BARCELONA -- Antoine Griezmann, de discutido a indiscutible, se ha convertido en una de las últimas grandes noticias del Barcelona. Sus dos goles en Villarreal no solo fueron trascendentales para explicar la victoria del equipo azulgrana, sino que, en el plano personal, confirmaron que el delantero francés vive su mejor momento desde que llegó al club en el verano de 2019.
"Yo siempre intento estar en el espacio, abrir para mis compañeros... Quizá no es mi lugar ideal pero es un orgullo ayudar y trabajar en este equipo", reveló el francés al acabar un partido en el que su actuación fue vital para entender la victoria.
"Cuando nos hicieron el primer gol respondimos rápido, sin venirnos abajo... Antes de su gol ya pudimos marcar dos nosotros", recalcó Griezmann, para quien este solo ha sido "un paso" en la carrera definitiva.
"Intentaremos ganar todos los partidos que nos quedan. No va a ser fácil pero no lo será para ninguno de los aspirantes. El favorito siempre es el que está por delante y la Liga del Atlético es increíble pero lo estamos haciendo todo por conseguirlo y es muy importante depender de nosotros mismos", sentenció.
Depender de sí mismo es la mejor noticia para el Barça, que a cuatro semanas de acabar la Liga disfruta su mayor felicidad del curso, liderado por Messi y apoyado por un colectivo que ha vuelto a enamorar a la pelota, a mimarla, moverla con criterio y convertirla en su razón de ser.
Después de tocar muchas teclas Koeman pareció encontrar la piedra filosofal apostando por los tres centrales, dando pista a laterales convertidos en carrileros y reforzando, conjuntando, el centro del campo, donde la eclosión de Frenkie de Jong ha sido tan soberbia como el renacer de un Sergio Busquets a quien, de pronto, parecen no pesarle las piernas.
El Barcelona nunca destacó por ser un equipo entregado a la épica y el vértigo. Apuntando resultados específicos a través de esas circunstancias, siempre, o casi siempre, basó su éxito en el dominio del balón, en su superioridad a través del control del juego, en esa posesión que, muchas veces criticada, acaba por ser su razón de ser.
No se trata de tocar por tocar, de mover el balón sin ton ni son de lado a lado. Se trata de mantener la paciencia y hacer que corra la pelota mientras los rivales se cansan corriendo detrás de ella. Lo que le ocurrió al Athletic en la final de Copa, lo que le pasó al
Getafe... Lo que sufrió el Villarreal y que se hja convertido en el centro de todas las cosas en este Barça.
Al equipo azulgrana le vendría de perlas, es una evidencia, un goleador infalible. Este domingo, sin ir más lejos, tuvo ratos de un dominio absoluto sobre el Villarreal pero sufrió durante no pocos minutos de la segunda mitad con el 1-2, no dando forma en el marcador a su mejor juego y llegando a ser salvado por Ter Stegen de un empate que rozó el Villarreal.
Y es a través del colectivo que debe equilibrar ese déficit. Lo hizo por De Jong durante una primera mitad soberbia y, en el plano desequilibrante, por Antoine Griezmann, excelso en el empate inmediato al elevar la pelota por encima de Asenjo y pillo para atender al error defensivo para el 1-2.
Ganar disfrutando y vencer sufriendo fue la mezcla, a fin de cuentas, ideal en un domingo en que el Barça dio otro paso hacia el título. Marca goles... Pero echa en falta goles que evitarían esos sufrimientos. Y a falta de esa capacidad indiscutible de anotar le recoloca el juego. De momento basta...