LOS ÁNGELES -- Juan Carlos Osorio se apoltronó en el palco F21 del Rose Bowl de Pasadena. Iba a desfilar ante él la odalisca en turno, la que eligió abandonando abruptamente a la anterior: Sao Paulo.

Hombre de hábitos o de manías o de supersticiones o de apoyos psiquiátricos o de sabiduría, sacó su libreta y su esfero (pluma o bolígrafo en Colombia).

"Mi padre me enseñó que es mejor un lápiz corto que una memoria larga", dijo el colombiano Osorio alguna vez.

Con su impulsividad rauda para cambiar de equipo y romper contratos, no necesita más. Veremos qué es más corto, su lápiz o su estadía con la Selección Mexicana.

Y ahí, en ese lujoso palco, con un bar surtido y comida que le hizo fruncir la nariz, Osorio comenzó la epopeya de poner por escrito lo que le agradaba y le desagradaba de su nueva faena.

No hay problema de objetivos: México necesita ir al Mundial de Rusia y Osorio quiere ir al mismo torneo. Claro, lo que para uno es una odisea, para el otro es una aventura.

No es lo mismo querer que deber. Osorio quiere, el Tri debe. Dicho está: México es un medio, no un fin para el entrenador.

¿Qué recibe Osorio? Los incondicionales de pasaporte y bandera de Osorio sacan paraguas y sombrilla, lo que haga falta, para aseverar que el Tuca Ferretti le dejó la vara muy alta.

Y esos comprometidos lo hacen con un tonito compadecido, abnegado, lastimero, lastimoso, como pobreteando el destino del técnico colombiano.

1.- ¿La vara muy alta al vencer el Tri el domingo pasado a los despojos y vestigios que deja Jürgen Klinsmann de lo que fue un proceso inteligente de Bora, Sampson, Arena y Bradley?

2.- ¿La vara muy alta con un grupo de jugadores que sólo necesitan el discurso exigente y nacionalista para que salgan a embarrar el pellejo en la cancha?

Porque la entrega del mexicano bajo el esquema del #MasSiOsare es incuestionable. Especialmente si es de la intrascendencia del futbol.

3.- ¿La vara muy alta con un esqueleto sólido de forma de juego con Miguel Herrera que le alcanzó a Tuca Ferretti hasta para improvisar sobre él ante EEUU?

4.- ¿La vara muy alta si se declara apóstol de la doctrina de Marcelo Bielsa y en el Tri los dos capitanes provienen de ella: Rafa Márquez y Andrés Guardado?

Dice que su otro padre putativo es Sir Alex Ferguson. Bueno, ahí que tiemble Chicharito Hernández, porque el Sir fue el que le bajó el pulgar al final en el Manchester United.

5.- ¿La vara muy alta si el mismo Osorio dejó entrever el horizonte cómodo de México en la eliminatoria de la Concacaf, seguramente olvidando que cayó y calló en estado de coma en los dos anteriores procesos eliminatorios?

¿Se le olvida a Osorio que en su propio país están mejor cotizados técnicos mundialistas como Bolillo Gómez y Jorge Luis Pinto que él mismo, que apenas busca colarse a una Copa del Mundo, porque ni su propia selección colombiana le ha tenido fe?

No. Ricardo Ferretti no le dejó la vara muy alta. Lo que le dejó fueron los compromisos lógicos de cualquier entrenador que se meta a ese festín corrompido y corrupto en el que han transformado al Tri.

1.- Debe clasificar al Mundial de Rusia.

2.- Debe ganar la próxima Copa Oro.

3.- Debe ser finalista al menos en la Copa América Centenario, habida cuenta que México juega de local en Estados Unidos.

4.- Debe ganar la Copa Confederaciones, esa misma que ya México ganó una vez en 1999. O al menos semifinales, a donde la llevó La Volpe en 2005. O hasta la Final, a donde llegó EEUU en 2009.

5.- Debe llegar a Cuartos de Final en el Mundial de Rusia.

¿La vara muy alta? En absoluto. Sigue estando a la misma altura de lo que ha estado para otros entrenadores.

¿No puede cumplir con todos esos objetivos? Bueno, será un fracaso más de quien lo eligió y de él mismo, claro.

El problema es que Osorio llega como una medida extraordinaria, como una elección buscando que sus experiencias ¡en la MLS, Colombia y Brasil! marquen diferencia en México.

Bueno, hasta le vanaglorian que fuera uno de los preparadores físicos del Manchester City y que se escapara por momentos a ver cómo entrenaba el Manchester United, al que no le interesó contratarlo como auxiliar de Ferguson.

No, la vara no está muy alta, y tal vez él tampoco la vea tan alta, pero los abogados espontáneos y obsequiosos, ya levantan la voz por él, y sacan, insisto, el paraguas y la sombrilla.

Por eso, al final uno se pregunta si es que la vara está muy alta como dicen los defensores a ultranza de El Recreacionista, como le gusta que le apoden, o serán voces protectoras de espíritus enanos, por parte de esos espontáneos solidarios.

Lo veremos pronto. Lo sabremos pronto. Cuando cumpla o no con la obligación ineludible e incuestionable de vencer a El Salvador en el Estadio Azteca y a Honduras en San Pedro Sula.

¿O será del montón que se refugian en el discurso de que "no estamos obligados a ganar nada, sólo a dar el máximo esfuerzo"?

Pues no, de esos mismos, está lleno el directorio de técnico fracasados y conformistas del futbol mexicano.

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LOS ÁNGELES -- En la calma, las reflexiones. Las burbujas del champaña se evaporaron. El confeti detuvo su acompasado descenso.

La sonrisa es una mueca tan genuina como anhelada en los mexicanos. Los rostros torcidos en EEUU finalmente cuestionan la incuestionable farsa de Jürgen Klinsmann.

El futbol mexicano va a Juegos Olímpicos y a la Copa Confederaciones. Lo más maravilloso es que lo consigue a pesar de sus dirigentes. EEUU está en lista de espera para Río, y Moscú deberá esperar, tal vez, a 2018.

Tuca Ferretti cumplió su palabra y su cometido. Medió un triunfo sufrido ante EEUU. Sufrido innecesariamente. Porque los delanteros de México erraron, y porque la justicia divina llegó tarde y el árbitro se negó a conceder dos claros penaltis al Tri, como retaliación a los que le fueron obsequiados falazmente en la Copa Oro.

¿Espectáculo? Fue un triste remedo comparado con la fascinante parafernalia de la semana previa. Y una vergüenza ante la estrujante y maravillosa ofrenda de los más de 93 mil aficionados en el magnífico Rose Bowl de Pasadena, que vivió una de sus mejores fiestas.

Pero del Tuca no podía esperarse más, y de Klinsmann no debía esperarse menos que recluyera asustadizo a su equipo, y rescatar la artimaña valedera del contragolpe, un artilugio legitimizado desde la academia de Bora Milutinovic, y estilizado paulatinamente por Sampson, Arena y Bradley.

1-0, de madrugada. Coreografía de Jiménez y Oribe. Y Chicharito, con su código de barras, golpea mal y la mete bien. Un juego estremecedor en el principio y el final. Sus primeros 18 minutos y los últimos 18 en la agonía alargada de los tiempos extra, erizaron sensaciones.

Cierto, una de las más lamentables versiones de EEUU... y pudo ganar. Y cierto, no una de las más deslumbrantes versiones del Tri... y le bastó para ganar.

Lecciones reiteradas para la defensa de México, que se vio amparada por un par de lances de Moisés Muñoz, y el lamento por un jugador como Héctor Herrera, que encontró su penuria táctica en el Porto prolongada en el Tri: le cortan las alas.

Irónico: el Tri sobrevivió a las ausencias de los presuntamente indispensables. Giovani y su lesión, y Carlos Vela y su antipatía futbolística con el Tuca, mientras que Raúl Jiménez, con las reminiscencias de su paso por el América del Piojo, confirma su utilidad, y sin ser el más vistoso, debió ser el más útil.

Contrastes extraños: Miguel Layún sigue carburando sin reposo, pero ante EEUU se vio confundido. Un divorcio circunstancial sin duda con Andrés Guardado impedía que conectaran a pesar de que por izquierda había espacio constante.

Y Paul Aguilar tuvo el premio a su tesón y a su tozudo proceder. Intenta todas, intenta siempre. Da un pase accidentadamente despatarrado a Oribe para el segundo, y hereda la magia de Giovani en aquel 4-2: con un soberbio gol de brutal volea, deja el 3-2 con la estampa magníficamente plástica de un pasaje de Ang Lee.

Insisto: México tenía para hacer de la fiesta un festín. Dejaba constancia por momentos de que era muy superior a su adversario. Demasiados grilletes de mesura. El 1-0 y el 2-1 le hicieron más daño en su articulación de juego, que a EEUU.

Al final, en la contabilidad pueril sobrevive el resultado. México está en Rusia 2017. EEUU, finalmente, confrontando la crisis de una mala elección de entrenador, al negarle unos dólares más a Bob Bradley.

Y el aficionado mexicano lo entiende plenamente: ese deleite distinto, prolongado, de poder, nuevamente, vencer a EEUU. Y merece saborearlo.

El boleto a la Confederaciones está guardado en un sobre hecho con la zalea del equipo estadounidense.

"No hay mejor cena que la que disfrutas sobre el cadáver de tu enemigo", reiteraría Maquiavelo en estos tiempos.

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La previa del EEUU vs. MéxicoESPN DatosEstados Unidos ha dominado a México en sus últimos enfrentamientos, de los tres triunfos, México sólo ha ganado como visitante en la final de la Copa Oro 2009 (5-0).

Giovani Dos SantosESPN DatosEl gran ausente de México frente a Estados Unidos será el atacante Giovani Dos Santos.

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LOS ÁNGELES -- Obligación. A algunos técnicos les asusta jurar ante esa bandera.

Obligación. Parece un tabú. O pavor a una maldición. O pánico a consumar el reto.

"No estamos obligados ni prometemos nada. Sólo nos comprometemos", quiso escurrir en su momento Hugo Sánchez dirigiendo a la Selección Mexicana, y terminó siendo carnada y presa de sus propias palabras.

"No estamos obligados a ganar. Estamos obligados al mejor esfuerzo. Nadie está obligado a nada", defendía el Chepo de la Torre, ya con el freno de mano en la pendiente del declive de su gestión.

Acaso sólo Javier Aguirre se atrevió en su momento a asumir esa obligación, aunque declinó, en una teatralidad morbosa e innecesaria, en la conferencia previa al juego ante Argentina en el Mundial de Sudáfrica, cuando se ciñó bajo las cejas la gorra del Tri y firmó burlón el acta de defunción que se extendía de manera generalizada al equipo mexicana.

Al final, esa vez, Aguirre se equivoca encomendando al 'Bofo' Bautista la labor de ser Messi, cuando, entonces, Argentina ni siquiera necesitó de Messi, y le bastó un error de Osorio y una calamidad arbitral.

Pero, queda claro, asumir la obligación de ganar sabe a suicidio, a inmolación, a la verde hiel pastosa del miedo. Convierte a halcones en avestruces.

Algunos técnicos rehúyen agregar ese Onceavo Mandamiento a su liturgia táctica y motivacional. Creen que es una palabra maldita en el vestidor y que podría causar desazón en los espíritus frágiles de algunos jugadores.

Cierto que la obligación del esfuerzo extremo es incuestionable. Pero esa, es parte inalienable de un futbolista profesional. Ha sido su elección. Y su privilegio.

Pese incluso a que en México se pagan sueldos estratosféricos por perder, porque luego los jugadores reclaman primas especiales por empatar y por ganar. Son pues, visto así, asalariados del fracaso.

¿Y proclama el Tuca Ferretti la obligación como un credo supremo y absoluto de sus jugadores al salir a la cancha o basta con el arrabalero "échenle ganas por su mamacita"?

Porque Ferretti y el Tri, este sábado, ante Estados Unidos, recopilan una legado de pactos de sangre para puntualizar la obligación como un estimulante adictivo para saltar a la cancha. ¿O no?

Hagamos cuentas de esos motivos. Porque abundan. Desde los deportivos, hasta los sociales y los financieros. Sí, hay una obligación de ganar...

  • 1.- ...porque es Estados Unidos, y porque para el mexicano significa restablecer el control en el único deporte en el que aún habría fuero para superar al vecino.

  • 2.- ...porque es Estados Unidos, y porque la rebeldía de los antes esclavizados, les ha permitido llevar a desplantes de soberbia, como esa burla persistente y permisiva del "2-0" sobre el Tri.

  • 3.- ...porque es EE.UU., y algunos seleccionados lo saben por sus mismas familias, las secuelas de una derrota entregan a una humillación sin cuartel a los mexicanos en convivencia diaria con centroamericanos, y ahora, con los mismos estadounidenses.

  • 4.- ...porque si bien la Copa Confederaciones no es el circo supremo del futbol, México alguna vez ganó una versión más relajada de esta competencia, y EEUU se plantó en una Final, tras abofetear a España, y tener incluso 2-0 abajo a un Brasil que se levantó de la lona para coronarse.

  • 5.- ...porque después de un Mundial plausible ante Brasil, notable ante Croacia y, como siempre, #ConsuélameConElYaMerito ante Holanda, el Tri sumó un fracaso de espanto en Copa América, y porque su coronación en la Copa Oro, tiene dos asteriscos tras los penaltis creativamente perpetrados ante Panamá y Costa Rica por el terrorismo arbitral.

    Es el momento de lavarse la cara en la Concacaf, aunque la conciencia siga promiscuamente percudida.

  • 6.- ...porque si el Tuca Ferretti aceptó dirigir tres encuentros moleros y uno oficial por "agradecimiento a México", la única manera de ser agradecido es conquistar el boleto a la Copa Confederaciones. O de otra manera, ese agradecimiento no queda consumado.

  • 7.- ...porque para muchos seleccionados nacionales esta Copa Concacaf ante EE.UU., puede ser su última convocatoria y su último logro trascendente, con dificultades evidentes para llegar a la misma Confederaciones y al Mundial de Rusia.

  • 8.- ...porque enseguida, con un técnico nuevo, sin referencias anteriores, sería lamentable para muchos seleccionados cargar con el estigma de una eliminación ante EE.UU. este sábado, y enseguida sumergirse en el Azteca ante El Salvador y después en San Pedro Sula ante Honduras.

  • 9.- ...porque para eso aceptan vestirse de seleccionados nacionales, y por eso proclaman que es un Clásico ante EE.UU.

  • 10.- Porque con el ficticio proyecto de Jurgen Klinsmann, este es el momento paupérrimo del futbol estadounidense, y no sacudirse ese yugo esta vez, sería ceñirlo de manera más asfixiante.

  • 11.- Y porque como dice el necio, con argumentos más hormonales que neuronales: "pos porque sí".

Así que, más allá de que rehúsen y rehúyan jurar bajo ese estandarte, obligación debe ser la primera palabra de cualquier discurso de cualquier miembro de esta Selección Mexicana.

No hacerlo, no decirlo, no practicarlo, ya es un síntoma reprobable de deserción.

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LOS ÁNGELES -- Ni Matías Almeyda dejó de ser Harry Potter, ni Pumas fue superior a Chivas. Pero, el veredicto cotiza aparte: 1-0.

Y el resultado condena a uno, aun siendo mejor. La victoria hace justicia en la simplicidad de la red, no en las victorias intrascendentes en los 7,140 metros cuadrados de la cancha.

Chivas conquistó el campo de batalla, pero Pumas asaltó el castillo. La Princesa Victoria viste de universitaria.

Y Almeyda no dejó de ser Harry Potter, porque nunca llegó a serlo. No hubo magia, porque los milagros se atribuyen a los dioses, pero los consuman los humanos.

Tipo serio, inteligente, con sentido común, Almeyda descubrió que tenía la mesa puesta, la mesa servida. Pasaba, sólo, que su antecesor le tenía más miedo al postre que a la ensalada.

Y el argentino, sin nada qué perder y mucho qué ganar, se atreve masculinamente, donde el Chepo se refugiaba en la faldas sexistas de sus pánicos.

No hay derrotas honorables ni honrosas. Acaso, en algunos casos, podrá haber honor y honra en los derrotados. Este puede ser el caso. Obvio, no cura, narcotiza, anestesia.

Aunque debe ser exiliado de ese linimento inútilmente reconfortante, un jugador: Carlos Salcido, quien regresaba de un castigo para perpetrar dos penales en una acción. Afortunadamente sólo se puede marcar uno.

La veteranía se vuelve sabiduría o decrepitud, según lo que hagas con ellas. Con Salcido, ya se sabe. Sus intenciones ya no alcanzan, lesionan.

Pero Chivas responde al ADN de la vieja academia de Westerhof, clonada para el mexicano de la vieja escuela holandesa: intensidad, velocidad, resistencia, consistencia, marca, anticipación, transición, despliegue y fe.

Y a pesar de sus espectros bajo la cama, Chepo puso por momentos, a jugar así al Guadalajara. Pero, reitero, cuando Chivas anotaba, se asustaba más su banca que la del adversario.

Almeyda no se espanta de ello. Llega de un futbol donde los dueños no son frágiles ni timoratos en las kermeses domingueras de la familia, donde un mal comentario los hace correr al técnico. Y El Pelado L'Oreal (seguro la señora Fuentes lo habría firmado para Angelíssima) se ha atrevido, se atreve.

El futbol del Guadalajara, ese del Rector Westerhof debió haber prevalecido como biblia, porque a pesar de los suicidios repetitivos de Jorge Vergara, emboba, embauca, desespera al adversario, obligándolo a cerrar filas.

Por eso Chivas ya se atreve a proponer los encuentros. Y lo hace mucho mejor de visitante, cuando el dueño de casa, lo que menos espera es la descortesía del huésped.

Este domingo, curioso, pasó algo similar al juego ante León, en el mismo Nou Camp. Chivas sólo cometió un error defensivo, en el complot de Toño Rodríguez y Oswaldo Alanís, y perdió 1-0.

Esta vez, ante Pumas, esa desesperación vetusta de Salcido entrega la pelota en el manchón a Lalo Herrera. El 1-0 sobrevivió al aluvión rojiblanco.

El inescrutable Pikolín Palacios parece haber dejado al Tribilín bobalicón de turno en el vestuario, y se engalanó consagratorio en un torneo en el que no ha permitido que se mancille su meta en seis encuentros.

Y ni Bravo, ni Fierro ni Alanís pudieron contra el contorsionista puma, que encima montó sociedad extraña con los invitados de acero, para que los postes fueran sus guardaespaldas. La vistosidad del adversario le hizo crecer al Pikolín la cutícula, diría aquel cronista tapatío Nacho González.

De acuerdo: no crucifiquemos sólo a Salcido. Marco Fabián sigue jugando mejor en las manos hábiles de un granuliento adolescente con el FIFA 16, que en su propia realidad.

Pero, téngale paciencia a Marquito: cualquier día volverá a hacerle tres al Atlas y vivirá otro año sabático bajo el arrullo del fanático villamelón. Per secula seculorum.

Así, Almeyda no dejó de ser Harry Potter. Sencillamente porque nunca lo fue. Ahora tendrá tiempo de trabajo en Fecha FIFA. Para que los trucos que se le atribuyen los ponga en ideas en la cancha.

¿Y Pumas? Cómo dejar de lado que ante ese elenco de veteranazos, ya Memo Vázquez se rebela, grita. Y hasta hace berrinches, cierto, acaso uno por partido, pero ya dejó de ser aquel monumento a la ecuanimidad resignada.

Y agrego un saldo de pura ociosidad: entre titulares y cambios, Chivas utilizó a diez canteranos. Con tres jugadores prestado a la Preolímpica.

Y entre titulares y cambios, Pumas usó a siete no nacidos en México y su promedio de edad roza la Sub 40.

¿Dónde quedó la que fue la mejor cantera del futbol mexicano? Cierto: en la paz, en la tranquilidad, puede reconstruir su cunero. Y hoy en el Everest de la Liga, Pumas sólo se habla con Dios.

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LOS ÁNGELES -- Tuca Ferretti eligió a sus combatientes para una guerra ante Estados Unidos que ni le interesa ni le pertenece.

Él está al frente de la Selección Mexicana para dar las gracias con "el futbol de un país que me ha dado tanto".

La forma más genuina, inocente, honesta, franca, sincera, y "humana" que existe, de dar las gracias, no es de humanos: el ronroneo de un gato o el menear de la cola de un perro.

Eso es agradecimiento, no la ascensión oportunista al manejo del Tri, sin la devoción que debe representar.

En ese sentido, su mejor amigo, consejero, íntimo y solidario fue muy claro: "Para dirigir a la Selección hay que tener amor y pasión por todo lo que representa para los mexicanos".

La frase es de Miguel Mejía Barón y pertenece al prólogo del Mundial de 1994. Hoy es asesor del que está ahí por agradecimiento. Sólo por agradecimiento. Ronroneos, pues. Colas que se baten, pues.

¿Sorpresas en la lista del Tri? No puede haberlas. Le toca la misma legión con la que fracasó el Chepo de la Torre, y con la que enderezó el rumbo Miguel Herrera, antes de que él lo torciera con sus aviesas reacciones.

Recibe Tuca al grupo convocado en el mejor momento posible, para el compromiso más importante, comercialmente, para el futbol mexicano, porque lo realmente trascendental comienza con El Salvador en el Estadio Azteca y con Honduras en San Pedro Sula, es decir, la eliminatoria mundialista.

Y sí, aquí comparto la inquietud de algunos lectores: ¿no le alcanza, entonces, tanto agradecimiento que tiene Ferretti, como para atreverse, como para osar, como para sacrificarse por México en la eliminatoria mundialista?

No. Los gatos se cansan de ronronear y los perros de mover la cola. El agradecimiento caduca fácilmente.

Hablar de que dispondrá de sus convocados en el mejor escenario posible es establecer que México juega de local, porque en EEUU, excepto en Columbus, la presencia mexicana en las tribunas es superior.

Además, hasta el factor psicológico y esotérico, por aquellos supersticiosos, juega con México: el Rose Bowl de Pasadena fue la sede del poderoso y humillante triunfo de México por 4-2 sobre EEUU en una Final de Copa Oro.

Vaya, ese día hasta a Tim Howard le salió ese Donald Trump que todavía muchos llevan dentro en este país, y criticó agriamente que la ceremonia de premiación fuera en español, a pesar del predominio latino en la tribuna y mexicano en la cancha.

Howard no entendió que la victoria habla sólo un lenguaje, y es el del vencedor, ese domingo, claro, México.

Es decir, con tiempo para entrenar; con sus dos capitanes sanos, como lo son Andrés Guardado y Rafa Márquez; con el aliciente de la Copa Confederaciones, y con el desafío de colapsar, finalmente, el mito Klinsmann, México debe asumir el rol de favorito y protagonista.

Ferretti sin embargo no se atreve, como nunca lo ha hecho en su carrera de entrenador, a apostar por lo inesperado.

Visto en la cancha el concierto y entendimiento que hay entre Elías Hernández y Chapo Montes con los convocados Gullit Peña y Gallito Vázquez, ¿por qué no atreverse a instalar todo ese engranaje ofensivo y elaborar en torno a él?

El León tiene la mejor aplanadora del torneo mexicano y es de los pocos equipos que aún valen la pena el boleto. Ah, pero, primero, el miedo a improvisar, y segundo, recordemos, a Elías Hernández, el Tuca nunca le permitió explotar en Tigres.

¿Y Omar Bravo? Hoy es más veloz táctica y técnicamente, y casi en igualdad física que Oribe Peralta y Javier Hernández, además de su racha con el gol. Nunca lo tomó en cuenta. Jamás.

Y la Concacaf, en su reglamento, tiene una laguna que le hubiera permitido llevar a todos ellos ante Estados Unidos.

Pero, claro, el que sólo está agradecido no arriesga, no apuesta su tranquilidad otoñal por grandes hazañas. Los comprometidos, diría Mejía Barón, por amor y pasión al Tri, no temen a juguetear con los parámetros del Kamikaze.

Hay quienes tienen más miedo a subir al segundo escalón que a bajar del primero. Así son los agradecidos. Ronronear no pone en riesgo a nadie.

Porque, insisto, al final, si Tuca fracasa, volverá a tomar posesión del feudo asustadizo de pies a cabeza que son sus Tigres.

Y gracias, Tuca, por ser tan agradecido de no arriesgarte a algo más que ronronear o menear la colita.

Y si triunfa, hasta puede aspirar a que le entreguen El Águila Azteca, la mayor condecoración que entrega el gobierno mexicano a un extranjero, y que en su momento le fue concedida a Bora Milutinovic por no triunfar en el Mundial México 86.

Aunque, debe quedar claro, el fracaso y el triunfo, como valores absolutos, corresponderán, absolutamente, a los jugadores, porque, seamos también claros, ya están grandecitos, corriditos, fogueaditos, como para poner ese amor y esa pasión de los que habla Mejía Barón, y no culpar al devaluado concepto de agradecimiento de su entrenador.

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Estados Unidos vs. MéxicoESPN DatosEn total en el 2015, Estados Unidos tiene una marca de 9G-2E-4P y México de 7G-9E-3P (contando partidos amistosos y oficiales).

El camino del Tri con el TucaESPN DatosRicardo Ferretti tiene dos partidos más al frente de la Selección Mexicana, ante Estados Unidos por el boleto a la Copa Confederaciones y un amistroso contra Panamá.

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LOS ÁNGELES -- Las tragedias ocurren siempre en el futuro. Las tragedias cumplen años, pero no envejecen. Ni sanan.

Como cicatrices, las tragedias son una memoria dolorosa, porque separan los tejidos frágiles del olvido pretencioso y superficial de una piel que, incluso, no quieren convalecer nunca. Y las heridas se abren.

Hace diez años impactó Katrina. No a Estados Unidos, sino al mundo. No a una región, sino a un universo.

Por eso, las tragedias ocurren siempre en el futuro. Porque hoy el hombre ha levantado ya sus gigantes musculosos de acero y roca pulverizados hace diez años. Pero los esqueletos de una nación herida reagrupan los sentimientos furtivos.

El hombre podrá reconstruir el mundo, pero no las galaxias internas donde habitan las tumbas vacías y las imágenes dantescas. El hombre inclina la cabeza ante la más generosa y cruel de sus dictadoras: la naturaleza.

Lo peor, lo hacen peor los recuerdos. Pero, lo mejor, lo hacen mejor aún esos mismos recuerdos.

Irónico: Katrina significa purificación, limpieza, pureza. Y su nombre, más que bautizar, bendice a quienes son capaces de compartir la fortaleza y la inspiración a otros.

En esa abierta y doliente fosa común de la memoria donde reposan los recuerdos vivos, que impide que los muertos finalmente entierren a sus muertos, es inevitable encontrar historias sin raza, sin credo, sin color, porque ahí todos comulgan la misma raza, el mismo credo y el mismo color.

La tragedia está hecha a la imagen y semejanza del patrón supremo de sus víctimas. Y el hombre es hombre porque al final se llora y se homenajea más su esencia que una ausencia contabilizada innecesariamente por identificaciones visuales, morales y estadísticas.

En esa resignación ante la Naturaleza, porque la tragedia ocurre siempre en el futuro, en diez años de suma de testimonios, los sobrevivientes no terminan de cremar sus propios sueños, no terminan aún de incinerar sus propias utopías.

Y la comunidad latina es un peregrino fortalecido por la hermandad del trance. Miles emigraron huyendo del futuro, pero no de los recuerdos. Miles de latinos permanecieron para demostrarse que la victoria final se consuma en el coliseo magnífico de su desgracia.

Los testimonios, como páginas que hoy parecen fantasías multimensionadas, quedan como estatuas cinceladas en el bronce de su propia riqueza de ilusiones.

Idos, pero no expulsados ni exiliados, los fantasmas del terror, el luto, el hambre, la ansiedad, la angustia, la presencia latina sigue vigente en Mississippi, en Florida y Nueva Orleans, y más allá de todo ese polen cultural que inhala, sin alergia y con placer, esta nación, prevalece el pulso febril por el deporte.

Al paso de los diez años hay imágenes impactantes. Al menos porque cada uno encontramos el espejo del dolor ajeno para, egoístamente, regionalizar ese universo del drama.

Aparecía en una escena en especial, un niño, moreno. Con esas facciones tan indígenas de los genes latinos. Bruñido de sangre, el rostro desconsolado, incapaz de entender tal vez aún en ese carrusel de historietas de la infancia, y contemplaba en el piso el aro y la red hecha jirones de su estadio imaginario de basquetbol.

Al fondo, su casa en ruinas. Los padres lloraban su patrimonio. El hijo sollozaba ante el féretro invisible de un patrimonio maravillado en su fascinación por ser un genio exquisito de la duela.

Él, ese niño moreno, esperaba que Jordan, Kobe, LeBron, Chamberlain, estuvieran ahí para dar respiración de boca a boca a sus ensueños caídos. Porque ellos también fueron imberbes con fantasías.

Y como él, cuántos. Y cómo él tantos.

Hoy su casa estará de pie. Y tal vez otro aro, otra red y otra pelota estarán en sus manos.

Y hoy podrá ser más fuerte que la intensidad de sus quimeras de entonces. Sabrá, por supuesto, que la aviesa e impredecible Naturaleza aún alberga algún otro 29 de agosto en su nómina de calendarios negros con un nombre blanco como Katrina, que etimológicamente significa purificación, limpieza, pureza. Pero que también, ese nombre, inspira fortaleza.

Sí, Katrina, hoy diez años después, sigue siendo una tragedia que ocurre aún, que todavía lacera, en el futuro.

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Las 42 medallas de oro de hace cuatro años prometen transformarse en poco para los 510 atletas mexicanos que en la próximas horas comenzarán a competir en Toronto 2015. El potencial del motivado dueño de casa -Canadá-- y la cercanía de los Juegos Olímpicos de Rio -Brasil-- prometen enardecer la batalla en la lucha por las medallas. México no busca emular lo de Guadalajara y se concentra en tratar de perseguir la marca de 20 oros de Mar de Plata 1995...

LOS ANGELES -- El viento sopla en dirección hacia al norte y algunas nubes tapan el horizonte del Lago Ontario. El verano siempre caprichoso del Canadá, saluda a más de siete mil atletas de 41 países que competirán a partir de este viernes en 36 especialidades. Los Juegos Panamericanos más caros de la historia serán inaugurados esta noche en el Roger Center de la capital económica canadiense.

La bandera mexicana ondea ya a las orillas del Rio Don, en la imponente villa de deportistas. El cobijo, la motivación y hasta cierto tipo de "magia" de hace cuatro años en Guadalajara parece demasiado lejana frente a lo que el deporte mexicano afrontará este verano. Una delegación grande --más de 500 deportistas-- tratarán de emular la mejor participación mexicana en unos juegos realizados fuera del territorio nacional, que se remonta a Mar de Plata, Argentina, en 1995, con 20 medallas de oro conquistadas.

Dejando de lado las 42 medallas de oro de Guadalajara, el interés de México en los Panamericanos se habría concentrado en tratar de sostenerse entre las cinco grandes potencias del evento. Hay dos problemas que son evidentes ahora: el primero es que Canadá, como dueño de casa, se siente con el derecho absoluto de avanzar en la tabla de medallas y enviará a su delegación más grande e importante de la historia. Los canadienses quieren mostrar todo su arsenal deportivo y la intención abierta, admitida por ellos, es la de desbancar a Estados Unidos del primer sitio general. El otro problema de México podría ser Brasil. Con solo trece meses por delante para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio, el deporte brasileño intentará mostrar sus mejores condiciones en la mayor parte de la disciplinas, incluso en aquellas donde histórica y culturalmente no ha tenido un gran predominio.

Aunque 20 ganadores de medallas de oro de Guadalajara repiten, está claro que las "condiciones del juego", aquí en Toronto, han cambiado para México. Las posibilidades más poderosas siguen siendo parte de deportes individuales que de alguno u otro modo, se han convertido ya en una tradición importante en la última época: los clavados, con los veteranos Paola Espinosa y Rommel Pacheco; México tendrá una gran batalla ante los representantes canadienses y estadounidenses y al mismo tiempo tratará de dar el paso generacional hacia atletas como Alejandra Orozco, Alejandra Hernández y Jahir Ocampo; el tae kwon do, con la medallista olímpica de oro María del Rosario Espinosa al frente, que como deporte siempre entrega resultados concretos; el atletismo, la vieja escuela de la marcha reflejada en Horacio Nava --Raúl González es su entrenador-- y por supuesto, el raquetbol, con la numero uno del ranking mundial y ganadora de tres preseas doradas en Guadalajara, Paola Longoria, como la gran figura, capitana y abanderada de la delegación.

El deporte es generalmente el reflejo de un país. No lo fue hace cuatro años en Guadalajara, porque la maravillosa sensación de seguridad que significa estar y sentirse en casa suele cambiar los parámetros de la competencia. Lejos de Guadalajara, México tratará de sobrevivir. Necesitará de mucho esfuerzo, de una gran motivación y sí, por qué no, de algo de suerte...

@Faitelson_ESPN

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La selección femenil de Estados Unidos aprovechó el nublado domingo de Vancouver para conseguir su tercer campeonato mundial en los últimos 24 años, con lo que se confirma, sin duda, como la gran potencia mundial del futbol femenino, pero la pregunta es: ¿Podría ocurrir lo mismo en el futbol varonil? O mejor dicho: ¿Cuánto tiempo pasará para que ocurra lo mismo? Como sea, lo que ocurrió al oeste de Canadá puede ser un aviso para México y para el resto de los contendientes de la Copa Oro.

LOS ANGELES -- Puede que muchos no capten el mensaje o que otros lo entiendan pero terminen desechándolo por un descuido, por ignorancia y quizá hasta por miedo a enfrentar la realidad. Las imágenes, las expresiones y los sonidos que llegaron procedentes de Vancouver el domingo podrían ser una clara advertencia para la Copa Oro que arranca en las próximas horas y para todos los competidores en el área de la Concacaf.

Estados Unidos volvió a ser campeón mundial de futbol y parece fácil decirlo: campeón mundial de futbol femenil, pero detrás de ello hay todo un proceso de trabajo, una escuela, una estructura, una infraestructura, un conocimiento y al mismo tiempo una pasión. Un deporte que, desde hace algunas décadas, logró abrirse camino en un país de poderosas expresiones tradicionales del béisbol, el fútbol americano, el básquetbol y hasta el hockey para llegar a un sitio donde alcanza el nivel de una potencia mundial. Las primeras informaciones destacan que el nivel de audiencia del juego final del domingo entre norteamericanas y japonesas habría superado el “rating” del sexto juego por la final de la NBA. La selección femenil de Estados Unidos ha ganado tres campeonatos mundiales desde 1991. Impresionante. La pregunta es: ¿Podría ocurrir lo mismo en el futbol varonil? O mejor dicho: ¿Cuánto tiempo pasará para que ocurra lo mismo?

A mediados de la década de los ochenta, la US Soccer, la Federación Estadounidense de Futbol, había planteado un proyecto que en 10 años debía llevar a los Estados Unidos a convertirse en una potencia mundial del futbol. Para ellos no había distinción de géneros. Se trataba de ser potencia mundial del futbol y en mujeres, el tema está finiquitado. Entre los varones, ese proyecto, plan o deseo debió haber culminado en el Mundial de 1994. No resultó del todo correcto, pero al final del día, lo que sí logró, satisfactoriamente, es elevar su nivel de competitividad. Estados Unidos juega hoy al futbol ante México y ante una potencia mundial y lo hace con otro tipo de fundamentos y condiciones. Puede ganar, perder o empatar, pero los tiempos en que le pasaban por encima, quedaron sepultados en el pasado.

La Copa Oro del 2015 está por comenzar y desde el minuto inicial, la mente del futbol mexicano parece enfocada en “arrebatarle” el medio boleto que queda disponible para la Copa Confederaciones a la selección de los Estados Unidos. Y ganarle no será nada sencillo. Requerirá de un mejor nivel futbolístico del que ha mostrado hasta ahora y de una concentración absoluta.

El recordatorio llegó desde Vancouver. Lo hicieron las mujeres, las más poderosas del mundo para jugar al futbol.

@Faitelson_ESPN

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