BUENOS AIRES -- Messi decidió abandonar la Selección y abrió el debate: ¿debe seguir o tiene que quedarse? La catarata de pedidos y súplicas para que no se fuera generó más elogios que el gol que le hizo a Estados Unidos de tiro libre, por las semifinales de la Copa América Centenario.
Si anunciar el retiro de la celeste y blanca se trató de una estrategia de marketing armada para desviar el foco de atención (perdimos otra final) y para ponernos a hablar sólo de él y de su futuro, resultó perfecta. Hoy, la Pulga tiene mucho más fanáticos que antes.
Pero es difícil creer que se trate de eso. Caliente, decepcionado, con bronca por seguir sin ganar títulos con el equipo nacional, Messi fue espontáneo y dijo lo que sentía sin filtro. Tal vez, la decisión la hubiera tomado aún ganando. El desgaste de los últimos años, los viajes, las críticas recibidas y una AFA acéfala forman un combo difícil de soportar.
Con este anuncio, de alguna manera, nos terminó dando la razón a quienes decimos que es el mejor del mundo, pero que está en deuda con la Selección. Que hace grandes partidos ante rivales de menor jerarquía, pero que no aparece en los momentos decisivos.
Vale aclararlo, también hay que decir que está lejos de ser el único responsable de esta serie de fracasos. Porque quienes lo vienen rodeando en los últimos tiempos demostraron que tampoco están a la altura de los partidos decisivos. Higuaín, con dos goles errados solo frente al arquero en dos finales, contra Alemania en el Mundial, y ante Chile, en la Copa América Centenario, encabeza la lista. Pero también otras figuras que en sus clubes de Europa son determinantes brillaron por su ausencia cuando el equipo más los necesitaba: Agüero, Lavezzi, Di María...
Dicen que de toda crisis puede salir una gran oportunidad. Tal vez éste sea el momento para barajar y dar de nuevo. Para probar con otros futbolistas, con más hambre y ganas de demostrar que pueden estar en la Selección. En el medio local sobran nombres de prestigio, y también los hay por el mundo: la Argentina es una fábrica interminable de jugadores. Marco Ruben, Lucas Prato, Gustavo Bou, Mauro Icardi… ¿no merecen una oportunidad?
¿Si Messi tiene que seguir? Claro que debería seguir. Aún con todo lo que se le puede cuestionar, es el mejor. Seguramente ante esta catarata de súplicas para que recapacite, y luego de un tiempo de descanso, vuelva a vestir la celeste y blanca. Le queda un Mundial, como mínimo: ésa es la competencia a la que debe aspirar, la más importante. La Copa América que acaba de perderse, en definitiva, no será recordada como un torneo prestigioso.
Para acompañar a Messi es necesario que haya un recambio. Deben llegar nuevos jugadores (él deberá acostumbrarse a estar sin muchos de sus amigos) y un técnico con personalidad que tome las decisiones que tenga que tomar. Que arme un equipo de verdad, con una idea de juego definida y al que no le tiemble el pulso para sacar y poner a quien crea necesario, más allá del nombre que tenga.