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La hora de los abogados

Marcelo junto a Luis Segura en las elecciones anteriores, cuando hubo un "empate" Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- La comedia de las elecciones en la AFA amaga con perpetuarse.

El presidente residual, Luis Segura, insiste con que se votará el 18, mientras que el sector tinellista quiere una prórroga. Tal vez hasta el día de los inocentes, tal vez antes, tal vez hasta el año que viene.

La razón del pedido de postergación es que el club River ha quedado desierto. Hasta el último dirigente se encuentra en Japón, a la espera del partido del siglo para la institución. Afrontar un compromiso internacional y atender las responsabilidades institucionales básicas son tareas incompatibles.

Según el estatuto de AFA, sólo pueden votar el presidente o el vicepresidente, así que River se verá impedido de hacerlo si la ceremonia electoral se hace el 18. Y su titular, Rodolfo D’Onofrio, no cesa de presentarse como víctima enojada ante cada micrófono que le ponen delante en el país del sol naciente.

Segura ofertó privar del voto a Argentinos Juniors, para estar a mano, como si se tratara de una cuestión personal, de un asunto entre dos particulares. Fallaron en la elección original y tampoco acuerdan una fecha para rectificar aquel papelón. El proceso continúa entonces según los procedimientos de quienes desprecian la política: la judicialización.

La parodia de unidad blindada que ambos candidatos a presidente proclamaron al cabo de los comicios frustrados se evaporó en cuestión de segundos. Además los apoyos y alianzas fluctúan de un día para otro.

Por caso, Angelici, partidario de Segura, cerró filas con D’Onofrio en sus últimas declaraciones. De modo que la posibilidad de suscribir una agenda se ha tornado nula.

Llegó la hora de los letrados, con lo que eso significa. El sector de Tinelli adelantó que en las próximas horas presentará una cautelar. Del otro lado –con el inefable Mariano Cúneo Libarona a la cabeza- sostiene que con 38 asambleístas se puede hacer la votación. En suma, pasamos del abrazo de Guayaquil a una sucesión de chicanas y el usufructo de resquicios estatutarios. Es decir, la especialidad de los abogados.

Una vez más, los dirigentes de AFA, por cuyas manos pasan algunos de los negocios más pingües a escala internacional, además de la administración de uno de los bienes culturales más representativos de la Argentina, dan muestras de incapacidad y, especialmente, de falta de gimnasia democrática.

Cuesta imaginar que las elecciones lleguen a buen puerto por esta vía. Con intercambio de papeles judiciales, tampoco se gobierna, aunque algunos ejemplos recientes a nivel de autoridades nacionales insinúen lo contrario. El consenso alegre e incondicional es una versión Disneylandia de la política.

Así quedó demostrado (una vez más) tras la primera asamblea. Pero la obligación de dirigentes responsables, que se piensan como futuros conductores del fútbol argentino, es sentarse a negociar. Ahora y siempre. A articular acuerdos y diferencias, a convencer a los otros.

Sin perder de vista que representan a una trama de clubes de todo el país, sustento último de la maquinaria, razón de su importancia y potencial económico.