Nota del Editor: Pueden ver esta historia en inglés aquí.
CIUDAD DE MÉXICO - Previo al Clásico Mundial de Beisbol del 2017, la Selección Nacional de México salió al campo con Chris Roberson. El nacido en los Estados Unidos suma más de una década en el país, y se convirtió en ciudadano por matrimonio. Su gran nivel ha conquistado a los aficionados al beisbol en el país.
"Jugaré aquí mientras me lo permitan," dijo Roberson en entrevista para ESPN Digital el pasado marzo. "Mi plan es estar aquí cuatro o hasta cinco años más."
La popularidad de Roberson está respaldada por su producción. En la Liga Mexicana de Beisbol, el circuito veraniego de la pelota mexicana, su porcentaje de bateo jamás ha estado debajo de los .300 en siete temporadas. Esa calidad sostenida lo hace gran candidato para llegar al Salón de la Fama, organización cuyo museo cerró en 2003, pero que se encuentra en reconstrucción en Monterrey.
Cuando este abra a finales de este año, el Salón alberga artículos de algunos de los mejores jugadores en el deporte, incluyendo un grupo de afro-americanos, como él, que alguna vez jugaron en México y que maravillaron a las multitudes mexicanas antes que Jackie Robinson rompiera la barrera del color al norte de la frontera.
Josh Gibson, Roy Campanella, Satchel Paige, Ray Dandrige y Monte Irvin, entre otros, están inmortalizados en este recinto. Es Irvin, la recién fallecida ex estrella de los Gigantes, quien quizás verbalizó su experiencia de la mejor manera.
"Podías ir a cualquier lugar, ir a cualquier teatro, hacer lo que quisieras, comer en cualquier restaurante como cualquier otra persona y fue maravilloso", dijo Irvin en su momento.
La carrera de Monte Irvin en México solo consta de 63 partidos en la temporada 1942, pero dejó una marca importante sobre la historia del beisbol mexicano, al lograr la Triple Corona de bateo y el premio de JMV.
"Irvin hablaba tan bonito de México, dijo que nunca se sintió tan libre en su vida hasta que jugó ahí," dijo Bob Kendrick, director del Museo de Beisbol de las Ligas Negras, localizado en Kansas City.
Casi todas las estrellas afro-americanas de la época llegaron a México de la mano de un empresario, el veracruzano Jorge Pasquel, a quien Irvin llamó "el George Steinbrenner mexicano" por su parecido con el otrora dueño de los Yankees.
"Pasquel manejaba la liga a su gusto", dijo Enrique Kerlegand, legendario columinsta y autor de beisbol mexicano, y también miembro del Salón de la Fama en México.
Entró inicialmente a la Liga Mexicana con los Azules de Veracruz, nombre que le puso Pasquel en honor a su ciudad natal. El nuevo dueño mantuvo ese nombre pese a jugar en la capital mexicana, a unas 250 millas al oeste de Veracruz.
"Era dueño de todos los equipos, en realidad", dijo Kerlegand. "Pero todas las estrellas llegaban a sus Azules."
Durante los 1940's, llegarían jugadores de la talla de Irvin, Campanella, Paige, Gibson, Dandridge, Leon Day, Martin Dihigo, Willie Wells, Wild Bill Wright y James "Cool Papa" Bell a vestir el uniforme del cuadro de Pasquel.
El excéntrico Pasquel llevaba entrañable amistad con Irvin, quien describió un episodio interesante en el último duelo de la temporada de 1942. Abajo en el marcador en la baja de la novena entrada, Pasquel llamó a Irvin a su asiento, y le ordenó batear un jonrón para ganar el partido.
"Esa fue la primera vez, y la única vez, que me ordenaron a pegar un jonrón", Irvin escribió en el prólogo del libro de John Virtue, "South of the Color Barrier".
Irvin mandó la pelota fuera del campo y Pasquel corrió al campo, sonriente. "Cuando llegué al plato, Jorge estaba ahí y tenía 500 dólares en la mano".
Aunque Irvin regresó eventualmente a Estados Unidos y llegó a jugar en Grandes Ligas, algunos de sus compañeros afroamericanos no quisieron abandonar el glamour y la igualdad social que México les ofrecía.
"Wild Bill Wright se quedó allá, le gustó tanto que no quiso volver", comentó Kendrick sobre el ex jardinero y ganador de la Triple Corona mexicana que falleció en Aguascalientes, a los 82 años de edad en 1996, y donde llegó a ser dueño de negocios.
Eventualmente Pasquel amplió su red de contrataciones más allá de las Ligas Negras, y comenzó a fichar a las más grandes estrellas de las Grandes Ligas. En 1944, trajo al legendario bateador Rogers Hornsby a ser el manager de los Azules. Poco después, fichó al receptor de los Cachorros Mickey Owen y al lanzador de los Cardenales Max Lanier, ambas estrellas, con grandes contratos.
En esa época, las anécdotas sobre las tácticas de negociación de Pasquel sobraban. Se dice que Pasquel llegó a hacerles ofertas a Ted Williams y Stan Musial. Y se alega que fue el jardinero de San Luis quien llegó a recibir oferta de $50,000 dólares en efectivo, mismos que se depositaron sobre su cama de hotel por Pasquel y sus allegados.
Esto provocó una reacción de las Grandes Ligas, y el comisionado "Happy" Chandler amenazó a los jugadores con una suspensión de cinco años si iban a jugar en México.
Pasquel siguió adelante, y en 1946 trajo a Babe Ruth al país, pensando entregarle al ex Yankee trabajo como manager o hasta comisionado de la liga mexicana.
"Creo que los Pasquel están haciendo algo bueno por el beisbol y por su país", diría Ruth en aquel viaje. "No sé que tan lejos llegarán, pero esto es un buen inicio y en un año o dos podrían tener algo grande."
Las palabras del Bambino no fueron proféticas. Tras la Segunda Guerra Mundial, la influencia de Pasquel disminuyó. Muchas de las estrellas americanas volvieron a su país.
Pasquel abandonó la Liga Mexicana y el beisbol en 1951, habiendo gastado gran parte de su fortuna personal. Para ese entonces, Jackie Robinson ya había abierto la puerta para los peloteros afro-americanos en Grandes Ligas, y muchos de ellos dejaron México para competir ahí.
Sin embargo, los historiadores citan la práctica de Pasquel de piratear talento negro de Estados Unidos como un paso crítico que desembocó en la integración en MLB.
"Lo que hizo Pasquel en traer a esos jugadores a México, pagando lo que les pagaba, aceleró aquel proceso en los Estados Unidos," reconoció Kendrick. "Fue importante."
Cuando se reabra el nuevo Salón de la Fama, aficionados verán el nombre de Pasquel entre los inmortales que trajo al país. En unos años más, podrían estar acompañados por Roberson, el heredero histórico de los pioneros afro-americanos que conquistaron el beisbol en México.