BUENOS AIRES -- El derrotero de Jonathan Calleri se ajusta a la perfección al modelo de producto futbolístico moderno. Procedente de All Boys, pasó a Boca en una operación que despertó polémicas, pues no pocos estimaron que los beneficios de la venta habían sido exiguos. Ganaron los peces gordos.
Ahora, con sólo 22 años y después de una campaña goleadora en el club más popular de la Argentina, llegó el momento de multiplicar las ganancias. Para que los negocios funcionen es necesario ponerlos en manos de profesionales. Así que Boca le entregó la posta a un grupo inversor (de esos que colocan el dinero siempre en tierra segura), que por doce millones de dólares (¿será así?) consiguió los derechos del promisorio delantero.
Acaso el joven Joni, que así le dicen, no está todavía en condiciones de imponer su propio criterio. Al menos es lo que hacen pensar las permanentes declaraciones de su padre, quien parece protagonizar las decisiones.
Según las últimas noticias, Calleri iría al San Pablo, donde el Patón Bauza le garantiza una acogida amable. Ha dicho que le encantaría sumarlo a las filas del equipo que dirige. Luego, se supone, tan rápido como ha sucedido todo hasta ahora, Jonathan emigrará a algún equipo de Europa.
Chico, grande o mediano, eso depende, más que de intereses deportivos, de ingeniería financiera. El que ofrece más no siempre es el club más poderoso, sino el que les da cabida a los mejores negocios. Así es el fútbol y así es el mercado de transferencias en el que el jugador se inserta.
Ese mismo mecanismo dispone un método de triangulación para evitar impuestos. Todo es legal, claro. Hasta que en un momento deja de serlo, como pueden dar fe los hasta hace poco intocables funcionarios de la FIFA, que afrontan serias investigaciones judiciales a nivel global.
El grupo inversor que se hizo del pase de Calleri lo inscribió en Deportivo Maldonado. Un equipo del ascenso uruguayo que suele funcionar como escala en las ventas para aliviar la carga impositiva de estas operaciones. A pesar de que lo sigue un público escaso y sus posibilidades comerciales no parecen pingües, el Deportivo se transformó en 2009 en una sociedad anónima que reporta a un empresario inglés llamado Malcolm Caine.
El club uruguayo ha participado desde entonces como puente en tres operaciones, que involucran a los brasileños Alex Sandro (a Porto) y Willian José da Silva (a Real Madrid), y al paraguayo Marcelo Estigarribia (a Juventus), lo que reportó un beneficio de 10 millones de euros, según la empresa de información financiera Bloomberg.
Señalados como paraísos fiscales deportivos, estas instituciones siguen sin embargo funcionando a pleno como mediadoras.
Controlada su carrera por expertos del management, es probable que Calleri sepa poco y nada de la ruta de su pase, mucho menos de los tributos al fisco que realiza y evita.
Siempre se dice que los futbolistas, para rendir como se espera, sólo tienen que pensar en la pelota.