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Mentalidad y raza: vistazo al ascenso de Raúl Rosas Jr. de cara a su debut en UFC 282

LAS VEGAS, Nevada -- CUANDO SE CIERRE la jaula en la última de las preliminares de UFC 282 el sábado, los ojos del mundo estarán en Raúl Rosas Jr. y la apuesta arriesgada de la promoción que puede abrir las puertas a un futuro brillante.

Nacido en Clovis, Nuevo México, hace apenas 18 años y 2 meses, Raúl será el peleador más joven en entrar al octágono en la historia de UFC cuando enfrente a Jay Perrin, robando mucha de la atención en un evento donde se espera un T-Mobile Arena lleno con más de 20 mil asistentes. Muchos creen que está para cosas grandes y otros tienen sus dudas. ¿El prospecto firmado apenas en septiembre del Contender Series podrá con la presión?

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“Lo que lo hace diferente es que no se pone nervioso cuando va a pelear. Yo le digo, ‘¿estás nervioso?, es normal, dime’, y él dice, ‘no, es que no lo estoy’. Es como la sangre, yo pienso, más fría, no tiene muchas emociones cuando va a pelear. Él nada más está enfocado en lo que va a hacer y es lo que sale. Hace lo que tiene que hacer y ya”, explica su padre, Raúl Rosas, quien ha estado en su esquina en la mayoría de sus combates.

La marca profesional de 6-0 que ostenta Rosas Jr. a una edad tan corta no es casualidad. Su padre y entrenador creció en Iztapalapa, en la Ciudad de México, donde tuvo que entrar al boxeo como medio de supervivencia. Entrenaba sus manos en el histórico Nuevo Jordán, ya que en el barrio, los pleitos eran cosa del día a día.

Con esa misma mentalidad llevó a sus cuatro hijos a entrenar desde muy pequeños: Kenia (la única nacida en México), Kevin, Jesse y Raúl, que se tenía que colar a la clase de karate de sus hermanos ya que apenas tenía cuatro años cuando la edad permitida era cinco.

“Yo los metí a entrenar básicamente porque en las escuelas hay mucho bullying y porque yo lo viví en el DF cuando estaba chico. Entonces yo los metí a que aprendieran a defenderse, pero después yo me iba a entrenar y me los llevaba conmigo y siempre llegaban a jugar o algo. Después les fue gustando, les fue gustando y después ya lo empezaron a agarrar para entrar a torneos. Ellos me decían, ‘no, métenos en las peleas’, ‘métenos en los torneos’. Ellos solos empezaron a querer competir”, explicó.

Después del karate vino el jiu-jitsu, peleas de boxeo y kickboxing, hasta llegar al pankration desde los ocho años, en una modalidad de combate que en la actualidad se asemeja a las reglas del MMA, adaptadas para menores de edad.

Raúl siguió su rápido desarrollo hasta que en 2019 fue junto a ssus hermanos a los campeonatos mundiales de la IMMAF en Roma. De ahí regresó con una medalla de oro que lo convenció que estaba para cosas grandes.

Dos años más tarde, en noviembre de 2021, debutaría en como profesional.


Todos los caminos llevan a México

"YO ENTRENABA CON PROFESIONALES en varios gimnasios y me daba cuenta de que yo les podía ganar, que el nivel no era tan alto como yo pensaba. Así me decidí que estaba listo” recordó 'El Niño Problema’.

Sus padres llegaron a los Estados Unidos hace poco más de 20 años y Raúl creció hablando solo español, con las costumbres de muchas familias de migrantes que se adaptan a vivir en un país diferente, pero donde tienen al alcance la música y los programas de televisión a los que estaban acostumbrados en el hogar.

Ese fue un gran reto para el peleador. “Se hablaba puro español en la casa, en el gimnasio de karate o en la escuela, yo solo sabía decir, ‘whats up?’ Entonces ya fui aprendiendo gracias a lo que ví en la tele como ‘Bob Esponja’ y otras caricaturas. Las veía con subtítulos para entender y así fui aprendiendo. Yo siempre supe que era importante hablar dos lenguajes, a veces me confundo un poco con el inglés, pero puedo comunicarme con más personas”.

Rosas Jr. representó a los Estados Unidos en el Campeonato Mundial Juvenil, calificando por el Estado de California, pero cuando llegó la hora de convertirse en profesional, la puerta de Tijuana, México se abrió.

La promoción UWC le dio la oportunidad de debutar a los 17 años, y fueron cinco peleas en un lapso de seis meses, cuatro de ellas finalizaciones en el primer round y solo una llegó al segundo.

Ahí pudo salir con la bandera de México, portar el sombrero de mariachi que se ha vuelto característico y entrar con la versión de “El Mariachi Loco” de Pedro Fernández.

“Quiero representar a México, porque me identifico. Pedí al UFC salir con los colores de México, porque ahora no permiten banderas. Quiero representar a mi raza y a mi familia y dejar la bandera en alto”, compartió.

La mayoría de su familia, tanto materna como paterna, sigue en Iztapalapa y están comenzando a comprender el fenómeno que puede provocar Raúl Jr. Una gran fiesta se espera el sábado para apoyarlo desde la capital mexicana, donde solo pudo competir una vez en un torneo de grappling en la promoción Budo Sento.

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Una nueva generación, metas muy alta

RAÚL ES EL PROTOTIPO DE PELEADOR que probablemente veamos más en el future. Con el desarrollo de la IMMAF, los torneos amateur y juveniles han venido ganando mayor relevancia, y los menores no tienen que enfocarse en otras disciplinas para pasar al MMA en la adolescencia, ya que pueden crecer siendo multidimensionales en el juego de piso y de pie, luchando y golpeando.

Cuando en septiembre lo firmaron para pelear en el Contender Series, Rosas Jr. sabía que su objetivo no era solo convencer a Dana White de contratarlo: quería demostrar que podría ser el campeón más joven en la historia de la promoción.

Hoy esa meta es todavía más alta. “Quiero llegar y demostrar que puedo pelear con los mejores del peso gallo porque quiero ser campeón muy pronto. Luego, subir de división a 145 libras, ya que para ese entonces mi hermano Jesse va a estar también en UFC y quiero que seamos los primeros hermanos campeones en el UFC”, adelanta con confianza Rosas Jr.

Aunque suena exagerado, realmente no lo es. El coach Héctor Vásquez, que le abrió la puerta del gimnasio Cobrinha en Las Vegas a los Rosas hace algunos meses, quedó sorprendido desde que lo vio por primera vez en acción, algo difícil de conseguir, ya que además de campeones mundiales de jiu-jitsu, Vásquez ha sido parte de la esquina de peleadores de clase mundial como Valentina Shevchenko, Claudia Gadelha y Brandon Moreno.

“La primera vez que lo ví, me vino a la mente Khamzat Chimaev, es como Khamzat Jr. Siempre mete el acelerador hasta el fondo, quiere tirarte, tomarte la espalda y terminar la pelea. Cuando peleó en Contender Series, quedé muy impresionado, como manejó el escenario, obviamente no había púbico presente. Pero estaba muy confiado en todo lo que teníamos planeado, sabía lo que tenía que hacer”, confesó el entrenador de origen mexicano.

DWCS fue la prueba máxima hasta ahora, ante un duro rival como Mando Gutiérrez que lo llevó hasta la decisión. Fue un paso que Vásquez considera superado.

“Yo soy muy duro con mis estudiantes, aunque ganes. Voy a criticarte y encontrar algo para mejorar. Perdió la espalda un par de veces, y a mí me gusta que tengamos el control, cuando tienes una posición no la puedes perder. Pero tenía 17 años, sabemos que está aprendiendo y va a mejorar mucho más. En cuanto regresamos al gimnasio, él mismo me preguntó qué podríamos hacer para mejorar, qué ajustes eran necesarios. Es algo raro en el MMA, cuando un peleador gana una pelea y regresa con ganas de arreglar algunos detalles”.

Conforme se acerca el momento más importante de su vida, el discurso crece alrededor de Rosas Jr., y ahora incluso habla de una tercera división en las 155 libras.

El primer paso hacia esa grandeza que promete viene en UFC 282, cuando enfrente un escenario desconocido en el recinto de las grandes funciones de la actualidad. Rosas Jr., sin embargo, no se inmuta: “el debut lo imagino terminando en el primer round, quiero demostrar que puedo pelear por el campeonato”.