Cuando la UFC nació, en los años 90 del siglo pasado, se sabía que era un reto al status quo de los deportes. En una década en la que el mundo cambió, el deporte se globalizó y detonaron figuras como la de Michael Jordan en el ámbito comercial, la UFC vendía una ilusión basada en una batalla sin tregua dentro de su octágono, sin reglas ni limitaciones y bajo la frase de que “entran dos y sale uno”.
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