Jugadores buenos, dotados de grandes condiciones técnicas y físicas, siempre han existido en el futbol mexicano. Lo que no hemos llegado a atestiguar plenamente es la combinación de ese talento con una fortaleza mental. Santiago Giménez (Feyenoord/Eridivisie) y Marcelo Flores (Real Oviedo/segunda división de España) parecen poseer un legado indestructible: la formación de casa, el sólido vínculo familiar que no se compra en ninguna parte ni se estudia en alguna universidad. México sigue buscando un equipo, un grupo de jugadores que transforme su historia competitiva internacional. Para ello, necesita, no solo de buenos futbolistas, también de jugadores de otra clase de fortaleza mental...

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando uno cierra los ojos e imagina la delantera mexicana del 2026 con Santiago Giménez y Marcelo Flores, la ilusión renace. Luego, cuando recuerdas que ya antes se habían fincado esperanzas en futbolistas que prometían llevar a México al siguiente nivel de competencia, el desencanto vuelve.

Y ellos nos lleva a la misma conclusión de siempre: México no debe esperar un Messi, un Cristiano Ronaldo, un Maradona o un Pelé. Lo que realmente le debe interesar al futbol mexicano es encontrar un equipo, un funcionamiento, una idea clara de su juego, de lo que quiere y de cómo lograrlo. Claro, esa labor será mucho más sencilla si cuentas con futbolistas de alto nivel, de calidad e incluiría y destacaría de una poderosa mentalidad.

Giménez y Flores se parecen en muchas cosas y son diferentes en otras, pero lo que les une es que son "futbolistas de familia" y ahí es donde puede forjarse la diferencia con respecto a otros jugadores mexicanos en la historia. Veo en Santiago y en Marcelo un sólido vínculo familiar, con el padre, la madre y los hermanos como parte de su desarrollo, primero como ser humano y luego como futbolista. Proceden, además, de escenarios que no son comunes en el futbolista mexicano. Son chicos que han forjado su esencia competitiva sin tener, quizá, el hambre y las carencias de la generalidad de jugadores, pero que lo han transformado -el "hambre"- como motivación, con los ejemplos y la educación que han recibido en casa. No son, definitivamente, Santiago Giménez y Marcelo Flores, el clásico futbolista mexicano que nace en el barrio, en la ranchería, en un mundo donde las carencias y la fragilidad del círculo familiar provoca contextos que tarde que temprano saldrán a relucir en su carrera dentro de la cancha y fuera de ella.

Hay que celebrar totalmente el paso que Giménez y su familia han decidido dar para tratar de jugar en un mayor nivel de juego, aunque ello signifique, con el Mundial tan cerca, un riesgo. También hay que ponderar que Flores y su padre hayan optado por dejar -aunque sea momentáneamente- la grandeza y la seguridad del Arsenal para aceptar el reto de jugar en la siempre compleja segunda división de España. Ambos, crecerán más como jugadores y como personas y terminarán escalando al nivel de su talento futbolístico.

El futbol mexicano sigue buscando el "eslabón perdido". Es evidente, que lo tendrá que hacer basado en un grupo de jugadores, en un equipo, no en una individualidad. Y futbolistas buenos, llenos de cualidades técnicas y físicas, siempre han existido. Lo que no hemos tenido, generalmente, es esa combinación de talento y fortaleza mental. Santiago Giménez y Marcelo Flores lo tienen, son "futbolistas de familia".

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- Rubén Flores tuvo poca fortuna como futbolista profesional. El Atlante fue su mejor nicho, pero con pocas veladoras. No era ese su destino. Sí lo era la cancha y sí lo era el balón, pero desde fuera, desde ese contorno, desde ese perímetro donde también se escriben historias de futbol, pero, sobre todo, de vida.

Avecindado en Inglaterra, casado con una ex futbolista canadiense (Susan), hoy, Rubén Flores multiplica sus sueños de jugador en tres bendiciones de vida. Todas ellas, carne de su carne y sangre de su sangre. Marcelo juega en el Arsenal; Silvana en el Tottenham y Tatiana en el Chelsea, con el que acaba de marcar cuatro goles en 60 minutos, el fin de semana pasado.

En México, la atención se centra sobre Marcelo. Saltó de la Sub 18 a la Sub 23 y marcó dos veces este martes ante el Bournemouth, pero participó en los cuatro goles del Arsenal. Para los Gunners es un proyecto para forjarlo como al acero, pero también para cuidarlo como la seda.

Al igual que sus hermanas, Marcelo, o Chicho, como le llaman en la intimidad del clan familiar, tiene una baraja con tres cartas. Puede jugar para la selección nacional de Inglaterra, de Canadá o de México. Ha elegido al Tri, de momento. A sus 18 años, La Tierra le parece plana, finita, conquistable.

Marcelo Flores debutó con Gerardo Martino. Un 2-2 ante Chile, en amistoso celebrado en diciembre pasado. Entró al ’83 supliendo a Uriel Antuna. A los 18 años, aún puede elegir. La pasión familiar le inclina por México. Pero, la razón y el corazón aún deberán debatir su futuro. Cuando se habla de México, sobre su futbol, la gloria y el amor habitan en universos distintos.

Darle apenas unos minutos ante Chile, al jugador que la afición ya ve como el redentor de un futbol cuyo vía crucis cuatrienal siempre termina en la crucifixión del cuarto partido mundialista, levantó bayonetas contra 'El Tata' Martino.

Ciertamente el técnico argentino hizo lo correcto. Endulzó el paladar del jugador, aunque sólo dio un dedazo de atole a los aficionados mexicanos. A los 18 años, el universo de un futbolista se vuelve peligroso. Tan amenazadora es la exuberancia de los elogios, como la vileza de las críticas viscerales. 'El Tata' lo sabe.

Además, la historia demuestra que el futbol mexicano es capaz de tragarse, sin atragantarse, a sus propias crías. Es una historia tan gastada como referencial: las grandes promesas, campeonas de dos Copas del Mundo Sub 17, y las de los Juegos Olímpicos de Londres, terminaron en desilusiones. Los nombres ya Usted los conoce muy bien, con dos referentes tan fantásticos como dolorosos: Giovani dos Santos y Carlos Vela.

Marcelo Flores, hoy, a los 18 años, confrontando exitosamente a tipos de 23 años, ha puesto en alerta al Arsenal. Insisto: física y futbolísticamente debe bruñirlo como al acero para que haga un futbol sedoso, pero mentalmente debe manejarlo como a la seda para templar un temperamento de acero. El Limbo del futbol está lleno de almas en pena que pudieron haber sido y no fueron.

Ciertamente es un jugador diferente. Marcelo puede desempeñar, prácticamente, todas las posiciones de ataque. Tiene la definición para ser inclemente en el disparo final, pero tiene además visión para cómodamente moverse como media punta, o incluso, desde atrás vislumbrar avenidas, donde otros jugadores ven callejones sin salida. No le enfada jugar por los costados, como tampoco jugar de señuelo.

Entiéndase: Chicho es un jugador distinto, porque su formación como competidor, atleta, jugador, y persona, ha sido y estará siendo procesada, bajo formas de educación a las que normalmente no tiene acceso un jugador en México. Dicho está: en el futbol mexicano no hace falta talento, hacen falta talentosos formadores.

Y quede claro: por más prodigiosa, generosa y exitosa que sea la evolución de Marcelo, él sólo no va a cambiar la historia de selecciones nacionales en México. Pero, tal vez, una generación de futbolistas con un proceso de gestación similar, sí puedan hacerlo.

Sin embargo, ya se sabe, en un balompié en el que el amasiato delincuencial entre algunos directivos, algunos promotores y algunos entrenadores, perpetran la compra de extranjeros de medio pelo, seguirán escaseando las oportunidades, además de que, pocos equipos (Santos, Pachuca, Atlas, Chivas, América y ¡Necaxa!), se atreven a fortalecer sus estructuras de fuerzas básicas, y a depurar el nivel de sus formadores.

La mayor bendición de Marcelo está en su mentor principal: su padre. Habiendo sido jugador y siendo entrenador, aprendiendo entre las etapas de carencias y también de comodidades, entre la horca de la escasez y el oxígeno de los recursos, Rubén Flores ha puesto en evidencia que junto con su esposa Susan, sabe jugar los tres papeles complicados de tres vidas, que le ha entregado el destino.

A la distancia, por sus mismas declaraciones, y por las manifestaciones de Marcelo, Silvana y Tatiana, Rubén ha encontrado la capacidad de dirigirlos como padre, de dirigirse a ellos como entrenador, y, muy importante, de dejar de dirigirlos en sus grandes decisiones, aunque sin dejar de orientarlos.

Recordemos cómo, en muchísimos casos, el gran problema de prometedores futbolistas mexicanos, fueron las decisiones de sus propios padres, obviamente no originadas por mala fe, sino por la confusión desenfrenada entre el amor y el desconocimiento.

Recuérdense los casos de César Villaluz, de Luis Landín, de los hermanos Dos Santos, de Marco Fabián, entre tantísimos otros. Todos hijos de la fábula de Papá Cuervo.

Por lo pronto, este jueves, Gerardo Martino debe anunciar la convocatoria para juegos cruciales en su gestión: visita a Jamaica, y recibe a Costa Rica y a Panamá. Está en situación crítica. Marcha tercero en la Tabla, y sólo un gol de diferencia lo coloca sobre Panamá, que se atrinchera en zona del repechaje contra Oceanía, pero ansiosa de subir ese escalón.

¿Debe convocar a Marcelo Flores? Sin duda. Y no necesariamente para hacerlo jugar ante adversarios que pondrán a crujir los huesos de sus rivales, sino para incorporarlo, gestarlo, acostumbrarlo, a ese útero tan especial e intenso que es la selección nacional. Educación extracurricular, que le vendría bien al jugador, al Arsenal y al mismo Tri. Además, claro, con un minuto de juego en esos escenarios oficiales y premundialistas, estaría amarrando, tentativamente, el reclutamiento del méxico-inglés-canadiense, conforme al reglamento de FIFA.

Recuerdo que antes del Mundial de Alemania, insistía, estérilmente, en que Ricardo LaVolpe debía llevar a la cita a Giovani dos Santos y a Carlos Vela, un año después de ser campeones del mundo, en lugar de llevar a su yerno, el Chiquis García, que se dedicó, primordialmente, a ser el niñero oficial de los nietos del técnico argentino.

¿Habría madurado ese ambiente mundialista en Alemania a Gio y a Vela, a los 18 años, como para saber enfrentar los desafíos inmediatos que se les venían con el Barcelona y el Arsenal? Sin duda. Pero, obviamente el nepotismo de LaVolpe pudo más.

Por lo pronto, lo mejor que le puede seguir pasando a Marcelo Flores es que se le siga templando en la fragua paciente y enérgica del Arsenal, para forjar un mejor acero, dentro y fuera de la cancha.

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Crece la lista de invitados

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22/05
2016
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Arsenal no pudo en Londres

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17/04
2016
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El enemigo de Arsenal

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09/03
2016
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Empecemos por el campeón que el año pasado regresó a lo más alto de la Premier después de cuatro temporadas de dominio de los equipos de Manchester. Volvió Mourinho y regresaron los trofeos. El de Premier y el de Copa de la Liga. El Chelsea aplicó el adagio de "si no está roto, no lo arregles". El actual campeón no reventó el mercado de fichajes como en otros veranos, pero sí hizo una riesgosa apuesta. Radamel Falcao llega a Stamford Bridge después de un año gris a préstamo con el United que nunca pudo ver al letal Tigre del Atlético. Si alguien puede revivir la carrera del colombiano ese es Mourinho. Falcao lo sabe y por eso recortó su sueldo a la mitad con tal de vestirse de Blue. Si la adición no cumple, el Chelsea seguirá teniendo un cuadro poderoso que ganó la última liga con 8 puntos de ventaja. Si el Tigre resucita, los de Mou serán favoritos al título.

Pero si hablamos de favoritismos es difícil no mencionar al Manchester United. Por segundo año consecutivo Louis Van Gaal vació las arcas del club más ganador en Inglaterra y el resultado es un equipo talentoso y profundo. Memphis Depay, revelación holandesa en el mundial y máximo goleador de la Eredivisie con 22 tantos, llega con un talento inmenso y solo 21 años, pero con la necesidad de madurar su fútbol y aprender a jugar para el equipo. Uno que lo sabe hacer muy bien es Bastian Schweinsteiger. Cuando Depay debutaba como profesional 'Schweini' ya había sido campeón de Bundesliga cinco veces. El alemán de 31 años hará dupla en la media con el francés Morgan Schneiderlin, quien llega desde el Southampton. Por si el arco se convierte en un problema, Van Gaal mandó a traer a un portero que dirigió hace seis años en Holanda, el argentino Sergio Romero. Las dudas del United seguirán en la delantera, donde Wayne Rooney se perfila para regresar al puesto de "9" mientras Chicharito y el jovencito James Wilson se debaten entre la banca y el préstamo.

En la acera de enfrente la mayor sorpresa es que el banquillo sigue ocupado por Manuel Pellegrini. El chileno sobrevivió una temporada sin títulos, pero la presión será más alta que nunca y la paciencia más escasa. El Manchester City apostó fuerte a un inglés en este verano. Raheem Sterling costó 48 millones de euros y su misión es revitalizar un ataque Agüero-dependiente hasta la fecha. Fabian Delph llegó del Aston Villa para reforzar la media, pero el gran problema sin atender sigue siendo la defensa. Kompany y Managala fueron reprobados el año pasado y esta temporada no tendrán mayor relevo.

Por segundo verano consecutivo, Liverpool se desprendió de su mejor jugador, o en este caso, jugadores. Raheem Sterling y el capitán Steven Gerrard. Las llegadas no parecen equilibrar las partidas. El brasileño Roberto Firmino llega del Hoffenheim, donde firmó solo siete goles la temporada pasada y el belga Cristian Benteke viene de anotar trece con el Villa. Coutinho volverá a encargarse de la creación y de extender la estadía de un cuestionado Brendan Rodgers.

El Arsenal volverá a luchar contra su etiqueta de perdedor bajo el mando del eterno Arsene Wenger. La esperanza se centra en otra súper temporada del chileno Alexis Sanchez y de un paso al frente del talento joven pero con un año más de experiencia en el club: Jack Wilshere, Aaron Ramsey y el prometedor Alex Oxlade-Chamberlain. La adición más notable llega con la solidez del portero ex Chelsea, Petr Cech.

Con la firme intención de meterse entre los cuatro mejores, como lo hizo en 2012, el Tottenham basa sus aspiraciones en un ataque lleno de talento. Erik Lamela, Christian Erikssen y Nacer Chadli están listos para crear sabiendo que delante de ellos aparece el inglés sensación, Harry Kane. El delantero que enamoró a White Hart Lane la temporada pasada con 21 goles, estará en la mira de los grandes pero los Spurs esperan que los lleve al éxito antes de que llegue la oferta irrechazable de un grande europeo.

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