<
>

La condena de LeBron James

LeBron James em ação contra os Nets na NBA Getty Images

Llevar la lupa cerca de LeBron James es descubrir marcas verdaderamente asombrosas. No hace falta ser un erudito en la materia para entender que el talento de los Cleveland Cavaliers ya figura entre los mejores jugadores de la historia de este deporte: en febrero se convirtió en el cuarto jugador de la historia en promediar un triple-doble en un mes calendario y en el primero en alcanzar la escalofriante marca de 30.000 puntos, 8.000 rebotes y 8.000 asistencias.

¿Qué puede haber de malo, entonces, en todo esto?

Los esfuerzos sobrehumanos ya no alcanzan en la NBA. Ni siquiera un atleta todoterreno como LeBron pudo lograrlo en las Finales de NBA 2015 ante los Golden State Warriors, sin Kyrie Irving y Kevin Love, cuando tuvo una altísima tasa de uso de 39.3. Podríamos considerar que fue una necesidad y no una elección, pero sirvió para constatar que el básquetbol de superhéroes, en una Liga que apuesta a súper equipos, está extinguido.

Hoy, en 2018, James puede estar atravesando una situación similar tras la reestructuración completa del plantel de los Cavaliers. Sin Love en la plantilla, LeBron sigue posteando números asombrosos pero las planillas indican que el motor se puede estar sobrecalentando una vez más: nos indica el departamento de estadísticas de ESPN que, tras el arribo de la nueva armada a Cleveland, LeBron promedia en seis partidos una tasa de uso de 32.5 (séptima en la NBA para jugadores con al menos 15 minutos de promedio), anotó o asistió en el 60% de los puntos de los Cavs mientras estuvo en cancha (315 de 525), tiene más asistencias él solo que el resto del equipo mientras está sobre el parquet (57 contra 50).

Algunos datos más, de acuerdo a Second Spectrum: tiene 480 toques de balón, siendo el renaciente George Hill su seguidor inmediato con 319 y 92 oportunidades de asistencias contra 31, también de Hill, como segundo en carpeta.

Todos sabemos que físicamente LeBron excede a cualquier jugador de la NBA y puede llegar a ser el atleta con la mejor naturaleza de la historia de cualquier deporte. Pero ya tiene 33 años y el tiempo pasa para todos, incluso para él. Es ridículo pensar que un jugador como James no genera dependencia, porque siempre figura como receptor de responsabilidades y faro de distribución inevitable. Pero una cosa es usar su versatilidad con elementos sólidos en las esquinas y otra muy distinta ser Atlas sosteniendo el planeta encima de sus hombros.

Los números hoy sonríen al genio de Akron: en su decimoquinta temporada, tuvo tres triple-dobles de 30 puntos, y de acuerdo a Elias Sports Bureau es el máximo que logró un jugador en su decimoquinta temporada en la historia. Sólo Kobe Bryant había logrado algo semejante, con un partido en 2010-11 y otro en 2014-15. La antorcha ahora está en manos de James.

Los Cavaliers atraviesan una situación por demás extraña en el profesionalismo y mucho más aún en la NBA. Están readaptándose tras un cambio múltiple de piezas que modificó estilos, derechos y obligaciones. Es cierto que Cleveland mejoró en muchos apartados, pero con el correr de los partidos, y con Love fuera de acción, se vio un patrón ya detectado en años anteriores. Tener a LeBron James permite barrer impurezas debajo de la alfombra, pero su talento fenomenal, tanto en producción como en resistencia corporal, no exhibe contraindicaciones hasta que es demasiado tarde. La alarma con este genio tiene tiempo pero no sonido: todos sabemos que no es lo mismo la temporada regular que la postemporada.

Todos sabemos, también, que los grandes equipos se levantan y se acuestan pensando en playoffs.

Por lo tanto, esta fórmula de LeBron vestido de mesías, no por deseo sino por necesidad, con una tasa de uso elevada y disfrazándose de Superman para lograr cosas surrealistas para el ojo humano, tiene una lógica histérica si analizamos el mapa completo de la temporada: seduce pero es de difícil concreción.

Quedan 22 partidos en el calendario y algo más de un mes de competencia en serie regular. Con esta lógica, los Cavaliers ganarán muchos más partidos, veremos muchas más marcas y videos increíbles en redes sociales, pero quedarán a la orilla en la búsqueda de algo realmente importante. Esto no es una hipótesis, es un deja vú de algo ya vivido hace un par de años.

Como Sísifo cargando la piedra, la condena de LeBron puede repetirse en 2018. Dependerá de la estructura completa detectar las señales para corregir a tiempo en la búsqueda de armonía y equilibrio para pelear por todo.