con algunos disidentes a bordo, como Giovani dos Santos, Roger Martínez y Andrés Ibargüen. ¿Mauro Láinez la esperanza? Hasta un reloj descompuesto da bien la hora dos veces al día.

4.- Personalidad. Javier Aguirre es el entrenador llegado de Europa a México con las mejores credenciales, desde la época de Leo Beenhakker. Su arribo genera confianza en el equipo e implica autoridad. Además, el jugador tiene frescas las imágenes de la épica que casi consuma con el Leganés, con sus colegas dejando la vida en la cancha. El ‘Indiecito’ tiene un estigma: la forma en la que ninguneó al futbol mexicano, al jugador mexicano y al técnico mexicano, cuando turisteó en el Atlante.

5.- Monterrey juega de local. Cierto, las tribunas estarán vacías. Y cierto, a veces el flamante estadio regiomontano no ha sido la amorosa y maternal trinchera que se esperaba. Uno de los mejores estadios de futbol de América, aún no alberga una gloriosa vuelta olímpica de la Liga Mx. Pero, es parte del discurso del Vasco: la casa se respeta.

6.- La invitación petulante del #ÓdiameMás. Mediática y virtualmente, América llega escupiendo el rostro de su adversario. Un tibio salivazo lleno de provocación y menosprecio. Es su forma de vida. Así lo enfrentará Monterrey. Sabe que ganarle al América podría ser aplaudido vehementemente hasta por sus rancios enemigos, los Tigres. Darle una descarapeladita a ese plumaje blindado de arrogancia, tiene, para sus adversarios, un saborcito extremo.


Escucha el blog de Rafa Ramos

7.- Hace poco más de un año se enfrentaron en una Final. Monterrey se corona campeón del Apertura 2019 en el Estadio Azteca. Cierto, el arbitraje, siempre exacerbado contra Miguel Herrera, aniquila a El Nido en la Ida y en la Vuelta. Pero, en las Águilas tendrá que trabajar

Solari, como todo un ‘Indiecito’ de la motivación y la estrategia para sublimar los sentimientos de revancha y desquite en el equipo.

Visto así, insisto, la presión se ciñe y se cierne sobre Javier Aguirre e indulta a Santiago Solari. El primero no se guardó la crítica, tras la victoria sobre el Atlas: “No me gustó”. El segundo se quedó mudo, porque además trabajó sin permiso legal para trabajar, entonces hizo mutis comodinamente, pero seguramente poco le agradó lo que vio en la cancha.

Y, por supuesto, este enfrentamiento es el juego que seduce en la Jornada 2. Por la presencia de ambos entrenadores, por el plantel costosísimo de Rayados, y por el historial del América, vilipendiado sádica y recientemente por Chivas en la Liguilla, y por los vestigios de Chivas USA en la MLS (al menos en cuanto a la afición heredada), el LAFC, que lo echa de la Concachampions, y es, además, la onza de bilis que derrama la vesícula de Emilio Azcárraga Jean, para despedir a Miguel Herrera.

Un punto extra a favor de Javier Aguirre. El discurso empieza a tener frutos. Una bala perdida, como había sido Matías Kraneviter desde su llegada, ya se decidió a jugar. Tras cinco años de pulular en la oscuridad entre España y Rusia, al fin tomó forma en la cancha ante el Atlas. Poco mostró, pero mucho más que en los meses anteriores con Rayados. ¿Hará lo mismo Aguirre con el fraude mayúsculo llegado a la Liga Mx como lo es Maximiliano Meza?

Ojo: el árbitro asignado es Jorge Antonio Pérez Durán. Tiene una larga historia de decisiones polémicas a favor del América y en contra de Rayados. Claro, pudieron haber sido accidentes o casualidades, pero…

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LOS ÁNGELES -- The Last Dance. La poderosa expresión generada en ESPN durante la serie, y la semblanza absoluta, sobre Michael Jordan, se avecinda, se enquista, ahora en Cruz Azul.

El técnico Juan Reynoso fustiga a jugadores de La Máquina con esa exquisita expresión, convertida en amenaza: es su último baile, The Last Dance.

Azota así, las jorobas de frustración y fracaso de sus jugadores, de sus frustrados y fracasados jugadores. El Guard1anes 2021, les instiga, es su última esperanza de ser campeones con Cruz Azul.

Nunca preguntes por quién doblan las campanas, Juan Reynoso, están doblando por ti, parafraseando el poema de John Donne, inspirado en la novela de Ernest Hemingway.

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Imago7Cruz Azul fue derrotado por Santos en el debut de Reynoso

Durante 23 años, Cruz Azul ha mantenido una voracidad insaciable. Se ha atragantado de jugadores y entrenadores, algunos de los cuales fueron campeones antes y/o después de haber pasado por ese andén implacable de La Máquina, capaz de zamparse de un bocado prestigios, carreras, esperanzas, futuros.

Por eso, Juan Reynoso, nunca preguntes por quién doblan las campanas. The Last Dance en Cruz Azul tiene en su guardarropa un smoking listo para tu propio funeral.

Tras su letargo luctuoso, tras esas semanas de padecimiento y miseria, tras la #MegaCruzazuleada ante Pumas, La Máquina reapareció ante Santos el domingo pasado. Fue lamentable: los muertos seguían velando a sus propios muertos. La derrota por 1-0 mostró a un equipo indigente, tanto, que hasta los laguneros parecieron equipo de futbol.

En una entrevista imperdible con León Lecanda de ESPN, Juan Reynoso ratificó que no sabe dónde está parado. Le entregaron un desahuciado, urgido, al menos, de primeros auxilios, de maniobras de resurrección. El técnico peruano elige darle un zape al cretino que yace en la plancha de autopsias.

Ciertamente, por la torpeza de los bisoños directivos de Cruz Azul, esos que tienen la autoridad, aunque no el poder ni el mando sobre el equipo, culpa de ellos, pues, Reynoso ha podido trabajar poco. Y encima, lo ha hecho mal.

Los jugadores de Cruz Azul no han olvidado ni jugar al futbol, ni cómo debe jugar Cruz Azul. En esa indigencia de la autocompasión en que terminaron, necesitaban primero de un líder moral, y después, de un entrenador. Y lo que menos necesitaban era que alguien los amenazara públicamente con que este torneo puede ser su último baile en La Noria.

El futbolista, en general, es un ser humano frágil. Mucho más endeble de lo que parece. Elige, muchas veces, el cinismo, la fanfarronería y la altanería, para montar una trinchera, detrás de la cual se agazapa para refugiarse entre los estertores de la duda. En tiempos de crisis, necesita más ayuda de la que parece.

Y ante la legión de leprosos futbolísticos, Juan Reynoso se equivocó de diagnóstico. Primero debe erigirlos, levantarlos, erguirlos, espiritualmente. La memoria futbolística llegará sola, si ellos se sienten sanos, respaldados, fortalecidos, perdonados, y que les recuerden que el futbol ofrece una maravillosa revancha cada siete días.

El entrenador peruano desdeñó o perdió de vista las esquirlas clavadas en el organismo, en el espíritu del competidor. El fracaso fue monumentalmente histórico. Había ganado 4-0 en la ida con una embelesadora supremacía, pero, después, en el Juego de Vuelta, al otro lado del paraíso, en el abismo, sucumbió 4-0, sin meter las manos, sin alzar la voz, sin levantar la mirada.

¿Cómo se puede ser tan poderoso verdugo y 72 horas después ser un guiñapo, un despojo, una aberración de sí mismo?

Reynoso no entendió. No se trata de enseñar a jugar al futbol al plantel de Cruz Azul. No puede y no sabe, por más que quiera. De eso se encargaron antes Caixinha y Siboldi. Lo suyo debió comenzar en el diván, jugador por jugador, individuo por individuo. Lo suyo debe ser sacar esquirla por esquirla, astilla por astilla, del descomunal fracaso.

La directiva de Cruz Azul hace un razonamiento falaz, dentro de sus cabecitas locuaces y poco lúcidas. “Traigamos a uno de nuestros últimos campeones”. ¡Zas! Juan Reynoso llega al mando, apoyado por Óscar Conejo Pérez y Joaquín Moreno. Decisión bobalicona a todas luces. ¿No estuvo ahí ya Luis Fernando Tena, técnico del más reciente título ganado por La Máquina? Y no funcionó.

En las paupérrimas condiciones morales y mentales empotradas en todo el organigrama y en todo el paraninfo deportivo de Cruz Azul, era urgente la llegada de un personaje que estuviera por encima de todo y de todos, excepto, claro, la institución misma. Pero, eligieron a Juan Reynoso, cuyo mayor logro como técnico fue derrotar a los ya derrotados Rayados del Turco Mohamed en el repechaje del torneo anterior.

Y no, no hablo de Hugo Sánchez, cuya llegada habría sido otro craso error. Me refiero a un tipo capaz de identificarse con el paciente y de identificar el daño absoluto. Nombres y hombres, abundan.

Así como prácticamente generalizábamos, para dejar en claro que hay excepciones que confirman la regla, aclaremos que el futbolista es también cínico, sinvergüenza, calculador, oportunista, como reflejo de su propia fragilidad.

El jugador de futbol, antes que cuestionarse, cuestiona a su técnico. Son expresiones de vestidor. Es lenguaje propio de la guarida más íntima del futbolista. “¿Qué ha ganado este tipo (el técnico en cuestión)?”. “¿Cómo me grita o me regaña si es un pobretón que gana menos que yo?”. “¿Cómo me va a ordenar si fue un futbolista mediocre?”. No se ría, son cavilaciones mezquinas de jugadores en apuros. Ningunear a la autoridad fortalece la insurrección.

Hoy, el daño en Cruz Azul es profundo. Tal vez, el peor cataclismo en su historia, especialmente, porque esa afición irredenta, ilusionada, masticaba fantasiosamente, que esta vez sí, que finalmente Cruz Azul sería campeón.

Y La Máquina sufre de un vacío de autoridad, un vacío de poder. En la pirámide de la burocracia habrá quién ordene y organice, pero el poder se ejerce o se desperdicia. Y así ha pasado durante los últimos 23 años, bajo el cacicazgo estercolado de los Álvarez Cuevas.

La Noria se pobló de mercenarios. El organigrama se saturó de kamikazes a sueldo. El sentido y el sentimiento de pertenencia no existe. Prevalece el código fariseo del sálvese quien pueda y llevándose lo que pueda.

Por eso, advertir que es The Last Dance para muchos jugadores en La Noria, equivale a un extravío absoluto de quién debe asumir el almirantazgo de un Titanic sumido en las más profundas aguas de la quintaesencia del fracaso.

Y por eso, insisto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, Juan Reynoso, porque las campanas –también–, están doblando por ti...

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