<
>

Un logo del aire que cumple 1000 Grandes Premios de F1

Es el equipo más importante del automovilismo, y su símbolo es igual que decir F1

A lo largo de los 70 años de Fórmula 1, centenares de equipos han intentado ganar el campeonato mundial, pero solo un puñado lo ha logrado; otros tantos apenas y tienen alguna victoria de Grand Prix o alguna pole o vuelta rápida. Muchas personas lo han arriesgado todo para formar una organización; dueños y directores de equipo han llorado la perdida de pilotos.

Y en toda esta historia de velocidad y lágrimas, un logotipo se ha impuesto en el imaginario mundial –más allá de la misma F1. Un logotipo reconocible en todo el mundo occidental y más allá de él. Muchos sueñan con tener un auto de la marca y muchos son los pilotos que quisieran correr en F1 con ese símbolo en el traje.

Il Cavallino Rampante

El 17 de junio de 1923 es una fecha para enmarcar en el automovilismo y la industria automotriz. Les contaremos la historia –o al menos lo que se dice que sucedió aquel día:

Un joven conoció a una señora, una condesa. Esa condesa era la madre de un as de los aires muerto en combate, su nombre: Francesco Baracca. Un conde, por supuesto.

Se cuenta que la condesa le pidió al joven ganador de la carrera en Ravena de aquel 17 de junio, que usara el escudo de la familia: un caballo encabritado que su hijo pintaba en sus aviones de combate –de color negro (aunque algunos dicen que realmente era rojo) encima de una nube blanca. Simbolizaba la buena suerte y el triunfo –el aviador oriundo de Lugo, Italia, ganó 34 batallas hasta que la buena suerte lo abandonó para morir a pocos meses de finalizar la Gran Guerra.

Enzo aceptó entusiasmado, pues como todo italiano, conocía las proezas de aquel conde. Una peculiaridad: Baracca recibió su instrucción en una academia situada en Módena, ciudad de origen de ese tal Ferrari, Enzo Ferrari, el joven que años después de que Baracca se hiciera piloto y muriera en batalla, fuese congraciado por la condesa.

Enzo Ferrari aceptó el emblema y lo usó desde 1929 en el material de oficina de su pequeña organización –un modesto equipo de carreras.

Luego empleó el emblema en el equipo que Alfa Romeo le encomendó. Nació Scuderia Ferrari (Scuderia es la traducción al italiano de una arcaica palabra alemana, Gestüt, que derivó en Stutengarten, Stuttgart, una ciudad que también emplea al caballo como escudo de armas).

En 1940, Alfa Romeo decidió absorber el equipo Ferrari, pero Enzo se separa antes y crea Auto Avio Construzioni Ferrari. Parecía que el emblema volvía a su origen en las nubes. Pero solo parecía.

El sueño del joven Enzo seguía intacto, inmaculado, en el hombre en que se había convertido años después de aquel 17 de junio de 1923. En 1947, luego de que terminase la Segunda Guerra Mundial, Enzo por fin vio salir de su pequeña fábrica en Maranello el primer Ferrari, el 125 S. Con el color rojo borgoña –el que ahora en Mugello usa el equipo para festejar los 1000 Grandes Premios- y un pequeño emblema hasta al frente: un ‘Cavallino Rampante’ negro en señal de luto y con fondo amarillo, el color de la ciudad de Módena.

Tres años después, todavía buscando el triunfo y la buena suerte en las pistas de competición, un modificado 125 se presentó para competir en el Gran Premio de Mónaco de la recién inaugurada Fórmula 1. Fue el primero de los 1000 y sí, el emblema estaba ahí y sigue aquí… y seguirá por muchos Grandes Premios más.