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Barça, del milagro a la rendición... No está ni para mirarse al espejo

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El Barça no está para milagros. No está para nada. Ni para mirarse al espejo. Hubo un tiempo, cada vez más lejano, que el Barça se agarraba a las utopías con las dos manos, capaz de lo imposible para lograr títulos perdidos de antemano. Este Barça ya no existe porque su vestuario no cree. Se diría que mirando todo el mundo a Ronald Koeman los jugadores se van librando de todo. Y quizá ya se pueda decir que se les acaba el tiempo.

Relató Koeman el sábado su inconformismo y su desacuerdo con análisis que se empeñan a señalarle a él de manera directa pero es este grupo de futbolistas los que han sumado un solo punto de los últimos nueve disputados en el Camp Nou o cinco de los quince últimos. Se cayó sin discusión, rendido a una depresión evidente con futbolistas mirándose sin verse y sin capacidad de rebelarse.

El Barça que vivió la temporada instalado en una montaña rusa constante sobrevivió a mil capítulos para ganar la Copa del Rey y agarrarse a la pelea por la Liga. Y sin embargo, todo acabó cayendo como un castillo de arena. Imposible de creer, menos aún de aceptar cuando se catapultó desde la nada para soñar con un doblete al que no se sintió capaz de invitarse.

No hace falta sacar al escenario los milagros del 'Dream Team' de Johan Cruyff ni proclamar éxitos legendarios. Lograr el título no sería lo único exigible, pelear por ello sí. Y eso es lo que no es capaz de hacer este equipo cansado. Parece fácil apuntar al banquillo y dejar que los futbolistas sigan librándose de cualquier crítica.

Pero ya no lo es tanto. Ni Dembélé, ni Dest, ni Griezmann, ni Ter Stegen, ni mucho menos Pedri, Araújo o Ilaix. Tampoco Messi (¿qué puede decirse de un jugador que volvió a marcar 30 goles con los que el equipo se mantiene con más o menos lógica de pie?) son jugadores a los que señalar. Ni otros secundarios tipo Lenglet o invisibles como Riqui, Pjanic, Braithwaite o Trincao.

Los hay que están en el Barça sin que se entienda la razón a ciencia cierta, pero hay otros, ganadores de todo, con un palmarés de leyenda, cuya imagen en el césped está a años luz de lo que podría esperarse. Cruyff dijo una vez, hace mucho tiempo ya, que a los grandes jugadores había que darles una salida a la altura de lo que fueron, siempre antes de que dejasen de ser.

Esto empieza a ocurrir en el Barça. Que muchos ya no son, pero están. Y los milagros dejaron paso hace tiempo a la rendición.