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ESPNDavid Faitelson



La celebre frase de un poco celebre ex presidente de la Concacaf es una verdad: "México estará en el Mundial". La verdadera cuestión es saber si encontrará el método y el tiempo para encarrilar y apuntalar su futbol y alcanzar el nivel que le otorgue la capacidad para trascender en el Mundial. No hay que perder de vista, nunca, cual es el verdadero objetivo de la gestión de Gerardo Martino: llevar a México al siguiente nivel competitivo. Debe ganarle a sus rivales del área, desvanecer cualquier inquietud en la eliminatoria y, al mismo tiempo, tratar de jugar lo mejor que pueda al futbol... El objetivo no es Jamaica, ni Costa Rica, ni Panamá, ni siquiera Estados Unidos o Canadá, el objetivo está en el Mundial de Catar...

SAN DIEGO, California.- La frase de Jack Warner, aquel poco celebre presidente de la Concacaf que luego terminaría en prisión, es una realidad: "Duerman tranquilos. México estará en el Mundial....".

Más que Jamaica, su poderío físico, su velocidad, el pasto, el clima o el ambiente, lo que realmente inquieta para México es el propio México... Su nivel de futbol en el 2021 fue infame. Debe mejorar y con eso le debe alcanzar.

El proceso de Gerardo Martino se ha descarrilado. Por una u otra razón, que podría ir desde una baja en el nivel individual de los futbolistas y hasta el irrefutable hecho de que el entrenador no encontró las formas para sacar el mayor provecho al plantel de futbolistas con el que cuenta. Fallaron los jugadores y falló también Martino y ello propició un año oscuro para la selección. Eso debe cambiar a partir de este jueves en Kingston, si la selección mexicana no desea meterse en un camino más ajustado rumbo a Catar.

Nadie tiene la menor de las dudas de que México estará en el Mundial, pero de qué sirve ir al Mundial si no tiene el nivel competitivo para estar ahí. Se supone que el futbol mexicano pasó ya de esa etapa donde "fotografiarse" en la Copa del Mundo era suficiente. Justamente para eso llegó Gerardo Martino, para tratar de darle el paso de calidad, para llevar a la selección al siguiente piso, al siguiente nivel competitivo. Estos partidos deben servir para ganar el boleto mundialista y también para jugar mejor al futbol, porque si no lo hace hoy, tampoco lo hará mañana, cuando haya que enfrentar a otra clase de rivales y de niveles.

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Getty ImagesEdson Álvarez es parte de una gran generación de futbolistas mexicanos

México ha sido "bendecido" con una nueva y talentosa generación futbolística. Además, está en una combinación exacta, con jugadores veteranos, de amplia experiencia y recorrido y de otros jóvenes que apenas empiezan el camino. Empezando por un portero de amplia experiencia, seguridad y liderazgo como Guillermo Ochoa. Dos zagueros centrales de alta competencia: Johan Vázquez (Génova de Italia) y Néstor Araujo (Celta de Vigo de España). Tiene un medio de contención -Edson Álvarez- que es titular en el Ajax holandés, dos mediocampistas de la Liga Española como Andrés Guardado y Héctor Herrera, dos atacantes de alta escala europea como Hirving Lozano y Jesús 'Tecatito' Corona y un centro delantero -Raúl Jiménez- que juega en uno de los mayores niveles del juego, la Liga Premier de Inglaterra. Al lado de ellos, jugadores jóvenes con mucho talento: Diego Lainez, Erick Gutiérrez, Gerardo Arteaga, Carlos Rodríguez, Orbelín Pineda, Uriel Antuna, Osvaldo Rodríguez y Alexis Vega, entre otros. No hay pretextos. Martino tiene que ganar el boleto al Mundial y luego debe apuntalar un equipo que sea capaz de llegar hasta donde otras selecciones mexicanas no se han atrevido a hacerlo.

El "duerman tranquilos" de Jack Warner me deja muy tranquilo. Estoy seguro de que México estará en el Mundial. Lo que realmente no me deja dormir es la inquietud de que, si con este futbol, le alcanzará para su verdadero cometido: trascender en Catar 2022...

@Faitelson_ESPN

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Mexico - MEX, Fútbol

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Paco Gabriel de Anda sobre Santiago Solari: "Está rebasado o ya se quiere ir"

LOS ÁNGELES -- Sin gol. Sin victoria. Sin refuerzos. Sin clemencia arbitral. Sin protagonismo. Sin respeto en su casa. Sin títulos. América y Santiago Solari languidecen. 0-2, sucumben ante la chiquillería del Atlas Campeón y su ángel guardián Camilo Vargas.

El mejor equipo del 2021, en cifras, pero sin trofeos, se colapsa, en la cancha de su Estadio Azteca, en la Tabla de Posiciones y en las redes sociales. Las Águilas zopilotean sus propias desgracias.

Marco Ortiz aparece como villano arbitral. Cierto: una roja in extremis contra Federico Viñas: 13 minutos duró en la cancha, 13 como la posición de las Águilas en la tabla. ¿Penalti sobre Salvador Reyes? El americanista busca el choque sobre Martín Nervo. Hace tiempo que el arbitraje dejó de ser servil a Coapa.

¿Futbolísticamente? América fue mejor mientras estuvo completo, aún sin sus presuntos refuerzos, en especial Diego Valdés y Jorge Meré, quienes siguen en la incubadora enigmática de Solari, quien ayer se mantuvo impávido en la tribuna.

Atlas mantuvo un rigor marcial sobre su estilo. Una intensidad que agobia, pero no seduce. No agrada, no honra a La Academia, ni a los Niños Catedráticos, ni a los Amigos del Balón, pero ya suma un título y siete puntos.

Además, mientras en El Nido gimotean por falta de refuerzos, y Santiago Baños, innoblemente, descastadamente, pide cadalso mediático para quienes lo critican en su propia casa, mientras ocurren esos deleznables actos de plañideras, el Atlas lo fulmina con el ejemplo: golazos de sus engendros atrevidos. La madriguera del Zorro recupera la fertilidad.

Diego Barbosa, al ’70, cimbra el marcador, el Azteca, y al bobalicón que le elabora las convocatorias al Tata Martino. Controla con el pecho un rechace de Jordan Silva. El balón, flotadito, querendón, cómplice, es pepenado con brutal disparo por el juvenil. Balazo cruzado. Los caireles y el rictus de Memo Ochoa sólo avivan la estampa del 0-1.

¿Qué debe perturbar al América en ese gol? Que Barbosa le gana la espalda a Pedro Aquino y a Reyes, quienes lo contemplan, metros detrás del vivaz rojinegro. ¿Y la concentración? Entre el centro al área que rechaza Silva y la floritura de Barbosa, pasan segundos y los americanistas, pasmados.

El 0-2, llega también desde la cuna de Zorros, aunque Ozziel Herrera es cinco años menor que Barbosa. Édgar Zaldívar sirve largo, elevado, frontal. Ozziel se aviva ante la artritis física y mental de Sebastián Cáceres. Ozziel anticipa al torpón uruguayo, controla de espaldas, gira sobre su izquierda, y empalma raso y colocado. Los bucles de Ochoa pizcan pasto, y el balón las redes.

El alarido de ambos goles se coagula estruendoso, festivo, eterno, en la garganta de Enrique Bermúdez. Feliz por su Atlas, pero más aún porque ante el proceder siniestro de Santiago Baños, enviando memos quejumbrosos de su empresa, al final, su negligencia o incapacidad, o ambas, quedan exhibidas por el Atlas. La deshonra del director deportivo se multiplica por dos en la cancha.

¿Crisis en el América? Cuando el fanfarrón del #ÓdiameMás increpa a su pequeñito universo de la Liga Mx, se multiplican y se mortifican sus tropiezos. Anda por la vida con gestos pendencieros, entonces el América debe asumir y tragar las consecuencias de sus boberías. Lo que en otros es una derrota, en Coapa se magnifica en el sismógrafo.

El Nido suma siete partidos bajo silencio sepulcral. No hay victorias, que enciendan el salón de baile. Suma siete juegos sin ganar. Una racha que empareja la de Miguel Herrera. De esos siete juegos, suma cuatro derrotas y sólo tres goles a favor por nueve en contra. Al matarife de barriada, lo silencian los números.

Tiene razón Gilberto Adame, pero su voz se empequeñece ante el gigantismo del bullying, azuzado incluso por americanistas. “Están haciendo un drama donde no existe. Es la fecha tres, no hemos jugado la 2. El torneo anterior fuimos súper líderes, fuimos la defensa menos goleada, pero eso no lo dice nadie. Tenemos un plantel para pelear por el título”.

Pero, Adame también tropieza. Su entrenador y su directiva reconocen que necesitan refuerzos, un volante-extremo por derecha, posición que este sábado por la noche Alejandro Zendejas cubrió más con empeño que con oficio y autoridad. La realidad es que América ha dejado ir más refuerzos que puntos en esos más recientes siete juegos.

El torneo aún cambia pañales. Tras la fecha FIFA, América podrá cambiar la cara. Se meterá a jugar contra los esperpentos de la Liga: San Luis, Santos, Mazatlán y Pachuca. Y tal vez, sólo tal vez, para entonces, el Departamento de Inteligencia Deportiva de Coapa, encuentre vacuna contra la estulticia.

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LOS ÁNGELES -- La Federación Mexicana de Futbol ya tiene un Plan B en el cerebelo, pero reza para que funcione el cerebro del Plan A, el de Gerardo Martino. Trepanación en caso de emergencia.

En la FMF encienden fervorosamente las veladoras por el Tata, pero ya alistan afanosamente los cirios. Algo va a arder. Con Martino. O sin Martino. Y a pesar de Martino. Después del partido ante Panamá, en el recuento de los daños, aguardan la tregua, la decapitación o el guateque.

Imago7Gerardo Martino, técnico de México.

Siete de nueve puntos demanda Yon de Luisa en este tour de la Fecha FIFA, pestilente a emboscada. Lo llamó “minimundialito” en charla con Héctor Huerta para ESPN. El pánico genera creatividad para bautizar las crisis.

Visitar a Jamaica, y recibir a Costa Rica y a Panamá, ha pasado de ser una habitual ruta turística, a, por ejemplo, emprender la bellísima, beata y estoica proeza de recorrer el camino a Santiago de Compostela, con más rezos y jadeos que alabanzas al Altísimo.

En esa misma entrevista con ESPN, De Luisa lamenta la jornada negra de noviembre. Estados Unidos y Canadá dejaron a México colgado de la brocha y a Panamá robándole la escalera. Un gol marca la dramática diferencia en la Tabla del Octagonal Final de Concacaf.

Mientras tanto, más tarde de lo habitual, tras un estira y afloja en el que salió perdiendo Rayados, al ceder cinco jugadores al Tri, y acudir desmantelado al Mundial de Clubes, después de todo eso, el Tata Martino entrega –finalmente–, una lista de 30 jugadores, pero de 31 convocados.

Ese convocado, el número 31, es el más importante de todos, y más importante que todos: la intensidad. Durante 2021, Gerardo Martino gimoteó, a cada jornada premundialista, porque o “nos faltó intensidad”, “perdimos intensidad” o “necesitamos más intensidad”. El estribillo de sus pretextos.

Para este desafío triple, El Tata llamó a lo mejor de lo que se dispone. No hay más. Acaso Jesús Angulo (Tigres) y Aldo Rocha (Atlas), que de intensidad orientada saben. Lo de Chicharito Hernández sería como soltar un buscapiés en un depósito de pólvora, además de que el veto no es suyo, sino puntual y estrictamente, por cuestiones hormonales de Yon de Luisa.

Pero, insisto, el más importante, es el pasajero 31: la intensidad.

Entiéndase: ningún entrenador yerra, y ningún equipo fracasa, si en la cancha hay esa devoción, ese compromiso por cada pelota, en cada jugada, en cada segundo de esos ya inevitables 100 minutos en los que se han convertido los habituales 90.

Guardando proporciones, marcando distancias y sin más paralelismos que los que permite el estar hablando de futbol, Johan Cruyff explicaba de su legendario Barcelona. “Este estilo de juego sólo funciona a máxima intensidad. Es fantástico cuando se realiza al 100 por ciento”.

Lo mismo reclama Martino. Al final, el saldo rojo de 2021 para la Selección Mexicana, tizna más al jugador que al técnico. Sin duda, estigmatiza más al futbolista que al orientador.

Relatábamos ya una sentencia implacable de Manuel Vázquez Montalbán: “El baloncesto español necesita héroes con carne de cromo coleccionable”. Lo mismo debe pensar Gerardo Martino de esos que se le desinflan espiritualmente.

El verdugo, el némesis, el patibulario del Tri en 2021, Estados Unidos, tiene sin duda algunos futbolistas mejores que México, pero no todos. La diferencia es precisamente esa: los estadounidenses jugaron a matar y morir siempre, y aún con una selección B, se impusieron en la Final de la Copa Oro.

Recalco y recalo en esa frase: “Héroes con carne de cromo coleccionable”. Con esa casta, con esa estirpe, no se ganará siempre, pero no se perderá nunca. El problema es que algunos jugadores de la Selección Mexicana se han desangrado. Hay anemia de intensidad, de compromiso, de espíritu de combate. Su mejor exponente, hoy, tiene las rodillas cariadas de artrosis: Andrés Guardado.

Ciertamente, esa intensidad, es también una deficiencia de Gerardo Martino. Él mismo se puso la soga al cuello tras la derrota en Cincinnati ante EEUU. “Perdimos intensidad”, explica, al cierre del primer tiempo. Pero, el Tri regresó sin ella al complemento. ¿De qué sirvió, entonces, la pausa del medio tiempo si él fue incapaz de enderezar espíritus?

La frase es recurrente, manoseada, pero ilustra: “Un ejército de ciervos liderado por un león, es más peligroso que un ejército de leones liderado por un ciervo”. ¿Pasará eso en el Tri? ¿Ciervos dirigidos por un ciervo? ¿La pusilanimidad al frente de pusilánimes?

De ser así, de confirmarse que en la banca del Tri y en la cancha beben pasiflora y no cafeína, la FMF deberá recurrir al Plan B. Sí, ya se sabe: radica en Monterrey.

Y sobre la lista de Martino, parece una lista manoseada. Afortunadamente. Diego Lainez, Erick Gutiérrez y Gerardo Arteaga no son de sus preferidos, pero, seguramente, alguien en la FMF hizo su chamba y reajustó la convocatoria.

Pero, también, es tiempo de gestionar, sin irrumpir, sin allanar el vestidor, por parte de Yon de Luisa. ¿Quién puede arengar a los débiles de espíritu? ¿Rafa Márquez? ¿Manolo Lapuente? ¿Miguel Herrera? ¿Javier Aguirre? Deberán buscar, pero sin caer en el error de invitar a otro sembrador de bellotas, como Imanol Ibarrondo, que equivale a comprar galletitas chinas de la fortuna.

De cara a ese “minimundialito” fatalista, como lo visualiza Yon de Luisa desde su temblorina, es tiempo de que salte un león, en la cancha y en la banca, para enardecer a esa manada de cervatillos, que hoy parece el platillo preferido de sus adversarios en la Concacaf.

Siete de nueve puntos es el requerimiento para el Tata. De Luisa espera empate en Jamaica y dos victorias en el Estadio Azteca, al que invitará a sus dos mil paleros a portarse como si estuvieran en una escuela de monjas, a cambio de una torta y un refresco, para tratar de engatusar a la FIFA y al TAS.

Si el plan de Martino, ese hipotético de llamar a 30+1, no funciona, el Plan B ya está listo. Y los cirios también.

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Viñeta Rafa Ramos

LOS ÁNGELES -- Rubén Flores tuvo poca fortuna como futbolista profesional. El Atlante fue su mejor nicho, pero con pocas veladoras. No era ese su destino. Sí lo era la cancha y sí lo era el balón, pero desde fuera, desde ese contorno, desde ese perímetro donde también se escriben historias de futbol, pero, sobre todo, de vida.

Avecindado en Inglaterra, casado con una ex futbolista canadiense (Susan), hoy, Rubén Flores multiplica sus sueños de jugador en tres bendiciones de vida. Todas ellas, carne de su carne y sangre de su sangre. Marcelo juega en el Arsenal; Silvana en el Tottenham y Tatiana en el Chelsea, con el que acaba de marcar cuatro goles en 60 minutos, el fin de semana pasado.

En México, la atención se centra sobre Marcelo. Saltó de la Sub 18 a la Sub 23 y marcó dos veces este martes ante el Bournemouth, pero participó en los cuatro goles del Arsenal. Para los Gunners es un proyecto para forjarlo como al acero, pero también para cuidarlo como la seda.

Al igual que sus hermanas, Marcelo, o Chicho, como le llaman en la intimidad del clan familiar, tiene una baraja con tres cartas. Puede jugar para la selección nacional de Inglaterra, de Canadá o de México. Ha elegido al Tri, de momento. A sus 18 años, La Tierra le parece plana, finita, conquistable.

Marcelo Flores debutó con Gerardo Martino. Un 2-2 ante Chile, en amistoso celebrado en diciembre pasado. Entró al ’83 supliendo a Uriel Antuna. A los 18 años, aún puede elegir. La pasión familiar le inclina por México. Pero, la razón y el corazón aún deberán debatir su futuro. Cuando se habla de México, sobre su futbol, la gloria y el amor habitan en universos distintos.

Darle apenas unos minutos ante Chile, al jugador que la afición ya ve como el redentor de un futbol cuyo vía crucis cuatrienal siempre termina en la crucifixión del cuarto partido mundialista, levantó bayonetas contra 'El Tata' Martino.

Ciertamente el técnico argentino hizo lo correcto. Endulzó el paladar del jugador, aunque sólo dio un dedazo de atole a los aficionados mexicanos. A los 18 años, el universo de un futbolista se vuelve peligroso. Tan amenazadora es la exuberancia de los elogios, como la vileza de las críticas viscerales. 'El Tata' lo sabe.

Además, la historia demuestra que el futbol mexicano es capaz de tragarse, sin atragantarse, a sus propias crías. Es una historia tan gastada como referencial: las grandes promesas, campeonas de dos Copas del Mundo Sub 17, y las de los Juegos Olímpicos de Londres, terminaron en desilusiones. Los nombres ya Usted los conoce muy bien, con dos referentes tan fantásticos como dolorosos: Giovani dos Santos y Carlos Vela.

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Marcelo Flores, hoy, a los 18 años, confrontando exitosamente a tipos de 23 años, ha puesto en alerta al Arsenal. Insisto: física y futbolísticamente debe bruñirlo como al acero para que haga un futbol sedoso, pero mentalmente debe manejarlo como a la seda para templar un temperamento de acero. El Limbo del futbol está lleno de almas en pena que pudieron haber sido y no fueron.

Ciertamente es un jugador diferente. Marcelo puede desempeñar, prácticamente, todas las posiciones de ataque. Tiene la definición para ser inclemente en el disparo final, pero tiene además visión para cómodamente moverse como media punta, o incluso, desde atrás vislumbrar avenidas, donde otros jugadores ven callejones sin salida. No le enfada jugar por los costados, como tampoco jugar de señuelo.

Entiéndase: Chicho es un jugador distinto, porque su formación como competidor, atleta, jugador, y persona, ha sido y estará siendo procesada, bajo formas de educación a las que normalmente no tiene acceso un jugador en México. Dicho está: en el futbol mexicano no hace falta talento, hacen falta talentosos formadores.

Y quede claro: por más prodigiosa, generosa y exitosa que sea la evolución de Marcelo, él sólo no va a cambiar la historia de selecciones nacionales en México. Pero, tal vez, una generación de futbolistas con un proceso de gestación similar, sí puedan hacerlo.

Sin embargo, ya se sabe, en un balompié en el que el amasiato delincuencial entre algunos directivos, algunos promotores y algunos entrenadores, perpetran la compra de extranjeros de medio pelo, seguirán escaseando las oportunidades, además de que, pocos equipos (Santos, Pachuca, Atlas, Chivas, América y ¡Necaxa!), se atreven a fortalecer sus estructuras de fuerzas básicas, y a depurar el nivel de sus formadores.

La mayor bendición de Marcelo está en su mentor principal: su padre. Habiendo sido jugador y siendo entrenador, aprendiendo entre las etapas de carencias y también de comodidades, entre la horca de la escasez y el oxígeno de los recursos, Rubén Flores ha puesto en evidencia que junto con su esposa Susan, sabe jugar los tres papeles complicados de tres vidas, que le ha entregado el destino.

A la distancia, por sus mismas declaraciones, y por las manifestaciones de Marcelo, Silvana y Tatiana, Rubén ha encontrado la capacidad de dirigirlos como padre, de dirigirse a ellos como entrenador, y, muy importante, de dejar de dirigirlos en sus grandes decisiones, aunque sin dejar de orientarlos.

Recordemos cómo, en muchísimos casos, el gran problema de prometedores futbolistas mexicanos, fueron las decisiones de sus propios padres, obviamente no originadas por mala fe, sino por la confusión desenfrenada entre el amor y el desconocimiento.

Recuérdense los casos de César Villaluz, de Luis Landín, de los hermanos Dos Santos, de Marco Fabián, entre tantísimos otros. Todos hijos de la fábula de Papá Cuervo.

Por lo pronto, este jueves, Gerardo Martino debe anunciar la convocatoria para juegos cruciales en su gestión: visita a Jamaica, y recibe a Costa Rica y a Panamá. Está en situación crítica. Marcha tercero en la Tabla, y sólo un gol de diferencia lo coloca sobre Panamá, que se atrinchera en zona del repechaje contra Oceanía, pero ansiosa de subir ese escalón.

¿Debe convocar a Marcelo Flores? Sin duda. Y no necesariamente para hacerlo jugar ante adversarios que pondrán a crujir los huesos de sus rivales, sino para incorporarlo, gestarlo, acostumbrarlo, a ese útero tan especial e intenso que es la selección nacional. Educación extracurricular, que le vendría bien al jugador, al Arsenal y al mismo Tri. Además, claro, con un minuto de juego en esos escenarios oficiales y premundialistas, estaría amarrando, tentativamente, el reclutamiento del méxico-inglés-canadiense, conforme al reglamento de FIFA.

Recuerdo que antes del Mundial de Alemania, insistía, estérilmente, en que Ricardo LaVolpe debía llevar a la cita a Giovani dos Santos y a Carlos Vela, un año después de ser campeones del mundo, en lugar de llevar a su yerno, el Chiquis García, que se dedicó, primordialmente, a ser el niñero oficial de los nietos del técnico argentino.

¿Habría madurado ese ambiente mundialista en Alemania a Gio y a Vela, a los 18 años, como para saber enfrentar los desafíos inmediatos que se les venían con el Barcelona y el Arsenal? Sin duda. Pero, obviamente el nepotismo de LaVolpe pudo más.

Por lo pronto, lo mejor que le puede seguir pasando a Marcelo Flores es que se le siga templando en la fragua paciente y enérgica del Arsenal, para forjar un mejor acero, dentro y fuera de la cancha.

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LOS ÁNGELES -- Chivas es el diagnóstico más crudo del futbol mexicano. Chivas es el Dorian Grey del futbol mexicano: un retrato perverso de sí mismo.

Y hoy, Chivas languidece como reflejo del futbol mexicano. Se muere de todo y se muere de nada. No sólo se pudre desde dentro, sino que su hábitat lo devora, lo contamina, lo encarroña, lo gangrena, y además, certifica su suicidio.

Hubo tiempos en los que se decía que la Selección Mexicana estaba tan saludable como saludable estaba Chivas. Hoy, es de nuevo verdad. El Tri está tan insalubre como lo está el Guadalajara. Si Chivas hoy tose y carraspea, la selección se hace una prueba de antígenos… y sale positiva.

Tiempos hubo en que el Guadalajara sabía comprar. Y compraba sólo lo mejor. Le arrebató al América a dos de sus exponentes más entrañables: Benjamín Galindo y Ramón Ramírez, quienes estaban prácticamente en el dintel de Coapa. Se llevó a Oswaldo Sánchez de El Nido. Firmó a Claudio Suárez en su apogeo. Ramón Morales era un prospecto en Rayados, llegado de La Piedad, cuando se decidió Chivas. Fue por Gonzalo Pineda y el Bofo Bautista. De esos, hoy, ninguno le iguala.

Pero, además, generaba su propio talento. Los defensas de hoy no podrían tomarse la selfie con Fernando Quirarte, Demetrio Madero o Carlos Salcido, e incluso ni al Maza Rodríguez o Johnny Magallón. Vamos, Omar Bravo y El Venado Medina serían hoy referentes de Verde Valle.

Y no es necesario irse a la historia de El Campeonísimo para hablar de su sangre propia y de la gestionada en otros equipos. Hacerlo, comparar a los actuales con los de aquel equipo hecho leyenda, sería un sacrilegio. Había hombre y nombres. Insisto: Chivas sabía comprar y formar jugadores.

1.- ¿Cuántos futbolistas del actual Chivas merecen jugar ahí? Estos once del Guadalajara no serían, tal vez, ni suplentes de otros Rebaños campeones.

2.- Comparados con aquel campeón de 1986-1987, estos once, ni siquiera serían recogebolas.

3.- ¿Y los rojiblancos monarcas del Verano del 97? Estos once de hoy, apenas aparecerían como suplentes.

3.- ¿Y las Chivas de 2006? Todos esos jugadores tenían tres valores fundamentales para jugar en el Rebaño: compromiso, intensidad y talento.

Imagínese, Usted, que hoy el jugador que se ostenta como el Leónidas de estas ovejas, El Pollo Briseño, con toda esa enjundia que es verborragia pura, se entumeció ante Pachuca cuando pudo lanzarse en una de sus aparatosas, estrambóticas y despatarradas zambullidas, al disparo de Víctor Guzmán, en lugar de contemplarlo como cómplice. Pero, acto seguido, para disfrazar su impotencia, se tira al suelo con dos saltos invertidos con desmayo de odalisca incluido, teatralizando una patada en el muslo.

Eso es Chivas hoy: un insulto a su pasado. Un escupitajo a su heráldica. La realidad es ésa: sus jugadores son indignos de vestir la camiseta del equipo más popular, mediático de México, toda vez que ha dejado de ser el más grande y el más ganador de la jungla doméstica.

En el mercado invernal, Chivas y sus dirigentes quedaron expuestos, ridiculizados. Estuvieron disponibles Charly Rodríguez, Erik Lira y Luis Romo. “Como ellos, tenemos muchos en fuerzas básicas”, fue el razonamiento al interior del club.

Era el momento de lavar el error monumental de sus anteriores adquisiciones y que han puesto a Chivas en una bancarrota financiera y deportiva. Era el momento de ir por ellos. Recordemos que cuando Chivas despilfarró en Uriel Antuna, Chicote Calderón, Alexis Peña, Canelo Angulo y retuvo quistes, tumores, como La Chofis López; estuvieron en el aparador Romo, Rodríguez y Johan Vásquez, hoy en Italia.

Queda claro: Chivas hoy no sabe comprar y su incubadora está pariendo nuggets y no pollos. Hace años que ya no compra lo mejor ni produce lo mejor de un futbol mexicano, que hoy cada vez produce menos, como reflejo del tsunami de desechos tóxicos de otras latitudes que lo inundan de manera sospechosa, casi delictiva.

¿Quién es el responsable? Una multitud. Y en ella, como juez y parte, como cómplice y plañidera, una Nación Rojiblanca que se inmola en la farsa de “apoyarlos en las buenas, en las malas y las peores”. Síndrome de Estocolmo.

1.- Un heredero que ni siente, ni se apasiona por el futbol. Amaury Vergara balbucea como aprendiz de balompié. Y su mejor asesor ha sido el que es el peor técnico en su gestión: Marcelo Michel Leaño.

2.- Un director deportivo que se sigue equivocando en elegir técnicos y jugadores. Ricardo Peláez lo sabe: tuvo al alcance de sus manos a Charly, a Romo, a Vásquez, y él mismo, junto con Amaury, reventaron a José Juan Macías.

3.- Un entrenador estudioso, dedicado, apasionado, voluntarioso, obsesionado, terco, pero que –increíblemente—, aún no entiende la idiosincrasia del jugador mexicano. Marcelo Michel Leaño creció entre fantasías ajenas de tribus ajenas.

4.- Y futbolistas que se regocijan hasta el hartazgo con el puntual depósito mensual, y reniegan de su oficio y de la camiseta, alguna vez, prenda honorable del futbol mexicano.

Y claro, si Chivas no es capaz de poner en pie de guerra un once competitivo, no hay manera de increpar a Gerardo Martino porque no es capaz de organizar a una selección capaz de zarandear a Estados Unidos y Canadá. Sí, Tata, no todo es culpa tuya. La materia prima escasea.

¿Solución? Ante todo, sincerarse con su afición. Se le dijo a Jorge Vergara en su momento. Debía hablar honestamente con su afición. Tomarse una tregua en esa promiscua proclividad a emitir promesas fraudulentas. Y dejar de alardear de títulos, de protagonismos, de fantasías y castillos en el aire, y exponer la urgencia que tiene el equipo de reconstruirse, de repararse, de purificarse durante al menos un año.

Es el momento en que Chivas deje de extorsionar, de chantajear a su afición con promesas imposibles de cumplir. Esos juramentos, además de irresponsables, son tan frágiles como las estampitas del santoral a las cuales se encomienda su director deportivo. Orar, sin obrar, es una plegaria pagana.

Lo peor de Chivas está por venir.

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LOS ÁNGELES -- La FIFA quiere una Copa del Mundo cada dos años. El canadiense Alphonso Davies está lejos de una Copa del Mundo. Sufre miocarditis. Reposo por tiempo indefinido.

Gianni Infantino hace proselitismo despiadado por mundiales bianuales. Sergio Agüero se retira a los 33 años. Arritmia cardiaca.

FIFA y la avaricia elucubran cuentas: aumentarían ingresos en 4,400 millones de dólares con un torneo cada dos años. El viernes, los médicos de la Confederación Africana de Futbol (CAF) prohibieron provisionalmente que Aubameyang, Axel Meye y Mario Lemina jugaran la Copa Africana por lesiones cardíacas.

Infantino estima generar 180 mil millones de dólares extras en 16 años, con un Mundial cada dos años. Christian Eriksen se colapsó en plena Eurocopa por un paro cardiorrespiratorio. El Inter le liberó contrato por cuestiones legales. La insoportable levedad del ser.

¿Qué preocupa a las federaciones de futbol en el mundo? Que los clubes perderían, con un Mundial cada dos años, 8 mil 500 millones de dólares en ingresos por temporada. Mientras tanto, en un lapso de días, Víctor Lindelof, Piotr Zielinski, Martín Terrier, John Fleck y Adama Traoré (Sheriff) perdieron el conocimiento por problemas respiratorios y/o dolor en el pecho.

Todavía en los protocolos previos a la Copa Africana, Infantino y sus secuaces, mantuvieron su labor perversa de catequizar, a golpes de chequera, a los escépticos. Los dólares bailan como odaliscas la danza del vientre, ante quienes –definiría Alberto Cortez--, “no les importa más que su vientre y su sexo”.

Y la pelota, esa que según el Diego, “no se mancha”, vive estercolada, percudida, entre los afanes fariseos y mercenarios de los traficantes sibaritas de Zurich, ávidos de las próximas Fechas FIFA y de que en el próximo congreso, los reacios sucumban ante el canto de las sirenas de su fondo de ahorro.

¿El futbolista? Desamparado. La interpelación del secretario general de FIFPRO, Jonas Baer-Hoffmann, no tuvo ni la energía ni la hidalguía esperadas ante la aparente inevitabilidad de un Mundial cada dos años.

“Los jugadores tienen límites fisiológicos naturales (…) el éxito del deporte depende de su bienestar físico y mental. Lo que decidimos en los altos niveles del juego repercute en miles de profesionales de todo el mundo”, dijo en un comunicado.

Y mientras el corazón financiero de la avaricia de FIFA e Infantino se fortalece, algunos de los mejores exponentes del futbol ven su corazón fragilizado.

Parecería, que con ese emperramiento de FIFA para jugar un Mundial cada dos años, pretendiera exterminar al jugador de futbol.

Queda claro que en su haber, Infantino tiene sólo proyecciones financieras, pero no tiene estimaciones genuinas de la respuesta fisiológica y biológica del jugador, del individuo, ante la masacre física y mental que contempla, al aglutinar torneos locales, regionales, continentales y bajo el control de FIFA, para exprimir al futbolista profesional.

El futbol nació como un deporte y un espectáculo que –afortunadamente—, secuestraron algunos artistas y genios, para llevarlo a otro dimensión. La FIFA, queda claro, piensa sólo en maquilar este deporte. Campos de concentración y circos romanos disfrazados con bisutería publicitaria.

Alphonso Davies sabe de sufrimientos. En medio de la Segunda Guerra Civil de Liberia, la familia emigró a Ghana. Él nacería en un campo de refugiados. Después, a Canadá. “Llegamos como refugiados de África”, revela. En Ontario y después en Edmonton, sus padres trabajaban jornadas de 12 horas cada uno.

Seguramente Davies redimensiona una vida llena de calamidades, hasta que el futbol apareció como un sustento familiar, cuando en 2018 el Bayern Munich anuncia su contratación con apenas 18 años.

Hoy, el jugador canadiense debe entrar en un receso forzoso. Tendrá más tiempo para dedicarse a orientar su ayuda financiera a diversos campos de refugiados en el mundo. La caridad de recibir, la caridad de dar.

Mientras tanto, Infantino y su séquito seguirán agitando las ánforas, recolectando votos, estimulando sufragios, convirtiendo en una parodia la esencia del futbol. Para la FIFA y su presidente, los nombres de Davies, Agüero, Kristensen, Aubametang, Meye, Lemina, Lindelof, Zielinski, Terrier, Fleck y Traoré, serán simplemente algunos damnificados de la gran cruzada de su avaricia.

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Lo que realmente trasciende es la capacidad de competir por ellas. Y en eso está enfocado desde hace muchos años el futbol mexicano. En lograr que sus equipos puedan pelear al más alto nivel, como esta selección lo hizo el martes ante Brasil y como lo hará, seguramente, el viernes ante Japón. De nada sirvió ganar el oro olímpico en Londres si no elevas tu estatus competitivo. Y esta selección ha mostrado esa cara, lo ha hecho ante una potencia mundial como Brasil, una Brasil que, en el 2018, en el Mundial, le mostró a México el camino de regreso a casa con una escena poco competitiva y digna de nuestro futbol. Gran trabajo de Jaime Lozano y de sus futbolistas. Estar entre los cuatro primeros de los Juegos Olímpicos es ya, un paso soñado, por el futbol mexicano...

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ESPNDavid Faitelson

SAN DIEGO, California.- Un tercer lugar en los Juegos Olímpicos no debe ser un premio de consolación ni tampoco un puesto que el futbol mexicano pueda despreciar. Estar entre los 4 semifinalistas ya es un estatus que nuestro futbol debe atesorar.

En ninguno de nuestros pensamientos aparece el término de "fracaso" en el andar olímpico de esta selección. Todo lo contrario. El equipo de Jaime Lozano peleó en el campo de juego con todos sus recursos, virtudes y defectos y aunque Brasil fue mejor en 120 minutos y hasta en los tiros de penaltis, México se las arregló para llevar a una potencia mundial histórica del juego hasta sus límites físicos, técnicos y mentales. Hay un aprendizaje profundo tras la caída ante Brasil. Hay que seguir trabajando para elevar la calidad del futbolista mexicano y como dice el propio Lozano, darles un seguimiento y apoyo a estos futbolistas para que alcancen su máximo nivel de desarrollo.

Lo importante para el futbol mexicano no fue ganar el oro olímpico en Londres 2012, sino darle una certeza de que siempre encuentre los caminos para competir entre los mejores. Esa capacidad mantendrá al futbol mexicano permanentemente en la posibilidad de competir y ganar las medallas. A final, creo que ese es el objetivo de nuestro futbol en todos sus niveles. Alcanzar la capacidad de competir ante las grandes potencias, justamente lo que ese equipo logró el martes por la madrugada (en el continente americano) en Kashima y cosa que no hizo la selección mayor, por ejemplo, en el ultimo Mundial, en Rusia, cuando fue eliminada por la propia selección brasileña en los octavos de final.

Lo que siempre hemos ponderado en nuestro futbol: las formas, las maneras, el estilo de ganar, perder o empatar. Aunque suene a un cliché, la selección mexicana perdió con "la cara al sol" ante una Brasil que terminó siendo mejor en el campo de juego.

Getty ImagesJaime Lozano habla con los jugadores previo a los penales contra Brasil

Hay muchas cosas que se deben aprovechar de esta selección olímpica. Primero, la capacidad grupal e individual de sus protagonistas. El equipo encontró orden y personalidad en el plano colectivo, mérito de los futbolistas y del entrenador. Y en el renglón individual, hay varios nombres que le quitan el sueño al futbol mexicano: Sebastián Córdova, Luis Romo y Alexis Vega han cumplido con un destacado desempeño olímpico que debe significarles un "pasaporte" para tratar de jugar en un nivel mayor al de la Liga MX. Veremos ahora, sin el enmarañado camino de exportación de futbolistas en México, se los permite. Y en cuanto al entrenador, me parece una magnífica oportunidad para hacer, por primera vez, las cosas de una manera distinta y ordenada. Lozano es un buen director técnico. Hay que seguir alimentando en él esa capacidad para que, algún día, sea el entrenador de la selección mayor. Es el momento de ponerle más cerca de Gerardo Martino -quiera o no el entrenador argentino- para que se cultive más en su posición y sea, a futuro, cercano o lejano, el sucesor del argentino. Pero, por favor, que no le pase lo que ocurrió con Jesús Ramírez y con Raúl Gutiérrez, que después de ser campeones mundiales sub-17, vieron como su carrera tomaba un rumbo diferente.

México debe estar orgulloso del papel de su selección en el Mundial de futbol. Para nosotros, hay algo más importante que ganar medallas. Mantenernos en un estatus que nos permita siempre competir y aspirar a ellas.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- Esos claroscuros eternos del futbol mexicano. Este sábado en Arizona resurgía el Tri del ‘Tata’ Martino, y este domingo en Saitama, la olímpica de ‘Jimmy’ Lozano jadeaba en la derrota ante Japón.

Bipolaridad. Hace unos días, el Tri de Martino sufrió el agobio ante El Salvador y sacó una victoria de sonrisa torcida, amarga, mientras que el Tri olímpico se pavoneaba con un 4-1 sobre Francia.

Contrastes. Ahora, México golea a una Honduras ya goleada por lesiones y Covid-19. Un total de 10 ausencias entre el proyecto original de Fabián Coito y la selección que abandona la Copa Oro. 3-0, y el Tri, finalmente relumbra con la triple “G”, gana, gusta y golea.

Y este domingo, los olímpicos son descuartizados futbolísticamente por los samuráis. El 2-1 es una mentira. Japón pudo filetearlos, pero se conformó con hacerlos trozos y no trizas. El gol del Tri, de Roberto Alvarado, fue un accidente, más que una orfebrería, más bisutería que joyería.

Claro, la afición mexicana está acostumbrada a estos devaneos, pero no significa que esté preparada para estas sacudidas. Se acurruca en la felicidad generada en Arizona al irse a dormir el sábado, y lo recibe la resaca del domingo desde Saitama. Ya sabe, el que con niños se acuesta, mojado se levanta.

México, en el futbol y en su ajetreo diario, es la antítesis de sí mismo. Es su propia an-Trí-tesis.

Claro, eso lo hace más fascinante y exquisito no sólo al futbol de México, sino al país mismo. Permítaseme evocar e invocar de nuevo la sentencia deliciosa de Salvador Dalí: “De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”.

Ahora, tras despedazar a la ya despedazada Honduras, por esas 10 ausencias mencionadas, el Tri Mayor aguarda adversario en Semifinales de la Copa Oro, esperando que quien manejó el muñeco vudú de la escuadra catracha, ahora se haga cargo de su nuevo contrincante, que saldrá de entre Costa Rica y Canadá.

En tanto, ‘Jimmy’ Lozano deberá ser más eficiente que la más eficiente de las geishas. Insisto, no sólo se trata de la derrota, sino de la evidente superioridad de una selección japonesa que también fue saqueada por ausencias de último momento.

Como embajador plenipotenciario y olímpico de Gerardo Martino, Lozano deberá levantar de los tatamis de la desilusión a sus jugadores, con el discurso aquel tan manoseado, vejado y avejentado de “no somos los mejores en la victoria ni los peores en la derrota”, y demás ‘blablás’.

México es el equipo con mayor respaldo de sus clubes en estos Juegos Olímpicos, y ahora se mide ante Sudáfrica, que fue superada por Francia (4-3), con tres goles de André Pierre Gignac, y que también perdió a cinco jugadores, tres de ellos titulares, antes de la cita olímpica.

Obligado a ganar, y aguardando todas las peripecias que pueda generar el enfrentamiento entre Japón y Francia, México deberá lamerse rápidamente las heridas, y tratar de levantar al momificado Jorge Sánchez, embalsamado en redes sociales, pero ¿qué querían, si él se desplaza como el mítico trenecito de Chapultepec, y el adversario tiene la potencia del Shinkansen?

Y, para que la afición mexicana se estremezca de esos claroscuros, de esos contrastes, de esa bipolaridad, de esa antítesis de sí mismo, pero sin riesgo de soponcios y colapsos, habrá tiempo suficiente para restablecerse cuando el desafío sumario sea uno en la madrugada del 28 de julio en Sapporo, y el otro, la noche del 29 en Houston.

Y claro, puede pasar que la sanación del sensei Lozano y la efectividad de quien maneja el muñeco vudú de los rivales de Martino, se alineen con las estrellas, y la afición mexicana goce de dos momentos consecutivos de clímax.

Recuerde, todo puede ocurrir en un futbol que es la antítesis de sí mismo, y de una nación doctorada en surrealismo, capaz de rebasar las alucinaciones preciosistas de Dalí.

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LOS ÁNGELES -- En el bosque de exitosos jugadores extranjeros, André-Pierre Gignac aún trata de crecer a la sombra de ejemplares más poderosos: Carlos Reinoso, Miguel Marín, Alberto Quintano, José Saturnino Cardozo, Rafael Albrecht, Juan José Muñante.

Algunos de ese enjambre de laboriosos y fértiles futbolistas decidieron arraigarse en México. Otros se han vuelto históricos, imprescindibles en los recuentos de fascinación de un futbol que, internacionalmente sólo se asoma a la frugalidad tristona de la fase de grupos en Copas del Mundo.

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AFP vía Getty ImagesAndré-Pierre Gignac

André-Pierre Gignac ha creado un poderoso vínculo con México, especialmente con Monterrey, y especialmente con las pasiones que despierta Tigres, en su universo, pequeño, pero su universo al fin.

Ese sentido de pertenencia, al principio despertó sospechas. Un oportunista más, extorsionando sentimentalmente a una región futbolera urgida de ídolos. El tiempo ha certificado la genuinidad de Gignac.

Avecindarse en Monterrey, ilusionarse con dirigir desde el escritorio a Tigres, desechar ofertas de la MLS y de Brasil y Argentina, escenifican, de momento, la lealtad del jugador francés a una cofradía felina que se regocija por esa devoción, pero que se preocupa por su eventual longevidad en las canchas.

Gignac tuvo un gesto cargado de emotividad y de audacia. Este jueves, México humilló a Francia 4-1. Él estuvo ahí. Marcó desde el manchón. Juntó las manos e hizo una reverencia como ofreciendo disculpas a su afición adoptiva, por flagelar la portería de Guillermo Ochoa.

“Ellos (los mexicanos) metieron de todo: agresividad, experiencia, pusieron más hue... A nosotros nos faltó un poco de todo, sabíamos que íbamos a enfrentar a un equipo experimentado”, dijo de entrada el delantero felino.

“Es más que merecido (el 4-1 a favor de México), tenemos que decir lo que es. Ellos pusieron todo en su canasta y nosotros pusimos un poco de nada. Creo que tenemos suerte de no salir con cinco o seis goles. Nos faltó experiencia, concentración, agresividad, todo. Tendremos que tener la cabeza bien puesta para clasificarnos porque no quiero volver a Francia después del tercer partido", dijo el delantero de Tigres a Le Parisien.

En Instagram, Gignac alargó su discurso: “Resultado lógico… mañana habrá que sacar la decepción. Quedan dos partidos y se viene muy rápido el domingo. Podemos hacerlo. Vamos a hacerlo. Vamos, Federación Francesa de Futbol. Felicidades, México. Ganaron merecidamente y con gran futbol”.

Además de labores filantrópicas en Monterrey, las cuales trata de mantener en secreto, Gignac se ha convertido en un espontáneo embajador de México, y en conversaciones transoceánicas contrasta las noticias oscuras sobre el país (violencia, inseguridad, pandemia), resaltando sus virtudes y valores.

El verso de “amo a México y le estoy muy agradecido porque me ha dado todo”, escapa al discurso de Gignac. Decirlo, se dice en un resoplido. Agradecerlo seriamente, se hace de otra manera, a la suya, con hechos.

Por lo pronto, curiosamente, mientras que la papelería de Rogelio Funes Mori, vía “coyotaje” de la FMF, procedió de manera expedita, ridículamente rápida, para naturalizarse mexicano, el proceso del francés llevaba más de dos años de demora. México mágico.

“¿Qué si es cierto que solicité la nacionalidad mexicana? Sí, es cierto. Es muy posible que me quede a vivir en México, eso no me asusta. Allí tengo una calidad de vida que no tendría en Francia. Además, quiero tener la doble nacionalidad como mis hijos Éden y Mavy. Son mexicanos y franceses, así que quiero ser como ellos. No niego a Francia, no niego a mi país, al contrario soy muy orgulloso de ser francés”, declaró a la revista RMC Sport.

Finalmente en abril de 2021, el mismo Gignac hizo pública su naturalización a través de L’Equipe. “Acabo de aprobar mi examen de naturalización, preguntas sobre cultura general e historia de México, teníamos este deseo mi esposa y yo de convertirnos en mexicanos como nuestros dos últimos hijos que nacieron en Monterrey”, declaró.

Convencido de que hay una oficina para él en Cemex y Tigres, Gignac desdeña sentarse en el trono en llamas que es el de director técnico. Está convencido que organizar el proyecto global de una institución a largo plazo, hará más por Tigres que hacer la chamba semana a semana.

Por lo pronto, fue el jugador determinante para que su paisano Florian Thauvin llegara a Tigres, con el diploma de Campeón del Mundo, aunque sin muchos minutos en su alforja durante la gesta de Rusia 2018.

Es el primer reto para Gignac. Thauvin fue una sombra errante en el juego del jueves ante México. Y Florian sabía que millones de mexicanos estarían atentos a ese juego, y que la afición de Tigres esperaba ver pinceladas deslumbrantes de su flamante contratación.

Queda claro que Gignac tendrá que llevarlo a cuestas. Si bien nadie facilitó la adaptación del francés a México, en especial a Monterrey, ahora él tendrá la obligación y la urgencia de ayudar a la pronta adaptación de Thauvin.

Su esposa Déborah y él, se hicieron cargo rápidamente del proceso de ambientación. Pronto, el futbolista ha llegado a dominar el español, incluso con un doctorado en el difícil arte de los albures y el doble sentido.

Tanto él como su esposa entendieron que mimetizarse y empatizar con su entorno era la tarea primordial para convertirse en uno más de la nueva aventura. Incluso, su cónyuge es quien encabeza las labores altruistas de ese matrimonio.

Y claro, tras el pasaje áspero, arisco, en el rompimiento de Ricardo Ferretti con Tigres, su nuevo entrenador, Miguel Herrera, lo espera con ansias. El Piojo juramentó en redes sociales que el francés “se va a “hartar de hacer goles” bajo la nueva propuesta futbolística.

Y Herrera también espera mantener al tope a Thauvin, en esa alianza con Gignac. Ha sido una inversión generosa, que deberá empezar a arrojar resultados inmediatos, al regresar los seleccionados nacionales a sus respectivos equipos.

Porque además, El Piojo sabe que André Pierre es el embajador que necesita dentro de la cancha, ahí donde sus chiflidos y gritos a veces no se escuchen, conforme, paulatinamente, regrese la gente a los estadios, luego del nuevo cadenazo que ha provocado la pandemia de Covid-19.

“Siempre está preguntando, siempre está cuestionando, siempre está sugiriendo, siempre está exigiendo. Es un metiche”, comentó, entre risas, alguna vez a los medios Ricardo Tuca Ferretti, al referirse a Gignac, con quien había lazos muy fuertes, más allá de algunas confrontaciones verbales al calor de los juegos.

Por lo pronto, el francomexicano ya ocupa un sitio estelar en las estadísticas de Tigres, rebasando incluso a otros íconos felinos, como Tomás Boy y Oswaldo Batocletti, y con gestos y declaraciones, como las hechas durante y tras el partido con México, Gignac se garantiza a un sitio en el Salón de la Fama del futbol mexicano.

Sin duda, con muchos más derechos morales y espirituales que el oportunismo de Rogelio Funes Mori, André Pierre Gignac sí podría citar la frase irreverente y clásica de la costarricense Chavela Vargas: “Los mexicanos nacemos donde nos da nuestra chingada gana”.

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LOS ÁNGELES -- Las arrugas de Gerardo Martino se suavizan. La selección de la Copa Oro le llena de incertidumbre y le genera una mueca de preocupación. Sin embargo, las refacciones que llegarán de Tokio, le reducen los estertores de ese desasosiego.

Mientras sigue apesadumbrado ante el rompecabezas conkakafkiano (dixit Guillermo Chao), la madrugada del jueves fue un heraldo de buenas noticias: México 4-1 Francia en Juegos Olímpicos.

En Glendale, Arizona, Gerardo Martino sigue tan atribulado como un daltónico jugando con el Cubo de Rubik. Ni más ni menos. Un delirio cromático.

Le hurtaron una pieza clave, ‘Chucky’ Lozano, y el resto del equipo no carbura. Su selección salió aterida y herida ante Trinidad & Tobago; terminó insatisfecha ante una Guatemala cocinada al vapor, y El Salvador les hizo mascar y mascullar una victoria inmerecida.

Pero, desde Tokio, llegó aire fresco: Diego Lainez y sus festivas osadías con holanes; Sebastián Córdova, maduro ahora como futbolista genuinamente ambicioso; Luis Romo, como su futuro y venturoso eje del equipo; Charlie Rodríguez, regenerándose totalmente, y Alexis Vega, quien parece reivindicado de las tentaciones de vodka o de sake sabor tamarindo.

Sí, Gerardo Martino sabe que el híbrido, que el Frankenstein que tendrá en la plancha para las eliminatorias, con la carcasa, con la carrocería doliente de la Copa Oro, y los refuerzos que llegan de Tokio, con todo este voluminoso paquete, promete al menos--, para las eliminatorias mundialistas de la Concacaf. Un híbrido de buena savia.

Consternado por una selección que aún no funciona en la Copa Oro, de repente encuentra que los grandes problemas de su selección, desde el cuadro bajo, hasta el juego eficiente por los extremos, parecen tener una solución sólida desde Tokio.

Es obvio que ‘El Tata’ jamás lo va a reconocer. En su discurso cuidado y cuidadoso, seguirá blindando a la base de jugadores que tiene para enfrentar a una desmantelada Honduras en los Cuartos de Final de la Copa Oro.

De manera satelital involucrado en la olímpica, lejos de enfrentar una desventaja, goza Gerardo Martino de una enorme ventaja. Los hándicaps positivos es que tiene en pie de guerra a dos seleccionados nacionales en torneos oficiales, y de nivel competitivo al menos para el horizonte del octagonal eliminatorio.

Ojo: no se trata de parches, se trata de soluciones. No se trata de untarle engrudo o hacer un remiendo, se trata de estrictamente jugadores de repuesto, y en algunos casos, jugadores titulares, que de no haberse empalmado los dos torneos, tendrían prioridad en la Copa Oro.

Por eso, ‘El Tata’ Martino suda, pero no se acongoja. Todo fue conversado con Yon de Luisa. El presidente de la FMF dio el visto bueno. Es obvio que el relumbrón olímpico rebasa la cascada, cobriza, deteriorada y oxidada Copa Oro.

El Tsunami de peros puede desatarse. Sí, Francia no presentó ni remotamente, la mejor versión posible para unos Juegos Olímpicos, pero, aún así, la mayoría son titulares en sus equipos, además del pie veterano que poco pudo hacer, porque mientras André-Pierre Gignac marcó desde el manchón, Florian Thauvin fue un pegoste en la alineación.

El recorrido en Liga Mx y en el caso de Lainez con el Betis, fortalecieron anímicamente al grupo. Ni el escenario, ni la camiseta, ni el compromiso, ni el debut en el torneo, arredró a los mexicanos, además confabulada la fortuna de que los cambios dieron un revulsivo a México, cuando Gignac había acercado en el penalti.

Recuérdese que aquí le revelamos la petición o exigencia de Yon de Luisa a Gerardo Martino: quiere un equipo competitivo para Catar 2022, pero, principalmente, quiere una generación de alto nivel para el Mundial 2026, del cual, si #ElGrito no lo impide, México tendrá la segunda tajada más importante, después de Estados Unidos, en la alianza que complementa Canadá.

Queda además, cantaría José José, un volcán apagado. El auto exilio, la deserción, de José Juan Macías para comenzar su aventura en el Getafe, mantendrá el seguimiento de Gerardo Martino, con el que, según diversas aseveraciones, habría conversado en buenos términos, sobre su decisión de abandonar la olímpica y emigrar a España.

Ciertamente, las dos escuadras del ‘Tata’ Martino aún están con obligaciones pendientes. En Tokio, aguardan los compromisos ante el anfitrión Japón, y Sudáfrica, los dos, como ocurrió con Francia, afectados por negativas de clubes por prestarles a jugadores clave.

Y en la Copa Oro, ante un Honduras maltrecho, y aún en fase de Cuartos de Final, el Tri mantiene la obligación establecida por la FMF y aceptada por el entrenador, de ganarla, especialmente después del fracaso ante Estados Unidos en la Final de la Liga de las Naciones.

Entonces, parecería que este híbrido, este mestizo, este Frankenstein de Martino, gozará de cabal salud en el octagonal, pese a los achaques que sufre en la Copa Oro.

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