Los Lakers ponen su confianza en Anthony Davis para el segundo juego de la serie frente a los Nuggets.
Nikola Jokic es el mejor jugador del mundo. No importan los premios, no importan los rankings, no importa absolutamente nada. Es algo que sabemos todos. Y en esa premisa, Los Angeles Lakers no son excepción.
Es frustrante lo que ocurrió en el Juego 1 con LeBron James y compañía. Porque durante una gran parte del encuentro debut de la serie pareció que podían ganar el partido. Hicieron un buen trabajo, se esforzaron para estar a la altura, pero es imposible tapar el sol con un dedo: los Nuggets son mejores y será casi un milagro deportivo que logren girar esta eliminatoria.
Jokic es un verdadero comodín del básquetbol. Nunca -refuerzo: NUNCA- hubo un jugador como él. Vísteme despacio que estoy apurado: tiene la fineza de un cirujano y la reacción de un piloto de Fórmula Uno. Desde las alturas, controla absolutamente todo. El Gran Hermano de la NBA es capaz de encontrar ventajas con jugadas surrealistas y otras poco vistosas que consiguen el objetivo más preciado de este deporte: atravesar una circunferencia de metal con un balón de cuero.
Los Lakers perdieron ya nueve partidos consecutivos ante los Denver Nuggets en la NBA. Probaron absolutamente todo, pero siguen sin lograrlo. Son el Coyote contra el Correcaminos una y otra vez: primero intentaron con Anthony Davis, luego con Rui Hachimura. Pero el problema, el teorema indescifrable en la misión frente a Nuggets, es que la solución para ganar no está solo en Jokic. Es un equipo profundo de múltiples variantes. Jugar contra ellos, es enfrentarse a la teoría de la manta corta: si se tapan los pies se destapa la cabeza y viceversa.
32 puntos con 15-23 en tiros de campo (65%), 12 rebotes, 7 asistencias y 0 pérdidas de balón. Esos fueron los números de Jokic en el juego debut. Es absurdo. LeBron, ícono de los Lakers y leyenda de la NBA, jugó un partidazo: 27 puntos, ocho asistencias, seis rebotes (10-16 en TC). Anthony Davis, también: 32 unidades, 14 tableros, cinco asistencias (12-23 en TC).
Pero claro, no solo no alcanza con ellos dos sino que lo que hay que evaluar no es el ataque sino la defensa.
Doblar a Jokic es un pecado capital en la NBA de hoy. Defenderlo uno contra uno sería el camino, pero no existen físicos de su tamaño que puedan tolerarlo en altura y fuerza. Los Lakers, en este apartado, tienen una buena noticia entre manos: Anthony Davis.
De acuerdo a Second Spectrum, Hachimura defendió a Jokic en 40 ataques estacionados y La Ceja en 20. Tiene sentido, porque en 2023, Hachimura limitó al Joker a 9-21 (43%) en TC, pero en el Juego 1 la situación fue muy distinta: el gigante serbio tuvo 8-9.
Sin embargo, al que le fue bien es a Davis: Jokic hizo 3-8 contra él. En esto, Darvin Ham tiene que intensificar.
"Puedo tapar tiros, puedo ayudar del lado débil, puedo cambiar con cualquiera de defensa y puedo defender el pick and roll. Puedo defender al jugador pequeño y volver al grande para quebrar el circuito. Puedo defender el poste y también la caída", le dijo Davis a ESPN. "Lo que sea, en defensa, puedo hacerlo. Esa es mi habilidad. Mi habilidad defensiva es hacerlo todo".
La confianza de Davis aquí es vital, pero también tenemos que ser claros: lo que tiene el crack de los Nuggets es que lee muy bien las situaciones. Si ayudan, descarga en los cortes por línea de fondo de Aaron Gordon y Michael Porter Jr. o en tiradores abiertos como Jamal Murray o Kentavious Caldwell-Pope. Si no lo doblan sabe donde lastimar. Tan es así que Hachimura lo llevó a la zona pintada y tuvo 28 puntos con 14-19 en tiros de campo. Incluso sumó cuatro volcadas, y como nos señala ESPN Stats es el máximo de cualquier partido de Jokic, tanto en serie regular como en playoffs.
Menos Hachimura y algo más de Davis es el primer paso para intentar mantener una ventaja.
Otro tema que no es menor: Murray terminó con 22 puntos, 10 asistencias y también cero pérdidas. Los Lakers están obligados a cortar este circuito entre ambas estrellas, siempre con foco primario en Jokic. Davis dice que puede ser la llave de esto, pero no alcanza con decirlo: hay que hacerlo.
Parecería difícil que el conjunto oro y púrpura pueda hacer las cosas mejor de lo que las hizo en el Juego 1. La sensación que quedó en el ambiente es que hicieron un gran partido, jugaron por momento incluso por encima de lo que habían mostrado en serie regular, pero igual no alcanzó. Eso es decepcionante para cualquiera, sobre todo para ellos.
No hay duda de que los Nuggets, campeones reinantes de la NBA, segundos en el Oeste a milímetros de distancia de Oklahoma City Thunder, son mejores. Pero solo pierde antes de tiempo quien se rinde.
Para eso, todavía falta mucha tela por cortar. El segundo juego ya está entre nosotros.
Servirá, con Anthony Davis como anzuelo obligado, para empezar a cambiar hipótesis por certezas.