Egan Bernal terminó tercero en la Vuelta a Cataluña, la reaparición del colombiano en el ciclismo de alto nivel.
Las postales más felices de los últimos meses lo muestran cerca del indestructible Tadej Pogacar. A un par de minutos en las rutas más empinadas de Cataluña, apenas a un paso en el podio final, el de Barcelona. La generación del nuevo ciclismo está reunida otra vez.
Separada por días de incertidumbre de recuperación, promesas de regreso y ahora celebrando la alta competencia en una carrera World Tour antes del inicio de las grandes vueltas. Eso refleja esa imagen de los tres abrazados, con Mikel Landa a un costado de la la última meta.
A este final llegó entero, con la ambición de su categoría y honrando su pasión por la bicicleta. Aún lejos del poderío del esloveno en el lote de los mejores, pero con las ganas renovadas de otros tiempos.
La gente lo ovacionó y lo buscó para sentir de primera mano esa victoria personal. Respondió con saludos, sonrisas y más tarde entre los ganadores de la carrera con más alegría espontánea. V de la victoria, lengua afuera y guiño de ojo.
Hace un año, volvía a pedalear como gesto de gratitud con la vida. Ahora entró en nueva etapa, la de los desafíos que movilizan a los campeones como él. Quedó a cinco minutos y tres segundos de la casi perfección de Pogacar, nada mal.
“Estoy feliz y motivado”, resumió el fin de semana. Confiamos que así es, Egan.