LOS ÁNGELES -- Fue también un martes negro. Sí, dentro de un martes estremecedor, estrujante, luminoso, en que la voluble ruleta del Mundial detuvo sus giros y entregó pasaportes directos y a repescas. Drama y comedia.

Un martes, diría Diego Maradona, en que la pelota se percudió, como él mismo lo hizo ante Inglaterra con su mano atea invocando a Dios, pero después la higienizó, con tersura, hasta inmacularla, con el segundo gol en esa huracanada embestida napoleónica, tan chaparrón y regordete, sobre los alfiles de la Reina.

Una jornada mundialista en la que Islandia es la candorosa Cenicienta que adopta la humanidad con la primorosa inocencia de la que debuta en Mundiales, hasta un Lionel Messi que despierta del letargo en su iglú pectoral y hace tres goles para ganarse, en Rusia, su última oportunidad de ser exaltado a esa Basílica donde hoy sólo habitan dos divinidades: Pelé y Maradona.

Pero, el futbol también tiene esqueletos en el armario. Bochornos que se exhiben patéticamente para demostrar que los veredictos de la cancha no siempre se asientan en la red ni siempre se oficializan en el marcador.

Hay dos manifestaciones descaradas. Una que confirma que los árbitros fingen ser ineptos inocentes cuando hay perversas indicaciones. La otra, cuando el futbolista concilia con su adversario un pacto de no agresión.

Ambos descréditos del futbol, de los árbitros, los dirigentes y los futbolistas mismos, ocurren en ese hemisferio, en el que Loretta Lynch determinó que hay más corrupción en el balompié: América. Se perpetraron delitos deportivos, morales, éticos, en Concacaf y Conmebol.

Ojo: no olvidemos que en Europa se consuman atracos similares. Austria y Alemania, en pleno mundial, pactaron jugar en media cancha, para que el 0-0 eliminara a Argelia. Y Thierry Henry encaminó a Francia a su peor mundial, de un manotazo. El karma cobra caro en el futbol.

El primero de ellos se consuma en favor de Panamá que, vale decirlo, obtiene de la manera menos grata, un visado mundialista que ya merecía y llegó a coquetearle en dos anteriores procesos. El destinatario del crimen futbolístico no es indigno del premio, pero si él es la forma.

Un balón que apenas husmeó, que apenas olisqueó la línea de gol, que merodeó en el inútil ya casi, fue dictaminada como gol. Sobre esa piedra, Panamá construyó su travesía mundialista frente a una Costa Rica ya clasificada, pero indignada por el asalto.

Panamá no es culpable. Cierto: siempre quedaba al equipo canalero el camino puro, muy improbable, de la caballerosidad y el honor, de decir que la pelota no había cruzado la línea de sentencia.

Pero, seguramente aunque Panamá intentara convencer al emisario de Concacaf, Walter López, éste, seguramente por consigna habría dado por bueno el gol. Ya no importaba si la pelota cruzó o no la franja homicida, sino que ya era oficial en el marcador.

Walter López fue, ha sido, y seguramente será, mientras la indecencia de Concacaf lo permita, un instrumento de los intereses de la zona. Es el tahúr que entrega la carta correcta al jugador correcto. Su favorito en estas lides siempre ha sido México, pero no significa que no pueda cambiar de ahijado. La corrupción y los vampiros no distinguen heráldica sanguínea.

La jugada siniestra de Walter López repercutió en oros frentes. Honduras se enteró que tenía repesca, y además ayudó al lento, penoso, ominoso, descarado, pero muy devoto suicidio de Estados Unidos.

Hay que recordar que es inexplicable que el silbante guatemalteco sea árbitro con gafete de FIFA, como apóstol del Fair Play, cuando su país está exiliado por corrupción de sus dirigentes. ¿Acaso el olmo da peras? O Infantino no lo sabe, o lo sabe y lo aprueba. En cuakquier caso, es cómplice.

El otro es escenario no es menos lamentable. Uno siempre defiende que lo más purificado en la cancha, generalmente, sí, generalmente, es el futbolista. Perú y Colombia arrullaron nuevas dudas hacia el gremio.

Aceptemos que Ospina se bloqueó mental, física y futbolísticamente, y por eso no llega al cobro de Paolo Guerrero, aunque iba a su poste, y aunque ha salvado de esas, y muchas, en su carrera este arquero colombiano.

El video lo muestra. Radamel Falcao deambula, casi cínicamente, pavoneándose, como ofreciendo algo prohibido, y tapándose la boca, con los jugadores peruanos. "Tregua, que estamos vivos", el mensaje.

El goleador colombiano asegura que "sólo les actualizaba sobre otros resultados de la eliminatoria", y claro el mensaje indicaba que el empate los tenía en la zona de clasificación. Pacto de no agresión.

Los jugadores peruanos aceptaron los diálogos con Falcao y agregaron a la lista de embajadores de paz, cuando en la cancha sólo debe haber guerra leal, a Cuadrado, quien redondeó el discurso pacificador de su compatriota.

Obviamente, aficionados de Colombia y Perú, defienden el gesto de divulgación de no agresión por parte de Falcao y Cuadrado, y la forma de consensuarlo con los resignados, abnegados y felices peruanos.

Y es entendible, porque, como seres humanos, y más en algo intrascendente, relativamente, como el futbol, para muchos, insisto, importa poco el cómo, especialmente si incluye un visado mundialista.

Cierto que Chile no hizo su tarea, pero en los códigos que tanto defienden a muerte públicamente los futbolistas, si estos comportamientos de pactar resultados los ejecutan con su selección, ¿lo harán también con sus clubes?

Puntualmente, en este caso, ese espíritu pulcro de futbolista, con quimeras de infancia y adolescencia en el barrio, se gangrenó. Y lo podrido, o se amputa o contamina.

Ya alguna vez el portero mexicano Oswaldo Sánchez pidió clemencia en una desesperada e histérica mímica, cuando sus adversarios hondureños estaban en pleno abordaje. Querían la zalea del Tri extendida en San Pedro Sula.

En el Mundial de 2002, en Oita, Japón, después de que Alessandro Del Piero consigue el empate a uno al minuto 85, Franceso Totti se acerca a Rafa Márquez para decirle que ese 1-1 los ponía en la siguiente fase para el deceso de Ecuador.

Insisto, no son vicios nuevos, pero no por habituales, son saludables.

¿Qué es más lamentable: la consigna conkakafkiana para Walter López o la procesión de rendición, pacificación y tregua de Falcao y Cuadrado y la sumisión de los peruanos?

Confirmo: lamentablemente, el fin justifica los medios... y los miedos.

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LOS ÁNGELES -- Nos merecemos el Muro. Merecemos pagar el Muro. Que lo pague la FMF. Por desagradecida.

Hace cuatro años, Estados Unidos le tendió un compasivo y misericordioso puente de salvación al desahuciado y sofocado México para que fuera al repechaje ante Nueva Zelanda. Como náufrago, el Tri besó la arena de Río de Janeiro.

Este martes, México debió corresponder. Este martes debió saldar deudas de honor. Pero mandó a Estados Unidos a Siberia, sin escala en Moscú. Al cabo, los desagradecidos o los malagradecidos tienen un nicho especial en el Infierno.

Este martes, ante un Estados Unidos agonizante, prostrado, famélico, tal y como el Tri del Chepo-Tena-Vucetich hace cuatro años, México debía derrotar a Honduras para darle un vaso con vodka ruso al moribundo.

Vaya, incluso por orgullo, el Tri debió tener misericordia, para que Estados Unidos no pudiera restregarle en el rostro que le salvó la vida hace cuatro años. Las deudas de honor son deudas de horror cuando no se pagan.

ABRAHAM DIAZ/AFP/Getty Images

Estados Unidos construyó un puente hace cuatro años, y este martes México levantó un Muro para que Estados Unidos no acudiera a Rusia. Miles de estadounidenses tendrán un verano de MLS en 2018.

Y saqueado en su presupuesto millonario de turismo estadounidense, Putin reubica sus misiles: de la Casa Blanca a la casa del Tri allá en el CAR, por el predio de Alquiciras, al sur de la Ciudad de México, junto a la caseta de Tlalpan.

Es cierto: en la banca del Tri estaba alguien ajeno a este compromiso moral: Juan Carlos Osorio, quien se obsesiona con los ensayos demenciales de rotar jugadores de nómina y de posición. El honor no entra en sus "alternativas tácticas".

Y Osorio, en ese tiovivo, en ese carrusel, entretenido con sus caballitos, desoyó la historia, y organizó a su equipo para perder más que para ganar. Otro Frankenstein en la lúgubre parodia del fracaso.

Por eso, insisto, nos merecemos el Muro. Merecemos pagar el Muro. Bueno, Usted y yo no.

Que lo pague la FMF...

O que lo pague la libreta de renglones torcidos de Osorio...

O que lo pague Andrés Guardado al desperdiciar al minuto 94 ese tiro libre...

O que lo pague Guillermo Ochoa, con ese autogol al más puro estilo accidental y chusco de Chicharito, anotado en su propio marco con la mollera...

En redes sociales, entre aficionados y comunicadores, era evidente ese malestar por la derrota de México, pero no por el zapotazo de una selección endeble en futbol y en proyecto, sino porque se perdió una magnífica oportunidad de pagar una deuda de honor.

Los desagradecidos son como esos cachorros de hiena, que no sólo se alimentan de la ubre materna, sino que la arrancan y se la tragan aunque se desangre su progenitora.

Ser desagradecido es el Onceavo Mandamiento, ese que no está escrito, pero si hasta Jesús aceptó el beso de Judas para agradecerle que le mostrara a la eternidad el camino de ser Redentor.

El irlandés Richard Steele es muy claro: "Un favor bien retribuido es tan maravilloso como el honor, para el que lo confiere y el que lo recibe".

En redes sociales se proclamó hace cuatro años a "Zusi, hermano, ya eres mexicano". Ante Honduras, Zusi y EE.UU. entendieron que todo Abel tiene un hermanazo como Caín con una quijada de burro, dispuesto a traicionarlo...

Insisto, pues: nos merecemos el Muro, al fin y al cabo, los mexicanos estamos doctorados en la hábil tarea de construir túneles hasta dentro de los túneles... y hasta Rusia, si es necesario.

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Previo a la más reciente fecha FIFA, Estados Unidos tenía un 92 por ciento de probabilidad de clasificar al Mundial de Rusia 2018, según el Soccer Power Index de ESPN, porcentaje que disminuyó considerablemente a 70 por ciento tras los resultados ante Costa Rica y Honduras.

Panamá y Honduras, por su parte, vieron sus probabilidades aumentar de 20 por ciento a 38 por ciento y de 15 por ciento a 25 por ciento, respectivamente.

La selección de Bruce Arena no tuvo el mejor de los desempeños en resultados ante Costa Rica y Honduras que apenas le valió para sumar un punto en la contienda.

El revés ante los ticos detuvo una racha de 14 invictos (segunda más larga en la historia de la selección) y significó la primera vez desde 1958 que Estados Unidos pierde más de un partido eliminatorio como local en el mismo ciclo mundialista.

Con nueve puntos tras ocho jornadas, Estados Unidos se encuentra en puesto de repechaje, brindándole más importancia a su próximo partido el 6 de octubre contra Panamá, que cerró la fecha FIFA tercero en el Hexagonal con 10 puntos.

Estados Unidos apunta a ser el tercer equipo que clasifica con menos de 10 puntos tras ocho partidos en el Hexagonal (México 2014 y Trinidad 2006).

¿Cómo se movió el SPI en la CONMEBOL

Mientras tanto, la acción en Sudamérica dejó un panorama interesante, con Brasil firme en el tope con boleto en mano, y Argentina y Chile de capa caída.

La tropa de Tite vio detenida su racha récord de nueve victorias en eliminatorias mundialistas de CONMEBOL, pero aseguró el primer lugar en la competencia con la mira firme en Rusia 2018.

ESPN Estadística e información

Argentina, por su parte, sigue en el quinto lugar que le garantizaría jugar el repechaje, tras una jornada FIFA en la que apenas anotó un gol en empates ante Uruguay y Venezuela.

Sus 16 goles en la eliminatoria son la segunda menor cantidad (solo Bolivia tiene menos) y el equipo apenas cuenta con dos victorias en sus últimos nueve partidos de la competencia.

Chile fue el peor que lo tuvo de las selecciones sudamericanas, perdiendo sus dos partidos de la fecha FIFA para encontrarse fuera de la clasificación como sexto en la tabla. El actual campeón de Copa América empató su derrota más amplia de eliminatoria mundialista como local (3-0 ante Paraguay) y luego sufrió su primera derrota mundialista vs Bolivia desde 2000.

SPI: Chile en picada, Perú aumenta su probabilidad Chile tiene ahora un 35 por ciento de probabilidad de clasificar a Rusia 2018, según el SPI, muy por debajo del 90 por ciento que poseía previo a la fecha FIFA.

Argentina se mantuvo más o menos igual -- disminuyendo de 86 por ciento a 82 por ciento -- con Perú como el gran ganador de la jornada tras ver su porcentaje aumentar de 10 por ciento a 59 por ciento.

Destacó la calificación de México en CONCACAF

México encabezó el grupo de selecciones que confirmó su participación en la próxima cita mundialista.

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A pesar de las críticas en contra de su manejo del plantel, particularmente sus llamadas rotaciones, El Tri de Juan Carlos Osorio logró el viernes 1 de septiembre la clasificación a la Copa Mundial con tres fechas eliminatorias por disputar.

Es lo más temprano que México se clasifica a un Mundial desde que inició el formato Hexagonal para Francia 1998.

ESPN Estadística e información

Rusia 2018 representa el decimosexto Mundial para México, la mayor cantidad para un país que aún no ha coronado campeón, y su séptima aparición consecutiva.

Clasificar al Mundial en si no es un logro mayor para Osorio -- es más una expectativa de todos los técnicos mexicanos. Pero la facilidad con la que lo logró debería de servir de tapaboca para sus detractores.

Tras ocho fechas, El Tri sigue de líder invicto. Solo en 1998 bajo el mando de Bora Milutinovic pudo terminar un Hexagonal invicto. Esa sería su próxima meta... Esa, y el elusivo quinto partido.

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El otro gran granador de la jornada FIFA en la CONCACAF fue Costa Rica, que aseguró jugar el repechaje para Rusia 2018 con su primera victoria en Estados Unidos, en un partido no amistoso desde 1985 y un empate ante México en un duelo protagónico.

Con pasaje a Rusia 2018

Ya son ocho los países que tienen su participación garantizada en el Mundial 2018, con México, Japón, Bélgica, Corea del Sur, Irán y Arabia Saudita sumándose a la fiesta en Rusia. Los belgas son el primer equipo europeo en garantizar su presencia, clasificando a Mundiales consecutivos tras no participar en 2006 y 2010.

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LOS ÁNGELES -- La culpa no la tiene el indio (Sunil Gulati nació en Allahabad, India) sino el que se lo hace compadre. Y Estados Unidos deja fuera del banquete a México: le servirá las sobras de los desperdicios.

Y, claro, indignos, serviles, rastreros, la FMF y cómplices se relamen los pudendos e impúdicos bigotes. Para ellos, el estiércol tiene proteína.

Eso sí, generoso el indio con sus compadres. Le da las migajas, pero con todo y su selección mexicana jugando hasta los Octavos de Final, porque, ya se sabe, el Quinto Partido es terreno vedado y vetado para el Tri, y a partir de los Cuartos de Final se juegan en EE.UU.

Un platillo típico de Brasil, la feijoada, nace en tiempos de colonización. Lo que sobraba en la mesa del patrón, de los platos de los comensales, los residuos, la bazofia, se aventaban y mezclaban en una olla gigantesca, en la que dominaban los frijoles, el arroz, la farofa, y claro las sobras de diferentes carnes, y hasta huesos ruñidos.

Pues eso ha hecho Estados Unidos: le ha servido una feijoada al futbol mexicano, cuyos directivos, limosneros, menesterosos, aceptan de buena gana: diez partidos.

Ojo: aparte del Tri, sólo habría un equipo de los 16 mejor clasificados en el Ranking de FIFA para México, y eso se determinará en el manoseo final del sorteo. Pero no será de los primeros diez. Ni de Europa.

Es decir, los desperdicios de los desperdicios. Una feijoada rasurada, esculcada. Ah, pero los fariseos de la FMF ya sabían la repartición de este pastel hace semanas, y un pastel en el que México no tiene derecho ni a encender (ceremonia de Inauguración), y muchos menos a apagar (Final) las velitas.

Ahora, finalmente, se filtró -- y es más que entendible-- porqué las investigaciones de FBI y la cacería de Loretta Lynch no llegaron hasta México, en la persecución abierta sobre la Concacaf. Una zona de impunidad.

Ya era de causar recelo y resquemor, que en un país donde la corrupción es una doctrina de vivir para el engaño, no hubiera arrojado, al menos, un maldito sospechoso. Pero, parece, México es el Castillo de la Pureza.

Sunil Gulati es un artista de la intriga. No en balde es uno de los cerebros financieros más reconocidos por Harvard. La manipulación es perfecta cuanto menos se nota. Copperfield es un aprendiz del ilusionismo.

Maquiavelo seguramente querría una copia autografiada de las memorias que en su momento escribirá el indio que maneja a la Concacaf con Justino Compeán como escudero o escribano.

Ojo: Gulati no sólo se deshizo de Blatter y Platini, sino que además, limpió a la Concacaf de todos los escollos. En el Caribe y Sudamérica lo detestan, pero a él, es lo que menos le importa,

Sunil manipuló a Infantino, puso de parapeto a Montagliani --¿quién llevó la voz cantante en la conferencia de prensa del anuncio?--, y fortaleció alianzas con México, para poder contar con las televisoras más poderosas de América. "Estando bien con Dios, quién le teme al diablo".

Así que en los documentos que Gulati le filtró a Doña Loretta permitió las cacerías de sus enemigos, pero se reservó cualquier posibilidad de alcanzar a sus cómplices. Hasta su compadre -totalmente verídico-- Compeán le hace honor a su nombre: Justino.

Ciertamente para organizar el Mundial 2026, que seguramente será otorgado a este triunvirato, Estados Unidos necesita más de México y de Canadá, que lo que necesitan estos países de Gulati.

Semejante gigantismo de 48 equipos y 80 juegos, no puede albergarlo a solas Estados Unidos. Necesita un par de vertideros a donde arrojar sus desechos tóxicos. Y ya los tiene. México y Canadá serán sus albañales. El bodrio de la mesa de honor para ambos.

Claro, aún está de por medio la votación, e insisto, más allá de que los países del Caribe le dieron el apoyo en el congreso de Concacaf, queda claro que al ser el voto secreto, pueden cobrárselas todas a Gulati, Compeán y Montagliani. Gulati no es la única Mata Hari.

Con la presentación de la candidatura, este trío ha ganado la batalla, pero aún quedan momentos culminantes de guerra.

Ahora, preguntará usted si México merece más partidos. Por historia y tradición en el futbol, definitivamente sí.

Sin embargo, en lo personal, ante las crisis numerosas que sufre México, ya es bastante positivo que la voracidad depredadora de FIFA, no sangre más a una nación con más de tres millones de personas en extrema pobreza.

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LOS ÁNGELES -- Bajo el Principio de Peter, Jürgen Klinsmann ascendió hasta su propio nivel de incompetencia.

El alemán cerró la puerta de ambos lados. No dejó entrar a nadie. Ni quiso acercarse a nadie. Y nunca entendió de qué se trataba hacerse cargo de la selección de Estados Unidos.

Este lunes, Sunil Gulati le corta la beca, y le permite vacacionar a Europa, tras poner en venta su mansión en Newport Beach, con etiqueta de 2.4 millones de dólares.

Muchas versiones aseguran que Klinsmann fue víctima de sus pecados, pero, además, de una Tormenta de (Bruce) Arena...

Más allá de romper con Landon Donovan, de sus conflictos con Michael Bradley, y de sus desavenencias con otros jugadores, Klinsmann no quiso ni involucrarse con la estructura real del futbol de Estados Unidos.

Desestimó un proyecto iniciado por Bora Milutinovic, prolongado por Steve Sampson, fortalecido por Bruce Arena, y que con Bob Bradley jugando la Final de la Copa Confederaciones, eliminando a España en Semifinal, y superando 2-0 incluso a Brasil, al medio tiempo, encontraba la ruta de crecimiento.

Pero Klinsmann quería cocinar su propia hamburguesa. Y el primero en comprarla, y abotagarse con ella, fue el mismo Gulati, quien se tardó años en ver el desmoronamiento galopante que desencadenaba el alemán.

Nunca tuvo Klinsmann, en verdad, acercamientos serios con una larga lista de visores y buscadores, algunos bajo contrato, otros desinteresados, que conocen y detectan en el día a día a jugadores con talento en las universidades y en las ligas asociadas o independientes. El caracol no sacaba la cabeza de su aburguesada concha.

Sin atender ni entender que durante el Mundial 2006, Alemania no fue al final campeona del mundo por la tozudez de Klinsmann, a pesar de las modificaciones tácticas y hasta de rutinas de trabajo de Joachim Low, Gulati creyó haber encontrado al Mesías. La dictadura de la ignorancia.

Y el alemán vendió espejitos. Desde su llegada. Quiso cambiarle un estilo de juego, poco agradable, pero efectivo a EE.UU. Prometió hacerlo vertical, frontal, ofensivo, despiadado. Quiso reparar lo que no estaba descompuesto, sino aceitadito.

Los jugadores no compartían una filosofía verborreica que no era respaldada en el trabajo de cancha. Los futbolistas estadounidenses dejaban en claro que el vigor e intensidad con que jugaban, necesitaba ese estilo compacto, veloz y físico.

Enseguida, Klinsmann prometió un futbol latinizado. Dijo que buscaría en cada rincón de EE.UU. los mejores prospectos latinos, para darle alegría, chispa, picardía, vistosidad, a la selección nacional. Incluso volteó al futbol mexicano. Genio, quiso hacer tacos de salchihca.

Fue otra farsa. Al final, les vendió oropel a los latinos, a sus directivos, y terminó por ir deteriorando, erosionando, el esqueleto de una hermandad evidente entre el culto al deporte de los estadounidenses.

Y la traición se fue prolongando y perpetrando. Por ejemplo, a Martín Vázquez, el único futbolista profesional que ha defendido las dos camisetas, México y EE.UU., lo tuvo a su lado. Lo usó para ser más exactos. Lo exprimió.

Justo antes de la Copa del Mundo, lo dejó fuera del equipo, sin que el ex defensa del Atlas recibiera puntualmente una explicación. Lo mismo ocurrió con otros colaboradores,. Bajo el pretexto de que no había identidad de trabajo, ni ideas comunes.

Vinieron descalabros dolorosos. Y ante México. Un boleto a la Copa Confederaciones, y la derrota reciente en Columbus por 2-1, sin dejar de lado, un patético rendimiento en la más reciente Copa Oro, y que por su intromisión, hasta el boleto a Juegos Olímpicos se escapó.

Además, vendedor de sofismas, consiguió que una base de jugadores estadounidenses se embaucara con la idea de que era necesario regresar a la MLS por el bien de la selección nacional.

Convenció a Gulati de importar a Berti Vogts, porque, aseguraba, tener a su lado a alguien que compartía su filosofía de trabajo y de éxito, garantizaría la gloria. El tiempo lo condenó.

Y tal vez el acto de mayor soberbia, fue cuando confió a su grupo inmediato de auxiliares y algunos jugadores, que no necesitaba de un complejo y roñoso líder como Donovan, sino que él mismo podía tomar el control emocional del grupo.

Las alucinaciones llegaron a su fin. A la derrota de México, se siguió la de Costa Rica, con un doloroso 4-0.

Lo cierto es que ni el peor de los enemigos, infiltrando a alguien para arruinar el futbol de EE.UU., habría tenido tanto éxito como la forma en que ha averiado Klinsmann su balompié.

¿Bruce Arena de nuevo? ¿Dominic Kinnear? ¿Óscar Pareja? ¿Sam Allardyce? ¿O la versión calenturienta de Miguel Herrera? ¿Caleb Porter?

Gulati seguirá insistiendo en Europa. Los rumores aseguran que busca otro técnico ex mundialista, porque el que en realidad lo ilusiona, José Mourinho, reiteradamente le ha dicho que de momento, no, gracias.

Y lo de Marcelo Bielsa, vale la pena aclararlo: al argentino no le desagrada, en lo absoluto, pero los reportes sobre su adaptación al estilo Gulati, ponen muchas dudas al respecto.

La purga que hace Bruce Arena actualmente en el Galaxy, parece respaldar plenamente que quiere dejar en orden al club, para irse a la selección de Estados Unidos.

El movimiento llega a tiempo. En los albañales de la Clasificación del Hexagonal Final de la Concacaf, aún quedan ocho fechas, y con 15 de esos 24 puntos, quien llegue, aseguraría, al menos, la repesca.

Lo cierto es que los únicos que lamentan la salida de Klinsmann son Panamá, Trinidad y Tobago y Honduras. Sabían que eran puntos seguros con el alemán ahí, desintegrando, desde dentro, al otro de los gigantes con pies de barro de la Concacaf.

Y permítame este desliz: se los advertí hace cinco años.

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COLUMBUS -- Fracaso. La palabra impone. Fonéticamente es escalofriante. Intimida. Es repulsiva. Corroe. Avergüenza. Indigna. Acobarda. Envalentona.

Pero el fracaso es un riesgo reincidente y fehaciente. Para todos. El estigma estriba en la repercusión del fracaso. Las reverberaciones funestas de fallar.

Hoy, ahorita, puedo fracasar en el acomodo de las palabras, y fracasar en seducir a los tres pelagatos de este espacio. Y esos mismos tres pelagatos sentirán fracaso de buscar algo útil en los minutos malgastados en este texto.

Y hoy a un médico se le puede escurrir una vida, o para un maestro cada alumno reprobado le representa una frustración, porque erró. Y ambos fracasaron.

O Carlos Slim puede fracasar en uno de sus miles de negocios. Y hoy el policía corrupto puede fracasar en la suma recolectada para llenar el buche voraz de su jefe. O al ingeniero especialista en rascacielos se le puede venir abajo una banqueta.

El fracaso es una arpía agazapada en la vida de todos. La dimensión del fracaso es el escalofriante efecto, el remezón de haber fallado, el que trasciende.

Esta antesala del artículo, para llegar al momento de los seleccionados mexicanos. ¿Es su mayor fracaso el 7-0? O en todo caso la forma en que los europeos dejaron en la plancha de autopsia al Tri en el proceso mundialista anterior, y rescatados por ese gol de Zusi, y la repesca ante Nueva Zelanda.

En realidad, hay jugadores mexicanos que han pasado por tormentos aún peores. Y sobrevivieron. ¿O acaso todos han vivido de manera hedonista y fácil el futbol? Sin tes... tosterona no hay paraíso.

Los fracasos son tatuajes, son cicatrices multicolores del camino al éxito. Para todos.

Y claro para los futbolistas también ocurre así. O especialmente para ellos, en una nación como México, donde se venera a seres intrascendentes para desconectarse de su propio surrealismo como país.

O de verdad alguien puede entender el nivel de frustración de Javier Chicharito Hernández después de ser el santo de todas las devociones del Manchester United, hasta caer en el desdén, el ninguneo y el desprecio. ¿Y...?

O alguien de verdad puede asimilar la cruz que cargó cuando recargado de fe llegó al Real Madrid y terminó marginado por el club de la estética en el vestuario merengue y debió recoger limosnas por confabulaciones, a pesar de redituar goles. ¿Y...?

Nadie puede ponerse esos zapatos. La empatía es imposible. El suplicio descarnado cuando, dice Alberto Cortez, "a los 20 años te parece que el mundo es una manzana".

Hoy, más allá de su divorcio con los medios, y de la elección de su silencio y veto, como proclama absurda de su molestia, queda claro que el tipo se convierte en el jugador relevante en un club que trata de vivir una historia de relevancia en la Champions. Sí, suma mes y medio sin gol, pero... ¿Y...?

Entonces, concordemos que a pesar de goles determinantes y festejos con Manchester United, Javier Hernández vivió, muchos fines de semana, la frustración de ser marginado del primer equipo, o de goles inminentes que erró, como los penales. Esos, técnica y etimológiocamente, son fracasos. Irrefutables fracasos.

Hoy, sin embargo, debe ser el jugador más curtido en el hábitat más inclemente como el de la alta competencia en Europa. Y debe ser el mejor referente de y para el futbolista mexicano, en ese sentido.

Fracasó desde el manchón. Y desde la línea de gol. Y desde la práctica semanal. Pero hoy, más allá de todas sus equivocaciones como individuo, es el jugador más respetado en el Tri, ojo, no necesariamente, el más amado, dentro del Tri.

Y de esos casos, bajo un estereotipo de redención absoluta, abundan en la selección mexicana. Así como a Chicharito semejantes calamidades lo han hecho mejor competidor y mejor futbolista, así pasa con otros que llegan a este proceso mundialista con el pellejo curtido.

Relatamos el caso de Javier Hernández porque es el epitome de la idolatría perfecta y sus síntomas en el entorno del futbol mexicano. Hay quienes lo veneran ciegamente y hay quienes lo mastican ciegamente.

Pero, nadie, nadie, puede imaginarse esa desolación de Guillermo Ochoa, lanzándose al mar embravecido de Francia, en un equipo condenado a muerte como el Ajaccio, y persistir y resistir, cuando en México hubiera pervivido bajo el dulce arrullo de la burguesía y la idolatría.

Y encima, la esclavitud en el Málaga. ¿Y alguien se atreve a suponer siquiera su agonía tras el 7-0 ante Chile y luego recibir otros siete ante el Atlético de Madrid? ¿Cuántos habrían elegido el suicidio profesional después de semejantes ejecuciones sumarias?

Hoy, la realidad, en la suma de cicatrices, de esos tatuajes multicolores del fracaso, Ochoa es el mejor portero que tiene México. Y él está rabiosamente ansioso por saltar ante EEUU. Cierto, la decisión sigue rotando en las rotaciones de Juan Carlos Osorio.

¿Más? Puede ser Usted tan cínico de creer que puede interpretar la rabia, el desconsuelo, la impotencia, de un personaje que llegaba a recibir más de 100 mil menciones en Twitter por cualquier situación ajena.

Porque ese #TodoEsCulpaDeLayún se convertía en una marabunta cibernética de sorna y abuso sobre un futbolista que era culpable desde la devaluación del peso, hasta de las reumas de un perro callejero, y claro, las derrotas de su equipo.

Hijo, padre de familia, esposo, ser humano, futbolista, colega de otros tantos, Miguel Layún anhelaba, seguramente, cada día, que el precio de la alfalfa en Burkina Faso no fuera a desplomarse porque seguramente se llegaría en Twitter a la conclusión de #TodoEsCulpaDeLayún.

Hoy, Miguel Layún persiste en su batalla. Seguramente cada día que no juega lo sufre como un fracaso. Pero siempre habrá domingos en el Porto que serán día de fiesta.

La suma acumulada de fracasos, como a todos, como a cada uno, los deja a estos tres, y a tantos más, mejor calificados y clasificados para la gran victoria.

Han tenido tantos fracasos en un aparador inmenso como el futbol profesional, que han aprendido a convivir con ellos, pero sin rendirse a ellos ni ante ellos.

Terminan fortalecidos. Esos fracasos son tatuajes, son cicatrices multicolores del camino al éxito. Para ellos. Como para todos.

Ellos, Javier Hernández, Guillermo Ochoa, Miguel Layún, Marco Fabián, y siga sumando, se convirtieron en apóstoles, tal vez sin saberlo, de una reflexión de José Saramago: "La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva".

Y ellos, Hernández, Ochoa, Layún, Fabián y otros, demuestran que el fracaso, como riesgo inalienable de vida, tampoco es absoluto ni definitivo.

Como ningún 2-0, como ningún Fort Columbus, como ningún Waterloo estadounidense, es definitivo, absoluto, y mucho menos eterno...

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LOS ÁNGELES -- Hechos. México, como equipo, llega en peor momento que Estados Unidos a la cita en el Waterloo de Columbus. Siete juegos en el arrullo de la mediocridad y la zozobra. Especialmente con el 7-0.

Hechos. Pero, los seleccionados mexicanos en Europa llegan en mejor momento que los estadounidenses a la cita en Fort Columbus, como lo llaman sus seguidores, por la imbatibilidad certificada con el código de barras burlón, ácido, del #2-0.

México se enfrenta a la peor versión del decadente seleccionado de Estados Unidos en la era de Jurgen Klinsmann. Aunque ahora ha llamado al histórico Bert Vogts para tratar de darle coherencia, idea y forma. Medidas desesperadas.

Pero, el Tri llega con esa seguidilla de siete juegos cargados de soponcios, escalofríos y jaquecas: Venezuela, Jamaica, El Salvador, Honduras, Nueva Zelanda, Panamá y, claro, el 7-0 ante Chile. Presumir que Osorio sólo ha perdido un juego es demencial.

El protagonismo, sin embargo, cambia de manos. Abruptamente. El destino de México en Columbus está más en poder de los jugadores que del cuerpo técnico.

Ojo: no se trata de una rebelión ni de un escape a la anarquía. No se trata de que los patos se apoderen de las escopetas. Se trata de cumplir los roles. Tú diriges, yo juego. Yo dirijo, tú juegas.

Ese 7-0 aún debe depositar los beneficios de una gran derrota. Un terremoto de semejante magnitud deja damnificados, y los jugadores, el cuerpo técnico y los directivos coinciden en que es una herida abierta. El olvido no es perdón. Y menos autoindulto.

Irónicamente la afición se divide. Algunos, los más acobardados, reclaman darle vuelta a la página, olvidar la tragedia, es decir, convertirse en avestruces metiendo hasta el cogote en la inmundicia del fracaso. Llanto de cobardes.

Otros, conscientes del desacato sufrido, reclaman un resarcimiento genuino en el único sitio genuino para ello: la cancha. Ahí es donde esperan la redención y no, como los anteriores, en el culto compartido al asco y al miedo.

Afortunadamente, futbolistas y entrenador coinciden con los audaces y no con los acobardados, coinciden en reivindicarse y no en acurrucarse. El 7-0 es una cicatriz eterna: defenderla y exhibirla con valor es mejor que tratar de ocultarla con el pudor hipócrita del miedo.

Aquí es donde entran los futbolistas. Aquí es donde entran los actores del drama que se convirtió en parodia, en la comedia de su propio ridículo. Esclavos de sus pecados.

México llega con jugadores exudando revancha, temperamento, rabia. Para bendición o maldición, en la vergüenza acumulada de esos siete juegos, el futbol les ofrece la reivindicación, la liberación... o el luto absoluto al enfrentar a Estados Unidos y el socarrón epitafio de 2-0 en cuatro eliminatorias consecutivas.

Y la madurez de los futbolistas se manifiesta con cicatrices brutales, precisamente como las de ese 7-0. Ultrajes semejantes se convierten en trofeos, en condecoraciones, cuando se sobrevive a ellos.

Y así llegan los jugadores. Javier Hernández, aún con casi mes y medio sin gol, pero más jugador que antes. Andrés Guardado reencontrando su ritmo y su autoridad en la cancha. Carlos Vela parece que hace pretemporada en España para este duelo. Y lo mismo podría decirse de Héctor Moreno, Héctor Herrera, 'Tecatito' Corona, Miguel Layún, y esperar que Giovani haga en Columbus lo que había hecho regularmente en la MLS.

Lo entienden claramente, por las condiciones individuales suyas, aunque como equipo esté erosionado es el ahora o nunca ante Estados Unidos, que, necesario recalcarlo, vive la marea baja en el proceso penoso de Klinsmann.

Hoy, apegándose, necesariamente, a las exigencias de Juan Carlos Osorio, el desenlace en Columbus estará en manos de los jugadores. Y lo saben, uno a uno, futbolista a futbolista, hoy, México es más que EEUU.

Claro, si los fantasmas, los espectros de Fort Columbus, del frío, del 2-0, de la jetatura estadounidense, asustan a los futbolistas mexicanos antes de que ruede el balón, no habrá salvación.

Pero, si cada uno de los seleccionados mexicanos, individualmente, comprende y asume la implacable realidad de que son mejores futbolistas y tienen la testosterona para querer demostrarlo, la hegemonía puede terminar y venirse abajo El Muro del Jericó de Columbus.

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LOS ÁNGELES -- ¿Patíbulo o gloria? ¿Paredón o hazaña? ¿Crisis o resurrección? Los extremos los aguardan. Y ya Juan Carlos Osorio eligió a su legión de kamikazes. "Ave, Columbus, morituri te salutant".

Una travesía de alto riesgo. Primero, Fuerte Columbus, como le llaman los estadounidenses, o el Waterloo mexicano, como la historia certifica al cementerio premundialista del Tri.

Y después Panamá, donde hay ansias no contenidas, por abrir en canal, nuevamente, al equipo mexicano. Ya en el amistoso de hace un mes, el 'Bolillo' Gómez se puso a juguetear con amenazas y elogios de doble filo sobre este encuentro.

De los enlistados, 16 tienen recorrido europeo, algunos muy exitoso, otros de altibajos y otros más, esperando tiempos mejores todavía, como Diego Reyes y Raúl Jiménez.

Cierto, la base titular de México es lo mejor que tiene. O, ¿es, acaso, lo único que tiene? Ambas cosas son ciertas. Aunque la primera es un desplante de soberbia. La segunda es regurgitar la angustiosa realidad.

Aquello que dijo Ricardo Peláez que había, fácilmente, sólo en la Liga MX 90 futbolistas seleccionables, se convierte en uno de los mayores disparates de su parodia como dirigente. Un monumento a la farsa. Quiso dar atole putrefacto con dedo de leproso. Y muchos se lo tragaron.

Fort Columbus, o el cementerio del Tri, tiene un doble impacto. Para los estadounidenses, en horas menguantes, representa la fortaleza donde cuelgan, donde ostentan, cada cuatro años, la zalea humeante y humillada de México. Para el Tri implica el retortijón espiritual cuando llega de siete pésimas exhibiciones de futbol, incluyendo, claro, el 7-0 ante Chile.

Uno, EEUU llega al útero de sanación a tratar de restañar las heridas. Otro, el Tri llega al reiterado infierno donde se gestan, además, las burlas permanentes para cerca de 30 millones de mexicanos avecindados en Estados Unidos.

Irónico que en su visita más reciente, México tuvo su mejor actuación, pero la desgracia lo arrastró con ese 2-0 trepidatorio que fue debut y despedida para Luis Fernando Tena. Una noche brillante de Giovani dos Santos, pero la pelota se confabuló con el infortunio mexicano, y erró las oportunidades que generó en el primer tiempo.

México ha reagrupado fuerzas. La convocatoria de Juan Carlos Osorio no fue unilateral. No fue el apetito exclusivo del cuerpo técnico colombiano. Esta vez se inmiscuyeron a detalle dos personajes urgidos de resultados y de mejoría: Guillermo Cantú, secretario general de la FMF, y Santiago Baños, presidente de selecciones nacionales.

Evidentemente sin llegar a situaciones álgidas, esta vez, la convocatoria de Osorio fue consensuada, no un parto sietemesino estrictamente originado en famosa, pero no legendaria aún, Libreta de Osorio.

Tras el filtro competitivo, deportivo y futbolístico, en lo que debe ser una sana valoración institucional, hasta llegar a los 25 citados, se agrega un Flautista de Hamelín, encantador, supuestamente, de voluntades dubitativas.

A este proceso desesperado por sumar puntos en Fort Columbus y en el Canal de Panamá se agrega el hombre de los soliloquios con las bellotas: Imanol Ibarrondo.

Ex futbolista, experto en pretender extraer los frondosos robles que se esconden dentro de simples bellotas (el ser humano), se compromete a estremecer los espíritus fogosos, si los hay, en los jugadores mexicanos.

La decisión es también colectiva. Baños y Cantú acercaron a Imanol con Osorio, que al parecer encontraron aleaciones motivacionales para una alianza. Osorio le ha dado la bienvenida. Que es un acto de concesión, que no de rendición, en sus intentos por soliviantar al guerrero mexicano ante Estados Unidos, en el comienzo de la batalla campal del Hexagonal Final de la Concacaf.

Por lo pronto, los que saltan a la cancha, los verdaderos responsables en convertir Fort Columbus en su Zócalo y no en su cementerio, son, algunos, responsables de ese férreo yugo de EEUU sobre México, aunque al final, todos, los 25, son los herederos en turno de ese patrimonio perverso y maldito, ese epitafio reincidentemente cuatrienal del 2-0. El féretro tiene 25 nombres.

Sin ser plenamente cierto, los gladiadores saludaban al César: "Ave, Imperator, morituri te salutant (Salve, Emperador, los que van a morir te saludan)". Osorio tiene ya a sus gladiadores, listos para otro "Ave, Columbus, morituri te salutant".

Aunque, en cambio, bien podría citarles Osorio al Dante: "Dios no elige a los preparados... Dios prepara a los elegidos".

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LOS ÁNGELES -- ¿Conoce las bellotas? No, no es un aumentativo o un superlativo, y no fantasee con Jennifer López o con Jennifer Lawrence o con Scarlett Johansson o con Song Hye Kyo. Todas las bellotas son bellas, pero no todas las bellas son bellotas.

La bellota es el fruto de los robles, de los encinos... y de los alcornoques. Y hay un personaje que habla con ellas, figuradamente y figurativamente.

Y ese hombre, ese filósofo del soliloquio con las bellotas, se suma a la Selección Mexicana como asesor de, digamos, las bellotas, que trata de hacer germinar Juan Carlos Osorio, especialmente en el Hexagonal Final de la Concacaf.

Imanol Ibarrondo
Twitter: @energizolEl conferencista, evidentemente, tiene el poder de la palabra y de la seducción.

Bellotero por autodescripción, Imanol Ibarrondo, ex futbolista, bilbaíno, especialista en coaching deportivo, se suma al vía crucis del Tri. Su misión suprema, su Juicio Final, tiene un Día D: noviembre 11, en el habitual Waterloo mexicano, que es Columbus, ante Estados Unidos.

Cierto, la deliberación y el veredicto facilistas aguardan perfectamente al final del arco iris... o del calvario.

Si México consuma la hazaña de vencer a EE.UU., Imanol se lleva la bellota de oro de la afición mexicana. Si la costumbre se mantiene, y EE.UU. perpetra otra humillación sobre México, la culpa absoluta será de Osorio.

Imanol dispondrá de 23 bellotas. La mayoría de ellas procedentes de canchas europeas. Y con algunas de las cuales ya ha tenido contacto.

¿Qué hace este encantador de bellotas, este Flautista de Hamelín de las canchas? Su punto original de partida, es fascinante sin duda. A algunos los hará sentir como un evangelizador de la victoria a través de la autoestima. Para otros, posiblemente, sea un charlatán.

Como debe ser, el tiempo y los resultados serán sus mejores avales o verdugos. En esto del futbol, los juicios sumarios se ejercitan cada 90 minutos, especialmente en torno a una selección mayor que nunca ha ganado nada, a no ser notoriedad fatalista, como el aquelarre de todos sus pecados en el 7-0 ante Chile.

Imanol habla con las bellotas. Pero no con ese caviar de roedores forestales. En realidad Imanol habla con esa bellota que Usted, y según lo explica él, todos llevamos dentro.

Hay una analogía. O ejemplo. O metáfora. O alegoría. Imanol evoca en sus seminarios que toda bellota, en esencia, como prodigio natural, puede regalarle al universo un espléndido, robusto, frondoso y casi eterno roble, que, sobre todo, a su vez, se multiplique febril y fértilmente en nuevos frutos.

E Ibarrondo se enfoca en ello, en una ardua labor de convencer a su interlocutor, en este seductor coloquio, de que él, como ser humano, tiene dentro de sí, el potencial de engendrar su propio roble, sea cual sea su afición, pasión, oficio o profesión.

Youtube expone a Imanol en un video de 47 minutos. Todo lo que Usted quería saber sobre Ibarrondo y su apostólica catequización de bellotas y no se atrevía a preguntar, ahí está.

El conferencista, evidentemente, tiene el poder de la palabra y de la seducción. Y en la apología circunstancial hacia sus feligreses hay mensajes motivacionales, así como reprimendas y desafíos, lo que conlleva a una disertación interesante.

Si Usted leyó la saga de manuales de Og Mandino o 'El monje que vendió su Ferrari', se refrescará con viejas ideas con nuevas y futboleras adaptaciones.

Pero, lo medular: ¿servirá esto a los seleccionados mexicanos de futbol que suman siete partidos de preocupante nivel: Jamaica, Venezuela, Chile versión 7.0, El Salvador, Honduras, Nueva Zelanda y Panamá B?

Estas son algunas de las tareas de Imanol Ibarrondo al sumarse al bellotero Tri en la primera semana de noviembre.

1.- Extraer de las cabecitas de los jugadores todos los vestigios enraizados de la culpabilidad por el 7-0 ante Chile. Las bellotas también desarrollan robles frondosos de frustración.

2.- Convencer a los futbolistas de que hasta el Muro de Jericó sucumbió algún día. Y que más allá de la enclenque realidad futbolística actual de EEUU, Columbus no es más inexpugnable que el Álamo. Esa sensación de víctima propiciatoria que se revitaliza perversa e insanamente con sólo pisar el vestuario del Mapfre Stadium.

3.- Resucitar la confianza mutua. El técnico Juan Carlos Osorio y sus jugadores rezan en capillas ajenas. El 7-0 oficializó el divorcio. El futbolista mexicano debe entender que la falta de credibilidad en y hacia Osorio, es un reflejo de la pérdida de credibilidad en sí mismo. Y al final, las víctimas son dos. Una tragedia de camas separadas, parafraseando a Sabina.

4.- La verdad absoluta del doctor en psicología deportiva, Octavio Rivas (QEPD), no hizo eco en Osorio. Habrá que ver si impacta en Imanol: "'Pérate, son mexicanos, están programados al revés". Sven-Goran Eriksson, en su momento, entendió, demasiado tarde, que al jugador mexicano no hay que entregarle solamente la cartografía de un juego y una estrategia, sino prepararlos mentalmente, primero, para no perder la batalla, y segundo para sentirse capaces de ganarla.

Lo que es innegable es que la aceptación de Imanol por parte del cuerpo técnico del Tri, a petición de la comisión de selecciones nacionales, tiene dos objetivos: un técnico que perdió los hilos sensibles de motivación, y unos jugadores que tienen enmarañados sus instintos de futbolista, y priorizan su instinto de conservación. Es una declaración de impotencia compartida.

Cuidado: el discurso ameno, experimentado, bien intencionado, no necesariamente garantiza que las bellotas citadas para el Waterloo de Columbus, germinen poderosamente en robles luego de esa semana de charlas previas.

Cuidado: es necesario, imprescindible que el interlocutor, la bellota pues, el futbolista en este caso, se encuentre mentalmente dispuesto, apto, deseoso y receptivo, de este tipo de orientación.

Las arengas hacia los jugadores mexicanos normalmente son bastante peculiares. Y arrabaleras. Las bellotas que recibirán el fertilizante afectuoso de Imanol, tienen otras preferencias. Me gusta citar esta referencia:

México perdía 2-0 con EE.UU. en un amistoso. Para el segundo tiempo, un cambio de jugador y un discurso puntualmente procaz. Y México empata a dos y estuvo en la línea de gol para hacer otros dos, pero falló.

Se le preguntó a 'El Piojo' Herrera qué había hecho, más allá de los ajustes tácticos, para esa metamorfosis dramática en el comportamiento del jugador, y en la avasalladora actitud sobre EE.UU.

"Les dije que había que ponerle ganas, que había que despertarse y salir a ganar", responde Herrera.

--Exactamente ¿qué les dijiste, cómo se los dijiste para que entendieran?

"Así, como debe ser: 'cabrones, hay que salir a ponerle güevos, este partido no lo vamos a perder... entre otras cosas'", relata 'El Piojo'.

Imanol podrá tener un depurado gusto idiomático. Como sin duda lo tiene Juan Carlos Osorio cuando se dirige a sus jugadores.

Pero, ojo, el doctor Rivas tiene sin duda la exquisita conclusión con su Llave del Mandala: "Pérate, son mexicanos, están programados al revés".

Por eso, la perorata de barriada de Miguel Herrera va directa a las conciencias adoloridas.

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