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La ex tenista puertorriqueña Mónica Puig encuentra su nueva pasión en Boston y en el mundo de maratones

ACOMPAÑADA POR EL amor de su vida, la tenista medallista de oro olímpico Mónica Puig abordó un avión en Nueva York el 7 de noviembre de 2022. Se dirige a su hogar, en un vuelo de 2.575 kilómetros hacia Puerto Rico. Un día antes, Puig recorrió las calles de los cinco distritos de la ciudad de Nueva York, una excursión de 42 kilómetros para completar su primer maratón, con su prometido al lado. Ahora, en su patria le espera un nuevo trayecto, una nueva vida. Quedan pocos días para su boda con Nathan Rakitt.

Una montaña de detalles de última hora de su boda le espera a su regreso a casa y Puig siente cómo la adrenalina corre por su cuerpo. Su cabeza gira. Piensa en su futuro. Sus planes. Sus esperanzas. Sus sueños. Un pensamiento salta por su cerebro, una y otra vez.

Correré los seis grandes maratones.

Este lunes, Puig cumplirá una parte de su promesa, compitiendo en el Maratón de Boston.


ATAVIADA CON UN VESTIDO ROJO con ribetes blancos y detalles azules, Puig se arrodilla y pone su cabeza sobre la cancha del Centro Olímpico de Tenis en los Juegos de Río 2016. Su cuerpo se estremece entre sollozos. Hace pocos momentos, superó su sexto break point del game contra Angelique Kerber, segunda del ranking mundial, con un hábil golpe de revés. Y luego, en su cuarto punto por la medalla de oro, vio con alegría cómo una derecha de Kerber se iba afuera antes de que lanzara su raqueta por los aires cariocas.

En ese momento, con los aficionados envueltos en banderas puertorriqueñas rojas, blancas y azules saltando en las gradas, Puig se convirtió en la primera atleta boricua en ganar una medalla de oro olímpica.

No se suponía que ocurriría así. Puig (22 años) ni siquiera había clasificado a cuartos de final de un torneo de Grand Slam. Ocupaba el puesto 34 del ranking mundial y solo tenía un título a su nombre. Sin embargo, luego de vencer a la hispano-venezolana Garbiñe Muguruza, campeona reinante de Roland Garros, y a la bicampeona de Wimbledon Petra Kvitova, Puig se impuso a Kerber en tres sets en el match por la medalla de oro.

En un instante, se convirtió en una estrella en Puerto Rico. Trajo a la isla la novena medalla olímpica de su historia. Fue la primera mujer boricua en ganar una presea olímpica de cualquier clase. Pocos momentos después de su celebración, su equipo la apartó para mostrarle las imágenes en vivo desde Puerto Rico. La gente, congregada en fiestas para ver el encuentro. Gente bailando y celebrando su victoria. La cantante y actriz boricua-estadounidense Jennifer López se acercó para felicitarla. Allí fue que entendió la magnitud de lo ocurrido: Este era un gran momento; no sólo para ella, sino para toda su isla.

Pocos días después, llegó a Puerto Rico para participar en el desfile de la victoria. Miles de personas se acercaron, ondeando la bandera de su país. La policía de San Juan organizó una caravana para escoltarla, y Puig saludaba a la multitud mientras era conducida por las calles de la ciudad. Un mar de puertorriqueños se congregó a ambos lados de la vía para verla fugazmente. Se detuvo para autografiar banderas. No podía creer lo que estaba viviendo, con ella como protagonista.

"Puerto Rico ha pasado por un momento difícil", indicó en ese momento a los periodistas. "Y es mi responsabilidad darle alguna buena noticia de vez en cuando".

Sin embargo, el destino tenía otra cosa en mente.


PUIG DESPERTÓ en España en abril de 2022, consciente de que su carrera tenística había llegado a su fin. En el día anterior, cayó 7-5, 6-0 ante Danielle Collins en el Abierto de Madrid. Y esta mañana, no podía alzar su brazo derecho por encima del hombro.

Había pasado por mucho. En diciembre de 2019, Puig se sometió a una intervención quirúrgica para corregir un daño nervioso en su codo, que le había obligado a hacer gestos de dolor con cada contacto entre la raqueta y la pelota. La lesión le negó la oportunidad de defender su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. En junio de 2021, interrumpió su temporada para someterse a una cirugía en el bíceps y hombro. En aquel entonces, indicó que esperaba recuperarse para competir en los Juegos de París 2024.

Pero en el Abierto de Madrid, Puig estaba consciente de que había acelerado su proceso de rehabilitación, exigiéndose demasiado. Y ahora, pagaba el precio con un dolor que había sido su compañero constante por varios años.

Su mente sabía que su carrera había terminado, pero su corazón no estaba del todo listo para aceptarlo. Se inscribió en un torneo de menos renombre en Francia, pero su dolor persistía. Durante su match de primera ronda contra la francesa Fiona Ferro, cometió par de dobles faltas, en el game de su primer servicio.

"Uno nunca comete una doble falta con una pelota que golpea de tu lado de la línea de servicio", indica Puig.

Ahora, ni siquiera su corazón podía ignorar la verdad. Se retiró del encuentro con 1-2. Debía someterse a otra cirugía en su hombro, sólo para mejorar su calidad de vida. ¿Podía volver a jugar tenis profesional después de ello? Sus médicos dijeron que no.

Llegó a su mejor posición en el ranking (No. 27) en 2016 y terminó su carrera con récord 303-215. Ganó más de $3.5 millones en premios. Se hizo con un título en 2014 en Estrasburgo y la medalla de plata de los Juegos Panamericanos de 2011. Pero en junio de 2022, debió comparecer para informar una noticia sumamente difícil. Su sueño en el tenis había terminado a los 28 años.

"Me habría encantado retirarme bajo mis términos", publicó en Instagram. "Pero a veces, la vida tiene otros planes y tenemos que abrir nuevas puertas que conduzcan a posibilidades emocionantes".

Durante las semanas posteriores, esas puertas abiertas le fueron esquivas. Sentía que le habían quitado su propósito. ¿Qué se suponía que debía hacer? Estaba acostumbrada a entrenar y jugar, esa era su vida. Seguía rehabilitando su hombro, pero el persistente dolor que sufría cuando jugaba al tenis empezaba a desaparecer. De repente, tenía tanto tiempo libre y no sabía qué hacer con toda la energía que tenía adentro.

Siempre había querido ser periodista audiovisual. Así que comenzó a trabajar con ESPN y luego con el Tennis Channel, como comentarista en vivo en sus transmisiones en español.

Pero nada podía llenar el vacío que sentía dentro de su corazón.

Rakitt, que entonces era su prometido, no sólo fue tenista en la Universidad de Georgia Tech, sino también ávido corredor. Ya había completado algunos maratones, incluyendo el Maratón de la Ciudad de Nueva York, justo en el momento en el que Puig había llegado a su encrucijada. Una de las mañanas en las que sentía que su estado de ánimo se deterioraba, Rakitt le preguntó si quería acompañarle a correr. Aunque ella nunca había disfrutado de las carreras, aceptó su invitación.

Corrieron 8 kilómetros. Y Puig se sintió bien. Sintió cómo su mente se despejaba de la niebla que le rodeaba. Y su tren inferior estaba perfectamente sano. Podía correr sin sentir molestias en sus hombros.

Una carrera se convirtió en cinco y en poco tiempo, Puig y Rakitt decidieron inscribirse en el Maratón de Nueva York. Caroline Wozniacki lo hizo en 2014, y Puig siempre quiso intentarlo. Pensó: ¿por qué no?

Quizás ésta era su puerta.


COLOCANDO RÍTMICAMENTE un pie delante del otro, Puig lo sintió de repente. Habían pasado varias horas desde que partió de Staten Island y cruzó el puente Verrazano-Narrows para entrar a Brooklyn, y ahora le abordaba una sensación que había perdido hace tiempo.

Una sensación de adoración completa. La sensación de que ha enorgullecido a su isla-nación.

¿Era el kilómetro 24? ¿El 25? No podía recordarlo. Sin embargo, vio y divisó un mar de boricuas. Le alentaban. A viva voz. Podía ver banderas de Puerto Rico por todos lados. Era su gente y estaban orgullosos de ella.

En plena Nueva York, tuvo la sensación de haber vuelto a Río de Janeiro, al tenis, a su antigua vida.

Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Rakitt le sonreía mientras seguían su carrera.

Pocos kilómetros después, la alegría de Puig se convirtió en preocupación cuando Rakitt sintió tantas náuseas que le nublaron la vista. Puig le llevó a una carpa médica y le ayudó durante el resto del maratón, murmurando palabras de aliento. Le recordaba que les esperaba una pizza de celebración una vez que llegaran a la meta. Terminó la carrera en poco más de cuatro horas y media y Rakitt afirma que su entonces prometida habría terminado antes de no haber sido por sus problemas.

Mientras corría, se dio cuenta de que tenía muchas habilidades que podía transferir del tenis a la carrera de maratón. Sabía cómo convencer a su cerebro para que le agradara la sensación de incomodidad. Le encantaba soportar lo difícil, algo que había hecho una y otra vez durante su carrera tenística. Cuando Rakitt empezó a confrontar dificultades en su carrera, ella sabía exactamente qué decirle. "Desconecta tu cerebro, escucha a la gente que te rodea. Concéntrate en su energía".

"Durante el entrenamiento, era yo quien la alentaba, diciéndole como sería el trayecto de la carrera, qué esperar después de cruzar el puente y todo", indica Rakitt. "Pero llegamos al día de la carrera y ella fue la que arrolló, absolutamente".

Prosigue: "Funcionó como una sesión de consejería prematrimonial muy efectiva".

Sobre todo, Puig volvió a experimentar la sensación de representar a Puerto Rico. El aliento de los aficionados, vitoreándola en español. Los aficionados con inmensas sonrisas en sus rostros. Ella quería más.

"Encontré un nuevo propósito", afirma Puig.


VARIOS DÍAS DESPUÉS, Puig y Rakitt se dijeron el "sí, quiero" ante amigos y familiares en su San Juan natal. Regresaron a su casa de Atlanta y comenzaron a trazar sus planes para competir en maratones durante los próximos dos años.

Puig es una gran creyente en "tachar fechas en el calendario" y empezar a trabajar para alcanzar objetivos en esas fechas. Le da algo tangible para centrarse en ello. Correría los seis grandes maratones del mundo para 2024. Boston, Londres y Chicago en 2023. Tokio y Berlín en 2024.

Había una condición: Para clasificar automáticamente al Maratón de Boston, tenía que correr otro maratón de categoría inferior y alcanzar tiempos de 3:30. No se acercaba a conseguirlo. Así que se puso en contacto con los organizadores, comentándoles que se trataba de una atleta profesional. Les dijo que había corrido el Maratón de Nueva York y tenía el objetivo de correr los seis grandes maratones. Les preguntó si podían darle la oportunidad de participar en el Maratón de Boston. Hizo lo mismo con el Maratón de Londres.

Ambos comités organizadores le respondieron afirmativamente en enero de 2023. Puig y Rakitt vieron las fechas (ambos maratones estaban distanciados por seis días y 5.311 kilómetros. Se vieron mutuamente y asintieron.

"Hagámoslo", dijo Puig.

Este lunes, Puig correrá en Boston para disputar el segundo de los seis maratones, con Rakitt a su lado. Después, abordará un avión hasta llegar a Londres, donde seis días después, competirá en otro maratón. Ojalá que también sea acompañada en la capital británica por un mar de banderas puertorriqueñas.

Su objetivo para este lunes en Boston es romper la marca de las 4 horas. Para lograrlo, Puig comenzó a entrenar con COROS, empresa especializada en relojes GPS especializados en el rendimiento deportivo. El entrenador de Puig Derek Dalzell trabajó en su plan de entrenamiento y juntos trazaron los aspectos a mejorar: Resistencia, ritmo, nutrición, recuperación. El reloj recopiló datos de cada carrera de entrenamiento de Puig (algunas de 26 kilómetros, otras de 19 y algunas de 8), y utilizó los datos para simular sus tiempos en el maratón. Proyectó mejoras de 45 minutos.

Para Puig, el objetivo es restar varios minutos del tiempo logrado en Nueva York. Afirma estar preparada, aunque siguió laborando como comentarista del Tennis Channel durante su entrenamiento.

"Es testaruda. Nunca termina un entrenamiento antes de tiempo, nunca deja que me deprima, se niega a parar una vez que se propone un objetivo", indica Rakitt.

Puig pasó de ser una de las mejores tenistas del mundo a una corredora regular en el mundo del maratón. No hay problema para ella. Correr le dio la oportunidad de aprender y mejorar en algo nuevo.

"Quería demostrarme a mí misma que podía destacar en algo distinto al tenis. Ahora, me demuestro a mí misma que puedo volver a lograr algo grande, después de [dejar el deporte] para el que nací y estaba destinada a practicar", afirma Puig.

¿Quiere ser corredora olímpica? No. Pero quiere saber que ella podía exigirse y alcanzar nuevos límites. Es una competición consigo misma, indica.

Puig y Rakitt ya han decidido que comerán después de cruzar la meta del Maratón de Boston. Hamburguesas. No han probado una en varios meses, porque quieren convertirlo en una ocasión especial después de la carrera, según afirma.

Entre los maratones de Londres y Chicago, Puig tiene previsto participar en un medio Ironman (ciclismo, natación y atletismo) en septiembre próximo en Augusta, Georgia. La introducción de Puig a la práctica del maratón le ha inspirado a hacer cosas realmente difíciles, según expresa, y un triatlón fue el siguiente paso natural. Será un obsequio adelantado por su cumpleaños 30.

En 2024, Puig prevé correr los maratones de Tokio y Berlín, lo que le llevaría a obtener la codiciada medalla de las Seis Estrellas, otorgada por Grandes Maratones Abbott.

Después de ello, quizás se preparará para competir en un Ironman completo. Primero, tiene previsto participar en otro medio Ironman que se celebrará en Puerto Rico en marzo del próximo año.

"Eso sería genial", afirmó. "Nos lo jugamos todo".