La nostalgia de un Grand Slam

La leyenda de Martina Navratilova, una de las más prolíficas del panorama competitivo y social en la historia de la raqueta, retornó al Melbourne Park, donde sació parte de las necesidades de los nostálgicos y desempolvó las viejas notas de los críticos

MELBOURNE -- La leyenda de Martina Navratilova, una de las más prolíficas del panorama competitivo y social en la historia de la raqueta, retornó al Melbourne Park, donde sació parte de las necesidades de los nostálgicos y desempolvó las viejas notas de los críticos e historiadores deportivos.

La figura de la estadounidense nacida en Praga apenas se ha alterado, aunque ni su rostro ni sus piernas pueden disimular el permanente acoso del tiempo a pesar de su empeño por contradecir los dictámenes de la naturaleza.

Pero Navratilova, de 46 años, mantiene intacta su ambición. Y su ansia por competir. Por eso, seis años después de su retirada, regresó a las pistas como jugadora de dobles. Ahora, después de su paso efímero por Wimbledon, intenta prolongar su experiencia en los Grand Slam y adaptar su mentalidad a la convulsión que ha precipitado el mundo del tenis.

"La idea del retorno comenzó a rondarme en 1999 cuando estaba en Wimbledon como comentarista de la televisión. Recuerdo que Mariaan de Swardt me pregunto en marzo si me gustaría jugar y no pude negarme. Allí jugué mi primer partido después de cinco o seis años retirada. Más tarde pensé que podía hacerlo también en Eastbourne. Jugué en Francia y también en Madrid. He disputado cuatro torneos desde entonces y comprobado que me divierto y que he obtenido dignos resultados", comentó la veterana tenista.

Navratilova, que aglutina en su palmarés 167 títulos individuales -18 de Grand Slam- y otros tantos de dobles -31 en Grand Slam-, que suma 1.440 partidos individuales y que fue número uno del mundo 332 semanas, logró, acompañada por la rusa Svetlana Kuznetsova su primer triunfo en el retorno a Australia. "He encontrado una dimensión del juego distinta a la de entonces", comentó.

La tenista estadounidense, que compartió generación con las legendarias Chris Evert y Billy Jean King, ha vuelto a pisar la superficie sintética de la Margaret Court Arena, la tercera pista en relevancia del Melbourne Park.

"Hace mucho desde entonces. Recuerdo que fue en Año Nuevo. La final de aquella edición fue después de Año Nuevo. No sé el día exacto ahora mismo, pero recuerdo que el torneo empezó en Navidad y terminó después del inicio del siguiente año", rememoró.

"Eran otros tiempos y creo que fue uno de los momentos en los que hubo un gran movimiento del tenis femenino, acostumbrado a estar a la sombra del masculino. Jugué en la pista Margaret Court Arena. No se nos prestaba mucha atención. Jugué cuartos de final en esa cancha, una pista exterior y no podía entender por qué nos llevaban allí cuando otros jugadores del cuadro masculino, sin relevancia alguna, jugaban en la pista central", continuó la estadounidense.

Navratilova explicó los cambios que a partir de entonces sufrió el tenis femenino. "Pero creo que fue en 1978 cuando la cosa cambió y el torneo femenino tomó relevancia y se estableció como un gran evento. El nivel del tenis de la mujer mejoró notablemente y dejó de tener como referencia el de los hombres"

La progresión continúa en el mundo del tenis a pasos agigantados y el profesionalismo ha sorprendido a todos los inmersos en el mundo de la raqueta. Las exigencias cada vez son mayores y la competitividad, desde el principio más temprana.

"No estoy segura de que el sistema del circuito sea el mejor para el deportista. Ahora hay demasiados intereses. Fundamentalmente a lo largo del camino del atleta, en su estructura y sus estamentos. El deportista ya no puede controlarlo. Los torneos tienen demasiado poder y los deportistas no tanto. Ellos controlan donde se juegan los partidos, no donde deberían jugar. Las tenistas están en el partido, no en el torneo", criticó Navratilova.

El ejemplo de la jugadora estadounidense no ha logrado estimular a las jóvenes, que irrumpen temprano en el circuito profesional pero que piensan en la retirada al poco tiempo. Para Navratilova, el norteamericano Andre Agassi es una de las pocas excepciones.

"Agassi es de los pocos jugadores que sobrevive a las exigencias del tenis profesional. Y es que la situación es excesiva lo que provoca la saturación de los jugadores y la frecuencia de las lesiones", señaló la tenista.

"Y es que si tú a una niña de quince años le metes de lleno en la temporada sus piernas empiezan a dejar de responder con el paso de los años. cuando tiene veinte ya está saturada y cansada. Además, las superficies actuales ayudan poco. Jugar en pista dura castiga mucho más. El profesionalismo es desmesurado. Yo intento seguir disfrutando de este deporte más allá de lo que me pueda reportar", concluyó la jugadora de 46 años que ha prolongado su experiencia en Melbourne.

- EFE

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