Luis Romo había sufrido de un problema constante de sobrepeso que afectaba su actividad futbolística, una situación que superó gracias a su hermano, actual guardameta de Correcaminos
Luis Romo tuvo como ídolo a Jesús Arellano durante su infancia, incluso en Jiquilpan 2, un barrio de los Mochis es conocido como el ‘Cabrito’, pues el actual futbolista de Cruz Azul tenía complexión física parecida a la del exjugador, sin embargo, cuando Luis comenzó su carrera profesional tuvo problemas de sobrepeso, situación por la que lo cortaron de las fuerzas básicas de la Máquina y posteriormente sufrió el mismo problema en Querétaro, donde en ayuda de su hermano Darío, actual portero de Correcaminos, pudo superar ese obstáculo para encaminarse a la Primera División.
Luis de 25 años de edad y Darío de 32 años patearon sus primeros balones en las calles de los Mochis, donde el mayor emulaba las atajadas de Oscar Pérez o de Ángel David Comizzo, sus ídolos, mientras que el menor buscaba hacer las mismas fintas que Jesús Arellano, pues en un inicio fue atacante.
“Era el ‘Cabrito’ Arellano, me acuerdo que en el barrio, allá donde vivíamos, en Jiquilpan 2 en los Mochis, a él le dicen ‘Cabrito’. Él jugaba de extremo y era muy delgado él, el pelo medio rebelde y ese era su sobrenombre en el barrio, el ‘Cabrito’”, recuerda Darío con emoción en entrevista para ESPN Digital.
La situación cambió para Luis Romo, quien llegó a Cruz Azul en el 2010 gracias a una prueba que le consiguió Luis Orozco, papá de Javier ‘Chuletita’ Orozco y Luis ‘Chuleta’ Orozco, sin embargo, la Máquina decidió cortarlo luego de que solo sumó 10 minutos de participación, además de que tenía sobrepeso, historia que su hermano recuerda con nostalgia, pues al mismo tiempo Darío no había sido aceptado por Atlante UTN, por lo que también se encontraba en la Ciudad de México.
“Había platicado con el ‘Chuletas’, él tenía muchos contactos en Cruz Azul y me dice ‘al parecer Luis va a ser dado de baja del equipo. No le ha ido muy bien, está un poco pasado de peso’. Recuerdo bien que traía en ese entonces en el bolsillo unos 200 o 250 pesos, en ese momento no tenía ni para el pasaje, ni para regresarme. Fuimos a la casa club donde estaba Luis, fui a recogerlo para llevarlo al cine. Yo no le dije a él que lo iban a echar, pero ya sabía y sabía que me iba ese día de la Ciudad de México y me lo llevé al cine para que él se distrajera, para yo distraerme. Es una historia que a mí me conmueve porque estábamos los dos fuera del futbol en ese momento. Me voy al equipo de Curtidores, bien parado, fui capitán en ese equipo y Luis a la semana me habla y me dice ‘carnal, me dijeron que ya no iba a seguir, que ya no entraba en planes’”.
Darío, quien ya conocía la noticia, aprovechó el tiempo en lo que la salida de su hermano se hacía oficial para conseguirle una prueba en Querétaro a través del profesor Alfredo Mitoma, por lo que de inmediato le hizo la propuesta a Luis de ir con Gallos.
“Quiero que tomes una decisión en este momento, ¿Te vas a Mochis y te dedicas a lo que nos dedicamos todos, que es a abrir ostiones o te quedas en Querétaro a hacer pruebas? Y Luis obviamente ‘pues voy a Querétaro’”.
“Cuando él llega a Querétaro, pues todavía iba un poquito pasado de peso. Luis siempre fue muy técnico, tenía mucha técnica muy buen trato de balón, mucha frialdad, eso siempre lo tuvo. Físicamente, los jugadores técnicos de repente se confían en sus cualidades”.
Sin embargo, en esta ocasión las cosas fueron diferentes para Luis, pues a pesar de que su hermano se encontraba en Unión de Curtidores, Darío le había mandado un espía para que le reportara todo lo que hacía el menor de los Romo en el club queretano con el que tiene su primer registro ante la Liga MX en el 2012.
“Recuerdo que le puse vigilancia a Luis con un preparador físico, un chavo que trabajaba en básicas, le decía ‘quiero que me digas que hace este güey, que me digas si corre en los entrenamientos, cómo le fue y todo’, entonces me pasaban informes”.
Darío tiene una primera etapa con Querétaro entre 2011 y 2013, momento en el que era parte del primer equipo, mientras Luis jugaba para la Sub-17 y Sub-20, sin embargo, el actual jugador de Cruz Azul sale prestado en el Apertura 2017 a Cimarrones del Ascenso MX, pero no jugó por una lesión, sin embargo, la preocupación por el peso del futbolista aumentó en los entrenadores de Gallos Blancos: ‘¡Nombre! Sonora, tortillas de harina, coyotas, la comida. Si este va gordo, va a regresar, pero el doble’, le comentaron a Darío, quien optó por ponerle un preparador físico personal a su hermano.
“Estaba un poco pasado de peso y me lo llevo con un entrenador loco que teníamos allá en Mochis, con el que ya había ido y me había dado muy buenos resultados. Me lo llevo a entrenar por allá y bajó cerca de ocho kilos, así que cuando regresa a Querétaro después de que lo mandan a Cimarrones, pues llegó otro jugador, un jugador físicamente apto para lo bien que le fue después”, incluso impactó a los profesores de los Gallos: ‘Cuando lo vemos llegar, de irse de 89 kilos, llegar de 81 kilos, nos regresaron otro Luis’.
El actual portero de Cimarrones considera que su paso por la Liga de Ascenso fue clave en la carrera de su hermano a pesar de que la lesión que lo marginó de las canchas, sin embargo, Luis a su regreso a Querétaro vivió una experiencia de la que sacó provecho y desde ahí despuntó, así lo recuerda Isaac Morales, su entrenador de Segunda División y quien de inmediato le pidió ser el referente del equipo y ejemplo para sus compañeros.
“Jugamos un partido amistoso contra Puebla. De regreso pues los chicos quisieron bajar a la tiendita para poder comprar algo de tomar a medio camino, entonces cuando sube, resulta que traía en las manos una bolsa de frituras, con tres o cuatro papas ahí. Esa parte no estaba permitida, la nutrióloga los tenía pesados y medidos cada mes. Él se sube con esa bolsa y era una mala imagen para todos los chicos que venían detrás de él y se le solicitó tenerla que dejar, él se molestó, regresó la bolsa, no se la comió, pero era como esa parte de que a veces el jugador no se da cuenta hasta dónde puede llegar en su carrera y que ese tipo de cosas lo marginan de poder alcanzar esos objetivos.
“El siguiente entrenamiento no le permití el acceso hasta que no hablara con el director de fuerzas básicas y que supiera la falta que había cometido. Se escucha hasta exagerada, pero cuando uno ve una capacidad tan grande como la que veíamos todos en el club en él, ese tipo de cosas lo iban llevando a convertirse en un jugador corriente, de pocas aspiraciones, que no se cuida en lo personal, entonces nos volvimos a sentar, lo volvimos a platicar y la verdad es que lo entendió bien, empezamos de cero nuevamente y ese torneo llegamos hasta semifinales y él después va a primer equipo”.
Aquellos momentos complicados en el que los hermanos Romo estaban sin equipo en el cine, en el que Luis sufrió por el sobrepeso y en el que el futbol los separó, rindieron frutos y en el 2019, con el regresó de Darío a Querétaro, cuando los dos son parte del primer equipo de Gallos, incluso jugaron dos partidos juntos de Copa MX, escenas que el hermano mayor tiene grabadas, pues se dio cuenta que la indisciplina que le había puesto al menor lo transformó en futbolista cien por ciento profesional.
“De dejar a mi hermano jugando para la Sub-17, a veces Sub-20, llego y encuentro el vestidor de Querétaro y él como capitán. Fue un año espectacular para nosotros, yo lo disfruté mucho, obviamente Luis destacó muchísimo ese torneo. La sensación, el sentimiento, las emociones, de estar todos los días con él, de verlo crecer, de verlo madurar, de ver el jugador en el que se había convertido, me llenaba de orgullo, verlo trabajar. Si cuando era niño lo tenía que vigilar cuando trabajara, ya después lo tenía que vigilar para que se contuviera. Ya era otro jugador, un jugador totalmente de Primera División, un jugador consolidado en Querétaro”.
Ahora, Darío se mantiene como el principal crítico del centrocampista de Cruz Azul, con el que habla después de cada partido para darle su punto de vista, momento en el que Luis aprovecha para presumirle a su hermano las jugadas de fantasía que hace durante un encuentro.
“Después de todos los partidos tenemos una llamada, una mensajeada, en caso de que no se pueda inmediatamente porque a veces los partidos son tarde, lo platicamos en la semana. Luis tiene la costumbre de hablarme siempre que sale de entrenar, en el trayecto a su casa, me llama por el manos libres del carro y ese trayecto siempre lo platicamos y ahí platicamos cómo le fue en el partido. Yo veo los partidos del Cruz Azul y nada más veo a Luis, si pelota anda por acá, trato de ver sus movimientos y todo, siempre tenemos esa retroalimentación dentro de los partidos, yo los conozco muy bien”. Darío estuvo físicamente en el momento en el que su hermano menor se enteró de su primera convocatoria a Selección Mexicana, ahora Luis le informó desde el gimnasio de Noria que iría a la gira de Europa con el Tri con una breve llamada, misma que finalizó con una frase que los hermanos Romo han hecho suya mientras ríen: “Cuando no esperas nada y obtienes todo. ¡Eso es destino!”.