Mientras el pavo ya está adobado y listo para entrar al horno para la cena de Thanksgiving, es momento de pensar en lo que el 2019 nos dejó para dar gracias en el mundo del béisbol.
MARIANO RIVERA
Mariano rompió esa barrera de la misma manera en que quebraba los bates de los contrarios, algo que inexplicablemente le fue negado a luminarias del calibre indiscutible de Babe Ruth, Mickey Mantle, Ted Williams, Cy Young o Ken Griffey Junior, por sólo mencionar algunos de los nombres más icónicos del juego a lo largo de la historia.
Para más mérito del panameño está el hecho de haberlo logrado como cerrador, una posición que muchos votantes se habían mostrado reacios a reconocer su valía.
PANAMÁ SALVA Y GANA LA SERIE DEL CARIBE
Panamá fue fundador de la Serie del Caribe en 1949, junto a Cuba, Venezuela y Puerto Rico, pero dejó de participar en 1960, cuando el evento hizo una pausa de diez años.
Cuando se reanudaron los torneos caribeños en 1970, ya Panamá no figuraba entre sus participantes, pues su liga profesional estaba a punto de fenecer y su calidad dejaba mucho que desear.
Cuando los panameños volvieron a jugar pelota profesionalmente, ya en el siglo XXI, empezaron a pedir su reingreso a la Confederación de Béisbol del Caribe para regresar a la llamada Pequeña Serie Mundial Latinoamericana, pero no fue hasta el 2019, por circunstancias excepcionales, que volvieron.
La situación socio-política de Venezuela hizo imposible la organización del evento en Maracaibo y Panamá surgió como un salvador de último momento.
En una semana habilitaron el estadio Rod Carew y armaron un equipo para representar al país, con los Toros de Herrera como base y algunos refuerzos de otros conjuntos e incluso, otros países que participaron siete días antes en la Serie Latinoamericana.
Nadie apostaba un centavo por Panamá. O casi nadie. Ya con que hubieran salvado la Serie era bastante.
Pero para sorpresa abrieron con triunfo 4-2 sobre las Estrellas Orientales, el campeón de la República Dominicana.
Un día después llegaron a estar debajo en el marcador 6-1 ante los Cangrejeros de Santurce, pero le dieron vuelta al marcador y ganaron 8-6 con racimos de cuatro y tres carreras en el octavo y noveno episodios.
Volvieron a ganarle a los boricuas 1-0 y accedieron a una improbable final contra los Leñadores de Las Tunas, campeones
de Cuba, a los que derrotaron 3-1 para completar un cuento de hadas.
EL FUTURO ESTÁ GARANTIZADO
Pete Alonso, de los New York Mets, despachó 53 cuadrangulares, cifra inédita para un debutante, mientras que el cubano Yordan Alvarez se llevó el premio de manera unánime en la Liga Americana con los Houston Astros.
Pero no fueron los únicos que deslumbraron. Los dominicanos Fernando Tatis Junior, Eloy Jimenez, Aristides Aquino y Vladimir Guerrero Junior, Cavan Biggio, Bo Bichette, el venezolano Luiz Arraez, Mike Soroka, John Means y Brandon Lowe dejaron saber, alto y claro, que el futuro está garantizado.
WASHINGTON, CAMPEÓN DE LA SERIE MUNDIAL
Siempre se quedaban en la primera ronda, hasta que en el 2019 aprendieron a ganar y se lo llevaron todo.
Si el año empezó con un cuento de hadas con el triunfo de Panamá en la Serie del Caribe, cerró con otra historia de fantasía, con Washington llevándose un improbable trofeo en el clásico de octubre.
El equipo que ostentaba un récord perdedor de 19-31 el 23 de mayo, con el manager Dave Martínez al borde del despido, supo recuperarse y entrar a los playoffs como comodín.
Una vez en postemporada, cinco veces enfrentaron partidos de eliminación y en tres de ellos estuvieron incluso debajo en el marcador: el juego de los wildcards ante los Milwaukee Brewers, el quinto encuentro de la serie divisional ante Los Angeles Dodgers y el séptimo de la Serie Mundial contra los Astros.
Pero nunca bajaron los brazos y siempre encontraron la manera de darle vuelta a la pizarra, para al final levantar el trofeo de campeones, primero para la capital del país desde que los Senadores de Washington lo hicieron en 1924.
Los Boston Red Sox tienen en el mercado a su mejor jugador, el jardinero derecho Mookie Betts, quien cobrará alrededor de 27 millones de dólares en el 2020, su última temporada antes de irse a la agencia libre.
La gerencia quiere recortar gastos a como dé lugar, para tratar de quedarse por debajo del impuesto de lujo que pagará todo equipo que sobrepase los 208 millones de nómina en la próxima campaña.
Boston contaba con que J.D. Martínez se saliera de su contrato de cinco años después de los dos primeros, como estipulaba el pacto, pero el bateador designado y jardinero cubanoamericano optó por seguir hasta el final con el equipo, después de ver el trabajo que le costó conseguir empleo cuando llegó a la agencia libre en el 2017.
Los Medias Rojas tienen invertidos a largo plazo 145 millones en Chris Sale hasta el 2024, 120 millones en Xander Bogaerts hasta el 2025, 96 en David Price y 62.5 en Martínez, ambos hasta el 2022, así que desprenderse de los 27 millones de Betts serían de gran ayuda financiera, toda vez que no hay un interés mutuo realmente firme de mantener la relación más allá de la próxima temporada.
El pelotero sabe el enorme valor que puede alcanzar en el mercado como agente libre, sobre todo, porque cuando llegue ese momento tendrá apenas 28 años recién cumplidos.
Sus aspiraciones apuntan a un contrato entre los 330 millones que consiguió Bryce Harper con los Philadelphia Phillies y los 428 que le dieron Los Angeles Angels a Mike Trout. Ni más, ni menos.
Y para Boston, suena descabellado aceptar esos términos, con 423.5 millones ya acordados en solamente cuatro jugadores.
Si después de la temporada se va a ir, sí o sí en un 99 por ciento de probabilidades, mejor canjearlo y obtener valiosos prospectos con los que alimentar la granja, por cierto, de las peores en todo el béisbol en la actualidad.
Pero salir de Mookie ahora mismo sería tirar la toalla antes de que se haya lanzado la primera pelota de la temporada.
Si bien los Medias Rojas enfrentarán en la división Este de la Liga Americana la oposición de los New York Yankees y los Tampa Bay Rays, además del ascenso de nivel de los jóvenes y prometedores Toronto Blue Jays, todavía están en condiciones de competir por llegar a los playoffs, al menos en el papel.
Cambiar a Betts ahora mismo enviaría una señal muy negativa a los fanáticos.
¿Qué tal si las cosas empiezan a salirle bien a la tropa de Alex Cora desde el principio, como pasó en el 2018, en que el equipo dominó de principio a fin?
Vale la pena aguantar los deseos y ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
Ahora mismo, el equipo que adquiera al jardinero tiene que estar casi seguro de que lo ganará todo en el 2020, algo que no está para nada garantizado.
Para hacerse de sus servicios habrá que entregar no sólo a los mejores prospectos, sino hasta selecciones de la primera ronda del draft, tal vez para nada, así que por muy buen jugador que sea Mookie, no todos están dispuestos a correr ese riesgo.
Las perspectivas cambiarán a mitad de campaña, cuando ya están perfilados más o menos los conjuntos que irán a la postemporada.
Entonces ahí es cuando Boston, si a esa altura no está batallando por un puesto en la fiesta de octubre, debe aprovechar y jugar con la desesperación de los contendientes.
Es ese el momento en el que el valor del patrullero derecho sube a dimensiones superiores y se convierte en esa cereza para coronar el pastel, por la cual pedir la Seca y la Meca.
Cuando la posibilidad de ganar la Serie Mundial está más cerca, al alcance de la mano, no faltarán equipos dispuestos a alquilar a Betts por los últimos meses de contienda, aunque para ello tengan que desprenderse de sus prospectos más valiosos, a sabiendas de que lo perderán luego en la agencia libre.
No se trata de hacer negocios por hacerlos, sino en el momento oportuno. Saquen al mercado a Mookie Betts en julio y verán como habrán muchos dispuestos a arrancárselo de la mano a los Medias Rojas sin preguntar mucho por el precio.
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Ganar es la aspiración máxima del ser humano en cualquier actividad en que se involucre. En las Grandes Ligas del béisbol de Estados Unidos, ganar la Serie Mundial de octubre es la meta de los 30 clubes cuando abren sus campamentos de entrenamientos en febrero.
Pero por diversas razones, algunos conjuntos sienten una mayor presión de hacer todo lo posible de conseguir el objetivo en un momento en particular, antes que el viento comience a soplar en otra dirección. Sin entrar en detalles de los escenarios de los 30 clubes, estos son los cinco que más presión tienen para la temporada de MLB del 2020.
Los Dodgers poseen grandes recursos económicos, un tremendo roster en Grandes Ligas y una sólida base organizacional, pero incluso en medio de ese adorable panorama, para sus directivos, jugadores y aficionados, la ausencia del anhelado séptimo trofeo del comisionado genera una sombra sobre Chavez Ravine, que es capaz de oscurecer cualquier otro logro reciente.
La urgencia de los Dodgers se podría representar en la figura del gran lanzador Clayton Kershaw, un futuro miembro del Salón de la Fama que ha ganado tres Cy Young, una pila de títulos divisionales y muchisimo dinero, pero que se prepara para la penúltima temporada de su actual contrato, sabiendo que cada vez son menores sus probabilidades de ser campeón antes de quitarse el uniforme azul definitivamente.
2- New York Yankees: En el exigente planeta Yankee, más de una década sin destapar el champagne viene siendo casi lo más parecido a una eternidad.
Y haber estado tan cerca en las tres temporadas anteriores (Nueva York perdió la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los Houston Astros en 2017 y 2019 y fue eliminado por los Boston Red Sox en las Series Divisionales del 2018) agrega más leña al fuego. Los Yankees, que ganaron por última vez en el 2009, tendrán que ser muy creativos para reforzar su pitcheo abridor, su evidente mayor debilidad, sin disparar mucho una nómina salarial que ya ronda el máximo permitido antes de pagar impuesto de lujo.
El equipo superó las 100 victorias en la serie regular en las primeras dos temporadas del manager Aaron Boone y ha participado en los playoffs en cuatro de los últimos cinco años y en siete de 10, pero por no haber ganado la Serie Mundial, todo eso es irrelevante para los miembros de la nación Yankee.
Los resultados determinaron el despido del manager Gabe Kapler, quien posteriormente fue nombrado por los San Francisco Giants, y la contratación del veterano Joe Girardi, el ex piloto de los Yankees que ganó la Serie Mundial del 2009 (a los Filis) y promedió 91 victorias durante sus 10 años en el Bronx.
Para Girardi y los Filis, que ya están metidos en negociaciones para extender el contrato de JT Realmuto, el catcher más completo de las ligas mayores hoy en día, la misión del 2020 es ganarlo todo, al menos en la Liga Nacional. Cualquier cosa por debajo de eso, será fracaso para ellos. Y Girardi, y el gerente general Matt Klentak lo saben.
4. New York Mets: En el primer año del nuevo gerente general Brodie Van Wagenen, los Mets tuvieron marca de 86-76, apenas su tercera temporada positiva de las últimas 11. Antes de arrancar, Van Wagenen realizó una serie de movimientos que convirtieron a los asombrosos de Queens en una franquicia más creíble.
Ahora Nueva York será dirigido por el ex jardinero puertorriqueño Carlos Beltrán, quien recibe un roster con un par de interrogantes, pero con un sólido núcleo de lanzadores, que lidera el ganador del Cy Young de la Liga Nacional, Jacob deGrom, en las últimas dos temporadas.
Los Mets, que no ganan desde 1986 (33 años, la novena racha más larga sin celebrar en MLB), entrarán al 2020 con la urgencia de aprovechar el junte de deGrom con Noah Syndergaard, Marcus Stroman y Steven Matz en la rotación abridora.
La otra mitad de la presión procede del hecho, a veces subestimado, de que los Mets no juegan en Suva (Fiji), ChiangMai (Tailandia) o Luanda (Angola), sino en Nueva York, la capital del mundo. Aunque muchos lo ignoren, los Mets juegan en la misma exigente y sofocante ciudad donde juegan los Yankees.
5- Houston Astros: En las últimas tres temporadas, los Astros ganaron más de 100 partidos en la vuelta regular, disputaron la final de la Liga Americana, acudieron a dos Series Mundiales (2017 y 2019) y conquistaron, en el 2017, el primer campeonato en la historia de la franquicia.
Desde el punto de vista de logros, en realidad, Houston no debería sentir ninguna presión.
Pero el escándalo que arropa a los Astros, que están siendo investigados por alegaciones de uso de tecnología para robar ilegalmente las señas de sus rivales, de alguna manera manchará las recientes conquistas del club, especialmente si la oficina del comisionado llegara a comprobar que es algo que ocurrió consistentemente en el período entre 2017 y 2019.
Sin importar las implicaciones de la investigación de MLB, en el 2020, Houston estará forzado a igualar o mejorar su desempeño de las tres campañas anteriores para demostrarle al mundo que su éxito no fue el fruto de un esquema de trampa y para evitar que una merma, sea usada por sus rivales como una confirmación de lo anterior.
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Las cosas se le están complicando de mala manera a los Houston Astros.
La investigación de las Grandes Ligas sobre las acusaciones de robos de señas en la postemporada del 2017 va muy en serio y las consecuencias podrían ser devastadoras.
La pesquisa no sólo se centra en el posible uso de una cámara en el jardín central dirigida a las manos del cátcher rival para captar las señas y enviar las imágenes a un monitor instalado en el dugout de los Astros.
Ya la cuestión va más allá, tecnológicamente hablando, e incluye el posible empleo de auriculares minúsculos, algoritmos de selección de envíos y otros métodos potenciales de robo de señas para batear avisados.
Tampoco se limita al 2017, sino que abarcará además las dos temporadas siguientes.
Según reporta el colega Jeff Passan, Kevin Goldstein, un asistente especial del gerente general Jeff Luhnow, envió un correo electrónico antes de la postemporada de 2017 a los cazatalentos de los Astros para instruirlos sobre cómo robar las señas, incluso si eso significaba usar cámaras.
Si eso fue así y existe la prueba en blanco y negro, ya estamos hablando de palabras mayores.
Asimismo, los investigadores han pedido registros telefónicos de jugadores, coaches y ejecutivos en busca de cualquier evidencia que confirme la acusación que salió a la luz el mes pasado de boca de Mike Fiers, lanzador derecho de los Oakland Athletics que jugaba para Houston en el 2017.
Además, al mejor estilo de las investigaciones policiales, MLB le ha ofrecido clemencia a los jugadores que cooperen con esto, cuando llegue el momento de imponer sanciones, las cuales podrían ser muy severas para empleados de la oficina y miembros del cuerpo técnico del equipo.
Varios jugadores que ya no están activos han rechazado ser entrevistados, pues las reglas de MLB requieren que sólo peloteros activos participen en una investigación.
Insisto en la presunción de la inocencia, precepto fundamental en la justicia estadounidense de que nadie es culpable hasta tanto se demuestre lo contrario, pero en la medida que nuevos elementos salen a la luz, ya casi nadie a esta altura duda de que las acusaciones tienen una base sólida.
El comisionado Rob Manfred prometió castigos duros e inéditos, de confirmarse la trampa de los Astros, aunque no adelantó en qué podrían consistir.
Ya hay gente que especula si MLB le retiraría la corona que el equipo ganó en la Serie Mundial ante Los Angeles Dodgers o si los jugadores deberán devolver sus anillos de campeones.
No. Negativo. Imposible. Las Grandes Ligas no borran hechos. Lo que pasó, pasó. Y lo que pasó fue que los Astros, con trampa o no, ganaron la Serie Mundial.
Barry Bonds bateó 762 jonrones, 73 de ellos en la temporada del 2001. Con ayuda de sustancias para mejorar el rendimiento o no, lo hizo. Es un hecho que no se cambia.
Pete Rose está suspendido de por vida de cualquier actividad relacionada con el béisbol, pero sus 4,256 hits están ahí.
Es más, nunca se borraron las estadísticas de Joe Shoeless Jackson y los otros siete integrantes de los Chicago White Sox que vendieron a los apostadores la Serie Mundial de 1919 ante los Cincinnati Reds.
Y de quitarle a los jugadores los anillos, ni soñarlo. Es que, de hecho, esas joyas no las entrega el comisionado o las Grandes Ligas, sino que es un regalo que el dueño del equipo le hace a sus peloteros para que quede un recordatorio de su triunfo para toda la vida.
Los castigos al equipo serían sobre todo económicos. De lo que más se habla es de una multa millonaria y la pérdida de selecciones en las primeras rondas del reclutamiento.
Las sanciones personales, si vienen, llegarán individualizadas y enfocadas sobre los principales responsables y creadores del supuesto esquema de trampa.
Es probable que que el manager A. J. Hinch y el gerente general Jeff Luhnow estén durmiendo con más sobresaltos en las noches que el presidente Donald Trump, con todo y la investigación de los demócratas en el Congreso, que podría llevarlo a enfrentar un juicio político.
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Año a año
Edwin Encarnación (37)Contratos de dos temporadas
Cole Hamels (36)Tres temporadas
Dallas Keuchel (32)Comentarios
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Advertencia: Esta no es una defensa a las acciones que se le endilgan a los Houston Astros. Punto y bolita.
Houston, el equipo de Grandes Ligas (MLB) más exitoso en las últimas tres temporadas, enfrenta serias acusaciones de haber quebrado las reglas para conseguir ventaja sobre sus oponentes en tiempos recientes, incluyendo en el 2017, cuando conquistó el único campeonato que tiene la franquicia en más de medio siglo de existencia.
El resumen de una historia bien larga cuenta que un ex lanzador de los Astros, Mike Fiers, confesó algo que algunos rivales habían sospechado y hasta denunciado anteriormente: Que Houston usaba tecnología para robar señas a los rivales. Exactamente, Fiers le dijo al portal The Athletic que durante la temporada en que ganó la Serie Mundial, Houston usó video en vivo para robar las señales de los receptores rivales y transmitirlas a los bateadores golpeando un cesto de basura.
Después que la oficina del comisionado de Grandes Ligas iniciara una investigación al respecto, los medios han obtenido nuevas evidencias de la trama, incluyendo nombres de coaches y personal de oficina, antiguos y actuales, que han sido interrogados en el proceso.
Sin embargo, la parte más importante de todo este asunto en realidad no es simplemente determinar cómo funcionaba el esquema, qué tan graves fueron las violaciones cometidas y el nivel de jerarquía de todos los que sabían del asunto dentro de la organización de los Astros.
¡La parte medular del escándalo de los Astros es que la investigación en su contra podría abrir una caja de pandora acerca de un comportamiento más generalizado en las ligas mayores!
¿Qué tal si, cómo mucha gente sospecha, en el proceso de averiguaciones, el comisionado Rob Mandred encuentra que Houston es solamente uno de muchos equipos que están violando las reglas, usando equipos electrónicos para robar las señales de los otros?
Nuestra experiencia con escándalos colectivos recientes nos enseñó que en la mayoría de los casos, la MLB ha usado un chivo expiatorio para dar un ejemplo y tratar hacernos creer que el problema era un hecho aislado.
¿Recuerdan el reporte Mitchell? Una investigación gigante de 20 meses del ex senador George Mitchell, demócrata del estado de Maine, para determinar el tamaño del uso de sustancias para mejorar el rendimiento dentro del juego y hacer las recomendaciones de lugar para el futuro, terminó convirtiéndose en un obstáculo para que Roger Clemens entre al Salón de la Fama de Cooperstown.
¡Asombroso! Algo tan importante y tan grande se resume a que Clemens usaba sustancias que le conseguía su entrenador personal Brian McNamee, quien había sido empleado de los New York Yankees y los Toronto Blue Jays. Nadie en la MLB o los 30 clubes tuvo alguna responsabilidad. Una era de más de dos décadas que involucró a cientos y cientos de jugadores y decenas y decenas de entrenadores y directivos se resume a que Clemens, probablemente, hizo trampa.
¿Alguien recuerda algún escándalo en el mercado internacional? Yo recuerdo varios y todos concluyeron con chivos expiatorios que fueron usados para hacernos creer que fueron hechos aislados.
En la década de 1990 era "vox populi" en República Dominicana que muchas organizaciones de Grandes Ligas firmaban a niños antes de que cumplieran los 16 años de edad, como manda el reglamento. De cuando en cuando se sabía de un nuevo caso y los dominicanos, lejos de ver el asunto como un potencial caso de abuso infantil, aplaudían el hecho como algo positivo que más bien destacaba las grandes condiciones del niño como futuro pelotero.
En diciembre de 1998, MLB multó a los Los Angeles Dodgers con $50 mil dólares, castigó a varios de sus empleados y condenó a la organización con no firmar peloteros en la isla por un año, tras comprobar que habían firmado al 3B Adrián Beltré cuando tenía 15 años. Varios meses después hizo lo mismo con los Atlanta Braves por la firma del SS Wilson Betemit.
Con esos dos chivos expiatorios fue ¿resuelto? un problema que incluía a muchísimos jugadores y muchos equipos.
En noviembre del 2017, la MLB despojó a los Bravos de 13 prospectos, castigó a varios ejecutivos y expulsó de por vida a su ex gerente general John Coppolella por haberlos encontrados culpables de hacer trampas a las reglas de reclutamiento internacional. Básicamente, la organización pagaba indirectamente parte del bono de los jugadores para conseguir el mejor talento sin superar los límites establecidos.
El truco no era nuevo ni lo inventaron los Bravos, pero dejaron un rastro tan grande y molestaron a tantos rivales, que no quedó de otra que proceder. El tema actual en el mercado internacional es que los equipos están evaluando a los niños que no serán elegibles hasta dentro de dos, tres y cuatro años. O sea, evaluando a niños ¡que tienen 14, 13 y 12 años de edad!
En cualquier momento algunos de los clubes hace las cosas de forma tan descarada que se saca el boleto del castigo y entonces tendríamos otro chivo expiatorio para algo prohibido que se está haciendo de manera rutinaria actualmente.
Hago un alto para contarles una historia. Cuando yo cubría béisbol para medios locales en República Dominicana, un scout de una organización de expansión era famoso en el país por pagar en pesos los bonos que acordaba en dólares con los padres de los prospectos.
Para que entiendan: El scout acordaba un bono de $50 mil dólares con el muchacho y cuando llegaba el dinero desde Estados Unidos le daba $50 mil pesos dominicanos a la familia del chico. Para que entiendan mejor: Desde hace más de tres décadas, el precio del dólar en la isla ha oscilado entre 25 y más de 50 pesos. Saquen sus cuentas.
Esa persona hace mucho que no es scout, pero irónicamente sigue involucrado en la industria como si nada hubiera pasado. Aunque publiqué varias historias, eso nunca pasó de ser una simple denuncia porque, lamentablemente, las familias y los mismos jugadores preferían no hablar abiertamente para no buscarse problemas.
Y ahora tenemos el caso de los Astros, que probablemente recibirán una sanción ejemplar si son encontrados culpables, incluso si en el proceso se descubre que el uso de aparatos electrónicos para robar señales a los rivales, es algo más extendido de lo que se pensaba.
Mucha gente especula sobre el tamaño de la sanción que podría imponer MLB a un equipo encontrado culpable de tales acusaciones. Otros escándalos nos han enseñado que sacar de por vida a alguien de la industria es una gran posibilidad, pero que quitar conquistas a los equipos es prácticamente descartado.
Un nuevo reglamento más específico también podría entrar en escena. Sin importar los resultados de la investigación en curso, lo más probable es que al final, Houston solo sea otro chivo expiatorio.
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Derek Jeter encabeza el grupo que en el 2020 aparecerá por primera vez en la boleta de las votaciones de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) para el Salón de la Fama de Cooperstown.
En el caso de Jeter, la pregunta no es si va a entrar o no en su primer año de elegibilidad, sino si lo hará de manera unánime, como lo consiguió el año anterior el panameño Mariano Rivera, su compañero de dos décadas en los New York Yankees.
Ya Mariano rompió el hielo en lo que a unanimidad se refiere y nadie en su sano juicio dejaría de marcar el nombre del legendario número 2 de los Yankees.
Pero así mismo pensábamos, por ejemplo, de Ken Griffey Jr. Sin embargo, hubo quien no votó por él. O Babe Ruth, la encarnación suprema del béisbol. O Ted Williams, “el bateador más grande que jamás existió”.
Entonces, el Capitán intentará ser el segundo unánime y posiblemente el único que entre en el grupo de debutantes del 2020.
El venezolano Bobby Abreu, el dominicano Alfonso Soriano, Josh Beckett, Paul Konerko, Jason Giambi y Cliff Lee son los más renombrados que acompañan a Jeter en el primer año, pero ninguno de ellos parece reunir los argumentos suficientes para la inmortalidad.
Entonces, en mi boleta virtual, en lo que espero cumplir los diez años de membresía en la BBWAA para poder votar oficialmente, incluiría, además de Derek Jeter, a Barry Bonds, Roger Clemens, Sammy Sosa y Curt Schilling, los cuatro en su octavo año, así como al venezolano Omar Vizquel, en su tercero, a Gary Sheffield, en el sexto.
Completaría mis diez selecciones con el canadiense Larry Walker, quien tiene ahora su última oportunidad, además de Andy Pettitte y Todd Helton.
Me inclino a votar por casi todos aquellos sobre los cuales pesa una sombra de sospecha de haber usado esteroides para mejorar su rendimiento.
No fueron los únicos que apelaron a esas sustancias, en una época en que las cosas estaban sin control, pero no todos fueron capaces de poner esos números extraordinarios.
El talento estuvo ahí y si no hay coordinación ojos-brazos, que no la da ninguna medicina, no habrá resultados.
Y siempre que sale el tema pongo el mismo ejemplo sobre cuánto puede o no influir el consumo de esteroides en alguien con o sin la capacidad natural de jugar béisbol: los hermanos Canseco.
José y Ozzie son gemelos idénticos, dos gotas de agua, que usaron los mismos fármacos y métodos similares de entrenamiento.
José Canseco fue en su momento la estrella más rutilante del firmamento de las Grandes Ligas, mientras que Ozzie fue más que mediocre, que de no ser hermano de quien fue, nadie se acordara de su paso fugaz por el béisbol.
Por el único que jamás votaría sería por Manny Ramírez, un reincidente en el consumo de sustancias cuando ya estaban prohibidas por las Grandes Ligas. Incurrir en una falta una vez es humano, pero dos es llevar la estupidez o el descaro al extremo.
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