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Una Arena convertida en coliseo presenció el regreso de la UFC a México

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Naimov derrota a Silva por TKO a los 41 segundos de combate. (0:44)

Muhammad Naimov se impone a Erik Silva por TKO a los 41 segundos de combate. (0:44)

La UFC volvió a México por primera vez desde 2019... se encontró con una fanaticada que lleva el combate en la sangre y un escenario de clase mundial.


Durante casi cinco años la UFC no había pisado territorio mexicano y ahora, con una cartelera de 13 peleas, firmó un pacto de lealtad con el público local que abarrotó la Arena Ciudad de México.

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Todo estaba fríamente calculado. La UFC decidió volver a México en el Día de la Bandera (24 de febrero) como primer mensaje de complicidad.

La fanaticada respondió como sabe hacerlo: Abarrotó el lugar desde dos horas antes del inicio de las peleas, su puso la playera de su selección de futbol (agregándole la marca de UFC en el pecho), portó la bandera tricolor y convirtió la Arena en un Coliseo de sentimientos y reacciones salvajes.

Coliseo porque en México, un país donde el boxeo se lleva en la sangre y el Taekwondo es el deporte estelar en Juegos Olímpicos, la UFC tiene su espacio en el corazón de los aficionados porque ha entendido que la forma de ganárselo es llevando peleadores del barrio al octágono de un UFC Fight Night.

En México los éxitos deportivos son a cuenta gota, pero siempre se juega con la bandera y la pasión por delante. Más allá de los nombres, importa dónde nacieron, de dónde vienen y qué playera defienden. Esa es la complicidad exitosa que entendió y explotó la UFC.

Por eso Édgar Cháirez, confeso aficionado del América en las semanas previas a su pelea, fue de los más ovacionados en la cartelera preliminar. La gente se identifica con los suyos, paga por sus colores y presume sus victorias.

Pero también saben sufrir, quejarse, abuchear y sentirse despojados, como cuando les pareció injusta la derrota de Víctor Altamirano a manos del brasileño Felipe dos Santos.

La Arena Ciudad de México, un recinto que ha tenido partidos oficiales de NBA, es sede de los Capitanes de la G-League y la próxima semana recibirá la eliminatoria de la selección nacional de Basquetbol, es una joya al norte de la capital. Tiene las facilidades para llegar y salir rápido, es cómoda y teconológicamente moderna, lo que la hace sede viable para próximos eventos y el deseo generalizado: Un evento numerado.

Razones hay, aficionados sobran porque esta noche llegaron de todo el país, desde el norte para ver a Chairez, del centro y del sur del país para seguir a Ronaldo Rodríguez. Y a la hora de los combates lo vivieron como saben hacerlo siempre: con la bandera, los gritos por delante y la pasión, que incluso se desbordó con una pelea entre aficionados cuando comenzaba el evento principal.

En cuanto se apagó la luz y salió el primer combate de mexicanos, con Víctor Altamirano, los 20 mil asistentes al recinto abucheaban la salida de los rivales y ondeaban las banderas tricolores. La misma receta aplicaron en cada pelea.

En adelante el show fue de sufrir y festejar. En la preliminar ganaron tres mexicanos de cinco que estuvieron en acción; pero fue solo el preámbulo para una noche en la que se defendía la bandera por encima de todo.

La cartelera prinicipal inició prometedora con las victorias de Manuel Torres y Yazmin Jáuregui, pero en las estelares el coliseo tricolor transitó del canto al silencio ante las decepcionantes peleas de Yair Rodríguez y Brandon Moreno. Una vez más, clásico en la historia mexicana, el público estuvo por encima del deportista.