<
>

Koeman se queda sin argumentos en el banquillo

play
Final polémico con dos pelotas en la cancha y Busquets interrumpió un ataque de Cádiz (0:27)

Había dos pelotas en la cancha y el volante de Barcelona le tiró una a su rival, cortando una ofensiva prometedora. (0:27)

Ronald Koeman consume los días de partido sin encontrar una tecla con la que despertar al Barcelona. Toca y retoca el once inicial, aumenta su apuesta por los jóvenes (en Cádiz debutó Gavi como titular) pero el juego colectivo de su equipo sigue siendo plano, insulso, sin energía y, lo peor, sin atisbo de grandeza.

Tres días después de ceder un triste empate en el Camp Nou frente al Granada, completando 90 minutos de pesadilla, ofreció una versión aún más penosa en Cádiz. Desordenado, falto de ambición y sin ninguna reacción desde la banda, donde el entrenador apenas si se quejó al árbitro pero se mostró inútil a la hora de dar mayor empaque a un equipo que, en teoría, debería ser infinitamente superior al rival.

No es que no fuera superior, es que, más aún, una derrota no habría sido para nada injusta ni sorprendente visto lo visto. Ter Stegen, cuyo principio de temporada no había sido precisamente excelso, salvó a su equipo con dos intervenciones magníficas mientras en el área del Cádiz hubo mucho barullo, mucho balón pero nulas ocasiones certeras.

Ni colgó balones a la desesperada al final ni quiso, o supo, jugar por las bandas desde el principio un Barça que en ocasiones llegó a ser dominado ampliamente por el conjunto de Álvaro Cervera, que se bastó con meterle al partido la intensidad que nunca tuvieron los futbolistas de Koeman.

Si el entrenador holandés reclamó en la víspera paciencia, confianza y unidad, no dio motivos para que el club le otorgue ni tan sólo el beneficio de la duda después de lo visto en Cádiz. Sumar dos puntos de los últimos seis es grave, pero más lo es, mucho más, contemplar como su equipo se arrastra por el césped sin saber qué hacer con el balón.

Memphis, que comenzó la temporada como un avión, ya ha caído en la mediocridad y depresión general, una depresión que personaliza como pocos Frenkie de Jong, expulsado acaso injustamente después de ofrecer una nueva actuación lamentable.

Coutinho, apartado del once titular por el juvenil Gavi, apareció en escena en la última media hora con la necesidad de reclamar su grandeza y no hizo más que aumentar su invisibilidad mientras, incluso, Busquets, siempre frío y cerebral, acabó el partido desquiciado.

Tanto como el entrenador, expulsado con el tiempo ya consumido para consumar una nueva noche de pesadilla de este Barça que camina como un ciego, sin saber qué hacer para salir del atolladero.

A Koeman se le acaba el crédito. Ni le acompaña el marcador ni, menos aún, el juego e imagen de un Barcelona horroroso.