A Kobe Bryant siempre le preocupó en qué estado dejaría a Los Angeles Lakers tras su marcha. Le hubiera encantado haber contado con un jugador de primer nivel para pasarle el testigo del equipo y llevarlo a las cotas más altas, las mismas a las que él llegó en cinco ocasiones. El ideal para él siempre fue un Russell Westbrook al que admiró por su entrega y compromiso, además de por su garra y calidad. Aquel sueño inalcanzable de cara a la temporada 2016-17 –imposible de conseguir sencillamente porque el armador tiene contrato vigente hasta el verano de 2017 con Oklahoma City Thunder- nada tiene que ver con la situación en la que podrían quedar los Lakers cuando se marche. Claro, que con éxitos avalados y 45 millones de dólares más en el bolsillo en los dos últimos años, las penas lo son menos.
Tan solo permanecerán seis jugadores asegurados de cara a la temporada que viene (Louis Williams, D'Angelo Russell, Nick Young, Julius Randle, Larry Nance Jr y Anthony Brown) y es más que probable que Jordan Clarkson forme parte de ese grupo. De lo siete potenciales piedras angulares del futuro lagunero, cinco de ellos cuentan con 23 años o menos. Hacinados en el segundo peor puesto de la competición, los Lakers aspiran a contar con otro par de jóvenes en el draft y sueñan con una primera elección. Con este panorama, buscarán atraer a varias figuras y al menos a dos superestrellas. Las nuevas reglas del tope salarial ayudarán a que económicamente, el segundo equipo mejor valorado de la NBA según la revista Forbes no tenga problema alguno. Podrán gastarse en torno a 57 millones de dólares en salarios el año que viene.
En lo deportivo uno se puede agarrar a la corriente que apuesta por la evolución de los más jóvenes en el tramo final de la campaña y el amplio margen salarial que tendrán los Lakers será suficiente para atraer a jugadores consolidados y darle un vuelco al patetismo que ha perseguido a la franquicia en los últimos años. La realidad es que los Clarkson, Russell, Randle y compañía han evolucionado mucho y cada vez muestran más madurez sobre la duela. El primero confirmó que las buenas sensaciones de su año de novato no fueron fruto de la casualidad, el número dos del draft va camino de formar parte de la selección del Primer Equipo de Novatos y Randle cuenta con 30 doble-dobles que le colocan en el top 1 de la competición en este apartado. Tras Karl-Anthony Towns, es el segundo mejor jugador más joven de los 15 primeros. Nance Jr también ha demostrado una solidez que va 'in crescendo' y Brown continúa evolucionando defensivamente.
Sin embargo, hay otros factores a analizar en la configuración de plantillas. Que le pregunten a Gregg Popovich por sus requisitos a la hora de contratar a jugadores. Ya se le formuló esa cuestión y su filosofía dista mucho de la de unos Lakers que no se ha caracterizado por analizar en profundidad las personalidades de sus potenciales fichajes. Los resultados saltan a la luz. La pérdida de estribos que ha demostrado un Russell inmaduro en varias fases de la temporada con Byron Scott y miembros de la prensa, los altibajos de Randle y un Clarkson que se ha visto envuelto en un el último y ridículo episodio extra deportivo, despiertan muchas dudas. La corriente que opina que este núcleo de jóvenes tiene que madurar mucho dentro y fuera de las duelas también tiene su punto de razón.
Entre los más veteranos despunta un Young que está teniendo la peor temporada de los siete años que acumula como profesional. Si el año pasado y el anterior se ganó la extensión, éste ha demostrado estar más preocupado por sus excentricidades personales que por su desarrollo como jugador. Salta a la vista. Anota seis puntos por partido menos que la campaña pasada (7.3 PPJ con respecto a los 13.4 PPJ) y más de 10 menos que hace dos temporadas, cuando alcanzó 17.9 PPJ. Con esos números, lo que le faltaba era verse involucrado en una situación embarazosa como la que está viviendo junto a Clarkson.
Los Lakers siguen investigando qué sucedió el domingo, cuando ambos jugadores fueron acusados de insultar a dos mujeres con gestos obscenos en una calle de Hollywood. Según la franquicia, hay dos versiones bien diferenciadas con respecto al asunto y aunque ambas partes tienen el beneficio de la duda, no hay peor ciego que el que no quiere ver. El simple hecho de estar envueltos en una situación de este calibre da que pensar, sobre todo si los antecedentes no son precisamente los de dos jugadores de comportamiento ejemplar.
Que tire la primera piedra el que esté libre de escándalos sexuales en los Lakers. Todo se perdona, pero todo se puede evitar. Los más jóvenes podrán estar demostrando que tienen un techo enorme frente a ellos, pero su actitud no es pulcra. Eso también tiene mucho que ver a la hora de convencer a los agentes libres más jugosos.
Los Lakers que dejará Kobe están inmersos en una incógnita perpetua, en una desazón que se maquilla con algunas victorias sueltas pero insuficientes para sacarles a flote. El tirón de orejas debe ir dirigido a una gerencia que o cambia su manera de elegir jugadores, o seguirá poniendo piedras en la mochila de la franquicia. Ninguno de los jugadores más jóvenes ha demostrado que tiene calidad y progresión suficiente para que sus deslices extra deportivos sean olvidados.