Corey Seager ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Nacional, tal como se pronosticó.
Seager bateo .308 de average en 157 partidos, en los que disparó 193 imparables en 627 turnos, con 40 dobletes, cinco triples y 26 jonrones.
El campocorto de Dodgers de Los Ángeles anotó 105 carreras y remolcó 72, tuvo un promedio de embasamiento de .365 y un slugging de .512.
Quizás si Trea Turner, de los Nacionales de Washington, hubiera jugado la temporada completa, le habría puesto la cosa más difícil al ganador.
Turner participó en 73 encuentros y en 307 veces al bate conectó 105 imparables, para average de .342, con 14 biangulares, ocho triples y 13 bambinazos, 40 impulsadas y 57 anotadas, OBP de .370 y slugging de .567.
Tal vez si Trevor Story, de los Rockies de Colorado, o el cubano Aledmys Díaz, de los Cardenales de San Luis, no se hubieran lesionado, también habrían puesto más dura la competencia.
Pero los quizás y los tal vez no se cuentan y el muchacho de los Dodgers sobrepasó las expectativas que despertó en el 2015, cuando tuvo una breve pasantía de 27 juegos en las Mayores, con cifras extraordinarias.
La poca cantidad de juegos fue lo que llevó a los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América, la BBWAA, a negarle el premio de la Liga Americana al dominicano Gary Sánchez, de los Yankees de Nueva York, a pesar de las cifras históricas que dejó con el madero.
El galardón recayó en el lanzador derecho Michael Fulmer, de los Tigres de Detroit.
Fulmer ganó 11 juegos y perdió siete, con efectividad de 3.06 en 26 aperturas. En total trabajó 159 innings, con 136 hits permitidos, 132 ponches y 42 bases por bolas.
El serpentinero de 23 años llegó a eslabonar una cadena de 33 episodios sin carreras durante ocho aperturas entre mayo y junio.
De todos modos, su elección deja un sabor de polémica, pues sus 11 victorias son la tercera cifra más baja para un abridor que gana el Novato del Año.
Sólo Dave Righetti en 1981, con ocho triunfos, y Jacob deGrom, con nueve, en el 2014, consiguieron menos victorias como abridores y fueron premiados.
Muchos pensaban que con cifras no tan contundentes, el galardón lo merecía Sánchez, a pesar de haber tomado parte en apenas 53 encuentros.
Pero en ese lapso brevísimo botó 20 pelotas de jonrón y remolcó 42 carreras, con average de .299.
Pero más allá de las cifras frías, el impacto que tuvo el quisqueyano fue inconmesurable, pues llegó a los Yankees en medio del desmantelamiento del equipo y lo mantuvo en la pelea por la clasificación a la postemporada hasta los finales de la contienda regular.
En un abrir y cerrar de ojos, Sánchez se convirtió en la cara de la franquicia más emblemática de todo el béisbol, aunque la mayoría de los votantes de la BBWAA no hayan querido ver más allá de las estadísticas.