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Desde los años de Rooney hasta hoy: el fútbol inglés todavía tiene un problema con el alcohol

Wayne Rooney, leyenda del fútbol inglés Getty Images

Cuando Wayne Rooney reveló recientemente su lucha contra el alcohol durante su carrera récord con el Manchester United, fue un recordatorio contundente de que incluso las mayores estrellas del deporte libran batallas invisibles. Al mismo tiempo, sus confesiones parecieron un regreso a otra época.

"Básicamente bebía durante dos días seguidos, iba a entrenar y el fin de semana marcaba dos goles; luego volvía y bebía otros dos días seguidos", relató Rooney. "Fue un momento de mi vida en el que estaba teniendo enormes problemas con el alcohol".

"Estaba luchando muchísimo y no sentía que pudiera acudir a nadie. En realidad no quería hacerlo, porque no quería cargar a nadie con ese peso".

En la era moderna, el fútbol se ha convertido cada vez más en un negocio, con miles de millones invertidos en la búsqueda de la excelencia. Los clubes profesionales, en todos los niveles, cuentan con equipos de especialistas en nutrición, preparación física, recuperación y bienestar, enfocados en garantizar una salud física y mental óptima. Todo ello hace que la historia de Rooney -que se remonta a sus años de máximo esplendor en el United bajo la dirección de Sir Alex Ferguson, entre 2004 y 2013- parezca difícil de imaginar en el fútbol actual.

Hoy, algunos clubes pesan a sus jugadores a diario y otros les toman muestras de saliva para controlar su estado físico y de salud -según se informa, una sola prueba puede incluso detectar conmociones cerebrales-. Y, sin embargo, el deporte sigue teniendo futbolistas con problemas de alcohol. Aunque han surgido adicciones más contemporáneas -tan diversas como el juego, los videojuegos, el entrenamiento excesivo, el óxido nitroso (conocido como gas de la risa) y el snus, unas bolsas de nicotina que se colocan entre el labio y la encía-, la conversación sobre el alcohol sigue siendo necesaria.

"El alcohol no ha desaparecido. Sigue ahí, sigue siendo accesible", explicó a ESPN Jeff Whitley, directivo de bienestar del jugador y consejero de la Asociación de Futbolistas Profesionales (PFA). "¿Ha disminuido respecto a los excesos de los años noventa? Sí, por supuesto. Pero ¿seguimos hablando con los jugadores sobre su relación con el alcohol? Sí, absolutamente".

Durante la temporada inglesa 2024-25, la PFA llevó a cabo, a través de sus Talleres de Bienestar, más de 1.500 evaluaciones de bienestar en la Premier League, la English Football League (EFL) y la Women’s Super League (WSL). Alrededor del 13% de los jugadores señaló el alcohol como un motivo de preocupación.

"Puede que no salgan de fiesta ni beban tan intensamente como algunos lo hacían en los años noventa, pero lo más importante es entender cómo beben y qué consideran ellos que es alguien que ha perdido el control sobre su consumo", explicó Whitley. "Algunos jugadores pueden ser bebedores compulsivos: quizá solo beben dos veces al mes, algo así".

Sin embargo, aunque beber una o dos veces al mes pueda parecer poco motivo de alarma, Whitley subraya que la clave está en la forma de consumir alcohol y en las posibles consecuencias.

"Si beben en exceso, sin un freno claro, sin saber cuánto van a beber, o si ya han tenido consecuencias cuando salen —ya sea verse involucrados en peleas o subirse al coche después de cuatro o cinco copas—, ese es el tipo de situaciones que intento señalar", afirmó.

"Puede que no salgan todas las semanas, pero ¿ya han sufrido consecuencias? Y algunos, efectivamente, las han tenido. Esa es la pregunta que siempre planteo. Cuando quienes se sienten lo suficientemente cómodos y seguros levantan la mano, entonces abrimos el debate".

Los clubes de todas las categorías abren regularmente sus puertas a la PFA, a menudo solicitando Talleres de Bienestar que ofrecen asesoramiento, formación y acceso a consejeros, con el objetivo de que los jugadores conozcan los recursos de ayuda y apoyo que tienen a su disposición. Además, la PFA cuenta con un equipo específico de bienestar que brinda apoyo confidencial y personalizado a los futbolistas, lo que incluye una línea de ayuda disponible las 24 horas, los siete días de la semana, acceso a una red nacional de consejeros, visitas periódicas a los clubes y la organización de talleres.

A través de su alianza con la clínica Sporting Chance, los miembros de la PFA también pueden acceder a tratamientos especializados en salud mental y adicciones. Sporting Chance, una organización benéfica con sede en el Reino Unido que ofrece asesoramiento y clínicas residenciales para deportistas en activo y retirados que conviven con problemas de salud mental y adicciones, fue fundada en el año 2000 por el ex capitán del Arsenal y de la selección inglesa Tony Adams, utilizando los ingresos de su libro Addicted, en el que reveló su lucha personal contra el alcohol.

La propia historia de Whitley explica por qué puede hablar de igual a igual con los jugadores que conviven con una adicción.

A sus 46 años, disputó más de 300 partidos profesionales en una carrera que lo llevó a vestir las camisetas del Manchester City, Wrexham, Sunderland y la selección de Irlanda del Norte. Sin embargo, durante la veintena luchó contra la adicción al alcohol y las drogas, se declaró en bancarrota y pasó por rehabilitación en Sporting Chance. Reconoce que fue arrastrado por la cultura de bebida y fiestas del fútbol en los años noventa, una época en la que apenas existían recursos de apoyo para jugadores en su situación.

"Nadie iba a los clubes a hablar de estas cosas cuando yo jugaba", recordó. "Estaba en una plantilla del City en la que algunos de los mensajes de los jugadores veteranos eran del tipo: ‘Si no bebes, no vas a ser futbolista’.

"Yo era bastante malo bebiendo con 17 años, así que hice lo que haría cualquier buen profesional: entrené duro… pero para beber, porque realmente quería ser jugador. Pero eso ha cambiado y ahora hay ayuda y apoyo".

Aunque el dato del 13% de futbolistas que citan el alcohol como un motivo de preocupación demuestra que sigue siendo un problema, el deporte actual es casi irreconocible si se compara con la imagen que proyectaba en los años noventa. Una fotografía de jugadores de la selección inglesa, con la ropa rota y bebiendo alcohol fuerte desde el sillón de un dentista en un bar de Hong Kong durante una concentración previa a la Eurocopa de 1996, se convirtió en el símbolo de la relación del fútbol con el alcohol en aquella época.

Un periódico publicó aquellas imágenes bajo el titular "Disgracefool", pero la posterior clasificación de Inglaterra para las semifinales de la Euro 96 hizo que el episodio pasara al folclore del fútbol inglés, casi como un ejemplo de los supuestos beneficios de la cohesión de grupo, más que como una muestra de preparación profesional temeraria para un gran torneo. La actitud hacia el alcohol en el fútbol inglés solo empezó a cambiar cuando Arsène Wenger cerró el bar de los jugadores y prohibió el consumo de alcohol en el autobús del equipo tras asumir como entrenador del Arsenal en octubre de 1996.

"No voy a prohibir la cerveza por completo, porque una pinta ayuda a que la gente se relaje", afirmó Wenger entonces. "Pero no quiero que los jugadores se beban 15 cervezas, porque eso es malo.

"El cuerpo de un futbolista es su herramienta de trabajo. Si luego lo destruye con malos hábitos como beber, es una tontería. Mis jugadores tendrán que cambiar sus hábitos sociales. No veo cómo un futbolista que bebe con regularidad puede sobrevivir en el fútbol".

El analista de ESPN Don Hutchison, cuya carrera profesional de 19 años lo llevó a jugar en varios equipos, entre ellos Liverpool, West Ham, Everton y la selección de Escocia, fue testigo de la transformación del fútbol durante su etapa como jugador. Sin embargo, casi dos décadas después de su retirada, Hutchison reconoce que lamenta el daño que el alcohol causó a su carrera.

"A veces apoyo la cabeza en la almohada y pienso: ‘¿qué c*** estaba haciendo a principios de los noventa?’", confesó. "Porque sé que podría haber sacado mucho más partido a mi carrera. Todavía me persigue hoy.

"Sí, jugué en grandes clubes y estuve casi 20 años en el fútbol, pero pasé tres años en el Liverpool y podrían haber sido diez si las cosas hubieran sido distintas".

Hutchison admite que cuando llegó al Liverpool procedente del Hartlepool United en 1991 era poco más que "un flacucho corredor de campo a través", pero, pese a su escaso consumo de alcohol hasta ese momento, sintió una presión similar a la que describe Whitley para integrarse entre los profesionales más veteranos.

"Cuando fiché por el Liverpool, había un bar deportivo tan cerca del campo de entrenamiento como puedas imaginar, así que la rutina era ir allí todos los martes por la tarde", explicó. "Era bastante surrealista, porque todo el mundo iba a entrenar en taxi los martes por la mañana, sabiendo que por la tarde acabarían en ese bar con la idea de librar el miércoles. Era una locura.

"Yo tenía 18 o 19 años, pero todos los más jóvenes acabábamos cayendo. No teníamos ni idea de lo que estábamos haciendo, pero los veteranos estaban bebiendo pintas y tú querías formar parte del grupo, así que te sumabas".

Hutchison ganó notoriedad en el verano de 1994 cuando, durante unas vacaciones tras la temporada junto a sus compañeros del Liverpool Jamie Redknapp y Michael Thomas en el complejo turístico chipriota de Ayia Napa, fue fotografiado en un bar llevando únicamente una etiqueta de Budweiser para proteger su modestia. En cuestión de semanas, el Liverpool decidió traspasarlo al West Ham.

"Las estupideces que hacía fuera del campo me pasaron factura", reconoció. "Me costaron caro porque aparecía demasiadas veces en los titulares. Es horrible mirar atrás y pensar: ‘¿qué c****** estábamos haciendo?’.

"En aquel momento, la cultura era trabajar duro y divertirse duro. Ahora suena una locura, pero todo el mundo lo hacía y no había ninguna posibilidad de ir a ver al entrenador para decirle que te preocupaba que fuera un problema, porque pensabas que te verían como débil. Pero las cosas han cambiado; se nota con jugadores como James Milner, que no bebe y sigue jugando en la Premier League con casi 40 años.

"Piensas en aquellos jugadores de Inglaterra en el sillón del dentista… ningún futbolista actual se acercaría a algo así".

Sin embargo, aunque el fútbol ha cambiado, el alcohol sigue afectando a los jugadores, aunque en menor medida. Y mientras otras adicciones han ganado protagonismo, Whitley subraya que es fundamental que futbolistas y clubes conozcan la ayuda disponible para cualquier problema al que se enfrenten.

"El snus es un problema enorme dentro del sector", explicó Whitley. "Está en todos los clubes y muchos nos piden talleres específicos sobre ello. Ya sea snus, óxido nitroso, alcohol o lo que sea, si no se entiende la naturaleza adictiva de estas sustancias, siempre se acaba buscando algo nuevo.

"Pero, en última instancia, la terapia no es solo un lugar al que se acude cuando se está en crisis. Hay muchísima gente en terapia que no está en una situación límite, pero sabe que necesita desahogarse. Queremos asegurarnos de que, si los jugadores sienten que tienen un problema, acudan a nosotros antes, y no cuando ya rondan los 40 años y lo han perdido todo.

"Cada vez más jugadores jóvenes están dando un paso al frente para pedir ayuda y apoyo, y eso es algo muy positivo".

El camino recorrido por exfutbolistas como Rooney, Adams y Hutchison está marcado por los arrepentimientos derivados de la relación del fútbol con el alcohol. Sin embargo, el resultado positivo de sus experiencias es que la generación actual cuenta hoy con una vía de salida y con recursos que no existían para muchos de sus predecesores.