En el minuto 19 de cada partido, Mestalla clama en contra de una gestión con poca inversión y que genera un estado de ansiedad fuera de lo normal en la afición.
No es la primera vez (ni posiblemente será la última) en la que Mario Kempes utiliza las redes sociales para denunciar la delicada situación por la que atraviesa el Valencia.
El mensaje de la leyenda ché no difiere mucho del que mandarían todos aquellos que aman a un equipo que se ha alejado de sus tiempos dorados desde que Peter Lim compró el club en 2010. Kempes instó a Lim a dar un “paso al costado” si no está dispuesto a “gestionar el club” con el “compromiso y la dedicación que los aficionados y la historia del Valencia merecen”. Un mensaje que ha servido para unir aún más al valencianismo preocupado al ver a su equipo en puestos de descenso tras dos jornadas disputadas.
A Lim no lo quieren, pero él tiene las llaves del negocio. Aseguran que hay empresarios valencianos y valencianistas dispuestos a comprarle el club, pero él ni se molesta en escucharlos.
Así, en el minuto 19 de cada partido, Mestalla clama en contra de una gestión con poca inversión y que genera un estado de ansiedad fuera de lo normal en la afición.
Hasta el entrenador Rubén Baraja, que obró un milagro apoyándose en la cantera la temporada pasada, alzó la voz en la conferencia de prensa: “Si quieres crecer, necesitas esa inversión para poder fichar y mejorar ese equipo. No pedimos grandes dispendios, ni que el club se comprometa a gastar `x´ dinero, pero si esos pequeños detalles, jugadores que te pueden ayudar a crecer.”
El jovencísimo equipo valenciano juega, pero no gana y mientras las voces autorizadas denuncian y el pueblo se asusta, Lim parece no querer saber nada. Mal negocio.