El campeón defensor, Manchester City, obtuvo este martes un triunfo contradictorio en Dinamarca ante Copenhague en el partido de ida de los octavos de final de la UEFA Champions League 2023/2024.
¿Por qué contradictorio? Porque si bien ejerció un fuerte dominio durante todo el desarrollo, y terminó ganando 3-1, necesitó de una cuota de suerte para llevarse los tres puntos.
El equipo dirigido por Pep Guardiola tuvo ante Copenhague uno de sus clásicos comienzos arrolladores, monopolizando la pelota y las situaciones. El premio le llegó rápido, cuando el belga Kevin De Bruyne abrió el marcador a los 10 minutos.
Todo indicaba que se encaminaba a una goleada: rápida apertura del marcador, posesión de más del 75% de la pelota... Pero pasan los años y el fútbol sigue siendo fútbol a causa de su perenne imprevisibilidad.
Cuando todo era tranquilidad, el arquero brasileño de los Citizens, Ederson, quisó salir jugando con un pase y se equivocó. La dejó corta y los daneses, atentos, se lo hicieron pagar caro: Magnus Mattsson remató rápido hacia el palo derecho y facturó.
1-1.
Iban 34 minutos y ocurría lo inesperado.
El City sintió el golpe y, aunque enseguida recuperó la posesión del balón, ya no era tan incisivo como antes.
El juego se puso más trabado y hasta el local tuvo un par de acercamientos al arco rival.
Todo empezaba a complicarse para el favorito.
Pero a los 44 minutos llegó para el visitante esa cuota de suerte que siempre se necesita. Justo cuando el partido se le empezaba a poner cuesta arriba, a De Bruyne se le fue larga la pelota en una típica jugada de posesión por derecha. Testarudo, la fue a pelear y, al trabar con un defensor, generó un rebote involuntario que le cayó de cara al arco al portugués Bernardo Silva, que no perdonó.
El momento también fue parte de esa porción de fortuna. Porque todo ocurrió a los 46, a instantes del entretiempo.
El complemento fue la demostración de que Copenhague no había estado 1-1 de pura casualidad.
En desventaja, no se desesperó y soportó los embates del conjunto inglés, vestido en esta ocasión de negro y turquesa. Cerró su defensa y volvió a tener alguna chance de empatar. Jamás permitió que el City se relajara.
Tal vez por eso el tercer gol, el que sellaría la victoria -y tal vez la serie- llegaría recién a los 92 minutos y de la mano del inglés Phil Foden.
La cara de alivio de Guardiola lo decía todo.
Pese al dominio territorial, el conjunto británico no solo no disfrutó el encuentro, sino que lo sufrió.