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Fabricio Formiliano, sobriedad y garantía en la zaga de Peñarol

Fabricio Formiliano repasó su carrera deportiva y habló sobre su característica sencillez en el podcast ‘Igual nadie te preguntó’. El defensa de Peñarol reveló una prueba fallida en Nacional cuando tenía 13 años, comentó cómo fue su camino en Danubio, analizó su presente en el carbonero y aseguró que le gustaría jugar nuevamente en el exterior.

No tiene tatuajes ni se tiñe el pelo, no le gusta jugar al play porque está falto de ritmo en el Fortnite, con 28 años sólo jugó en tres equipos y la remera siempre por dentro del pantalón. El ‘Tito’ sabe que puede que no responda al estereotipo del jugador de fútbol del siglo XXI pero tampoco lo afirma contundentemente, sobrio hasta para declarar cuando se trata de él. “Soy simple nomás, en la cancha trato de jugar lo más sencillo que pueda”, aseguró.

Cuando en setiembre del 2019 Peñarol presentó su nueva indumentaria alternativa previo a un nuevo aniversario había algo de la imagen que parecía estar mal; es decir, la foto de Formiliano, con un diseño que homenajeaba a una camiseta de hacía más de cien años y con una pelota de cuero debajo de su brazo derecho, era tan real que invitaba a pensar que la imagen se había tomado a comienzos del siglo pasado y que había sido pintada. Su juego, su conducta y hasta sus facciones son asociadas a la de un ‘jugador antiguo’, pero con la carga positiva que puede tener esa expresión.

“Desde chiquito siempre decía que quería ser jugador de fútbol, no tenía plan B porque era lo que siempre soñaba y gracias a Dios estoy viviendo de esto”, aseguró el ‘Tito’ en Igual nadie te preguntó.

“Todo el mundo sueña con ser jugador de fútbol, y todo lleva un proceso, nosotros dejamos muchas cosas de lado”, comentó el zaguero que a los trece años se vino de su Salto natal para probarse en Nacional como delantero: “Me dijeron ‘te llamamos en una semana’ y no me llamaron más. En mi club jugaba de volante central pero en la selección del departamento era goleador, entonces primero me vine a probar como delantero”.

Y al año siguiente hubo una segunda prueba pero en Danubio y con otro rol: “A los 14 me vine firme a Danubio como volante y se dio, hice todas las juveniles hasta que ascendí, todo tiene mucho trabajo, sacrificio y esfuerzo que por ahí no se ven”.

“Llegué de cinco con Gustavo Machaín, hice Séptima de volante central pero en algunos segundos tiempos el ‘Macha’ me mandaba al fondo y cuando subo a Sexta me dice que me veían mejor en la zaga, me fui adaptando, aprendiendo, y ya quedé en esa posición”, comentó el ‘Tito’ que en Cuarta volvió a jugar en el medio, lugar al que regresaba cada vez que su equipo lo necesitaba, como en las tres finales ante Wanderers por el Campeonato uruguayo de Primera División 2013/2014.

Y comentó sobre el camino de Salto a la capital y de Séptima a Primera: “Muchos tienen la posibilidad de venirse con sus padres a vivir a Montevideo, pero en mi caso vine a la casita de Danubio solo, mi madre venía cada tanto y cuando yo tenía la posibilidad iba a visitarlos pero te vas criando y haciéndote 'hombrecito' con las distintas vivencias y adaptándote al mundo Montevideo porque siendo del interior es otra cosa”.

“Cuando llegas en Séptima te van diciendo algo que es real, que es un embudo hacia arriba: arrancan 30 o 40 jugadores, después se achica al plantel y de esos con suerte uno o dos llegan a Primera y los que se mantienen son menos. Primero es el trabajo y también la cuota de suerte la tenés que tener, pero sin el trabajo la suerte no existe, tenés que esforzarte y romperte el alma para que la suerte te ayude”, sostuvo Formiliano.

Y agregó en ese sentido: “Tocados con la varita hay pocos y así mismo he tenido compañeros en Séptima que eran los mejores y no llegaron a mantenerse, llegaron sí los que tuvieron mayor consistencia, los que se esfuerzan más, los que son más constantes en el trabajo y los que son más disciplinados porque eso es lo que tenés que tener también: mucha disciplina”.

Formiliano llegó y debutó en Primera en el 2011, se consagró campeón con Danubio en el 2014, luego pasó a Newell's de Rosario en el 2016 y en julio del 2017 volvió a su país para firmar contrato con Peñarol donde lleva ganados dos Campeonatos Uruguayos y una Supercopa.

De cara a su futuro comentó: “Me gustaría salir al exterior nuevamente, estar un par de años en el exterior, si me preguntás la liga inglesa me encanta pero sé que estoy lejísimo, desde chiquito siempre jodía que quería jugar en el Chelsea, amaba al Chelsea, pero no me pongo como objetivo la Premier porque la veo muy lejos, sí jugar en el exterior. Yo estoy abierto a lo que pueda surgir y trabajo para que se dé, me rompo el alma para poder tener la oportunidad”.

Pero si bien la Premier es su sueño remoto, Formiliano sabe que en caso de elegir un deseo optaría por defender la Selección Uruguaya a nivel de mayores: “No sé si es la máxima gloria o qué pero creo que es lo máximo. (…) Si bien he tenido momentos buenos, no considero que haya tenido un nivel excepcional como para decir ‘Tito merece estar en la selección’, no, soy consciente que no he estado capaz en un nivel de selección“.

El salteño participó en las juveniles de la Celeste y fue citado por primera vez en la sub 17 de Ronald Marcenaro en el 2009; luego disputó el Sudamericano sub 20 con Juan Verzeri en el 2013 y meses después, estando ya en Turquía, se fracturó el quinto metatarsiano del pie derecho a escasos días del comienzo del mundial juvenil.

El zaguero debía volverse a Uruguay tras la lesión, pero sus compañeros pidieron que se quedara y así pudo acompañar todo el camino de aquella sub 20 que perdió la final del mundo ante la Francia de Paul Pogba: “La decisión fue un poco de ellos que me preguntaron qué quería hacer, yo les dije que quería estar ahí con ellos y entonces mis compañeros hicieron fuerza para que me quedara, incluso el cuerpo técnico me pudo haber dicho que no se podía pero se portaron muy bien conmigo”.

En el 2015 obtuvo la medalla de los Juegos Panamericanos de Toronto siendo capitán de la sub 22. Formiliano ha llevado el brazalete en juveniles de Danubio y de Uruguay, en el franjeado y en Peñarol, pero si le preguntan por qué de esa característica en su carrera, él primero aclaró: “Sí he sido capitán pero hoy igual en Peñarol por más que he tenido la cinta el capitán es el ‘Cebolla’ Rodríguez”.

Luego sí desarrolló su manera de entender el liderazgo: “Es en base a las actitudes que vos tenés en el entrenamiento, en los partidos, en cómo te expresas, en cómo te ven, es un combo de todo. No es necesario gritar para ser o sentirte capitán, no tenés por qué, capaz te sale natural pero si sos capitán no debes hacer cosas diferentes a lo que sos, creo que debes siempre ser igual y natural, no inventar nada a lo que no haces en general”.

Hoy el defensa que asegura que nunca se haría un tatuaje se centra en controlar al rival de turno de Peñarol y también se permite pensar en su próximo gol de cabeza. En la Primera división de Uruguay (incluidos Torneos de Verano) ya lleva 16 tantos con el Carbonero a los que se suman los cinco que convirtió con Danubio.

Su primer tanto con el Manya fue en la sexta fecha del Clausura 2017 ante Fénix y en diciembre del 2020 marcó su tercer gol clásico ante Nacional. “Siempre trato de buscar el gol, en cada pelota quieta que voy, que es donde más tengo posibilidades por mi puesto, trato de estar cerca de la jugada, a veces tenés la chance y otras veces no. No sé si es hambre de gol o un poco de suerte pero también la busco”, sostuvo Formiliano.

Y sobre la sensación del gol comentó: “Hermoso, no me ha tocado hacer grandes golazos pero sí creo que un golazo para mí es meter terrible cabezazo como el del último clásico o ante Boston River en el Centenario, esos cabezazos divinos que agarrás de lleno”.

En este 2021 el zaguero irá en lo colectivo en busca del Torneo Clausura para ganar un nuevo Campeonato Uruguayo. En lo más íntimo, intentará seguir mejorando en lo futbolístico y aprobar las materias pendientes que le quedan del liceo (tres de quinto año y todo sexto) luego de haber retomado los estudios: “Después veré si puedo encarar una carrera, pero primero tratar de ser bachiller”.

“Me gustaría terminar sexto y la carrera que me gustaría seguir es odontología. Capaz me retiro con 35 o 36 años y una vez que termine como futbolista no me gustaría seguir en el rubro; quisiera no perder el fanatismo por el fútbol pero no trabajar dentro del fútbol”, sentenció el zaguero con la firme tranquilidad que lo caracteriza.