No quedan dudas: Agustín Canapino marcará con tinta indeleble su paso por el óvalo de Saint Louis, donde se disputó la 15ª fecha de IndyCar. Fue una montaña rusa de sensaciones que deberá sopesar en frío, porque tuvo muchas cosas positivas y otras, todo lo contrario. Hay algo que es fáctico: el resultado. Eso está escrito y no hay mucho más: finalizó 22º.
El sábado, para el Titán (como para toda la parrilla), fue aburrimiento. Nubes, viento, diluvio y hasta granizo fueron protagonistas de una jornada agotadora desde lo mental. Que se seca, que llueve, que arranca la actividad, que se reprograma, que se… Finalmente, los autos salieron a pista ¡siete horas después de los programado inicialmente! En el equipo Juncos Hollinger Racing algunos sacaron a relucir sus dotes con una pelota de fútbol durante la amarga espera. La reprogramación obligó a apretar todo para el domingo, porque por la mañana se debió clasificar.
Resignación. Así comenzó el domingo del piloto argentino, porque si bien su clasificación no fue mala (tampoco descollante, por cierto), Canapino sabía que a su posición final le debería cargar nueve lugares de penalización por el cambio de motor que se le hizo a su auto antes de la visita al óvalo Missouri. Como fue 21º, no quedó otra: debió largar desde el fondo.
Susto. Se largó la carrera y lo primero que vivió Canapino fue un enorme sobresalto cuando vio cómo el auto de Benjamin Pedersen se le cruzaba por delante en la primera curva. El Titán debió bloquear para evitar al danés, quien viajó directo al muro. Enorme reacción del argentino para evitar quedarse afuera de la carrera antes de completar un giro.
Ilusión. Canapino llegó a estar cuarto en carrera. Es cierto, eran cuestiones de estrategias. Pero la bandera amarilla por el golpe de Takuma Sato emparejó todo. El planteo de detenciones se igualó y todos fueron a boxes por neumáticos y combustible. Todos parejos y el Titán podía llegar a mantenerse en el lote de punta, promediando la carrera. Era una chance sensacional para hacer historia en el último ovalo de la temporada, justo el tipo de pista en el que mejores rendimientos tuvo, tanto el piloto como el equipo de Ricardo Juncos. Pero…
Desazón. La parada de Canapino fue buena, pero el encargado de habilitarlo para salir del pit para volver a pista falló. Porque justo estaba llegando David Malukas al box del equipo Dale Coyne Racing, que estaba ubicado justo a continuación del Juncos Hollinger Racing. ¡Y chocaron! Sí, quedó trabado ahí, un mecánico del auto del estadounidense pateó la trompa del de Canapino porque le había trabado una manguera… Descontrol. Así y todo, y a pesar de los enredos, el Titán retornó a pista en el séptimo lugar.
Bronca. La novela de los boxes no pasó inadvertida para los comisarios deportivos, quienes sancionaron a Canapino por salida insegura y debió realizar una pasada por pits como penalización. En su vuelta al trazado, aquel séptimo lugar que tan bien le sentaba, se transformó en 22º.
Templanza. Después de todo lo vivido, Canapino volvió a mostrar un gran ritmo con el auto del team de Ricardo Juncos. Se metió otra vez entre los 15 y quedó claro que tenía para más.
Scott Dixon se quedó con el triunfo y rompió la hegemonía de Josef Newgarden (le pegó a un muro), quien había sido el único vencedor en óvalos en 2023. Con su triunfo, el neozelandés, quien enhebró su segundo éxito en fila, quedó a 74 puntos de Álex Palou (séptimo en St. Louis), cuando quedan dos fechas para el cierre.