Los clubes decidieron jugar el Campeonato Uruguayo sin VAR ante la imposibilidad de tenerlo en todos los partidos. De esta forma rechazaron la propuesta de utilizar la herramienta del video arbitraje en tres juegos por fecha.
Más allá de lo que cada uno piense del VAR en el fútbol, lo que no admite discusión es que su presencia modifica de forma sustancial la implementación del reglamento. Un partido con video arbitraje tiene marcadas diferencias sobre uno que no lo tiene. Y, hasta donde yo sé, los campeonatos se disputan con normas de juego igualitarias para todos los equipos. Esa lógica se rompe si en un partido el árbitro principal tiene la colaboración de los líneas y el cuarto árbitro y en otro de un equipo completo que desde una cabina ve al detalle todo lo que ocurre en el campo.
¿Es justo que sancionen mal un penal y expulsen mal a un jugador en un partido mientras ante acciones iguales en otro de la misma fecha hay revisión y se evita la equivocación en la toma de decisiones del árbitro principal?
Cuando se repasa la tabla de posiciones al terminar el torneo habrá equipos que hayan ganado puntos gracias a que el VAR modificó decisiones del árbitro y otros que, sin esa herramienta, los perdieron. Por tanto no solo hay alteraciones en el desarrollo de los partidos sino también en la ubicación final de los equipos.
El VAR también exige un cambio para los futbolistas, que deben aprender a convivir con él. En su inconsciente el jugador buscar sacar ventaja siempre y necesita incorporar que su intención puede tener perjuicios. Eso solo lo logrará si cada fin de semana al entrar a la cancha convive con una única forma de aplicar el reglamento. Una cosa es que, como sucede en la Libertadores o Europa League, se juegue alguna fase sin VAR y que luego se incorpore en una instancia más avanzada. Allí todos los equipos están bajo las mismas condiciones. Pero cuando empieza a utilizarse de manera discrecional la justicia deportiva que se dice buscar no es tal.
Es evidente que el fútbol mundial camina en una dirección y es innegable que el VAR, guste o no, llegó para quedarse. En el momento en el que la AUF y los jueces lo puedan asegurar en todos los partidos y en todas las canchas, entonces deberá reconsiderarse la postura. Pero hasta que eso no pase la decisión de los clubes es lógica y sensata.
