El portero serbio, que en su última visita con el Eibar ya evitó la victoria del Barça, fue un valladar ante el equipo azulgrana, que enlazó su segunda derrota en Montjuïc.
Marko Dmitrovic, un portero serbio que cumplirá 33 años en enero, que no empezó a despuntar hasta que llegó al Alcorcón en 2015 y que tras brillar en el Eibar volvió a ser solo un suplente en el Sevilla, se añadió este domingo a la colección de fantasmas en la historia del Barcelona. Ya se verá si al acabar la temporada su nombre es solo un apéndice... O es un responsable directo para explicar, si llega a ocurrir, que el Barcelona no conquistó el título de Liga.
La última vez que visitó al Barcelona, en el Camp Nou, lo hizo como portero del Eibar y aquel 29 de diciembre de 2020 se llevó un 1-1 ante el Barça de Koeman del que fue, con una actuación notable, protagonista de excepción. Lo repitió esta vez con el Leganés, atajando, despejando, blocando o rechazando balones con sabor a gol, con intervenciones soberbias y provocando un evidente sonrojo entre los futbolistas azulgranas, incapaces primero de superarlo y después incluso de llegarle con peligro.
Se creció ante Robert Lewandowski y ante Raphinha, ante Lamine Yamal y Dani Olmo, ante Pedri... Ante cualquiera que se acercase a su área y acabó motivando un cortocircuito de gran calibre en un líder que solo ha ganado uno de sus últimos seis partidos de Liga, habiendo perdido tres de ellos y dos de forma consecutiva en Montjuïc, que ha pasado de ser un fortín a un chollo para cualquier visitante de LaLiga.
LAMINE, TOCADO Y SUSTITUIDO
Lamine Yamal, que recibió antes de comenzar el partido el premio Golden Boy, sufrió una noche para olvidar. Una dura entrada de Yvan Noyou antes de llegar al minuto 20 le lastimó el tobillo derecho y aunque permaneció en el campo, se diría que desapareció del partido.
Quiso pero no pudo influir como en él es habitual para el Barça, pidiendo el balón pero no mostrando ni cambio de ritmo ni desborde en la banda, teniendo dos ocasiones en que se vio su limitación, con dos remates desviados, uno en la primera mitad y otro en la segunda.
Por fin, en el minuto 75, Gavi ocupó su puesto en el equipo, marchándose Lamine con un disgusto tan evidente como indisimulado.