¿Podrá LeBron llevar a la gloria a su equipo? Esta temporada los Angeles Lakers se preocuparon más por el marketing que por llenar las grietas del equipo.
Finalizada la temporada anterior, con derrota en cinco juegos ante Denver Nuggets en primera ronda de playoffs, las expectativas eran buenas. Un par de movimientos acertados, algunas correcciones de estructura, y los Lakers podían competir. De hecho, lo habían hecho ante los que eran, en ese momento, los campeones reinantes.
La serie, en los papeles, pareció más sencilla para Denver de lo que finalmente fue. El equipo púrpura y oro podía competir. Eso era una buena noticia.
Sin embargo, no alcanzó con las sensaciones para convencer a la directiva. Jeanie Buss, dueña de la franquicia, y Rob Pelinka, gerente general, sucumbieron a la energía del marketing. Pero claro, Jeanie no es su padre Jerry, quien sabía que detrás de una buena movida de mercadotecnia debía haber un equipo competitivo que la sustente. El show es importante, claro, pero no es lo único: sin un roster a la altura del trofeo Larry O'Brien, con los primos de verde campeones en 2023-24, las luces en vez de acompañar servirán para dejar en evidencia lo inevitable.
Los Lakers están próximos a fracasar producto de pensar demasiado en el alrededor y poco en el juego en sí.
"No solo es una marca mundial, es nuestro líder", dijo Jeannie Buss sobre LeBron James. "¿Vieron cómo jugó en los Juegos Olímpicos? Podemos estar hablando del mejor jugador de todos los tiempos".
No entraremos en esa discusión porque, por lo menos en esta entrega, carece de sentido. Pero ya sabemos el dolor que le provocó la dueña de los Lakers a Jerry West, Mr. Logo, por ni siquiera mencionarlo entre los mejores Lakers de la historia. Problemas personales aparte, es una locura. Por lo tanto, hay que tener cuidado con los juicios de valor. Ahora bien, si quedara en palabras, vaya y pase, pero... ¿Hace falta entregarle la suma del poder público a James, quien ni siquiera es un jugador del riñón de la franquicia?
No solo eso. Reafirmemos. Es darle todo a disposición a un jugador que hoy por hoy, por sus propios medios, no conduce a un campeonato. En la burbuja de Orlando, los Lakers ganaron un título con un equipo realmente mucho mejor que el que tienen hoy. Porque LeBron tenía mejores compañeros alrededor. Por citar algunos ejemplos: Alex Caruso, Danny Green, Kentavious Caldwell-Pope, Rajon Rondo, Kyle Kuzma, Dwight Howard. Otros tiempos, todos más jóvenes y algunos con experiencia de haber ganado cosas antes. Un buen mix de veteranos y jóvenes.
Hoy los Lakers son una fiesta de cumpleaños para LeBron. Da pena, un poco de vergüenza ajena, pero le han armado lo que parece ser un evento de despedida de la NBA. Después de quitar del medio a Frank Vogel tras dos temporadas (ganó un título) y a Darvin Ham tras otras dos (ganó la NBA Cup, aunque a pocos le importa), Los Angeles se inclinó por J.J. Redick, el compañero de podcast de James, cuya experiencia es nula. Es cierto, Pat Riley tampoco tenía experiencia, pero sí había ejercido un año como asistente de Paul Westhead. No es lo mismo. El mensaje es nocivo: si nuestra estrella está cómoda, entonces vale.
No contento con eso, Pelinka ‘drafteó’ a Bronny James. El hijo del Rey. Una movida de marketing que descolocó a todos, no solo por atreverse a fichar un jugador que está lejos del nivel NBA, sino también por darle un puesto en el equipo. Bueno, es una segunda ronda, no es tan grave. ¿No es tan grave? El medio es el mensaje: por poner en cancha el primer dúo padre-hijo de la historia de la NBA, los Lakers están dispuestos a sacrificar una temporada entera.
Muy pobre para la que es la segunda franquicia más ganadora de todos los tiempos.
La temporada comenzará el 22 de octubre, pero voy a ser temerario con el spoiler: será una pesadilla. Porque el plantel es el mismo (con sus problemas, sus grandes problemas, y sus virtudes), porque confían demasiado en que surja una segunda unidad sana con Jarred Vanderbilt y Gabe Vincent en plano protagonista, porque se da por sentado un curso saludable sin reparar en los recurrentes problemas de lesiones de Anthony Davis, fundamental en esta estructura, porque hay demasiada expectativa con el novato Dalton Knecht, y porque LeBron cumplirá 40 años en diciembre. ¿Compararon el equipo de los campeones Celtics con el de los Lakers? ¿Se tomaron al menos ese trabajo? ¿Hace falta mentirse así?
LeBron James sonríe, en el media day, para la foto. Es Ciudadano Kane en su propia cena de gala. Todos a su alrededor devuelven la sonrisa. Es solo cuestión de tiempo: esperar a que la primera piedra impacte sobre el ventanal. Y en ese momento, algún improvisado de turno, gritará las palabras mágicas: ¡El Rey está desnudo!
Para cuando el resto lo vea, ya será tarde.
Demasiado tarde.