BUENOS AIRES -- El trajín de la Copa Libertadores, los festejos prácticamente arriba de un avión, en un vuelo interminable, la Suruga Bank con un cambio horario de doce horas, el inmediato regreso, en algún momento el cuerpo le iba a pasar factura al plantel de River. Nadie puede soportar semejante carga sin pagarlo de una manera u otra. Y el equipo de Marcelo Gallardo terminó sufriendo ese ajetreo con una derrota, en su propia casa, ante San Martín de San Juan.

Pero la idea mencionada no se refrenda con el traspié en sí mismo, que dentro de un fútbol tan competitivo puede estar dentro de las generales de la ley, sino que además queda en evidencia por lo sucedido en el campo. River jugó un tiempo y se quedó sin combustible. Claramente. Ni siquiera el haber estado más de media hora con un hombre más fue el disparador para que pudiera establecer una diferencia. Lógico, entendible, razonable. Pero quizás se va con un sabor amargo porque de haber cosechado de a tres, esto le hubiese permitido poder alcanzar a los punteros (Boca y San Lorenzo) con el partido que aún tiene suspendido ante Defensa y Justicia. No fue posible. Hoy el plantel que tiene es muy corto y el entrenador no tuvo la posibilidad de apelar a un necesario recambio.

Por todo esto, en el día de los festejos el hincha de River no pudo irse con una alegría total. De más está decir que la sensación de regocijo por haber ganado la Libertadores no se modifica con nada. Bastaba mirar a las tribunas y observar que el partido se había vuelto una excusa de los simpatizantes Millonarios para estar juntos; sólo deseaban ser participes de una celebración que se venía postergando por casi dos décadas. A nivel cosecha de títulos internacionales, River ha cerrado un año (deportivo no calendario) que es de los mejores en su historia, quizás sólo comparable con aquel 1986/87 en el cual consiguió la Libertadores, la Intercontinental y la Interamericana.

Un festejo que aglutinó a los campeones de otros tiempos, que unió distintas generaciones de futbolistas y, por qué no, de hinchas. No se extendió demasiado ya que Gallardo prefirió algo corto para no desconcentrar a sus jugadores. Pero la realidad es que el tema no estaba en la cabeza, sino en el físico. En lo mental el equipo está atravesando un momento estupendo. Gracias a esa fortaleza anímica es que ha podido superar infinidad de obstáculos y levantar dos copas con una diferencia de días.

La frase "River vuelve a ser River" se convirtió en una de las muletillas más escuchadas de la tarde. Y no deja de ser verídica. Porque después de días aciagos, en muy poquito tiempo ha logrado encarrilar su destino. Tal vez por ese antagonismo en un lapso tan cercano es que se percibía tanta emoción. Con la Copa Libertadores en la vitrina, ahora la voracidad de este River lo lleva a ponerse nuevas metas, ir por otras conquistas, y la realidad es que no resulta malo que, pese a lo ganado, renueve sus horizontes.

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BUENOS AIRES --  Y lo hicieron otra vez…La voracidad de este equipo de River parece no conocer los límites. Después de diecinueve años de abstinencia, de vaivenes emocionales que llevaron al hincha a vivir momentos de ansiedad extrema, hoy, con Marcelo Gallardo como entrenador y con un grupo de jugadores que ha conseguido una maduración que no tiene demasiados precedentes en la historia del club, River se convirtió en el campeón de la Copa Libertadores de América.

RiverAPRiver ganó la Libertadores después de 19 años

Superando escollos en su recorrido, enterrando dudas y denotando el pragmatismo y la versatilidad que se necesitan para disputar con éxito este tipo de compromisos. Porque está claro que se trata de una competición diferente, en la cual no sólo lo futbolístico tiene preponderancia, sino que existen además factores que deben conjugarse para terminar levantando el trofeo.

Los últimos dos años resultaron paradigmáticos en esto de las causas que exceden al juego en sí mismo. En la edición 2014 fue San Lorenzo el que terminó celebrando después de haber disputado una muy floja fase de grupo. Ahora River terminó emulando aquella gesta. Entró por la ventana y se encargó de terminar con las aspiraciones de los más encumbrados. Después de dos momentos en los cuales pareció despedirse en forma prematura, la agonía terminó dándole vida. Una paradoja. Pero fue así. Y en ambos pasajes adversos tuvo a un mismo rival como el débil verdugo que no consiguió culminar su obra.

En la fase de grupos, cuando en Monterrey ganaba 2 a 0, con holgura, Tigres mostró la vulnerabilidad espiritual de quien aún no se cree todo lo grande que puede ser. Le dio cinco minutos de vida a River y, por supuesto, los aprovechó. Luego, cuando el Millonario dependía de los mexicanos para colocarse en los octavos de final, volvió a recibir esa mano salvadora. Y el fútbol es tan injusto como determinados aspectos la vida, en los cuales si no hay frialdad en momentos clave después la estocada se vuelve en contra y termina siendo insoportablemente lacerante.

Hoy Tigres, lleno de frustración, se llevó de Buenos Aires una enseñanza convertida en dolor. Así es River, así es este River, sigiloso, frío, calculador. Sabe lo que tiene que hacer en cada paso que da y ha conseguido domar sus emociones. Sentirlas, obviamente, pero sin permitirles que lo desenfoque de su objetivo. En que haya llegado a semejante punto de aplomo tiene que ver Gallardo, su grupo de trabajo y los puntales de un plantel que, tiempo atrás, daba la sensación de que serían uno más dentro de una rica y nutrida historia. Pero, asociado al perfil bajo y despojado de estrellas con espíritu individualista, fue ascendiendo en su funcionamiento hasta alcanzar una transformación que se tradujo en atiborrar de copas las vitrinas de la institución.

Copa Libertadores - Final
El Muñeco Gallardo es el cerebro, el estratega, un obsesivo del trabajo que no se encerró en una idea. Tuve la suficiente inteligencia como para ir moldeando la táctica de acuerdo a las necesidades. No se quedó con su pensamiento inicia, el que, tal vez, era tan ofensivo que si no le imponía matices se podría haber quedado apenas en buenas intenciones. El entendió (y entiende) que cada partido es una historia y que cada historia necesita de diferentes estrategias. Por eso jugó con tres y con cuatro en el fondo, con un solo volante central y con doble cinco, con enganche y sin él y hasta en determinados enfrentamientos con un único punta. Esto lo enriqueció a él y a sus jugadores. Su mensaje les llega claro a los protagonistas. Pero, por sobre todas las cosas, sincero. Todos saben que pueden jugar o salir del equipo, el rendimiento dispone de esa permanencia. Le creen al entrenador. Marcelo Barovero, Jonathan Maidana, Leonardo Ponzio, Matías Kranevitter, Rodrigo Mora, en su momento Teo Gutiérrez, todos configuraron una columna vertebral a la cual se adosaron otros futbolistas que estuvieron a la misma altura. Lo mismo que las incorporaciones, que arribaron a un equipo armado y consiguieron ensamblarse a la estructura.

Para que esto haya ocurrido también se debe ponderar el buen ojo del director técnico, quien pidió poco, pero bueno. Lucas Alario fue un ejemplo de esto, dos goles trascendentes hicieron comprender el por qué de tanta insistencia por parte de Gallardo para que sea contratado. Por todo lo narrado (y por muchas cosas más) es que el mundo River hoy festeja, vive en un glorioso limbo que lo transporta a una realidad soñada.

“La Copa Libertadores es mi obsesión…”, cantaba la gente en las tribunas, y ese anhelo hecho canción hizo explotar de felicidad a los corazones riverplatenses. Que soportaron la lluvia en la final y deliraron bajo esa cortina de agua que le dio un toque épico a una noche que no olvidarán jamás...

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LOS ÁNGELES -- Más que grandeza, es estirpe. Es la alcurnia. El abolengo. Y, por supuesto, su población cautiva: su afición.

Hoy, Chivas tiene un odioso y temido hostigador: el fantasma del descenso. Es su sombra hecha amenaza y su amenaza hecha sombra.

Y aún así su cotización televisiva rebasa a clubes importantes a nivel mundial.

Bien lo recita un sabio proverbio: "Más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece".

Aunque, se sabe, la transmisión semanal, en vivo y en directo, de un condenado a muerte, como lo es Chivas, último en el porcentaje, fascina y cotiza en el termómetro del morbo.

La realidad es que el Guadalajara vive siempre en su propio imperio, entre fortunas y calamidades; entre desgracias y triunfos, y entre divorcios y escándalos deportivos y extradeportivos.

Y en ese multifacético mundillo, Chivas se valora distinto. Cobra y paga distinto. Y las televisoras lo saben. Jorge Vergara habló de 30 millones de mexicanos como la feligresía flotante, itinerante, entre dos países. Probablemente sea cierto.

Pero Vergara cobra por ello. Y revaluó, recalibró esa estampa de manera impactante. Tanto que se coloca entre los clubes mejor pagados del mundo.

Su contrato con Televisa venció en junio de 2015. Fue renovado. El anterior era de 50 millones de dólares por año. Mientras tanto, a partir de 2013, pactó con Univisión 16 millones de dólares anuales durante 5 años.

Las nuevas cifras con Televisa no han sido reveladas. Pero tomando en cuenta los ofrecimientos que había de otras empresas, un tahúr de las especulaciones, como el dueño del equipo, seguramente incrementó la renta.

Sin embargo, se habla de que los conflictos legales con su esposa Angélica Fuentes obligaron a Vergara a firmar un contrato provisional, para evitar que la suma total de un convenio por cinco años, entre en el voraz litigio final por los bienes.

Pero, simplemente, las cifras anteriores, colocan a Chivas en posición de privilegio a nivel Mundial con esos 66 millones de dólares por año. En euros, 60.39 millones.

Conforme a un estudio muy valioso hecho por Roberto Bayón (@RobertoBayon_), Chivas puede mofarse del negociante del Bayern Múnich. Los alemanes reciben 50.6 millones de euros por año, según Kicker, en el contexto de esta recopilación, es decir, casi diez millones de euros menos que el Rebaño.

Debajo del Bayern aparecen Borussia Dortmund (42.6 mde), Schalke04 (41.9) y Bayer Leverkusen (41.0). Lejos pues de un Guadalajara de protagonismo estrictamente norteamericano, específicamente en EE.UU. y México.

En España, Chivas escondería sus miserias ante Barcelona (160 mde) y Real Madrid (156.8), pero rebasa a Valencia (48 mde), Atlético de Madrid (41.6) y Villarreal (34).

Y mientras que en Francia, Chivas que usa por tradición los colores galos en su uniforme, rebasa con mucho a los 45.5 millones de euros del París Saint Germain, ya en la Liga de Italia, pierde la competencia ante Juventus (96.1), Milan (78.5), Inter (78.4), Roma (62.2) y Nápoli (61.2).

En esta compilación con fuentes específicas hecha por Roberto Bayón en el portal La Nueva España, Chivas desaparece en el listado de la Liga Premier. Sus ingresos televisivos de asombro mundial, en Inglaterra, parecen más de la Championship (liga de ascenso).

En la Premier, según datos oficiales de la Liga, Chelsea recibe 138.6 millones de euros. Le siguen Manchester City con 137.9, por 137.5 de Manchester United. El último en la lista de veinte clubes de la cadena alimenticia de la televisión en Inglaterra es el Queens Park Ranger con 90.8 millones de dólares.

Innecesario explicar que este boyante atractivo de Chivas, esta bonanza financiera, se debe al activo pasional que tiene entre la mayoría de los más de 130 millones de mexicanos desparramados por el mundo, especialmente en México y EEUU. Hay quienes ven al Guadalajara ilusionados con una victoria, y otros perversamente esperanzados en una derrota.

Al final, en los ratings de Chivas, cotizan con la misma intensidad la bendita bipolaridad entre el amor y el odio.

¿El resto de los equipos mexicanos? El segundo es América, con 30 millones de dólares por año, que en realidad es una fuga presupuestaria. Televisa se cambia esos centavitos del bolsillo derecho al izquierdo, y los contadores hacen un festín fiscal como sea conveniente.

Así, mientras hoy el Rebaño es último en la porcentual, y penúltimo en la general, sin puntos sumados en el Apertura 2015, se coloca entre la oligarquía mundial televisiva.

Y si bien prevalece ese refrán de "más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece", debe entender el Guadalajara que no puede seguir empobreciendo ni su rendimiento ni el índice de pasión de sus seguidores, que son, con su lealtad, a final de cuentas, los que le amamantan los ratings... y los contratos.

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LOS ÁNGELES -- Tigres fue humillado. Cierto. Vejado, cierto, por River Plate en todos los rincones salubres e insalubres de un juego de futbol.

Ultrajado y rebasado absolutamente en la Final de la Copa Libertadores de América. En el marcador. En futbol. En rudeza. En la actitud de sus jugadores con dignidad malbaratada. En la capacidad de su técnico, incapaz de improvisar como anfitrión y más incapaz aún como huésped. En la gallardía hormonal de sus futbolistas.

Y hasta en la estrategia barriobajera de River para amedrentar, confundir, desconcentrar para luego, genuinamente, jugar al futbol, mientras los Tigres, engañados, embobados, seguían sintiéndose Ronda Rousey.

Sí, River fue un tahúr perverso y pernicioso. Primero subió al ring y luego bajó a la cancha de futbol. La marrullería es el arte oscuro de engatusar a inocentes. River es un marrullero y Tigres es muy inocente. Y River atrapó con un anzuelo al tiburón.

Y en México, donde los 17 paternalistas corifeos farsantes e hipócritas arrullaron a los colonizadores regiomontanos que zarparon dispuestos a conquistar el Monumental, ya se habían arrancado la capucha, se habían despojado de sus máscaras y empezaron a pitorrearse ladinamente de la hecatombe felina, que debería regresar con uno menos porque su presidente Alejandro Rodríguez había prometido: "Si no traemos la Copa, no regreso". Suertudo, oportunista porque Buenos Aires es cautivante las 24 horas del día.

Pero esos 17 engalanados con la piel de Judas, esos 17 clubes que lanzaron pirotecnia al zarpar los pioneros del imperialismo en el futbol mexicano, enseguida se trasformaron en los más voraces y corrosivos arquitectos del sarcasmo y la infamia. Tigres ya sabe que a César no lo mató Bruto, sino la traición de sus incondicionales.

¿Y el futbol mexicano mejora? ¿Y el futbol mexicano se enriquece? ¿Fue mejor Tigres que las expediciones hundidas de Cruz Azul y Chivas, en su momento, para tratar de hurtar el Cáliz de la Libertadores?

En el futbol mexicano, ese que Decio de María -hablando de farsas y farsantes- llama La Familia (La Famiglia), las desgracias se inhuman en privado. Las tragedias se lloran en solitario.

Porque, quede claro, el fracasotototote de Tigres en la Libertadores no es el fracaso del futbol mexicano.

Por el contrario, el fracasotototote de Tigres en la Libertadores es el triunfo de todos los vicios, todas las corrupciones y todas las perversiones del futbol mexicano.

Cómo evoluciona un futbol que pisotea sus cunas, sus semilleros, sus fuerzas básicas y se dedica con fruición al comercio indiscriminado de piernas extranjeras de media o pobre calidad, en un negocio corrupto, con el cual se enriquecen promotores, directivos, terceros interventores en las negociaciones.

Un balompié en el que la tolerancia mercenaria de la FMF permite que se usurpen sitios de jugadores jóvenes mexicanos, cuando extranjeros, naturalizados, con doble nacionalidad, cuya calidad futbolística es generalmente de medio pelo, de media cuchara, de mediocridad absoluta.

Recurramos como referencia a la desgracia inmediata. ¿Marcaron Nahuel, Gignac, Sobis, Egidio, Pizarro, Guerrón, Damián y Juninho una diferencia en el 3-0 ante River?

Lo reportábamos en el texto inmediato a la Final de la Libertadores. La experiencia del técnico, el precio de la nómina y el poderío financiero de Tigres están tres veces por encima del técnico, la nómina y las arcas de River. Pero el 3-0 marcó otra historia en el termómetro final del resultado.

El juego sucio en una FMF, empezando por el mismo Decio, con un discurso de redentor apócrifo, que decide no aplazar los partidos de Tigres en la Liga MX, pero sí aplazar los de Monterrey para inaugurar su estadio.

Y ya por ocio, reiteremos que las televisoras boicotean la Libertadores porque no les pertenece. Y que la Multipropiedad se fortalece y que el Pacto de Caballeros es más sofisticado; y que dos promotores tienen secuestrado al futbol mexicano y uno de ellos, Guillermo Lara, despacha desde oficinas de privilegio en el edificio de la FMF.

Sí, insisto, el fracaso de Tigres no es el fracaso del futbol mexicano.

El fracaso de Tigres es el triunfo de todas las enfermedades, lacras, vicios y formas de corrupción del futbol mexicano.

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LOS ÁNGELES -- No había trampa. Ni mentira. La nómina de Tigres es superior. Con el precio de las cartas de sus jugadores y sus salarios se pueden armar dos River Plate como el que los humilló para coronarse campeón en la Copa Libertadores de América.

No había trampa. Ni mentira. River Plate sangraba la ausencia de cinco titulares. Tigres llegaba completo. River, pues, tentativamente cojeaba de carencias. Tigres, pues, estaba recargado.

¿El técnico? Tuca Ferretti triplica en canas, títulos domésticos, millones de dólares y partidos dirigidos al 'Muñeco' Gallardo.

Pero el campeón es River. 3-0 indiscutible, ultrajante, vejatorio. ¿Fracasototote? Cuando en menos de un año sumas cinco refuerzos en cifras estratosféricas, de primer nivel, para ganar la Libertadores y sucumbes, fracaso es una palabra piadosa, compasiva.

¿La diferencia entre ser tan superior -bajo la crueldad insensible de la lógica-, tan superior y ser vapuleado en el marcador y en la cancha?

Hambre, le llaman algunos. Coraje, lo describen otros. Pasión, dirían los románticos. Rabia, lo simplifican unos más.

Es eso y más lo que hizo mejor a un River Plate en presunta desventaja desde la visión amable, ilusa, ilusionada, inocente, tierna, bisoña, neófita de quienes creyeron que para Tigres, con esas ventajas enumeradas, sería simple asaltar el Monumental.

La diferencia fue evidente en la cancha. Cierto, hay cinismo y vulgaridad; hay violencia y descaro; hay bajeza, vileza y mezquindad en los primeros minutos por parte de River Plate. ¿Sorprende a alguien el denigrante uso de esos aviesos recursos?

Ferretti debió saberlo. Y Sobis. Y Egidio. Y Pizarro. Y Juninho. Y todos, los cinco, debieron advertirlo al grupo y sobrellevarlo en la cancha porque, especialmente, el árbitro, por genes, vecindad, afinidad, y hasta por sospecha, iba a tolerar ese asalto filibustero de los rioplatenses.

¿Y después? Cuando River consumó su emboscada. Cuando asustó e hizo encabritar a los Tigres y los obligó a devolver patadas, codazos, empujones y arañazos, entonces, y justo entonces, con el rival fuera de sí, confundido, enajenado, desconcentrado, justo entonces, los argentinos se dedicaron a lo que mejor saben: jugar con hambre desmesurada al futbol.

Y pongámoslo más claro. Si River perdía, y sus jugadores lo sabían, se jugaban, porque locos hay en esa tribuna, la seguridad y la integridad de cada uno de ellos y de su familia.

Y pongámoslo más claro. Si Tigres perdía, como ocurrió, sabía que en México les espera una afición compasiva, que los apapachará, los consolará, los disculpará, los indultará alzando la voz y acusando al arbitraje deshonesto y al estilo canchero, subversivo, terrorista casi -según ellos, los paternalistas--, con que jugó River.

Sabían, en Tigres, que si perdían la batalla, les esperaban los brazos amorosos, complacientes, paternalistas, consentidores del aburguesamiento en que viven tolerantemente en Monterrey.

River Plate jugó como sabe que se juegan las finales de los torneos sudamericanos. Sin miramientos, sin contemplaciones. La vileza y lo canallesco, mientras no mutilen al contrario, son recursos en el amplísimo código permisivo de su feudo.

Y lo sabía Ferretti. Y Sobis. Y Egidio. Y Pizarro. Y Juninho. Y todos, los cinco, debieron advertirlo al grupo, aunque al final todos se entregaron al matadero al dedicarse a cazar a los adversarios y olvidarse de jugar al futbol.

Alguna vez, Carlos Salvador Bilardo -nunca un peor ejemplo y nunca un mejor ejemplo- lo explicaba así: "El futbol para el argentino es su proyecto de vida. No puede fracasar. No puede perder. Su hinchada no se lo perdona. Su familia no se lo perdona. Su club no se lo perdona. En Argentina no se le permite al futbolista fallar".

Esa diferencia, entre entender el futbol así, como en Sudamérica, a matar o morir, y a matar y morir, dentro de las fronteras que lo mantengan lejos del salvajismo y la barbarie, eso, marcó la diferencia entre River y Tigres.

Jugando estrictamente al futbol, los felinos estaban a la altura del reto, por encima del reto, incluso.

Pero, llegaban preparados para jugar, no para descifrar y superar las provocaciones. Pero se olvidaron del balón, se dedicaron más a tratar de dañar, que a tratar de jugar. Y nadie sabe hacer el nudo de la horca mejor que el verdugo.

Y en esa confusión, Gignac se fue perdiendo. Y Sobis. Y Egidio. Y Pizarro. Y Juninho. Los veteranos olvidaron su mayor riqueza: la sabiduría de la experiencia. Y Damm no se atrevió a consagrarse. Ni Aquino. Ni el mismo Gignac.

River jugó cada balón a no perdonar. Tigres jugó cada balón a tratar de ser perdonado. En esa postura, en esa actitud, en esa personalidad, se decidió el encuentro.

Más allá de si Alario debió ser expulsado antes de marcar su gol; o si la mano de Rivas debió marcarse; o si Ponzio fue el jugador en el que el árbitro hizo de Pilatos en el juego, al lavarse las manos en sus entradas a mansalva, más que eso en el temperamento se definió el desenlace.

O alguna vez Gignac o Sobis o Damm o Aquino o Egidio o Pizarro entraron al área de River a rematar y matar con esa sangre despiadada de Alario o de Funes Mori, o esa frialdad asesina de Carlos Sánchez en el penalti. Los de Tigres titubeaban. Los de River juegan con la sangre caliente, pero ejecutan con sangre fría.

La Libertadores, de nuevo, sigue tan cerca y tan lejos del balompié mexicano. Sigue sin entender que en el futbol, no sólo se gana con futbol, sino, lamentablemente, también con las leyes no escritas sobre un deporte que inventaron los ingleses, pero al que en Sudamérica se le han impuesto reglas no escritas para jugarlo.

¿Y ahora? Ver si esos Tigres y ese 'Tuca', con plantel para robar la Liga MX, se recuperan del fracaso, aprenden la lección y se consuelan con fomentos conformistas de ganar el torneo doméstico.

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River Plate v TigresGetty Images

Y lo terminó pagando caro, porque cuando la final de la Copa Libertadores estaba en disputa, cuando nadie abría el marcador y el árbitro amenazaba con inclinar la cancha hacia el local, aparecieron “los golpes” exactos de River Plate: un gol a segundos del descanso y un penalti en el minuto 72. Tigres, como decía Menotti, “se murió de nada” o de muy poco. Le faltó darle un golpe al rival cuando no había aun “sangre” sobre el cuadrilatero. Esperó, esperó y dejó a River con la posibilidad de hacer un gol y manejar las cosas.

LOS ANGELES, CA.- Una añeja frase de Menotti define lo que hizo o no hizo Tigres en el Monumental: “Se murió de nada”.

Un poco más lejos que Cruz Azul y un poco más cerca que Chivas, pero el marcador, bajo la pertinaz lluvia del barrio de Nuñez en Buenos Aires, era más que evidente.

Tigres no pudo hacer historia para su propio club y para el futbol mexicano.

Durante la mayor parte del juego final por la Copa Libertadores se mantuvo en un estado competitivo. Tuvo las dos mejores opciones de gol de la primera mitad, pero River tuvo dos intervenciones exactas y contundentes: la primera, el gol, justo ante del final de la parte inicial, un cabezazo exacto de Alario que dejó sin oportunidad a Nahuel. Y la segunda, un penalti, rigorista o no, un penalti provocado por Aquino que terminó enviando Carlos Andrés Sánchez al fondo de las redes. El tercer gol fue cortesía de la desesperación y el desamparo del club mexicano.

Lo de River culmina con una maravillosa historia, de club grande, poderoso y lleno de leyenda, que hace poco conoció la desgracia de la pérdida de categoría, alimentada, sin duda, por los malos manejos a su alrededor. River se reorganizó, volvió a sus bases, tomó fuerza y ha vuelto a la gloria con lo que significó su tercer titulo de Copa Libertadores.

Tigres ha realizado un buen esfuerzo. Creo que le faltó tomar más riesgos. Cuando River era más vulnerable y cuando el árbitro amenazaba con inclinar la cancha hacia el local, era tiempo “de pisar el acelerador”, de utilizar a Guerrón o a Damián Alvarez para tratar de hacerle daño a los argentinos. Ferretti decidió que era mejor mantenerse en un estado competitivo a tomar un riesgo de más. Lo pagó caro.

Ni hablar. Lo único lastimoso del tema es que Tigres no merecía perder por tres goles luego de la campaña y el equipo que había formado. Por lo demás, River es un justo y legítimo campeón de la Copa Libertadores.

El futbol mexicano necesita volver a “la fila” de la Libertadores. Aprender de lo que sucedió hoy y a partir de ahí formar equipos más competitivos y que tengan el carácter y la decisión para ganar el evento. Lo de Tigres se quedó en una buena aproximación y nada más.

Como decía Menotti, “se murió de nada”, Tigres “se murió de nada”.

@Faitelson_ESPN

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Ya habrá tiempo de medir el tamaño de la hazaña el jueves por la mañana. Tigres tiene ante si una maravillosa ocasión de, primero, apuntalarse como un gran club del futbol mexicano -de lo cual ya está cerca- y dos, de darle una ubicación competitiva al futbol de México y en específico a la Liga MX. La tarea no será fácil. Ganarle a River Plate en su cancha suena a una hazaña, pero tiene con que tratar de hacerlo.

LOS ANGELES, CA.- Tigres está ante "las puertas del cielo futbolístico". Un triunfo, el miércoles en Buenos Aires, lo pondría donde nadie se ha atrevido, pero la pregunta podría ser más atrevida, más directa, sin tapujos, ni contratiempos: ¿Se pondría al nivel de América y de Chivas?

La verdad, no lo sé, no me siento ni con los elementos ni con la capacidad para hacer ese juicio, pero lo que queda claro es que Tigres ha hecho un trabajo excepcional y es el mejor ejemplo de cómo un club puede y debe crecer en el futbol mexicano. Desde la continuidad de Ricardo Ferretti, la conformación del cuerpo técnico, donde resalta la importantísima adición de Miguel Mejía Barón, la selección y compra de jugadores de primer nivel. Tigres ha hecho lo necesario para crecer y tiene una ocasión de gloria gracias a sus propios méritos.

A diferencia del cono sudamericano, donde el resultado de una Copa Libertadores es visto como el éxito exclusivo de un club, en México, la percepción podría ser un tanto distinta: el trofeo es casi un bien común. Varios clubes se han unido alrededor de la campaña de Tigres entendiendo que el trofeo libertador será una buena manera de medir los alcances de la muchas veces criticada Liga MX. En Argentina, mientras tanto, se dan tiempo para vivir bajo su eterna costumbre -no sé si buena o mala- de polarizarlo todo al River-Boca. Hoy, casi disfrazan a Tigres de Xeneizes y los siente como la necesidad y consecuencia de ganar o perder un clásico.

A la cancha, Tigres saldrá con al menos cinco futbolistas nacidos en territorio mexicano. Jorge Torres Nilo, Israel Jiménez, 'La Palmera' Rivas, Jurguen Damm y Javier Aquino, de los cuales, solo Jiménez y Rivas son productos de las fuerzas básicas de los felinos. La fortaleza de Tigres parece partir desde un medio campo sólido que encabezan el uruguayo Arévalo Ríos y el argentino Pizarro. Adelante, la velocidad y el talento de Damm, de Aquino, de Gignac y de Sobis. Los veteranos Damián Alvarez y el ecuatoriano Jofré Guerrón estarán a disposición de Ferretti para entrar al partido.

La baja más trascendente de todas alrededor de la final de Libertadores tiene que ver con el delantero uruguayo Rodrigo Mora, quien se había convertido en el desarrollo de la Copa en el jugador referente al ataque de River Plate. Marcelo Gallardo, el entrenador, se decidió por el veterano Fernando Cavenaghi para reemplazarlo. Está claro que puede ganar en experiencia, pero pierde en destreza y explosión.

No hay duda de que el favorito es el equipo argentino. No solo porque juega en su estadio, porque tiene una relación histórica que le obliga a ganar la Copa. River no es campeón de la Libertadores desde el ya lejano 1996, donde el equipo encabezado por el uruguayo Enzo Francescoli triunfó apretado en la final ante el América de Cali colombiano. Nunca un club que no pertenezca a la Conmebol ganó la Libertadores.

Tigres tiene una maravillosa ocasión ante si. Tiene futbol, jugadores, entrenador, dirigentes y una gran afición para demostrarlo, y sí, ya habrá tiempo de ver cómo amanece el jueves, porque a decir verdad, ganando la Libertadores, tendría lo que ninguno otro del futbol mexicano ha logrado en su historia.

@Faitelson_ESPN

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Alineación River PlateESPN Stats & InformationMarcelo Gallardo confirmó el once titular de River Plate para la vuelta de la Final de la Copa Libertadores 2015 frente a los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Goleadores de River PlateESPN Stats & InformationEl veterano Fernando Cavenaghi es el máximo romperredes de River Plate con 11 goles entre el Campeonato de Primera División de Argentina y la Copa Libertadores 2015.

Datos de Javier AquinoESPN Stats & InformationJavier Aquino podrá ver acción en la vuelta de la Final de la Copa Libertadores frente a River Plate, luego de perderse el duelo de ida por una lesión tras su gran actuación en la semifinal frente al Internacional de Porto Alegre.

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